La cerámica vidriada en la arquitectura de Al-Ándalus

proceso de alicatado con motivos geométricos

El alicatado tomó su nombre debido al instrumento principal que se usaba para cortar los bordes de las pequeñas piezas que luego se ensamblaban, un al-qata'a. Las baldosas o azulejos, también del árabe az-zula'ij, son piezas cerámicas impermeables, planas y de poco espesor fabricadas con un soporte arcilloso y recubrimiento vítreo, el esmalte cerámico. La técnica del alicatado consiste, por tanto, en cortar piezas de cerámica vidriada monocromas con los alicates para obtener fragmentos de distintos tamaños y formas que, posteriormente, se colocan a modo de puzle siguiendo un diseño previamente trazado. 

Este tipo de decoración tiene sus precedentes en Mesopotamia y Egipto, civilizaciones a las que se atribuyen los primeros ladrillos vidriados conocidos. En el siglo X, el alicatado ya estaba implantado en el norte de África y podemos datar las primeras muestras de cerámica esmaltada aplicada a la arquitectura de Al-Ándalus a finales del siglo XII y comienzos del siglo XIII. Los alicatados más antiguos fueron encontrados en Sevilla y son del siglo XII, ejecutados por artesanos almohades. 

Por tanto, los almohades, seguidos por los nazaríes y más tarde también los mudéjares, adaptaron esta forma de decorar sus edificios, sustituyendo los mosaicos greco-romanos y bizantinos. La pieza básica del mosaico clásico greco-romano son las teselas, pequeños trozos de mármol, de formas similares que se pueden intercambiar entre sí. Sin embargo, el alicatado con baldosas es más complejo, las piezas cerámicas se recortan a mano con diversas formas y tamaños que después se hacen encajar. 

alicatado en la Torre del Oro, siglo XIII

Sin duda, fueron los nazaríes los que llevaron el alicatado a su máximo desarrollo, como así veremos que lo atestiguan mayormente los palacios y algunas de las torres del conjunto de la Alhambra de Granada. Los mosaicos de azulejos que decoran las distintas estancias de la Alhambra fueron el resultado de un sistema de trabajo muy pautado, que fue transmitido de generación en generación por artesanos altamente especializados.

Una de las principales características de los alicatados de época nazarí es la fijación de sus artesanos por los motivos de tipo geométrico, vegetal y epigráfico, un rasgo que en gran parte se explica por la resistencia de los musulmanes a representar a seres animados, pese a que su libro sagrado, el Corán, no condena de forma explícita esta práctica. La forma y color de cada pieza obedecía al patrón definido previamente por los tracistas, por lo que ningún elemento quedaba al azar.

Primeramente las arcillas se cocían en el horno a altas temperaturas. Después, se aplicaban los pigmentos y barnices. El artesano cortaba los azulejos tras definir el contorno de las piezas mediante incisiones y las piezas se colocaban en una plancha sobre la que posteriormente se vertía mortero de yeso. Una vez seca la capa de mortero, los paneles se fijaban en su emplazamiento y, para ello, se vertía yeso entre los paños y el elemento de soporte. Con una técnica depurada, los artesanos nazaríes evitaban que quedaran resquicios entre los aliceres y, de esa forma, el mosaico parecía estar formado por una única pieza. 

zócalo alicatado en Cuarto Real de Santo Domingo

Ejemplos con decoración cerámica usando la técnica de cuerda seca como elemento en la arquitectura pueden encontrarse en la Zawiyya de Sidi Qasim Jelizi, en Túnez. Los diseños que se repiten hasta el infinito se convirtieron en el elemento más reconocible de la decoración nazarí, aunque los artesanos de la época también elaboraron azulejos con la técnica de cuerda seca, en relieve y con reflejos metálicos. Esta última fue una de las especialidades de Málaga, el principal centro de producción de cerámica del reino nazarí, cuya loza dorada alcanzó fama tanto en el mundo islámico como en el cristiano.

Las edificaciones islámicas suelen presentar fachadas austeras y lisas, en contraste con el diseño suntuoso que acostumbran a exhibir las estancias interiores de sus edificios donde la decoración puede llegar a recubrir todo el espacio arquitectónico. Resulta especialmente evidente en Alhambra, sede del reino nazarí, donde se combina un exterior sobrio con unos espacios interiores de aspecto verdaderamente deslumbrante. 

Sus exquisitos detalles ornamentales constatan la capacidad para llevar el arte y la arquitectura hispano-musulmanes a sus cotas de máximo desarrollo, creando un estilo sumamente refinado que perfeccionó muchos de los recursos característicos de la tradición islámica. La arquitectura nazarí utilizó los materiales más pobres en su construcción y todo el esplendor aparece en la decoración de interiores con estucos, maderas, yesos y azulejos, eligiendo en estos sobre todo el color azul cobalto y el dorado, principalmente procedentes de alfarerías situadas en Málaga -como ya se ha dicho- y en Almería.

gama fría y gotas vidriadas, Cuarto Real de Santo Domingo

En la parte baja de la ciudad de Granada, en la muralla del barrio del Realejo, se atribuye a época nazarí la construcción de un palacio que probablemente pudo estar destinado como lugar de retiro de los sultanes nazaríes en los días especiales de Ramadán y hoy es conocido como Cuarto Real de Santo Domingo. De aquella construcción islámica aún queda visible la torre, cuya planta está dividida en una sala cuadrada y dos alcobas. Tiene mucho interés la gran diversidad de alicatados que se conservan en los zócalos y en algunas columnas adosadas.

En el citado palacio nazarí de Granada se datan los primeros azulejos dorados hechos con gran destreza artesanal. La decoración ofrece temas geométricos con cintas de colores y estrellas de ocho puntas, elaborados con la técnica llamada gama fría, que incluye los colores verde y azul pálido, blanco y negro. También podemos encontrar en la misma estancia almenas blancas salpicadas de gotas vidriadas en color negro, azul, melado y verde.

Pero sin duda, en el complejo arquitectónico de Alhambra es donde se encuentran los mejores ejemplos de azulejos nazaríes, siendo ejemplares únicos y al mismo tiempo abundantes en zócalos, salas, patios, torres, jambas y soleras. El conjunto palaciego, como sabemos, contiene el Palacio del Mexuar, el Palacio de Comares y el Palacio de Los Leones, principalmente. Pues bien, en todos estos espacios se conservan los azulejos de tema geométrico y estrellas de ocho puntas hechos con la técnica del vidriado melado.

detalle de albanegas en la Puerta del Vino

Dicho lo cual, cabe señalar que nada más acceder al conjunto monumental de Alhambra en Granada, tras introducirnos por la Puerta de la Justicia, después de atravesar el primer arco exterior, se puede observar la sección de azulejos y vidriados en azul y verde con decoración de sebqa. Tras la restauración llevada a cabo en la Puerta del Vino, también podemos apreciar sus albanegas o enjutas que presentan una decoración con lazos, roleos y palmetas.

En la citada Puerta de la Justicia, una vez traspasada la también llamada Torre de la Justicia, en la fachada de la puerta interna o puerta de salida con acceso a la llamada correleta, se encuentra otro tipo de decoración, como los azulejos compuestos por piezas realizadas a molde y encajadas unas con otras. La composición reproduce una red de sebqa a través del entrecruzamiento de los arcos mixtilíneos que rematan la parte superior de cada pieza, definidos por una banda vidriada en azul. 

El interior de cada uno de estos azulejos muestra motivos de ataurique vegetal estilizado, dispuesto en un eje simétrico vertical y vidriados en color azul y verde sobre fondo blanco. En ellos se abren motivos de palmas dobles pareadas en el centro con tallos muy finos que presentan pequeños botones y también se localizan dos pimientos en estas piezas, uno en cada extremo de la zona central. 

alicatados en Puerta interna de la Justicia

Como parte del sistema de anclaje al muro, las piezas fueron perforadas en la parte superior e inferior para la introducción de clavos de sección cuadrada y cabeza plana, de los que se conservan algunos ejemplares. Pueden admirarse las piezas en el museo del conjunto monumental de Alhambra y gran parte de ellas decorando aún las albanegas del arco interior de la Puerta de la Justicia.

En la Sala principal del Palacio del Mexuar también podemos encontrar diversos modelos de alicatados. Por una parte, en la zona baja del muro se encuentra un alicatado de diseño geométrico que combina azulejos con aspecto de estrella alargada con pequeñas piezas triangulares que se unen para formar cuadrados. También podemos ver alicatados en forma de lacería, con una trama de cintas negras, azules, meladas y verdes que se repiten en el resto de paneles cerámicos que decoran la estancia.

En el muro norte de esta Sala principal se nos presenta un diseño a base de lazos y estrellas, típico del arte nazarí, atribuido a artesanos moriscos. El pavimento de esta misma sala, reformada en varias ocasiones y también en época posterior cristiana, está recubierto por baldosas rectangulares de barro cocido que se alternan con azulejos cuadrados decorados con emblemas heráldicos, detalles naturalistas y motivos geométricos de inspiración nazarí.

alicatados y lacerías en rincón de Sala principal del Mexuar

Como sabemos, bajo el contexto de florecimiento de la cultura nazarí, el sultán Yusuf I impulsó en el siglo XIV la construcción del Palacio de Comares dentro del complejo palaciego, siendo éste el palacio que incorporó los elementos más característicos de las residencias andalusíes y se convirtió en testimonio del poder real a través de su ornamentación simbólica, albergando la sede oficial de su gobierno. 

Prácticamente toda la fachada del Palacio de Comares está cubierta por yeserías, aunque en la decoración también desempeñan un importante papel los alicatados, que enmarcan las puertas y alicatados que recubren el tramo inferior de los muros. Ya en el interior del citado Palacio de Comares apreciamos alicatados con forma de pajarita nazarí en el Patio de los Arrayanes, así como bellos alicatados en el Salón de Embajadores que se basan en composiciones de lacería y, en la Sala de la Barca, encontraremos lacerías con estrellas.

cintas sobre estaño y escudos nazaríes, Sala de Dos Hermanas

La ornamentación de la Sala de Dos Hermanas (en el Palacio de Los Leones), y del llamado Mirador de Lindaraja situado en el fondo norte de dicha Sala, conservan los zócalos de alicatados con su sabor y calidad auténticos. Se trata de obras muy originales en azulejo con cintas pintadas en distintos colores como azul, verde, melado y morado, hecho sobre estaño, donde se entrelazan los escudos de banda nazaríes y que también incluyen el lema de la dinastía "Solo Allah es vencedor".

En la misma Sala de Dos Hermanas, en las jambas de los arcos que comunican con las dependencias anexas, se exhiben distintos alicatados de ruedas que siguen los patrones característicos de la época nazarí de Muhammad V. Por su parte, la llamada Sala de los Reyes del mismo Palacio de Los Leones, al lado este del Patio de Los Leones, presenta una rica ornamentación a base de yeserías y zócalos de diversos diseños geométricos, mientras que prácticamente el resto de los muros está decorado con una composición de ruedas con estrellas de 12 puntas.

columnas y zócalo en la Sala de los Reyes

Las composiciones geométricas de la decoración nazarí se basan en el concepto de teselación, es decir, el recubrimiento del plano mediante figuras de modo que no queden espacios intermedios entre ellas ni existan superposiciones. Los artistas nazaríes recurrieron a esa fórmula en muchos de sus diseños, pero también plantearon otras soluciones más imaginativas, sometiendo a los polígonos regulares a todo tipo de transformaciones para obtener nuevas figuras con las que se podían componer mosaicos, frisos y rosáceas o ruedas de patrones tan sofisticados como armónicos.

En la misma Sala de los Reyes también encontramos un fuste como otro ejemplo de la abundante decoración arquitectónica en el Palacio de Los Leones. Se trata de una pieza de ruedas pero no de doce, como en otras partes de la sala, sino de ocho zafates en torno a una serie de almendrillas y estrella de ocho puntas, usando colores fríos. Así, los zafates son de color azul, verde y negro; las almendrillas en blanco y las estrellas en negro, verde y blanco. Cada color presenta, además, diferentes variaciones armonizando el conjunto.

fuste de 8 zafates del vestíbulo en Sala de los Reyes

El antes citado Mirador de Lindaraja, por su parte, está decorado con un alicatado de pequeños aliceres vidriados en azul, verde, melado y negro, separados por cintas blancas. También se decoraron con alicatados vidriados incluso las taqas o alacenas pequeñas en el intradós de los arcos y se conserva un buen ejemplo en la Sala de la Barca (en el Palacio de Comares) y otro en el arco situado entre la Sala de Dos Hermanas y la Sala de los Ajimeces que da paso al Mirador de Lindaraja, estando recubiertos con azulejos usando la técnica de cuerda seca.

Por otro lado, los palacios de Alhambra estuvieron pavimentados no solamente con losas de mármol o de piedra, sino que hubo una alternancia con azulejos de ornamentación azul y dorado así como con ladrillos vidriados y olambrillas, como puede aún localizarse en el llamado Patio de Lindaraja, en el Palacio de Los Leones. Esta solería no ha sido fácil de conservar a lo largo de los siglos, sobre todo el dorado que es siempre más frágil, aunque ha quedado más testimonio en el vidriado azul. 

taqa vidriada en la Sala de la Barca, Alhambra

En algunos pavimentos se realizaba la combinación de azulejos cuadrados alicatados con otros redondos que contenían exclusivamente el escudo nazarí de la dinastía más conocida de Granada. Como motivo de su escasa conservación también cabe señalar que, en época nazarí, el calzado de quienes transitasen por Alhambra no era el mismo que el posterior calzado militar y botas calzadas en época castellana. 

Podría decirse que la cerámica en la arquitectura nazarí se nos presenta en gran variedad de elementos de construcción como son los tejados, las paredes o zócalos, los suelos, etc y que todos ellos nos muestran una Alhambra llena de color y alta calidad decorativa con gran variedad de motivos ya sean vegetales, epigráficos, geométricos o figurativos. Como dejó escrito el cronista Ibn Said en el año 1240 "el uso de pavimentos de baldosas es una costumbre extendida en el sur de Al-Ándalus y tiene una gran variedad de tonos reemplazando los mármoles de colores utilizados por los orientales para embellecer su hogar".

ladrillo rojo con olambrillas en Patio de Lindaraja

De este modo, los zócalos de alicatado cubrían la parte inferior de las paredes de los edificios más destacados produciendo un efecto textil y en las jambas el alicatado continuaba por el suelo como si fuera una alfombra, reproduciendo así las tapicerías usadas en invierno en estas estancias. Asimismo, de las tribus bereberes proviene la costumbre de decorar con telas vistosas los interiores de sus jaimas y, al llegar a Al-Ándalus, con lugares fijos donde establecerse, no es extraño que ofrezcan en sus paredes y palacios colores y formas similares a las que tendrían en el desierto.

De ahí también que los zócalos con los que se recubren las paredes se conozcan como paños. Igualmente, las piezas de cerámica vidriada guardaban una estrecha relación con el agua ya que la higiene personal era cuidada en pilas ataudadas con decoración estampillada o vidriada o piezas de carácter más funcional como cangilones, atanores o ladrillos, así como canalillos por donde corría el agua (vidriados o no) y los sumideros con acabados decorativos geométricos. 

Acompañando a su relación con el agua, en los Baños Reales del Palacio de Comares se pueden encontrar formas novedosas en los azulejos, como la llamada pajarita nazarí, repleta de efecto de movimiento, junto a otros patrones más habituales. La figura de pajarita nazarí repite el tema del triángulo-hélice que vemos en el Patio de los Arrayanes pero éste último lo rompe con la adición de estrellas y hexágonos. En definitiva, la cerámica era la base de experimentos decorativos fáciles de ejecutar y que podían repetirse en otros materiales como paneles de yesería, madera, tejidos y otros.

diversos azulejos en los Baños Reales del Palacio de Comares

En el exterior de los palacios nazaríes, acercándonos a la muralla con vistas privilegiadas del barrio del Albayzín y el Generalife, comprobaremos que la Torre de los Picos, la Torre de la Cautiva y la Torre de las Infantas estaban destinadas a personajes sin duda destacados, hecho que se refleja en el cuidado diseño interior de cada una de ellas. En el interior de estas torres encontramos alicatados con diseño de ruedas, alicatados de molinete o alicatado de cintas. 

Destaca seguramente entre las demás la Torre de la Cautiva, con alicatados de diseño exquisito que, en la sala principal, se remataron con cartelas con cintas coránicas. Para componer esas inscripciones, los artesanos tuvieron que recortar las letras en cerámica de color azul y combinarlas con las piezas blancas que sirven de fondo. Como podemos suponer, el alicatado es también un elemento esencial para poder conocer los colores usados en época nazarí pues es uno de los pocos ejemplos en los cuales el cromatismo se mantiene en todo su esplendor. 

tramo de cita del Corán en la Torre de la Cautiva

Al estar ubicados los alicatados en lugares de mayor deterioro debido al roce y a la humedad, los mismos se realizaban en un material duradero como es la cerámica vidriada y esto ha hecho que estas zonas de tan vivos colores hayan llegado hasta nosotros con una tonalidad conservada que en muchos casos es prácticamente igual a la de su estado original.

Ningún espacio quedaba sin decoración y cromatismo. Así, hasta el alféizar de la ventana se cubría con alizares de cerámica, como el que podemos encontrar en la planta baja de la torre del llamado Peinador de la reina, también en Alhambra, que destaca por la excepcional decoración de reflejo metálico malagueño o dorado sobre blanco y con trazos de azul cobalto, una técnica costosa y rica que deslumbraba por su tonalidad. La inscripción que aún permanece en dicho alféizar nos indica "Ventura eterna, gloria permanente" y otras partes del mismo se encuentran expuestas en el museo, como la que a continuación reproducimos.

detalle en alféizar de ventana del Peinador de la reina

Además de Granada, como capital del reino nazarí, también podemos encontrar otros bellos ejemplos de alicatados en el Patio de las Doncellas en el interior del Real Alcázar de Sevilla (siglo XIV) o en la portada de San Isidro del Campo (siglo XV). Los alicatados fueron un recurso común también en la decoración mudéjar, tanto en sublimes interiores como en vistosos exteriores, sobre todo en las regiones en las que la presencia musulmana había sido notoria, caso de todo el sur peninsular así como en otras regiones tales como Teruel y otras zonas de Aragón

Así se evidencia en las ciudades de Sevilla y de Córdoba donde, entre los siglos XIV y XV, se elaboraron algunos de los conjuntos de alicatados más importantes del arte mudéjar, distinguidos por conservar los rasgos estilísticos esenciales de sus precedentes arábigos. El Real Alcázar de Sevilla, proyectado en estilo mudéjar, exhibe una rica decoración ornamental elaborada por antiguos musulmanes en la que destacan numerosos zócalos de alicatados que revisten los muros, cuyos diseños de tipo geométrico remiten a los observados en los palacios nazaríes de la Alhambra.

En definitiva, la gran profusión de superficies decoradas hace que las estructuras queden parcialmente camufladas, mientras que mediante la repetición de motivos a menudo geométricos y la sabia combinación de materiales y texturas, se logra un efecto tridimensional que dota a los edificios de un cierto misterio y ligereza. La luz y el agua son elementos indispensables para la consecución de este efecto casi irreal. 

azulejos en la Casa de Pilatos en Sevilla, siglo XVI

Tanto en los edificios como en los objetos decorativos, la caligrafía, los motivos geométricos y los motivos vegetales estilizados o atauriques abigarran el espacio en una armoniosa interrelación. En cuanto a los alicatados, podría decirse que desde la cúspide nazarí se sentaron las bases de un arte que seguiría evolucionando, incorporando diversas influencias estilísticas  y desarrollando nuevas técnicas permitiendo explotar todo el potencial plástico de la cerámica vidriada.

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