Granada. El Generalife.

El Generalife y Sierra Nevada vistos desde el Albayzín

El Generalife, جَنَّة الْعَرِيف o Al Yannat al-arif en tiempos nazaríes, da nombre a la villa con jardines utilizada por la realeza de Granada como lugar de retiro y descanso. De hecho, la parte más importante está constituida por sus jardines. Fue concebida como villa rústica o almunia real rodeada de huertas y jardines ornamentales que, de forma integral, servían tanto para la manutención como para el asueto y disfrute de la familia real nazarí. Su construcción se inició a finales del siglo XIII en tiempos del segundo emir nazarí, Muhammad II, que estuvo en el trono hasta el año 1302 y continuaron las obras bajo mandato de Muhammad III hasta el fin de su emirato en el año 1309.

Posteriormente, el recinto fue transformado y redecorado por Ismail I, antes de la construcción del Palacio de Comares. El recinto del Generalife está construido en estilo nazarí y está situado en el lado este o septentrional de la Alhambra, fuera de sus murallas y en la ladera del cerro del Sol. En la época de su construcción, Al Yannat al-arif al estar situado fuera del perímetro de la Granada musulmana carecía de comunicación directa con el conjunto monumental de la Alhambra, siendo su acceso principal a través del camino del Barranco Aikabia, la actual Cuesta de los Chinos, que ascendía desde el río Darro.​ 

el Generalife, Torre de los Picos, del Cadí, de la Cautiva y de las Infantas

La distancia entre ambos recintos era tal que incluso estalló una rebelión en la Alhambra contra el sultán Muhammad V mientras éste se encontraba en el Generalife. Se trató de un golpe de Estado que lo destronó en agosto de 1359 por una conspiración liderada por la esclava Maryam, esposa de su padre Yusuf I, y varios familiares -entre ellos su primo el futuro Muhammad VI- para colocar en el trono a su medio hermano Ismaíl II. Los conjurados escalaron las murallas de la Alhambra y redujeron a la guardia real, asesinaron al visir Ridwan y liberaron a Ismaíl, quien fue proclamado sultán. 

Muhammad V evitó la muerte debido a que se encontraba en el Generalife con su hijo y pudo desde aquí escapar más rápidamente hacia Guadix. En su momento, el recinto del Generalife llegó a tener tres vías de acceso. Una de ellas proveniente de la Alhambra desde la llamada Torre del Cadí, destinada al sultán y a su séquito, otra de las vías hacia el extremo sureste donde vivían los huertanos estando próxima al pabellón de entrada, y una tercera entrada en el norte, por el llamado Postigo de los Carneros, siendo la zona más alta de la finca. 

camino amurallado hacia el Generalife

El tramo que daba acceso al Generalife desde el conjunto monumental de la Alhambra, por tanto, estaba vigilado por la Torre de los Picos y por la Torre del Cadí, contando ésta última torre con la calle y puerta de acceso frente a la misma. Se trató siempre de un camino entre murallas y en gran parte está restaurado actualmente. De esta forma, se garantizaba la seguridad del sultán en su recorrido hacia el Generalife y al mismo tiempo se salvaba el desnivel provocado entre las colinas.

El acceso se efectúa actualmente, sin embargo, por los denominados Jardines Nuevos y el Paseo de los Cipreses, que fueron trazados con motivo de la visita de la reina Isabel II en el año 1862, creando una concatenación de espacios abiertos formados por los cipreses y cuyos espacios confinados reproducen modelos de patios de la Granada nazarí. La justa combinación de los referentes históricos y la tradición granadina con suelos empedrados, el uso del agua o los exuberantes macizos florales hacen de los Jardines Nuevos un lugar destacado, considerados ya inseparables de los palacios a los que anteceden.

Paseo de los Cipreses camino del Generalife

En estos jardines del Generalife se conserva un ejemplar de arrayán bético de época medieval que ha subsistido hasta la actualidad. A diferencia del arrayán que hoy vemos plantado por toda la Alhambra o en el mismo Patio de los Arrayanes, el arrayán medieval tenía unas hojas más grandes. Al igual que éste, otros se conservan también en Tocón y en Murtas. Las huertas situadas al sur del palacio, entre el Paseo de los Cipreses y el Paseo de los Nogales, se comenzaron a transformar en jardines hacia el año 1930.

A continuación de los jardines mencionados, se accede al Generalife a través de dos patios de entrada al conjunto arquitectónico nazarí, que, al estar edificado en una ladera, y siguiendo una composición que será la base de muchos cármenes granadinos, se escalona en estrechas franjas separadas por muros de contención. Así, los alarifes o arquitectos crearon una serie de espacios recoletos e íntimos, características comunes en la arquitectura musulmana, pero también volcados a las excepcionales vistas de la ciudad y la Alhambra.

arrayán bético de época nazarí en los jardines

El primer patio al que se accede es el llamado Patio del Apeadero, por tener un banco junto al muro del fondo preparado para la descabalgadura de los jinetes, conservando aún a su entrada el abrevadero para alivio de los animales. Tras cruzar los arcos que nos reciben, entramos en este patio, el cual distribuía los establos y otras dependencias del equipo ecuestre por lo que no cuenta apenas con decoración alguna. Se entiende que este patio servía de establo y en la parte superior había un altillo de heno.

Tras dejar atrás el Patio del Apeadero se accedía directamente al pequeño patio llamado de la Guardia, siendo ésta una zona decorada con naranjos amargos que proporcionan una agradable sombra, albergando también una fuente baja de mármol blanco con caño central vertical. Nos encontramos en el primer patio de entrada palatino viendo sobre la puerta, bajo el alero, la señal de la llave -como en otras entradas de la Alhambra- lo que significa que se estaba accediendo a una propiedad real nazarí. Y aún puede verse, no sin dificultad, alrededor de las dovelas de cerámica colocadas siguiendo la tradición califal sobre la misma puerta, restos de una pintura con figuras poli-lobuladas.

entrada al Patio del Apeadero

Este segundo patio, el de la Guardia, está situado a un nivel más alto y sirve de comunicación, por una empinada escalera, con el llamado pabellón sur del Generalife. Su construcción data del emirato de Muhammad III, mientras que la segunda planta -la ventana y los dos espacios decorativos de los lados- pertenece a modificaciones posteriores realizadas bajo el sultanato de Yusuf III. Aunque su edificación es pobre y su aspecto exterior austero, su interior es un refugio idílico de paz y frescor, destacando sus jardines al otro lado ya cercados y conocidos como Patio de la Acequia.

Por otra parte, el origen del nombre del Generalife está ampliamente discutido, algunos abogan por Al Yannat al-arif como Huerta del arquitecto o Jardín del arquitecto, aunque también pudo significar El más excelso jardín. El huerto real era común en las cortes hispano-árabes y el Generalife es fruto de las reformas y añadidos que le aportaron los diferentes sultanes que pudieron disfrutarlo. En el período medieval tenía al menos cuatro huertas, separadas en paratas o bancales de tapial aprovechando los perfiles orográficos, y la residencia es un palacio al que el visir Ibn Al-Yayyab denominó Casa Real de la Felicidad.

patio de la Guardia, acceso al pabellón sur 

Algunos de los muros de contención o bancales entre las huertas pueden todavía observarse. Sus nombres castellanos, conservados y transmitidos desde muy antiguo, son huerta Colorada, huerta Grande, Fuentepeña y Mercería, cuyos límites actuales deben coincidir de forma aproximada con los que tuvieron en la época medieval. La huerta Colorada o Colorá es la más antigua y la única que se ha mantenido intacta labrándose con el paso del tiempo, situándose a la izquierda de donde terminan los jardines. La huerta de la Mercería hoy conserva solamente jardines y el llamado Albercón de las Damas, el cual surte a los jardines y mana hacia la Alhambra tras recoger agua de la Acequia del Tercio.

Por su parte, la Huerta Grande, que se encuentra a continuación de la Colorá, se extendía por lo que hoy son los Jardines Nuevos. Y la Huerta de Fuentepeña, la cual ocupaba también parte de lo que son los Jardines Nuevos y el Anfiteatro, tenía una puerta de acceso para los rebaños del sultán denominada Postigo de los Carneros que se citó anteriormente. Esta última huerta recibía su nombre porque en ella había una fuente de agua que brotaba de una peña, con un pilar que servía de abrevadero para el ganado. 

cultivos en la ladera de la huerta Colorada y Torre de los Picos

Las dos huertas inferiores, Grande y Fuentepeña, se hallan separadas de la superior (Mercería) por el Paseo de los Cipreses y el de las Adelfas. En definitiva, el Generalife siempre fue huerta, enorme, la primera entre las muchas alquerías del emir y, después, del sultán nazarí. Estas huertas abastecían a los habitantes de la Alhambra haciendo que el Generalife fuese una de las almunias más productivas de la época. La fertilidad de la almunia decayó con la marcha de los moriscos, secándose jardines, naranjos y olivos, ya que los cristianos no sabían manejar la acequia que los regaba. 

Aún así, los viajeros que a lo largo de los últimos seiscientos años visitaron el Generalife dejaron en numerosas ocasiones cuadernos o relatos en los que detallaban sus viajes y vivencias. Pese a la subjetividad de las apreciaciones y su particular percepción, podemos encontrar casi un centenar de descripciones que aportan información sobre el paisaje de las Huertas. Fueron siempre percibidas como un espacio productivo, arbolado, fresco y verde; algo similar a un vergel. La vid, el granado y las higueras, así como los naranjos, melocotoneros, ciruelos, avellanos, fresnos y mirtos, son algunas de las especies más mencionadas en los cuadernos de estos viajeros.

huerta de Fuentepeña y Torre de las Infantas

Entre las especies arbóreas citadas en esos valiosos cuadernos de viajes, hay algunas que poseen un significado especial en este entorno, como es el caso del granado, la vid y el almez. El primero dio nombre a la ciudad de Granada y es una de las especies de mayor presencia. Su precioso y sabroso fruto rojo perdura en el árbol durante los meses de otoño e invierno. Granados de fruto y flor, granados dulces y agrios, siendo emblema e identidad de unas huertas y de una ciudad. La segunda especie, la vid, se encuentra cultivada tanto en cármenes, como en palacios y huertas, siendo una de las especies más importante en los cultivos del territorio de Al-Ándalus. 

Por otra parte, el almez, proveniente del árabe al-mis, cuyo significado es el árbol, se trata de una especie perfecta para las laderas de la Alhambra, que están caracterizadas por una pronunciada pendiente, con elevado riesgo de desmoronamiento o de pequeños deslizamientos. En este caso el almez, a través de sus raíces, es capaz de sujetar el terreno y proporcionar sombra, abrigo y alimento para la fauna silvestre. Posteriormente, el alcaide del Generalife dio las huertas en arrendamiento a colonos con lo que se ha conservado la función de almunia medieval con sus cultivos y frutales de los siglos XIII al XV. 

fuente en los jardines del Generalife

Las huertas estuvieron arrendadas hasta la formación del patronato de la Alhambra y el Generalife. Actualmente continúa la explotación de estas huertas pudiendo encontrar en ellas cultivos de alcachofas, ajos, olivos, naranjos y distintas variedades frutales y de hortalizas destinándose su producción a los propios trabajadores del conjunto monumental. Una dehesa rodea la finca del Generalife, en la cual se criaban caballos, animales de granja e incluso servían de coto de caza para el uso exclusivo del sultán y sus invitados.

Resulta difícil saber el aspecto original que tuvo el Generalife, ya que ha ido sufriendo modificaciones y reconstrucciones durante toda la etapa cristiana, en un principio necesarias debido al estado de deterioro y abandono en que se encontraba en la última etapa musulmana, pero que posteriormente perturbaron su disposición y desfiguraron muchos de sus aspectos. En cualquier caso, el Generalife es la única muestra para hacernos una idea aproximada de cómo eran aquellas bellas mansiones rodeadas de jardines en los que el espíritu nazarí se dejaba llevar por su instinto poético y sensual.

vista del Patio de la Acequia y del pabellón sur

El Generalife está formado, en definitiva, por un conjunto de edificaciones, patios y jardines, que lo convierten en uno de los mayores atractivos de la ciudad de Granada, y, junto con la Alhambra, en uno de los conjuntos arquitectónicos más destacables de la arquitectura civil musulmana. Desde el exterior se contemplan los dos pabellones, situados a norte y sur, comunicados por el Patio de la Acequia recorrido por el curso del agua. Ambos pabellones se encuentran muy reformados en su interior y reducidos al mínimo de dependencias.

No encontramos en los pabellones, por tanto, ningún tipo de exceso decorativo ni grandes actuaciones arquitectónicas. Aún así, destacan la Sala Regia y el Mirador de Ismail I. Al contrario que en la Alhambra toda la edificación del Generalife, aunque sólida, es en general muy simple, lo que nos señala el aire de intimidad y de sosiego que buscaban los emires y sultanes al retirarse a descansar entre sus jardines. Únicamente encontramos motivos decorativos de escayola en sus salas, siendo poco variados pero de extremada fineza y buen gusto.

fuente con surtidor y paseos ajardinados en el Generalife

Cerca del Generalife, y relacionados con él, se pueden encontrar diversas construcciones de la época nazarí como el complejo hidráulico denominado Los Albercones, así como los restos del Palacio de Dar al-Arusa y la llamada Silla del Moro. Un poco más alejados, pero aún así compartiendo el mismo sistema hidráulico existen restos de la llamada Alberca Rota, del denominado Albercón Negro y otras construcciones nazaríes, como el Aljibe de la Lluvia o los diversos mayarib o surtidores de agua. En cuestión abastecimiento, como sabemos, la Acequia del Sultán o Acequia Real se encauza desde el río Darro hasta la parte alta del Generalife.

El Generalife es un mirador en sí mismo, también construido para disfrutar del paisaje que le rodea. En los llamados Jardines Bajos, frente a la base de la torre mirador del pabellón norte, había inicialmente otra torre defensiva también de época nazarí de la que sólo se conserva su base de hormigón. Además de torre defensiva dicha torre debía tener además un carácter lúdico ya que los sultanes colocaron en ella una gran fuente capaz de lanzar un enorme chorro de agua al aire para el disfrute de sus moradores. Este funcionamiento y recreo fue aprovechado también en época cristiana como testimonian escritos sobre la visita de Carlos V el Emperador Granada en el siglo XVI. 

gran fuente con surtidor en los Jardines Bajos

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