tramo de la Escalera del Agua en los jardines del Generalife |
Actualmente se abandona con nostalgia el palacio del Generalife ascendiendo a través de la escalera barroca de los Leones del siglo XIX, llamada así por las dos figuras de este animal en loza vidriada que coronan el portón que precede a dicha escalera. De esta forma, se deja atrás el recinto palatino del Generalife donde, en tiempos nazaríes, estaríamos ya pisando la huerta de la Mercería.
Sin embargo, en época nazarí, para salir del palacio había que atravesar el Patio de la Acequia, salir por la puerta alta del Generalife y seguir por el camino de ronda de las robustas murallas, rodeando el perímetro externo de los baños que hoy ocupa el Patio del Ciprés de la Sultana. Un portón abierto en las murallas permitía el acceso a un punto muy especial de la huerta de la Mercería, la bóveda de los Laureles, situada a solo unos metros de donde hoy se encuentra la escalera barroca de los Leones.
vista de los leones que coronan el portón de salida del palacio |
Una vez superada dicha escalera, se abre el más extenso de los seis jardines modernos que hoy embellecen este rincón del Generalife, el llamado Jardín Magno entre los conocidos como Jardines Altos. Este espacio verde, al igual que todos los demás, respeta con precisión la vieja parcela elevada de tierra o parata que en su día fue. Es una especie de huerto fortificado convertido por arte de magia en un jardín encantado.
En general, los Jardines Altos del Generalife se asemejan hoy más a un carmen granadino de la época que a una finca rústica hispano-musulmana. Estos jardines, distribuidos en diferentes paratas, completan el área palaciega del Generalife al que sirven de cobertura en su parte más elevada, disponiendo por ello de una orientación y de una de las vistas más destacadas de la finca. Fueron en otros tiempos un olivar y en ellos hoy encontramos magnolios, abetos, cipreses, un enorme cedro y plantas aromáticas como arrayanes, jazmines y rosales.
jardín Magno en los escalonados jardines Altos |
Tras recorrer este jardín romántico, el Jardín Magno, encontramos un detalle fabuloso. Se trata de una coqueta escalinata que desciende con cuidado a un pequeño jardín que ocupa lo que antaño fue el camino de ronda de las murallas nazaríes del Generalife. Se conoce hoy como Jardín de los Adarves y no siempre es posible el acceso al mismo. Sus estilizados trazos y la belleza salvaje de las buganvillas han sabido desmontar la imagen castrense de este espacio donde hoy, en vez de murallas, se alzan barandillas y, en vez de piedras, podemos contemplar el balcón panorámico del Patio de la Acequia formando un rincón delicioso.
vista del Jardín de los Adarves y Patio de la Acequia |
Una vez recorridos los dos jardines mencionados, tanto el Jardín de los Adarves como el Jardín Magno, se regresa a la citada escalera de los Leones y se alcanza de nuevo la mítica bóveda de los Laureles, que tantos poetas han alabado. Se trata de una especie de templete vegetal que sabe aportarnos frescor y donde ya comenzamos a sentir de cerca el rumor de la Acequia Real de la Alhambra, estando a punto de llegar al lugar probablemente más romántico del Generalife obteniendo unas vistas espléndidas.
La llamada Escalera del Agua arranca desde esta bóveda de los Laureles con cierta pereza. Un túnel de adelfas y laureles nos protege como ya hiciera cinco siglos antes. Sus pretiles o pasamanos poseen grandes canalones que contienen el cristalino caudal de la Acequia del Tercio, llamada también del Generalife. Bien puede tratarse de un beso cristalino, una caricia de cristal, un reloj sin arena, un murmullo silencioso. Ascendiendo por esta Escalera del Agua, ingenioso artificio al servicio del disfrute de los sentidos, se accede también al resto de los Jardines Altos del Generalife.
escalera del Agua rodeada de laurel |
Esta escalinata está diseñada de forma acorde con los usos del sultán medieval y el curso del agua a través de ella se mantiene hasta nuestros días en permanente funcionamiento. El acceso a lo alto de la colina, en pendiente, representaba un problema que el alarife nazarí supo salvar con singular maestría. De este modo, la escalera, interrumpida por varios descansillos de planta circular presididos por fuentes bajas, tiene como pasamanos los dos canales hechos con humildes tejas invertidas y ladrillos y encalados.
El espacio resultante, umbrío y fresco, servía a la vez para efectuar las abluciones previas a la oración, y de esa manera, se convertía en el sahn que toda mezquita requiere ya que el objetivo principal de esta escalera del Agua era comunicar el palacio del Generalife con un pequeño oratorio situado en lo alto de la colina. La escalera, por tanto, es toda una lección arquitectónica de respuesta a un condicionante sabiendo hacer de la necesidad virtud y realizada con los materiales más pobres.
fuente baja en la Escalera del Agua |
Por estos canales discurre el agua de la Acequia Real, abrupta e irregularmente, produciendo una sinfonía de tranquilidad y reposo y humedeciendo el ambiente, todo ello bajo la cerrada bóveda de laureles. Quizá pudo ser en este rincón del Generalife que invita a la meditación donde el poeta Ibn al-Yayyab escribiera "Sobre este palacio de peregrina belleza, brilla la grandeza del Sultán. Brilla su armonía y sus flores, la lluvia de las nubes le cubre generosamente. Las manos de sus creadores cosieron en sus lados bordados que parecen flores de jardín (...)"
Los surtidores que hacen saltar el agua antes de caer a una de las numerosas fuentes o el transcurrir del agua a través de esta escalera son, sin duda, el hilo musical que nos acompaña durante la visita a este lugar de retiro de los grandes sultanes de la época nazarí. Como sabemos, las fuentes eran utilizadas para señalar direcciones y ejes fundamentales en el jardín, como elementos decorativos y para escuchar el sonido del agua cayendo sobre la ya acumulada en la taza.
vista de un descansillo de forma cilíndrica en la Escalera del Agua |
De las fuentes circulares situadas en los descansos de la Escalera del Agua partía, en su origen, un canalillo hoy perdido similar al que todavía podemos ver en el Patio de los Leones. Puede decirse de este lugar que las pequeñas fuentes con surtidores entre los parterres cercados, algunos bellísimos ejemplares de magnolios, los arbustos olorosos así como la cuidada alternancia de ejemplares arbóreos de hoja perenne y caduca, hacen a día de hoy de estos jardines abrigados de los fríos vientos del norte, un pequeño y romántico jardín botánico, digno de la mejor tradición humanista europea.
La Escalera del Agua finaliza en su parte superior dando acceso al que fuera entonces un pequeño oratorio nazarí, convertido por desgracia en mirador romántico en el año 1836. Desde el mirador pueden distinguirse los Jardines Altos en cinco de sus seis niveles escalonados, pues el sexto queda a la izquierda de la Escalera del Agua. Es muy recomendable descansar la vista contemplando este paisaje antes de abandonar el Generalife.
vista escalonada de los Jardines Altos del Generalife |
Para salir de los Jardines Altos puede tomarse el Paseo de las Adelfas, un pasillo moderno y abovedado de laureles y otras plantas aromáticas, que nos conduce al principio del viejo paseo de la reina Isabel II, donde antaño finalizara el acceso cotidiano desde la huerta de Fuentepeña. Este Paseo de las Adelfas se comunica con el Paseo de los Cipreses, plantados en época de la misma reina borbónica Isabel II, y que al entrar en el Generalife abandonábamos a la derecha.
En definitiva, estos jardines son una muestra deliciosa de jardín romántico y se trazaron ya después de la invasión francesa napoleónica sobre una zona realmente degradada de lo que fueron sus jardines originales en época nazarí. Desde ahí, enredándose con la melodía que forma el agua de la Acequia de los Dos Tercios, se puede continuar caminando si nos lo permite el éxtasis que nos supone tanta belleza.
Paseo de las Adelfas en los jardines |
El itinerario por todo este espacio nos permite una vez más comprobar el contraste, siempre tangible en el conjunto monumental de la Alhambra, entre los dos universos aquí presentes: el medieval y el renacentista, ambos filtrados por un tamiz de romanticismo nostálgico que tal vez se aprecie como en ningún otro sitio en este espacio abierto del Generalife. Para ello, nada mejor que ascender a la parte más elevada de los Jardines Altos a través de la Escalera del Agua y posteriormente descender mediante una pérgola escalonada, claramente europeizante.
Muchos dicen que es muy difícil recorrer de forma alegre, a la salida, el llamado Paseo de las Adelfas pues a esas alturas del recorrido y sin darnos cuenta ya somos de agua y aire y tenemos la sensación de que nuestra alma se quedó de forma perpetua en algún rincón del Patio de la Acequia. Se trata de un lugar sin retorno y una nostalgia infinita es probable que nos invada para siempre o, como mínimo, hasta la próxima visita.
Jardín Magno del Generalife |
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