Desde Loja se trasladaron a Córdoba, después a Toledo, y por último su padre se instaló en la ciudad de Granada. La casa de los Banu Jatib alcanzó éxitos sociales, riquezas y grandes propiedades. Su abuelo Saíd fue caíd, general de caballería, y su padre Abdallah, literato y gobernador en la ciudad de Granada. Ibn Al-Jatib fue un joven aventajado y su educación fue dirigida por los doctores más sabios de su tiempo en teología y derecho, filosofía, matemáticas y medicina, sobresaliendo principalmente en los estudios históricos y en los políticos.
Desde su primera juventud, probó graves contratiempos por haber caído su padre Abdallah en desgracia con el sultán de Granada, Muhammad IV, antecesor de su hermano menor, Yusuf I. En la batalla del Salado, en el año 1340, las tropas del ya sultán Yusuf I sufrieron una gran derrota y allí fallecieron el padre y el hermano mayor de Al-Jatib. Durante el gobierno de Yusuf I (años 1333-1354) pasó de aprendiz de la cancillería a secretario particular, acompañando al sultán en su viaje por territorios orientales como Almería, donde escribió la obra Aparición de la imagen soñada, viaje de invierno y de verano.
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pintura en recuerdo de Ibn Al-Jatib en Loja |
Como sabemos, el sultán nazarí era el
legítimo representante de la hacienda pública en aquella época. A título
privado, el sultán de Granada contaba con su propio patrimonio particular denominado mustajlas siendo las mujeres nazaríes las principales transmisoras de bienes al mustajlas. Cabe destacar que, aparte de las alquerías, existían también grandes propiedades, muchas de las cuales pertenecían también al mustajlas. Al-Jatib, en varias de sus obras, da cuenta de algunas de las propiedades pertenecientes al mustajlas del sultán y emite valoraciones de conjunto tan jugosas y excepcionales como las que siguen.
"Rodean la muralla de la ciudad vastos jardines y espesos bosques pertenecientes al mustajlas, de manera que, detrás de esa verde barrera, las blancas almenas brillan como las estrellas en medio de un cielo oscuro. No hay parte alguna de la muralla sin huertas, viñedos ni jardines. En la parte norte de la llanura hay unas almunias de majestuoso tamaño y extremado valor, que no pueden ser costeadas salvo por gente relacionada con el poder real, dado lo excesivo de su precio. Algunas de ellas producen unas cosechas al año por valor de quinientos dinares de oro, a pesar del bajo coste de las verduras en esta ciudad".
"Treinta de estas almunias pertenecen al mustajlas. Las ciñen y se unen con sus extremos unas magníficas fincas, nunca esquilmadas, siempre fecundas, cuyas rentas alcanzan en nuestro tiempo los veinticinco dinares de oro. La hacienda pública es incapaz de saber el valor que pueden alcanzar estas fincas, debido a su extensión, el lugar envidiable donde se encuentran y la disposición de la que gozan. Todas ellas tienen casas magníficas, torres elevadas, eras amplias, palomares y gallineros bien acondicionados".
pintura dedicada a Ibn Al-Jatib en Loja |
"En los alrededores de la ciudad, bordeando la muralla, se encuentra más de una veintena de fincas del mustajlas. En estas fincas vive un gran número de hombres y sementales de buena raza que se emplean para arar la tierra, para la agricultura; en muchas de ellas hay fortificaciones, molinos y mezquitas. En esta fértil posesión, que es el alma del campo y lo más selecto de este buen país, se entremezclan alquerías y poblados que están en manos de propietarios particulares".
Por otra parte, durante una epidemia de peste que azotó a la península en el año 1348, enunció por primera vez la noción de contagio y recomendó aislar a los enfermos y destruir sus sábanas. El fallecimiento de su maestro Ibn al-Yayyab, en el año 1349, cuando esta epidemia de peste negra estaba en pleno apogeo y la caída en desgracia del primer ministro Ridwan hicieron que ascendiera en el escalafón político. Según el propio Al-Jatib, "cuando murió mi maestro, Yusuf I me ciñó con el cargo de visir, me dobló el sueldo, y me adjuntó también el desempeño de la jefatura general del ejército".
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pintura dedicada a la figura de Ibn Al-Jatib |
Muhammad V consiguió recuperar el trono granadino en 1362 y, a pesar de los recelos entre el sultán y Al-Jatib por su regreso del exilio, decidió seguir confiando en él por sus grandes habilidades como político y diplomático. Cansado de las intrigas palaciegas e incluso de las acusaciones de traición hacia su persona, incluso por su propio alumno Ibn Zamrak, Al-Jatib decidió abandonar el reino nazarí con la excusa de vigilar la frontera occidental y cruzó hacia el Magreb. Al-Jatib mandó una misiva a Muhammad V explicándole los motivos por los que huía de Granada, algo que enfureció al sultán.
Finalmente, debido a las cortes tanto granadina como meriní, Al-Jatib fue arrestado y encarcelado en una prisión de la ciudad de Fez, donde fue torturado y asesinado, siendo estrangulado en otoño del año 1374 cuando tenía 61 años. Su amigo Ibn Jaldún relata que, tras su asesinato, fue enterrado en el cementerio de la puerta del Quemado y, al día siguiente, había sido exhumado y su cadáver quemado, donde se expuso durante dos días hasta que volvió a ser inhumado. Por esta horrible muerte se le conoció también como du al-mitatayn, "el de las dos muertes".
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