Toledo

el meandro del Tajo bordeando Toledo y su puente de Alcántara

Toledo, como ciudad y capital de su provincia situada en el centro de la península, es conocida como Ciudad de las Tres Culturas por haber estado poblada durante siglos por eruditos cristianos, judíos y musulmanes. El escritor del siglo XII, Abú Abdín Al-Ayubí, afirmaba que طليطلة o Tulaytulah significa la alegre, sin dar más explicación. Los diferentes nombres históricos recibidos por la ciudad fueron en latín Toletum, en árabe طليطلة o Tulaytulah, en judeo-español, טולדות o Toldoth y en mozárabe Tolétho.

La primera mención escrita sobre la ciudad de Toledo data del año 192 a. C. cuando Tito Livio escribe escuetamente "Parva urbs, sed loco munitia", es decir, Ciudad pequeña pero bien fortificada. Al referirse a Toletum como ciudad y no poblado deja claro que era un lugar muy importante en Hispania, donde la calzada que entonces unía Caesar Augusta (Zaragoza) con Emerita Augusta (Mérida) se juntaba con el paso del Tajo hacia Hispalis y Bética, lo que favoreció su florecimiento en tiempos del imperio romano.

En el año 411, la ciudad fue conquistada por los alanos, quienes fueron a su vez derrotados por los visigodos en el año 418. Una vez hubo vencido a su rival Agila, el rey Atanagildo estableció su corte en esta ciudad tras subir al trono en el año 555 y posteriormente, con Leovigildo, Toledo se convirtió en la capital del reino hispano-godo y en arzobispado, con lo que adquirió gran importancia tanto civil como religiosa, como así prueban los Concilios de Toledo, que pretendían limar las diferencias religiosas que atravesaban los distintos reinados, con inclinaciones católicas y arrianas y los constantes conflictos por estas cuestiones.

vista de tramo de muralla de Toledo desde otra orilla del Tajo

En el año 711, sin resistencia reseñable, Toledo fue conquistada por los musulmanes dirigidos por Táriq Ibn Ziyad y pasaron a ocupar el lugar que antes había sido capital visigoda. Toledo es la única ciudad de la península que aparece citada en Las mil y una noches y no es casual. El pequeño contingente árabe y los miles de soldados bereberes que conquistaron la península se dirigieron nada más cruzar el Estrecho de Gibraltar hacia Toledo, con el propósito de dar fin al reino visigodo y fue entonces cuando apareció la llamada época de Al-Ándalus llevándose a cabo la toma de esta capital sin dificultades, mediante capitulación. 

A orillas del río Guadalete, el enfrentamiento del rey visigodo conocido como D. Rodrigo con las tropas del ya citado Táriq terminó con el comienzo de Al-Ándalus. Aunque la islamización fue profunda, la mayoría de su población continuó siendo hispana, de muladíes, y hubo una importante comunidad cristiana, de mozárabes, arabizados en su lengua y costumbres pero conservando su fe. Ambos grupos se sentían solidarios, en los siglos VIII y IX, frente a los nutridos grupos de bereberes instalados en zonas próximas y en fortalezas como Guadalajara, Medinaceli, Talavera o Medellín, y a los escasos árabes que llegaron a la zona. En Toledo y su entorno hubo, pues, pocos inmigrantes y el sentimiento de autonomía frente a Córdoba, de forma continua en el siglo IX, fue obra de la población indígena.

La propia naturaleza, en combinación con la necesidad de defensa, fue la que diseñó la imagen circular de Toledo, ya que el montículo que aísla el espectacular meandro del Tajo tiene esta forma, y la vertiginosa hoz que excava el río a su alrededor lo convierte en un lugar estratégico de marcado carácter defensivo. La defensa era precisamente el móvil que exigía la construcción de una muralla que encerrara en el interior el conjunto de la población; pero Toledo no tuvo una sola muralla, sino que contó al menos con tres. A Toledo en época islámica, como otras ciudades de su entorno cultural, podemos dividirla en dos áreas principales: la ciudad propiamente dicha o la medina, y los arrabales fuera de las murallas. 

exterior de la llamada Puerta Vieja de Bisagra

La zona del Alcázar y actual museo de la Santa Cruz con su zona adyacente hasta el puente de Alcántara, tenía muralla propia que separaba la Alcazaba, su guarnición y los palacios del resto de la ciudad. Es decir, la alcazaba en la ciudad de Tulaytulah era el llamado Al-Hizam o ceñidor, más tarde conocido como Alficén. Se trataba de un barrio de carácter oficial y militar y que contenía la residencia del gobernador de la ciudad quedando separado del resto de barrios por esa muralla.

Los arrabales o barrios amurallados más importantes eran el arrabal del norte, también conocido como arrabal de Toledo o de la Puerta Vieja de Bisagra y que se produjo por crecimiento de la población después de la conquista islámica, aunque su amurallamiento debió producirse a comienzos del siglo X, y el arrabal de los judíos. Este arrabal de los judíos o sencillamente La Judería, mencionada ya en el siglo IX como Ciudad de los Judíos o Madinat Al-Yabud fue cercada después del año 820 por orden del rebelde emir toledano Muayir Ibn Qatil, posiblemente con el fin de evitar las consecuencias que podía acarrear la oposición de esta etnia. 

También en la ciudad de Toledo estaban los arrabales llamados de francos, de los barberos, de Al-Dabbagin o Los Curtidores y de los renacuajos o los sapos. Eran zonas diferenciadas y podían funcionar de manera independiente al resto de la ciudad. Las puertas de Alfonso VI o Puerta Vieja de Bisagra, la Puerta del Vado, la Puerta de Alcántara y la Puerta de Doce Cantos tienen estructuras islámicas. Y la noria en la orilla del Tajo, en el actual parque Safont, es también herencia de las técnicas de regadío musulmanas. 

vista de la Puerta sobre el puente de Alcántara

Pero sobre todo, la herencia más patente islámica y también omnipresente es la estética mudéjar en la arquitectura y decoración con el uso del ladrillo, la mampostería, los variados arcos entrelazados, las techumbres de madera y las ricas yeserías, utilizadas durante siglos en todo tipo de edificios de la ciudad. Las llamadas zonas de habitación, como zona de viviendas de mayor categoría, se encontraba en torno a la Magdalena y al barrio de San Nicolás, en el norte de la medina. Esta zona luego fue ocupada en su mayoría por conventos tras la conquista de la ciudad por los cristianos. 

Las viviendas de menor categoría se ubicaban hacia el sur y en general se componían de edificios residenciales uniformes y de baja altura, cerrados al exterior, con alguna que otra algorfa o almacén de grano. Los barrios del sur, colindantes con el río Tajo, también estaban ocupados por las tenerías, tintorerías y otras instalaciones también relacionadas con el agua. Y como ejemplo de arquitectura hidráulica de época islámica también se puede ver el llamado Pozo de los Deseos, en la calle Trinidad. Recordemos que en la ciudad de Tulaytulah construyó su legendario reloj y calendario acuático el gran astrónomo Azarquiel.

La estructura urbana de Toledo, por tanto, es árabe con sus calles estrechas y sinuosas, con sus casas cuyos tejados casi se tocan pero en las cuales las ventanas nunca se miran de frente. La ciudad está llena de edificios que encierran a la vista pública sus joyas más preciadas como son los patios llenos de verdor, azulejos y fuentes de agua. Existían baños públicos muy numerosos en la ciudad y, en general, estaban situados cerca de las mezquitas. Y es que como sabemos, junto con las mezquitas, los baños son otra de las señas de identidad de las ciudades musulmanas. 

vista de restos de Baños árabes en la zona de Tenerías

En Toledo se conservan varios ejemplos de baños, algunos de ellos en el mismo centro de la ciudad y actualmente acondicionados para su visita. La proximidad del zoco y la mezquita, la abundancia de agua en la zona y el arraigo que tenían los baños entre los musulmanes hicieron del entorno de la Plaza de las Fuentes un lugar lleno de lavaderos y baños. Los llamados Baños del Cenizal están conservados en los sótanos bajo un inmueble y constan de dos de las salas que forman el baño o hammam: la sala de ingreso y la sala fría, ya que el resto de las salas (caliente y templada) se encuentran conservadas bajo las edificaciones colindantes. 

Los Baños del Caballel o del Cabalillo son citados ya en el año 1183 y otros son los del Pozo Amargo y los ya desaparecidos bajo el Colegio de los Infantes. Por su parte, los Baños de Tenerías fueron realizados con fábrica de ladrillo y están compartimentados en varias habitaciones o salas cuyas cubiertas han desaparecido. En el yacimiento arqueológico de Tenerías se puede visitar la sala de estar o bayt al-máslah, las letrinas, la sala de agua fría o bayt al-bárid, la sala de agua templada o bayt al-wastani y la sala de agua caliente o bayt al-sajûn además del aljibe y el qanat o túnel subterráneo de captación de agua.

Por otra parte, como para la organización administrativa de Al-Ándalus se dividió a la península en tres grandes provincias que se denominarían Marcas, la ciudad de Toledo pasó a ser capital de la frontera límite o Marca Media -así como Zaragoza lo era de la Marca Superior y Badajoz de la Marca Inferior- formando una circunscripción militarizada y por eso pudo mantener una casi independencia frente a Córdoba como capital. Dentro de la ciudad de Toledo se estableció un gran centro de producción artesanal y también la fabricación de armas, siendo su población de aproximadamente cuarenta mil personas, protagonizando numerosos episodios relevantes en la historia del emirato y el califato omeya.

actual Arco de la Sangre con herradura al fondo

La ciudad de Toledo, al albergar una población cristiana (mozárabes) muy elevada, constituyó un foco crónico de insurrección al poder central del emirato y el califato cordobés. En el año 797 durante el emirato de Al-Hakén I, estalló una sublevación contra Córdoba. Según determinadas crónicas, el emir cordobés habría enviado al muladí Amrús Ben Yusuf para someter la ciudad y éste diezmó a los muladíes locales mediante la conocida como Jornada del Foso. Parece ser que en un banquete en el palacio del gobernador, donde se invitó a los muladíes principales de la ciudad, se habría ido asesinando a estos según entraban siendo sus cadáveres arrojados a una zanja. 

De esta manera, el emir consiguió someterles por un tiempo pero éstos volvieron a rebelarse en el año 811 y en el 829, después de su muerte. Se dice que de estos hechos podría haber nacido la expresión de "tener una noche toledana". Finalmente, el autoproclamado califa Abd Al-Rahman III aplastó la endémica rebelión de Toledo en el año 932, tras un asedio de dos años, reconstruyendo -a su vez- su recinto fortificado. Así se mantuvo la ciudad pacificada y mantenida por su hijo y sucesor Al-Hakén II produciéndose su máximo florecimiento histórico y artístico, a la vez que se produjo un gran crecimiento demográfico que culminó con el ensanchamiento del arrabal del norte o Bab Shagra. 

Toledo se sabía fuerte al ser cabecera y centro organizativo de toda la Marca Media contra los cristianos del norte, en la retaguardia del Sistema Central, con más de 400 km de extensión, y también etapa obligada en las comunicaciones entre la capital en Córdoba y la Marca Superior (Zaragoza) a través del corredor natural formado por los ríos Jalón y Jiloca, y entre Córdoba, también a su vez, y la costa de Levante. El califa era consciente que perder la ciudad de Toledo supondría la ruptura en dos de todo el territorio de Al-Ándalus.

vista frontal de la Puerta del Sol en Toledo

En la época califal, la ciudad contó con dos puertas, la llamada Puerta del Puente y la Puerta de Alcántara (que en árabe significa Puente o Arco), siendo también el mismo puente reconstruido a finales del siglo X. En esta época también se edificaron en Toledo mezquitas, baños, zocos, viviendas populares y palacios y un conglomerado de calles y plazas. En la ciudad se cocinaban postres con sabor a cilantro y a menta cuya fama se extendió hasta Bagdad, y de noche se celebraron fiestas en las que la música, la comida e incluso el vino hicieron de esta y otras ciudades de Al-Ándalus un referente mundial.

En la medina se concentraba la vida religiosa, política e intelectual en torno a la mezquita aljama y la vida económica y mercantil también en torno a ésta y hacia Al-Hizam o el Alficén. La medina se componía de varias zonas diferenciadas como la Alcaicería, lugar de propiedad real, donde se almacenaban y vendían productos de lujo e importación que abría únicamente a horas comerciales y se situaba en el actual Corral de Don Diego. También existieron las Alhóndigas, edificios para el alojamiento de comerciantes fuera de la ciudad y para la venta y almacenamiento de sus productos, como la Alhóndiga del rey en la Alcudia y el mesón del Lino cerca de la actual iglesia de Santa Justa y Rufina

Estas alhóndigas solían organizarse en dos plantas articuladas en torno a un patio de gran tamaño. En la planta baja se encontraban las cuadras y los almacenes y en la primera planta las habitaciones de los comerciantes. En ambos casos, estos grandes edificios o palacios daban a algunas galerías situadas en torno al patio. Durante este tiempo la construcción de pozos y aljibes adquirió cierta relevancia porque sin ser elementos exclusivos de defensa, permitía disponer del agua suficiente con el fin de subsistir en caso de sufrir largo asedio.

interior de los Baños del Cenizal en Toledo

Por su parte, los zocos se concentraban principalmente en torno a Al-Yami. Existieron los zocos de trigo, carne, pescado, herbolarios, bruñidores, cambistas, esparteros, sastres, herreros, pellejeros, curtidores, zapateros, alfareros, orfebres y tintoreros y aún hoy la plaza central de la ciudad es llamada Zocodover. También hay que decir que el gremio de espaderos en la época andalusí jugó un papel fundamental en Toledo, ya que la producción de armas blancas era de carácter personal y era llevada a cabo por pequeños artesanos dispersos, aunque el gremio de espaderos velaba por la calidad final de los productos.

Al desintegrarse el califato en el siglo XI, Toledo se convirtió en un importante y extenso reino de taifa, que comprendía las tierras de la Meseta Sur y abarcaba desde los macizos de la Ibérica al este, hasta bien entrada la actual Extremadura al oeste y desde el Sistema Central al norte, hasta Sierra Morena al sur. No obstante, Toledo tuvo que pagar parias a los reyes de Castilla para mantener su independencia. Las autoridades locales de la ciudad de Toledo tomaron el control de la taifa hacia el año 1008, situación propiciada por el vacío de poder en los últimos estertores del proceso de descomposición del califato de Córdoba

El poder fue asumido posteriormente por la familia bereber de los Banu Dil Nun, creando Ismail Dahfir una nueva dinastía gobernante hacia el año 1036 que incluiría a tres soberanos. El primero de ellos, el citado Ismail Dahfir, luchó contra los cordobeses para mantener la independencia y a él le sucedió Abul Asan Yaya ben Ismail, más conocido como Al-Mamún siendo entonces Toledo la cabecera de una amplísima zona. Durante la taifa de Al-Mamún, el reino taifa de Toledo inicia una etapa de verdadero esplendor, llegando a tener bajo su dominio a ciudades como Córdoba y Valencia.

torre y ábside mudéjares, parroquia de Santa Leocadia

Durante este período taifa es posible que se añadiera un nuevo acceso a la ciudad de Toledo (añadiéndose a la Puerta del Puente y la Puerta de Alcántara) para conectar con los palacios del rey taifa Al-Mamún situados en la parte noroeste del recinto amurallado. El territorio de la taifa de Toledo coincidía con las actuales provincias de Toledo, Ciudad Real, el norte de Albacete, Cáceres, Guadalajara (hasta la frontera con las tierras zaragozanas en Medinaceli), Madrid hasta la sierra del Guadarrama y Cuenca.

Al-Mamún desde Toledo fue aliado del rey Fernando I de Castilla y León, el Grande, quien le ayudó a tomar el poder y más tarde ambos se enfrentaron en el campo de batalla, siendo derrotado el musulmán. También mantuvo buenas relaciones con el rey leonés Alfonso VI el Bravo, a quien albergó como su huésped en Toledo tras ser derrotado por su hermano Sancho II en la guerra de sucesión al trono tras la muerte del citado Fernando I. La vida del rey Al-Mamún acabó en la recién tomada ciudad de Córdoba, donde fue envenenado, siendo sucedido por su nieto conocido como Al-Kadir (entre los años 1075-1081), aunque su período de gobierno no fue brillante.

Estos reinos de taifas también trajeron a la península variadas tecnologías y ciencias que sirvieron para el progreso de la humanidad. Uno de estos instrumentos fue el astrolabio, siendo el más famoso el astrolabio de Al-Sahlí, un instrumento que permite determinar las posiciones de las estrellas sobre la bóveda celeste, habiendo sido creado en la ciudad de Tulaytulah por el sabio Ibrahim Said Al-Sahlí en el año 1066 y que destaca por la peculiaridad de su funcionamiento, que no se asemeja a los demás astrolabios fabricados en su época. Este astrolabio contiene inscripciones que indican la fecha y a Toledo como el lugar de su construcción. 

restos hallados de vivienda andalusí en Toledo

A la pérdida de los territorios conquistados por su abuelo y antecesor, Al-Kadir tuvo que unir las frecuentes sublevaciones. La población se dividía entre partidarios de mantener la paz y alianza con el rey de Castilla y León, fundamentalmente sectores mozárabes y judíos, y detractores de ésta, ayudados por Al-Mutawakkil de Badajoz, quienes querían iniciar las hostilidades. La situación se saldó inicialmente con la toma de Toledo por Al-Mutawakkil, obligando al rey Al-Kadir a refugiarse en Cuenca y éste, a su vez, cedió los derechos sobre Toledo al antes citado rey Alfonso VI de León el Bravo, a petición de que éste le ayudara a reconquistar el reino de Valencia.

El rey Alfonso VI de León finalmente, tras un acuerdo de capitulación y tras la muerte de su hermano Sancho II, se hizo con Toledo pasando la ciudad a manos cristianas en el año 1085. Los textos y los restos arqueológicos nos hablan de algunas construcciones singulares que encontraron los cristianos al tomar la ciudad, como la almunia real, un gran huerto ideado para el disfrute de los sentidos, con jardines que imaginan el paraíso y una gran alberca en el centro de la cual se hallaba un quiosco de grandes vidrieras. Tras la capitulación, se toleró la práctica religiosa de judíos y musulmanes y se les concedieron fueros propios como a los mozárabes, siendo respetados y refundidos en uno único en el año 1118 por el rey Alfonso VII de León. 

Cabe señalar que, entre los años 1085 y 1118, Toledo sufrió tres asedios y el rey castellano-leonés fue derrotado por el ejército almorávide en dos batallas campales pudiendo solo asegurar la defensa y repoblación de las principales plazas fortificadas. Gracias a fuentes documentales y arqueológicas se conoce también la existencia (tras la conquista del rey Alfonso VI de León) de al menos diez mezquitas en la ciudad de Toledo, aparte de la mezquita aljama, y aún así no eran suficientes para dar servicio a toda la población musulmana de la ciudad por lo que es fácil suponer que habría más, principalmente pequeños templos de barrio.

restos de mezquita en la actual iglesia del Salvador

La mezquita aljama se encontraba en el emplazamiento actual de la catedral, pero parece ser que no fue un edificio notable, sólo muy espacioso para poder acoger a todos los musulmanes varones de la ciudad. Se edificó sobre la basílica visigoda de Santa María y se convirtió en mezquita aljama hasta derribarla para construir la actual catedral en el siglo XIII. De la mezquita original se han identificado restos de cimentaciones bajo el suelo y también la cimentación del alminar que sería reaprovechada para construir la actual torre y campanario. También se reaprovechó el muro de cierre norte de la sala de oraciones que la separaría del patio de abluciones y acceso o shan.

Esta distribución de estructuras y cimientos dibuja una mezquita de grandes dimensiones y con el alminar en el lateral izquierdo donde se unen el shan (bajo el claustro actual de la catedral) y la sala de oraciones, cuyo muro de la qibla quedaría en el lateral sur, siguiendo el trazado de la calle Cardenal Cisneros, donde estaría ubicado el mihrab. En las excavaciones realizadas en el claustro se documentaron aljibes datados a finales del siglo XI y que podrían indicar que se trataba de un período de reformas o remodelaciones en la mezquita a finales del período taifa.

La existencia de este tipo de depósitos de agua confirma el uso de la zona del claustro como espacio abierto para el uso de agua en el ritual de purificación que se realizaba en el shan antes de acceder al interior del templo. A pesar del respeto mutuo inicial, poco tardaron los dirigentes castellanos en arrebatar el edificio a los musulmanes y convertirlo al culto cristiano. La demolición comenzó en el año 1226 cuando se comenzó a construir la catedral en estilo gótico de influencia europea y se comenzó, lógicamente, por su cabecera, desmontando poco a poco las paredes de la mezquita, sus naves y los elementos decorativos.

puerta en actual museo de la cultura visigótica

Geógrafos como Al-Idrisi, en el siglo XII, o Rasis escribieron referencias a la ciudad Toledo del tipo "el Tajo riega sus bellos alrededores, huertos y jardines a base de canalizaciones con norias. Esto hace que por todas partes haya árboles y cultivos que superan los de otras ciudades como los granados que se ven a través de la Puerta de la Sagra, cuya flor iguala al fruto, o como los higos mitad verdes y mitad blancos, extremadamente dulces. También se destaca por la utilización de diversos tipos de injertos. Su territorio es fértil, tanto para la agricultura como para la ganadería". 

Esto se reflejó en algunos tratados de agronomía escritos por los toledanos Ibn Bassal e Ibn Wafid en el siglo XI y también encontramos valoraciones respecto a sus cultivos como "Produce cosechas de gran rendimiento e inmejorable grano ya que su aire es excelente y su trigo puede almacenarse durante sesenta años sin que se estropee. Su azafrán es el mejor, tanto por su color como por su aroma, exportándose fuera de la península, igual que el tinte azul celeste y las tierras comestibles que se dan en Magán". Destacaban, tanto en Toledo como en Talavera, las vegas del Tajo y sus afluentes que permitían la irrigación de viñas, huertos y frutales.

Contaban también las terrazas de secano, destinadas al trigo y otros cereales, en rotación bienal. Era ya zona apta para el olivar y aprovechada para la plantación de frutales, árboles madereros como el pino, aparte de la madera que bajaba de las serranías ibéricas por el Tajo y morera para la cría del gusano de seda. Los conocimientos agronómicos islámicos habían impulsado el empleo de abonos animales y eran muy numerosos los gallineros y palomares, sin embargo el desarrollo de la ganadería en esta zona era relativamente escaso. Apenas se practicaba trashumancia de ganado ovino, aunque se criaba bovino suficiente para labores de campo y equino para la guerra, sobre todo en tierras sureñas toledanas. Destacaban también especialmente las colmenas, siendo grande el consumo de miel.

vista de muralla y Puente de Alcántara sobre el río Tajo

Toledo tuvo también un papel importante como centro cultural, pues en esta ciudad se refugiaron buena parte de los intelectuales andalusíes que huyeron de la desintegración del califato, de las luchas intestinas y de la ortodoxia religiosa representada por los almorávides y, en mayor medida, por los almohades, obligando a muchos musulmanes y judíos a instalarse en Toledo. Consecuencia directa fue la instauración en esta ciudad en el siglo XII, a partir del reinado de Alfonso VII de León, de una Escuela de Traductores, en la que se tradujeron importantes obras científicas de autores como Ptolomeo o Avicena.

En el año 1162, la ciudad estaba en manos del sucesor del citado Alfonso VII, el rey Fernando II de León, siguiendo formando parte de este reino hasta 1166, cuando fue reconquistada por Castilla. En el posterior reinado de Alfonso X el Sabio, en el siglo XIII, la Escuela de Traductores ya estaba más que establecida. Las traducciones de textos árabes y judíos, al mismo tiempo que las traducciones de obras griegas, hicieron de la ciudad de Toledo un centro intelectual europeo. De estas obras traducidas, el resto de Europa podía adquirir conocimientos de la cultura musulmana y hebrea así como sus creencias y redescubrir las enseñanzas griegas clásicas.

La calma que existía entre las tres culturas durante el transcurso del siglo XIV, no obstante, empezó a desintegrarse. Comenzó a investigarse sobre la pureza de la sangre por parte de la Inquisición, que promulgaba la cristianización o por contra la expulsión de los no conversos. La entonces persecución a los judíos provocó en los interrogadores deseos de castigar a todos aquellos que no vivieran bajo la fe cristiana con métodos crueles y tortura. Recordemos que en esa época ya estaba levantada la actual catedral de Toledo sobre la que fuese mezquita aljama de la ciudad.

típica calle en el entramado urbano de Toledo

Los después llamados reyes católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, expulsaron en el año 1492 a casi toda la comunidad judía instalada en Toledo desde el período visigodo, relegando a una pequeña porción de la población en guettos bajo el pago de impuestos. Consagrada la ciudad de Toledo como capital antaño y engrandecida por los reyes católicos, fue también una de las ciudades precursoras de revueltas comuneras en el siglo XVI lo que, unido a la decisión posterior del rey Felipe II de trasladar la capitalidad a Madrid, provocó el debilitamiento del peso político y social de esta ciudad.

En definitiva y sin ninguna duda, la ciudad de Toledo ha conocido épocas más relevantes y prósperas que la que hoy presenta. Trescientos setenta y cuatro años de dominio musulmán dejaron su huella en la ciudad si bien siempre tuvo una importantísima comunidad mozárabe propensa a rebeliones contra el poder cordobés. Hoy en día aún podemos contemplar y visitar algunas de las construcciones que se levantaron en la ciudad de Toledo durante dicho período aunque incluso los barrios hoy lleven el nombre de santos cristianos.

Toledo cuenta con numerosos elementos de origen musulmán como las distintas puertas que hoy siguen en pie, como la Puerta Vieja de Bisagra, de cuya época conserva restos en el segundo cuerpo interior y su nombre deriva de la palabra árabe Bab-Shagra, o también la Puerta de Bab Al-Mardum (cercana a la mezquita del mismo nombre) que fue construida entre los siglos IX y X. También son visitables los sótanos islámicos del Cardenal Cisneros, albergando los restos de una típica casa islámica del siglo X o la última mezquita que se mantuvo en funcionamiento hasta finales del siglo XV, la conocida como mezquita de Tornerías.

tramo de muralla cristianizada en la ciudad de Toledo

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