Toledo. Alcázar, muralla y puertas de acceso.

muralla entre Puerta Vieja de Bisagra y Puerta Nueva en Toledo

El Alcázar en la ciudad de Toledo fue construido por iniciativa del emir omeya Al-Hakén I a finales del siglo VIII o comienzos del siglo IX, cuando este emir fue consciente de que una ciudad como Toledo debía contar con un lugar bien protegido que permitiera a las guarniciones militares y a los miembros del gobierno local (incluyendo su residencia) aislarse de forma efectiva y segura del resto de la ciudad dada la actitud rebelde y beligerante, en principio, de sus habitantes.

El Alcázar se reformó alrededor del año 850 por orden de su hijo y sucesor Abd Al-Rahmán II y vuelto a reconstruir por Abd Al-Rahmán III ya durante el califato de Córdoba, cuando se acometió una reforma integral del recinto del Alficén después de concluir el asedio de la ciudad entre los años 929 y 932. De hecho, parte de esta zona palaciega se ha conservado hasta nuestros días bajo los cimientos del actual convento de Santa Fe donde se han encontrado diversas estancias conservándose revocos pintados en rojo con motivos decorativos vegetales.

El conjunto de restos hallados se ha interpretado como parte del palacio del rey taifa Al-Mamún y de su posible oratorio privado, según los datos históricos conservados, y que debería encontrarse en la capilla de Belén aunque aún no se hayan descubierto. Las crónicas cuentan que el Alficén se levantó con muros de tapial o tierra apisonada siguiendo el estilo constructivo habitual en los alarifes musulmanes y que se ha podido confirmar en los tramos descubiertos en el bar El Trébol y en el Miradero. Y es que en el callejón de Santa Fe, frente a la fachada del citado convento del mismo nombre, el bar El Trébol integró en la reforma de su local un importante paramento de la muralla del Alficén. 

tramo de muralla en la ciudad de Toledo

Estando oculto por las diversas viviendas particulares que se adosaron a la cara interior de esta muralla, se ha recuperado no sólo la cimentación de sillería de granito trabada con mortero de cal sino también una porción importante del tapial que la coronaba. De los restos del Alcázar islámico primitivo quedan algunas evidencias aisladas en distintos puntos de la actual fortaleza. Pero sin duda, los más sobresalientes son los muros que se pueden contemplar junto a la escalinata de acceso al actual museo del Ejército y en el interior del mismo. Se trata de dos grandes lienzos de muralla o pared fortificada, que, apoyados sobre la roca, nacen perpendiculares a la base de la fachada norte del Alcázar. 

Algunos historiadores sugieren que estos muros, de considerable grosor y doble hoja (una de sillares de granito y otra de mampostería encintada) podrían haber formado parte de una ampliación tardía de la fortaleza en los siglos XI o XII con el objetivo de aumentar la capacidad de acantonamiento del Alcázar. Sin embargo, otros autores sostienen que estos muros, paralelos entre sí, formarían parte de una coracha que comunicaría las dependencias palaciegas de la alcazaba con el Alcázar mediante un pasillo fuertemente protegido que, además, separaría el barrio nororiental respecto al resto de la ciudad de Toledo.

El conocido actualmente como Arco de la Sangre fue ampliamente reformado en el siglo pasado. Su nombre primitivo procede del árabe Bab Al-Yay o Puerta de los Caballos y permitía el paso al propio Alficén, alcanzando hoy la plaza de Zocodover situándose en un espacio importante para la ciudad islámica de Tulaytula, encontrándose el Arco en un lateral de la citada plaza pero ocupando un lugar central. Esta Puerta corresponde a la única entrada que daba acceso a la zona palaciega y militar de la ciudad que, como se ha dicho, era conocida como Alficén o ceñidor. 

Arco de la Sangre y estatua de Cervantes

Este espacio abierto junto a la muralla constituye un escenario en el que se establecería un punto de intercambio comercial entre la guarnición y los comerciantes de la ciudad, conocido con el tiempo como Suk Al-Dawab o Mercado de Las Bestias y que daría origen al nombre actual de la plaza Zocodover. Protegidos, como sabemos, por un recinto amurallado propio, los palacios estarían situados junto al Alcázar de Toledo (siendo la sede de las tropas acantonadas para la defensa del recinto palaciego y de los mandos militares) y cada uno de estos emplazamientos se dispondría a un lado y otro de esta Puerta de entrada al recinto. 

La puerta o Arco de la Sangre está formado por un arco de herradura, siendo éste el único vestigio de época árabe conservado en la plaza debido a los bombardeos del año 1936 cuando fue totalmente arruinada. Sobre este Arco se conserva un oratorio que data también de época musulmana y que se ha mantenido cristianizado desde el siglo XII conociéndose por el nombre de Capilla de la Sangre de Cristo, siendo reformada por orden del rey Enrique IV de Castilla en el siglo XV y motivo por el cual esta puerta es conocida como Arco de la Sangre.

Puerta Vieja de Bisagra en Toledo

La Puerta Vieja de Bisagra toma su nombre de la palabra árabe Bab Shagra, que significa Puerta de la Sagra, nombre dado porque la puerta mira hacia la región o comarca actual con dicho nombre. Se trata de una puerta de origen musulmán, de cuya época conserva restos en el segundo cuerpo interior. Antiguamente esta puerta era la entrada principal a la ciudad, mezclándose en ella los estilo cristiano y musulmán. La mención más antigua a esta puerta se realizó en el siglo IX, gracias a la cual sabemos que fue el lugar elegido para clavar la cabeza de Hescham tras su fracasada rebelión contra el califa de Córdoba.

Actualmente es también conocida como Puerta de Alfonso VI ya que, según cuenta la tradición, este rey de León apodado el Bravo entró por ella en el año 1085 al conquistar la ciudad de Toledo con sus tropas cristianas. Esta Puerta Vieja de Bisagra consta de tres arcos de herradura de estilo mudéjar, tras la reforma del siglo XIII, siendo el arco central más grande que sus dos laterales, además de tener dos torreones que se elevan por encima de los arcos. Después de muchos años de abandono, esta puerta fue reconstruida y habilitada en el año 1905.

vista exterior de la Puerta del Sol en Toledo

Por su parte, la llamada Puerta del Sol es una torre albarrana construida muy posiblemente durante la taifa toledana (años 1031-1085) y reconstruida durante el siglo XIII en estilo mudéjar por los Caballeros Hospitalarios bajo la orden del arzobispo de la ciudad. La entrada está formada por un arco de herradura al que rodea otro del mismo tipo. Por encima de este último hay un doble friso de arcos ciegos, conteniendo el inferior los restos de un sarcófago romano del siglo IV y un busto clásico de pequeño tamaño. 

Sobre el primer arco se colocó en el siglo XVI un relieve donde está representada, bajo la Luna y el Sol, la imposición de la casulla a San Ildefonso y de dicho Sol es de donde le vine el nombre a esta puerta. Este monumento se encuentra situado a la entrada de la ciudad de Toledo y está perfectamente conservado, siendo una de las puertas-monumento más admirables que se erigieron en este estilo en toda la península. Se asemeja a un arco de triunfo y las bóvedas, las columnillas colocadas en los frentes, las ventanas, las dos pequeñas puertas laterales o los ornamentos componen un exquisito ejemplo de elegancia y buen gusto.

vista interior de la Puerta del Sol

La Puerta de Alarcones, por su parte, es una puerta albarrana que conformó, junto con la citada Puerta del Sol, el acceso mejor defendido de época islámica en la ciudad de Toledo siendo una puerta principal a la hora de marcar su defensa. Al igual que la citada Puerta del Sol, se ubica en una zona que mira a la Sagra, cumpliendo una impresionante función defensiva a modo de doble cerrojo, ya que este espacio no se encuentra protegido por el río Tajo

Los orígenes de esta puerta son visigodos y quedan algunos restos de su pasado islámico, mezclado con restos de época visigoda, habiéndose restaurado y reformado en el siglo XIV por orden del cardenal Pedro Tenorio. En época andalusí llegó a ser una de las principales puertas por la que entraban los visitantes más ilustres. En el año 1216 aparece su primera mención por escrito y se la nombra como Puerta Mohaguía en un documento mozárabe. Posteriormente pasó a conocerse como Puerta Alta de la Herrería, pasando la vecina Puerta de Sol a ser la Puerta Baja al estar allí situados este tipo de talleres.
 
la Puerta de Alarcones en la ciudad de Toledo

Esta Puerta de Alarcones perdió su importancia durante el siglo XIV ya que, tras la reconstrucción de la citada Puerta del Sol, pasó a ser un entrada secundaria a la ciudad. Sus formas originales han sido muy modificadas según las necesidades y apenas queda en ella vestigio islámico. El arco de herradura se transformó en otro de medio punto para permitir el paso de los carros y el cuerpo superior se reconstruyó en el siglo XVII como una ampliación del lindante convento de Nuestra Señora de la Asunción.

La Puerta de Bab Al-Mardum o Puerta de Valmardón, por su parte, se considera que puede ser de las más antiguas de Toledo y era una de las puertas que permitían el acceso a la medina islámica toledana, en las cercanías de la mezquita más característica de la ciudad. Su nombre musulmán indica que durante un cierto tiempo estuvo tapiada, al ser utilizada como paso principal la cercana Puerta del Sol, más accesible y con menos pendiente. Desde finales del siglo XIX esta puerta-torre sirve como vivienda particular.

la Puerta de Bab Al-Mardum en Toledo

Su estructura arquitectónica nos deja restos originales del siglo IX-X y aunque, como se ha dicho, dejó de ser utilizada por su empinada pendiente, se le dieron muy diversos usos a lo largo de sus más de mil años de historia como cárcel, hospital e incluso vivienda del corregidor de la ciudad. Junto a esta puerta se sitúa la actual ermita del Cristo de la luz que fue anteriormente la mezquita de Bab Al-Mardum. A este acceso se le han realizado varias obras, perdiendo parte de su cuerpo superior y demoliendo también sus torres. 

Los arcos de acceso de esta Puerta de Bab Al-Mardum también fueron muy modificados a lo largo del tiempo, pasando desde el estilo de arco de herradura original al de arco de medio punto actual. Hasta el siglo XVIII perteneció a los Mendoza, al ser éstos descendientes de Pedro Lasso de Castilla, a quien se la habían cedido los conocidos posteriormente como reyes católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Posteriormente, la utilizó el Hospital de San Lázaro.

vista lateral de la Puerta del Vado

La Puerta del Vado en Toledo se construye como acceso fortificado debido a la presión militar que las tropas castellanas ejercían sobre la ciudad desde el siglo X. Ante la presión demográfica y urbana de la ciudad islámica surgió, entre otros, el barrio periférico de La Antequeruela y sus accesos. La existencia de este arrabal motivó la creación de una cerca amurallada que lo rodease y se incluyera, en la medida de lo posible, dentro de los dispositivos de defensa de la ciudad. Las características constructivas de esta Puerta del Vado encuadran la puerta en un momento indeterminado a finales del siglo XI, cuando ya son evidentes algunas influencias del arte mudéjar. 

Tipológicamente la forma de los arcos de herradura, las dovelas de granito y el tipo de aparejos constructivos que la acompañan son similares a los de la Puerta Vieja de Bisagra, aunque toda similitud quedó sepultada bajo tierra. Aún así, la entrada en recodo recoge la tradición andalusí de accesos sinuosos para desenfilar posibles líneas de tiro y dificultar el acceso al recinto de los atacantes. Los restos de la puerta se encuentran a unos 12 m por debajo del actual nivel de la calle y dejó de funcionar como acceso útil a mediados del siglo XVII propiciando el abandono de la zona y su uso como vertedero para los desechos de los alfares de la zona con autorización expresa del cabildo municipal. 

interior de la Puerta del Vado en Toledo

La topografía actual de la zona exterior se vio profundamente modificada elevando el nivel varios metros y dejando enterrada esta puerta medieval y todo su entorno. Al excavarse y liberarse su interior de escombros, se pudo comprobar en muy buen estado de conservación. Su existencia, y de ahí su nombre, está basada en el diferente cauce que tenía el río Tajo en aquella época. Era mucho más ancho y, por lo tanto, con una menor profundidad, lo que permitía su cruce a pie (vadeado) durante una gran parte del año. Esta entrada se encargaba entonces de controlar el ingreso de personas y de productos a la ciudad de Toledo.

En la senda del río Tajo, pasando junto a los restos de los llamados molinos del Hierro, llegamos hasta un torreón, conocido como la Torre del Hierro. Se trata de una torre albarrana, con un pequeño arco en la base que permite el tránsito bajo la estructura de la torre y que se proyecta fuera del paño de muralla en el que está situada (del que apenas se conserva un pequeño lienzo) con el objetivo de proteger un punto concreto, en este caso la Puerta del Hierro. De esta puerta no contamos con información arqueológica y sólo existen referencias documentales a ella. 

exterior de la Torre del Hierro en la ciudad de Toledo

Esta llamada Puerta del Hierro controlaría el paso del río por este sector de la ciudad y quedaría protegida únicamente por la torre albarrana. La fábrica de la torre muestra dos momentos constructivos diferentes: la parte inferior y el arco, construidos con sillería en las esquinas y sillarejo en hiladas regulares, cuya configuración guarda similitud constructiva con los tramos de muralla de época emiral de otras zonas de Toledo, mientras que el tercio superior habría sido construido en un momento indeterminado de la baja Edad Media.

Si continuamos la senda del Tajo por el tramo que asciende por la ladera podemos encontrar retales de molinos medievales. Si prestamos atención a los grandes muros de sillería que se pueden distinguir entre escombros, entre la vegetación encontramos la abertura de una galería de más de 1 m de anchura donde se alojaba una gran noria de madera que se ha fechado en el siglo XI. La altura estimada para esta gran noria es de 24 m de diámetro y permitiría elevar agua hasta la altura del Puente de Alcántara, conduciéndola a través de un canal construido en una monumental estructura de ladrillos sustentada en arcos de medio punto de la que no ha quedado vestigio.

pasaje interior en la Torre del Hierro

Tan sólo un reciente estudio arqueológico permitió calcular el diámetro de la enorme rueda gracias a las marcas de rodadura que dejó en las paredes interiores del canal, sobre las gruesas capas de sales que quedaron adheridas a la superficie de las paredes tras años de agua derramada sobre ellas de forma continua. El cronista y geógrafo Al-Idrisi describe esta noria a mediados del siglo XII, desconocemos si aún funcionando o no, pero sobredimensionando su tamaño con el fin de engrandecer la capacidad de la ingeniería islámica, llevando su diámetro hasta los noventa codos, algo más de 50 m. 

Desde el emplazamiento de esta noria podemos observar el Puente de Alcántara y algunos de sus rasgos distintivos como construcción islámica. Su nombre, como sabemos, significa literalmente El Puente y aunque posiblemente se construye sobre un puente de época romana (se cree que del siglo III d.C) ha sido reconstruido en numerosas ocasiones y conserva sólo como plenamente islámico un arco de herradura en la base del estribo este, en la orilla opuesta a Toledo. Fuentes islámicas recogen en el año 858, durante el emirato de Muhammad I, una revuelta de los toledanos en la cual se demolió parte de este puente, posiblemente el tercer arco desaparecido hoy en día.

el río Tajo a su paso por el Puente de Alcántara

En el año 930, ante otro levantamiento toledano, la ciudad fue sitiada por el califa omeya Abd Al-Rahmán III, quien, una vez tomada la ciudad mandó reconstruir partes de este Puente de Alcántara y construir el Hizam que unía hasta el siglo pasado la Puerta con el Puente de Alcántara. En el puente se conserva un placa conmemorativa en la que se recoge, por iniciativa del rey Alfonso X el Sabio, la reconstrucción del puente que se llevó a cabo en el año 1258 con motivo de los daños ocasionados por las crecidas del río a mediados del siglo XIII.

En la cara de acceso al puente desde la ciudad, en el centro del arco, hay otra lápida conmemorativa en la que se recogen los nombres de los que habían mandado reconstruir el puente en época islámica, el último de ellos Almanzor a finales del siglo X tras la destrucción del puente por parte de las tropas de Abd Al-Rahmán III en el año 932 tras el tiempo de asedio a la ciudad. La relación completa de dirigentes y gobernadores de la ciudad aparecería en sendas lápidas situadas a ambos lados de ésta y que fueron ordenadas borrar por el rey Felipe II el Prudente a finales del siglo XVI ya que todas las inscripciones con grafía árabe eran consideradas blasfemia.

la Puerta de Alcántara en la muralla de Toledo

La Puerta de Alcántara está situada enfrente del Puente del mismo nombre y se la suele confundir con la existente a la entrada de este puente o con otra puerta que veremos a continuación llamada Puerta de los Doce Cantos. Junto a otras dos puertas, situadas a izquierda y derecha de ella misma y la entrada del puente, formaba una plaza semi-circular fortificada que defendía este acceso a la ciudad. Se trataba de la Plaza de Armas del puente. La situada hacia el sur (a nuestra derecha dejando a nuestra espalda la Puerta de Alcántara) tenía por nombre Puerta de San Ildefonso y fue derribada por su mal estado en el año 1871. 

La otra, situada al norte (a nuestra izquierda) fue reconstruida durante el reinado de Felipe IV el rey Planeta en el siglo XVII, derribándose también en el año 1864. Por su parte, la Puerta de los Doce Cantos también tiene un origen islámico aunque las dos fueron posteriormente muy remodeladas. A esta puerta se la señala como la existente por encima de las ruinas del acueducto romano por el escrito que nos indica "y cuyas ruinas de legítima argamasa romana se ven a uno y otro lado del río por bajo de la Puerta de los Doce Cantos". 

arco califal en la Puerta de Alcántara

Las ruinas del acueducto y esta Puerta de los Doce Cantos se alinean, cosa que no sucede con la Puerta de Alcántara. Se trata de una puerta construida en el siglo X que, como podemos ver, ha llegado hasta hoy muy deteriorada. El nombre de esta puerta lo atribuyen algunos autores al hecho de tener doce grandes sillares en su fachada, aunque otros estudiosos toman este nombre de la posible corrupción de la palabra Caños en el nombre Doce Caños, refiriéndose con éste a una fuente que contaba con doce surtidores, o a un estanque del citado acueducto romano.

Por su parte, la conocida como Puerta del Cambrón es una de las puertas históricas de la ciudad de Toledo y una de las más antiguas. Se sitúa exactamente al oeste de la ciudad antigua, formando parte del recinto amurallado. Su planta es cuadrada y tiene un vistoso patio en el centro. La torre de esta Puerta del Cambrón consta de tres cuerpos. El primero corresponde a la basa de las cuatro torres que forman el conjunto, construido en mampostería o tosca sillería. El resto del edificio es de ladrillo árabe.

Puerta de los Doce Cantos en Toledo

La mayor parte de la construcción data del siglo XVI y hasta entonces se la conocía como Puerta de los Judíos, debido a que se encontraba próxima a La Judería de la ciudad, uno de los barrios hebreos más grandes de la península. El nombre de la Puerta proviene del año 1442, porque junto a ella había una cambronera, plantas espinosas también llamadas cervispino que crecían por esta zona. Y es muy posible que la Puerta del Cambrón pueda tener su origen en la época anterior visigoda, habiendo sido construida por orden del rey Wamba. 

Aún conserva gran parte de planta baja y la ventana de fábrica musulmana que se encuentra entre las dos torres así como la parte inferior de la fachada que mira a extramuros, es decir, hacia la vega del Tajo. De la época visigoda conserva una pieza decorada con motivos vegetales y adosada a uno de los torreones y en la otra torre aparece un sillar con epigrafía árabe que se lee Ahmed. Esta puerta cuenta con dos fachadas. La interior mira hacia la antigua ciudad de Toledo y la otra mira hacia la vega. Entre ambas fachadas se encuentra el ya citado patio interior de forma rectangular. 

En el cuerpo superior de la Puerta se encuentra la vivienda del centinela. Tradicionalmente, el alcaide de la Puerta del Cambrón era el marqués de Montemayor por privilegio hereditario. Según otra inscripción, en el año 1571 se acometieron las obras de remodelación en esta puerta, que aún conserva las hojas de la puerta chapadas de hierro y uno de los cerrojos originales. Asimismo, también pueden verse en esta Puerta del Cambrón cuatro cipos sepulcrales que podrían proceder del antiguo cementerio musulmán situado a escasos metros.

Puerta del Cambrón en Toledo

Podría decirse que la muralla defensiva que hoy podemos ver en Toledo es básicamente lo que ha quedado de la restauración y ampliación efectuada durante el reinado de Alfonso VI de León, conocido como el Bravo, tras la conquista cristiana de la ciudad, realizándose las obras sobre lo que había quedado de la muralla construida por el rey visigodo Wamba para sustituir la anterior cerca romana y sobre las mejoras y ampliaciones realizadas por los musulmanes. El rey cristiano decidió mejorarlas en vista de los futuros ataques que preveía que se avecinaban, una previsión que se demostraría certera.

El rey Alfonso VIII el Noble, en el año 1196 concedía una parte del impuesto (portazgo) recaudado en la Puerta de Bisagra para la reparación y mantenimiento de la muralla toledana. Posteriormente, en el año 1212 este rey abatiría a los almohades en las Navas de Tolosa y, en el año 1219, sería el rey Fernando III el Santo el que entregaría la misma cantidad, y para el mismo fin, de los ingresos esta vez provenientes de los Montes de Toledo. Almorávides y almohades, a lo largo de los siglos XII y XIII, atravesaban la Marca o límite con frecuencia y llegaban hasta las murallas de Toledo ocasionando daños que debían ser reparados.

Esto obligaba también a las autoridades a diseñar sistemas de defensa y resistencia eficaces. Son numerosas las referencias a las reconstrucciones en puentes y muralla durante este período y posteriores. Tras el enfrentamiento en Toledo entre los partidarios de Enrique II y Pedro I, a mediados del siglo XIV, se inicia un programa de reconstrucción de torres y muralla que supone la reparación de muchas de ellas y la mejora de los lienzos más deteriorados al oeste y noroeste de la ciudad. Toledo se había mostrado partidaria de Pedro I el Cruel, y fue escenario de duros ataques por parte de los seguidores de Enrique II.

Puerta en la parte alta de la Torre del Hierro en Toledo

En compensación por su fidelidad, el rey Pedro I agilizó la reconstrucción de la ciudad y, además, aportó medidas para aliviar la situación tras las epidemias de peste de la década de los años 40 del siglo XIV. El Puente de Alcántara había sido reconstruido con motivo de las crecidas del Tajo a mediados del siglo XIII y, posteriormente, dotado en el siglo XV con sendas torres-puerta en ambos extremos. A su vez se construyeron corachas que garantizasen el suministro de agua en caso de asedio, como la de Doce Cantos o la del mismo Puente de Alcántara, aprovechando corachas anteriores de época andalusí.

A partir del año 1519, Toledo como capital del extenso reino que reúne bajo su corona Carlos V el Emperador, nieto de los llamados reyes católicos de Castilla y Aragón, recibe el influjo cultural y artístico del centro de Europa y esto comienza a percibirse en la construcción de edificios civiles y religiosos. Se llevan a cabo transformaciones urbanísticas que reflejan los propios deseos del monarca, ya que éste considera que Toledo, capital del Sacro Imperio, debía ofrecer una imagen a la altura del título y la remodelación que tiene lugar entonces en la Puerta de Bisagra refleja solemnidad y admiración.

El aspecto, configuración y construcción de esta Nueva Puerta de Bisagra responden a las necesidades de protección y control propias de una ciudad de la envergadura de Toledo, pero también debe formar parte del simbolismo de una entrada de aspecto glorioso presidida por una larga y amplia calle alineada con grandes explanadas laterales y ajardinadas, para servir de escenario a celebraciones que estuvieran a la altura de una capital de imperio. La puerta que actualmente contemplamos debió sustituir entonces a la que existió en este lugar de la ciudad ya en época medieval y el cuerpo de las torres interiores ya estaba allí.

vista de las torres en la Nueva Puerta de Bisagra, Toledo

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