Alhambra de Granada. Palacio de los Leones. Sala de los Abencerrajes.

cúpula de la Sala de Abencerrajes desde la Rawda

La llamada Sala de los Abencerrajes pertenece al Palacio de los Leones en el conjunto de la Alhambra, encontrándose situada en el lateral sur del patio central de este palacio, frente a la Sala de Dos Hermanas. Su nombre se debe a que la tradición popular asegura que en esta sala fueron degollados treinta y seis caballeros Abencerrajes en el siglo XV, aunque los autores no se ponen de acuerdo sobre si fue o no el sultán Muley Hacén, padre del conocido Boabdil, quien ordenó su ejecución.

Los Abencerrajes, procedentes del Atlas magrebí que se instalaron con la llegada de las tropas de Muza, eran muy populares en Granada siendo la personificación en la ciudad de la nobleza y la caballería. Los castellanos llamaban así a su linaje nobiliario destacado, los Banu Sarray o Banu Al-Sarraj, que literalmente significa Hijos del Talabartero, es decir, el que hace sillas de montar. Esta familia se compuso históricamente por valerosos guerreros, defendiendo como alcaides de distrito las fronteras frente a los reinos cristianos.
Aunque hubo Abencerrajes destacados en la corte califal de Al-Ándalus, como el poeta Abu Abd Allah Muhammad Ibn Al-Sarray, en el siglo X, realmente su relevancia surge durante el reino nazarí de Granada. En el siglo XIII, durante el emirato de Muhammad II, dos miembros de este linaje toman relevancia en la sociedad granadina. Uno de ellos fue el sabio y gramático Abu Al-Husayn Ibn Al-Sarray, natural de Pechina en Almería, maestro del poeta y escritor Al-Awsi, mientras que el segundo, el alfaquí de la mezquita aljama de Granada, Abd Allah Muhammad Ibn Al-Sarray fue considerado un místico y filántropo.
arcos de entrada desde el Patio de los Leones a la Sala de Abencerrajes

Posteriormente, durante el siglo XIV, los Abencerrajes ejercieron funciones administrativas al servicio de algunos sultanes nazaríes según los indicios existentes, como el alcaide de la alcazaba de Ronda y a su vez jefe de ese distrito militar, Abu Isaac Ibrahim, quien también participó en la batalla del Salado. En los albores del siglo XV se sabe del primer Abencerraje en política, el médico del maristán de Granada y botánico, autor de obras muy apreciadas en su época y que hoy están desaparecidas. Él fue un reaccionario frente al gobierno de Muhammad VII, lo que le valió una orden de detención que no se llevó a cabo ya que huyó hasta la corte meriní de Fez.
A partir de entonces, la familia de los Abencerrajes comenzó a actuar como facción influyente política en Granada, participando activamente y presionando decisiones, siendo capaces incluso de deponer o alzar sultanes. Por este motivo, fueron enemigos acérrimos de otro clan, los Banu Bannigas, descendientes de un esclavo cristiano que llegó a convertirse en hayib de Muhammad IV. Parece también que los Abencerrajes dieron la noticia a Yusuf III (heredero legítimo) en el castillo de Salobreña de que su captor y hermano Muhammad VII había muerto, rescatándole y prestándole obediencia para continuar en guerra contra las tropas cristianas de Enrique III.
El ejército de Abencerrajes no tenía igual y durante el siglo XV destacaron políticamente y rivalizaron por el poder con los nazaríes en luchas civiles que provocaron el debilitamiento del sultanato de Granada. El citado Yusuf III casó a su hija Zaida con su hayib, el líder de los Abencerrajes, Abu Al-Surur Mufarri Ibn Al-Sarray. A la muerte de este sultán en el año 1417, le sucede en el trono su hijo, Muhammad VIII cuando aún era menor de edad, por lo que su hayib, Ali Al-Amin Banu Bannigas, ejercía la regencia con autoritarismo.
arco de acceso y mocárabes en la Sala de los Abencerrajes
En 1419, los jefes militares de Guadix e Illora, del linaje Abencerraje, decidieron rebelarse prestando apoyo a Muhammad Ibn Nasr Al-Aysar, príncipe nazarí nieto de Muhammad V. Los Abencerrajes no fueron bien vistos por los cronistas hispano-musulmanes por los constantes pactos e intrigas con los cristianos, así como por el apoyo a reyes considerados como usurpadores del trono nazarí. Asimismo, aunque su rango era alto entre los bereberes, nunca podían ser considerados iguales a las familias aristocráticas de origen árabe. 
Al-Aysar sería coronado como Muhammad IX y sería más conocido como el Zurdo. Designó a un Abencerraje como su hayib y también tomó por esposa a Zahar Al-Riyad, hija del ya citado Abu Al-Surur Mufarri Ibn Al-Sarray y por tanto nieta de Yusuf III. De este modo, la sangre de este linaje nobiliario volvía de nuevo a mezclarse con la nazarí transmitiéndola a su descendencia. En torno al año 1425, Muhammad IX fue depuesto por su opositor, Muhammad VIII, y se vio obligado a exiliarse a Túnez. Mientras, los Abencerrajes se mantenían ocultos en Granada hasta que el sultán repuesto en el trono se decidiera a amnistiarles. 
Más de treinta caballeros del clan de los Abencerrajes decidieron pasar a tierras de Castilla buscando el apoyo del rey Juan II de Castilla (padre de Enrique IV e Isabel I de Castilla) para que Muhammad IX recuperase la corona de Granada. Se dirigieron a Lorca, donde el regidor de la ciudad mantenía relaciones amistosas con el líder Abencerraje. El rey castellano les recibió en Illescas ofreciendo su apoyo a la causa y prestando hombres, armas y dinero al depuesto sultán, derrocando cerca de Guadix a las tropas de Muhammad VIII quien fue nuevamente encarcelado en el castillo de Salobreña, junto a Alí, su hermano, siendo ambos ejecutados por orden del nuevo sultán, su primo.
vista de trompas de mocárabes bajo la cúpula

Un caballero del clan Abencerraje volvería entonces a ocupar el cargo de hayib, pero la situación volvería a desestabilizarse por nuevas rebeliones, apoyadas por Castilla en esta ocasión. Cuando uno de los Abencerrajes iba al frente de las tropas que pretendían combatir a los sublevados en la vega de Loja en el año 1431, en lo que se conoce como la Batalla de la Higueruela, recibió un golpe de lanza que le hirió de muerte. Muhammad IX, viéndose inseguro y escaso de apoyos, abandonaría por segunda vez la Alhambra acompañado por los más destacados personajes de este clan, buscando refugio en Almería y en Málaga.
De esta forma, gran parte del clan dejaba Granada a merced de Yusuf IV, siendo éste nieto de Muhammad VI, conocido como el rey Bermejo. Este reinado solo duraría unos meses, ya que el nuevo sultán había aceptado unas duras condiciones de parias por parte de Castilla que el pueblo y la aristocracia no estaban dispuestos a asumir. En abril del año 1432 se sucedía una nueva revuelta en la ciudad promovida por familias coaligadas con los Abencerrajes. De esa forma, Muhammad IX tomaba por tercera vez el trono nazarí nombrando jefe de gobierno a Ibrahim Ibn Abd Al-Barr, esposo de una abencerraje y suegro de otros dos miembros del clan.
Transcurrió algo más de una década realmente fructífera para toda la familia de Abencerrajes, desempeñando visiratos en el gobierno central del sultán de Granada, destacando también en el ejército y siendo a su vez alcaides de distintas e importantes ciudades del reino nazarí. Cuando Ismail, hijo de Muhammad VI, se hizo con el reino gracias al alcaide de Guadix (de la familia de Abencerrajes), fue coronado como Ismail III y no duró en el trono más de un año ya que el clan decidió volver a entronar a Muhammad IX.
fortalezas controladas por los Abencerrajes en el reino nazarí
En su ya cuarto reinado, Muhammad IX se aseguró de la sucesión del trono nombrando heredero a su yerno, un hijo de Muhammad VIII al que él mismo había destronado, que gobernaría bajo el nombre de Muhammad X. Sin embargo, acababa de caer en una gran derrota en la llamada Batalla de los Alporchones, en el año 1452, y con un opositor llamado Abu Nasr Saad, padre de Muley Hacén y, por tanto, el abuelo paterno del conocido Boabdil. Los Abencerrajes alzaron al poder a Abu Nasr Saad, eliminando a Muhammad X y consiguiendo de nuevo el puesto de hayib para el líder del clan.
En este momento histórico, numerosos Abencerrajes ocupaban cargos importantes dentro de la corte nazarí. Fueron acusados de malversación, por parte del sultán que se inmiscuía en los asuntos de Estado, por lo que numerosos Abencerrajes abandonaron Granada dirigiéndose a Illora junto a su candidato al trono, Muley Hacén. Archidona y Gibraltar habían caído en poder cristiano, por lo que en 1463 les llegó la oportunidad, cuando los granadinos estaban deseosos de un sultán joven y enérgico que mantuviera a raya a los enemigos. 
Los Abencerrajes apoyaron al nuevo candidato y Muley Hacén sustituyó a su padre en el año 1464. Muley Hacén se había desposado con Aixa, hija del sultán Muhammad IX y por lo tanto ella también era protectora de los intereses de los Abencerrajes. Aixa, tras la muerte de su padre, siguió recibiendo el respeto, simpatía y el cariño que el clan tuvo con su familia. De esta forma, cuando surgieron fricciones en el matrimonio real, los Abencerrajes apoyaron a Aixa y a su hijo, el futuro Boabdil, ayudándoles a escapar y protegerse en Guadix al amparo de su alcaide, miembro del clan Abencerrajes también.
detalle de arco y fuente central
Aunque probablemente no fuera verdad que el sultán nazarí Muley Hacén sacrificó a treinta y seis Abencerrajes en esta sala, existe una mancha de óxido que cubre parte de la pila de mármol del centro de esta sala así como un color rojo sangre entre las baldosas del suelo y la fantasía presenta a ambas como manchas de sangre de aquel episodio. Cuando el último sultán de Granada consiguió coronarse, los Abencerrajes se agruparon alrededor del joven, bajo el nuevo visir.
De este modo, siguieron ejerciendo durante diez años funciones de gobierno e interviniendo en los últimos combates contra hispano-musulmanes y cristianos. También cabe destacar que en la obra Historia de los bandos de Zegríes y Abencerrajes, caballeros moros de Granada, de Ginés Pérez de Hita y que salió a la luz en el año 1619, consta que los Zegríes calumniaron a los Abencerrajes, acusándoles ante el sultán Boabdil de dos graves delitos, siendo uno de ellos conspirar contra el poder y la vida del sultán nazarí.
También otro miembro del clan, alguacil mayor de Granada, fue quien negoció con Hernando de Zafra, el secretario de los reyes de Castilla y Aragón, la entrega de la ciudad y sus capitulaciones particulares, reconociéndoles la propiedad de sus bienes inmuebles tanto urbanos como rústicos, así como diez mil castellanos de oro y las pertenencias territoriales de Quempe con sus alquerías, salinas y rentas, las tahas de Lecrín y Lanjarón, y las salinas del campo de Dalias, así como varias alquerías en Las Alpujarras al resto de los miembros del clan.
columna de separación en acceso a Sala de Abencerrajes
Tras la conquista del reino nazarí por los cristianos, los Abencerrajes más privilegiados abandonaron la capital nazarí y, tras vender sus bienes y tierras que allí tenían, se trasladaron a sus posesiones en La Alpujarra. Pero allí no vieron fruto por los incumplimientos en lo pactado con el rey aragonés Fernando II y optaron por abandonar la península casi en masa, en marzo del año 1493, para emigrar al norte de África, la mayoría a Túnez, fundando una colonia frente a las ruinas de la ciudad de Cartago. 
A día de hoy, esta Sala del Palacio de los Leones -con traiciones o no en su interior- aún lleva el nombre de este linaje histórico granadino. Esta sala fue construida en la segunda mitad del siglo XIV, bajo el sultanato del ya mencionado Muhammad V, como así reflejan las inscripciones epigráficas en los mocárabes de la cúpula, en cursiva sobre fondo azul y con elementos vegetales en los vacíos. El sultán Yusuf III, después, llamaría a esta sala Al-Qubba al-Garbiyya o la Cúpula occidental en el Diwan Ibn Zamrak 128, probablemente en referencia a la qubba que pervive al este en el área palatina de Ismail I.
La estructura de este espacio gira en torno a la gran qubba dotada interiormente de la magnífica cúpula de mocárabes de composición tridimensional, con la que el arquitecto trató de equilibrar el volumen de la qubba mayor, situada enfrente, siguiendo la tradición de cúpulas dobles presentes en otros palacios. Del mismo modo, los pabellones salientes en las plantas altas de ambas viviendas tenían la finalidad de equilibrar el efecto de los pabellones cúbicos del patio, subrayando el diseño del crucero y su división cuatripartita.
juego de luces en los arcos de acceso a Sala de los Abencerrajes

La entrada, de planta cuadrada, presenta dos arcos separados por un corredor que comunican con el piso alto a la izquierda y con el vestíbulo de la entrada primitiva al palacio, a la derecha. El primero de los arcos cuenta con nichos en sus jambas y es de medio punto peraltado, apuntado y con angrelados, contando con una gran puerta con hojas de madera que permiten aislar visualmente la sala ya que carece de ventanas que den al interior. La perspectiva interior estaba pensada para mostrarse cuando se abría la puerta de la estancia, generando una gran impresión al permitir la visión de un paisaje idílico junto a íntimas secuencias interiores. 
El arco exterior también cuenta con inscripciones en los lóbulos donde podemos encontrar La gloria es de Allah, la permanencia es de Allah o la soberanía es de Allah. Las albanegas están decoradas con una rica labor de ataurique combinada con una trama lineal que forma arcos lobulados por encima de pequeños cartuchos con la jaculatoria coránica en cursiva que dice La gloria es de Allah. Las puertas originales de esta sala conservan restos de policromía, aunque el postigo sufrió una mutilación en el año 1830 cuando, por orden del gobernador de la Alhambra, se arrancaron los dos portones de su primitiva ubicación para ser abandonados en un almacén durante años.
En el intradós del arco, sobre las tacas, puede leerse la inscripción Allah provee en toda adversidad, la primera parte en letra cúfica y con la segunda parte de la jaculatoria en cursiva. Las dos tacas, hoy enmarcadas por decoración vegetal, tuvieron dos breves poemas de tres versos con diferente metro y rima. En el primero se vincula la grandeza de Muhammad V con la de su padre Yusuf I, además de comparar la decoración de la taca con los tejidos y se figura el jarrón cual soberano valiente, entronizado y coronado.
inscripciones en el interior de una taca, Sala de los Abencerrajes

"El imán Muhammad heredó la grandeza igual que su padre, nuestro señor Abu Al-Hayyay. Mira el jarrón en su puerta erguido, por mí rodeado con ornatos cual tejido. Ahí, subido en el trono, te parecerá un valeroso sultán con su corona aposentado". El segundo poema es más convencional, proclamando la victoria del sultán representada por su propio palacio para finalmente rogar por la perpetuidad del sultán aludiendo a la misión divina y magnánima del mismo, tanto en lo religioso como en lo mundano.
"Ibn Nasr ha logrado con este palacio lo propuesto, pues a la sublime victoria su puerta se ha abierto. Contempla de mi mihrab su jarrón, y lo verás cual imán comenzando la oración. Mi señor haga siempre perdurar a mi dueño, como en él sus dones perpetúa para el mundo y la religión". A continuación, en la parte interior del arco, puede leerse el lema de la dinastía nazarí No hay vencedor sino Allah y salud perpetua en letras cúficas, enfrentándose la primera palabra con la segunda, para crear un pequeño arco central con la prolongación de las dos últimas letras, además de apreciarse aún restos del color azul del fondo.
Entre los dos arcos de la entrada, hay un pasillo o estrecho corredor con una puerta en cada extremo enmarcadas con el lema nazarí. Desde ahí, se comprueba que el cuadrado central de esta Sala de los Abencerrajes posee alcobas iguales en sus dos laterales, contando con arcos decorados de manera exquisita y cuyas columnas poseen capiteles azules e intradós con pinturas. Una de estas alcobas estaría destinada a dormitorio y otra acogería mesas bajas, divanes, camas turcas y braseros, aislándose con cortinas.
puerta de la izquierda bajo el estrecho corredor
A estas alcobas o alhanías laterales se accede a través de bellos arcos con variadas molduras, adornados con ocho escudos nazaríes escoltados por una inscripción cúfica con trazo estirado sobre fondo rojo y que contiene las palabras yumn o ventura y al-baraka o la bendición. Los arcos están sostenidos por columnas, cuyos preciosos capiteles se encuentran estofados en azul y son posiblemente los mejor esculpidos de toda la Alhambra, produciendo un delicado efecto.
En el centro de esta sala encontramos la pequeña fuente dodecagonal de mármol que recibe la luz natural procedente del patio y de las celosías situadas en la parte superior de la cubierta que, en su origen, probablemente exhibía cristales de colores. Esta fuente servía para reflejar la cúpula del techo de mocárabes que, al estar tan ricamente decorada, conseguía una luz encantadora y mágica en toda la sala. De la fuente baja sale un canalillo que conduce el agua hasta la misma fuente del Patio de los Leones
Como sabemos, las reducidas dimensiones de los espacios solían ser ampliadas visualmente por los artistas nazaríes utilizando la perspectiva interior en la concepción de dichos espacios mediante alineaciones de vanos o fuentes, provocando ritmos espaciales, cambios de escala o fuertes secuencias lumínicas. Los muros, por su parte, se encuentran aún hoy ricamente decorados y cubiertos con yeserías donde el estuco y sus colores son originales en su mayoría. 
azulejos sevillanos que sustituyeron a los originales
El zócalo de azulejos de motivos vegetales que reviste los muros, sin embargo, es del siglo XVI renacentista y procede de la fábrica de azulejos de Sevilla, siendo colocados para reparar los daños de humedad. Los alicatados originales de las paredes eran similares a los que se encuentran en las jambas de acceso al Mirador de Lindaraja y fueron transferidos al Alcázar de Sevilla, sustituyéndolos entonces por los actuales azulejos sevillanos que se despliegan tras un doble arco en las dos alcobas laterales, ambas elevadas mediante ligeros peldaños. 
Por su parte, la magnífica e impresionante cúpula de esta sala está espléndidamente decorada a base de mocárabes y tiene forma de estrella de ocho puntas como ocurre en la cúpula de la Sala de Dos Hermanas. Se encuentra sostenida sobre ocho trompas, también de mocárabes en yeso, y en ellas podemos leer la inscripción religiosa «No hay más ayuda que la que viene de Dios, el clemente y misericordioso»Las ventanas situadas en el comienzo de la cúpula dejan pasar una luz tenue que ilumina sus mocárabes, dándole un aspecto absolutamente mágico. 
Desde el espacio central de la qubba, pasamos de un espacio inferior de planta cuadrada a un espacio superior poligonal, con la cúpula estrellada. Se trata de un lucernario ya que las ventanas ubicadas en cada uno de los dieciséis lados de la estrella de ocho puntas permiten la entrada de luz, iluminando la estancia a la vez que crea bellos juegos de luz. Sin lugar a dudas, este pequeño espacio encierra una hermosa metáfora del universo, donde lo terrenal de la planta inferior es iluminado por la bóveda celeste representada en esta cúpula produciendo el efecto ilusorio de un cielo infinito y giratorio.
yeserías y mocárabes en Sala de los Abencerrajes
Las molduras cóncavas tienen motivos vegetales sobre fondo azul y, entre columnillas de yeso que fingen sostener los mocárabes, varios caligramas arquitectónicos crean una base verbal ornamental para toda la cúpula, en la que predominan las caligrafías cúficas con alabanzas a Allah y el lema nazarí No hay vencedor sino Allah, así como en la estrecha y ligera concavidad de la cornisa. En otros mocárabes se aprecian escudos nazaríes lisos o decoraciones vegetales donde quedan restos de azul, dorado y rojo oscuro o marrón.
Sin duda, el techo es el decorado más espectacular de esta Sala y al mirarlo desde abajo también nos da la sensación de estar en una gruta de estalactitas cuyo lago queda representado por la fuente. El piso alto de esta Sala de Abencerrajes parece que estuvo dedicado al harén o harim del sultán nazarí y, por tanto, era un espacio exclusivamente femenino y distribuido en largos corredores con patios para solazarse. Un extraordinario mirador abierto mediante tres arcos, que contendría en su época una celosía, permitía la contemplación de las concubinas de lo que acontecía en el Patio de los Leones.
Diversos historiadores sostienen que esta Sala de los Abencerrajes era la alcoba principal del sultán y bien pudo ser, a su vez, la estancia de fiestas en el invierno quedando aislada del exterior gracias a sus gruesas puertas de madera y calentada por los braseros de cerámica o piedra. Supuestamente, las concubinas bajarían desde el harén superior cuando el sultán requiriera sus servicios o compañía, hecho poco probable dado que harén tan sólo puede traducirse como aposento privado y no aquello que popularmente se entiende como harén musulmán.
cúpula de mocárabes en la Sala de los Abencerrajes

En cualquier caso, al ser una estancia privada, la sala baja y principal no contiene ventanas al exterior. Lo que sí podemos confirmar es que esta Sala de los Abencerrajes fue proyectada como un espacio autónomo y capaz de albergar diversas funciones. De hecho, se le han atribuido diferentes funciones a lo largo del tiempo, pero ni las inscripciones presentes en la sala ni los poemas que alberga permiten confirmar más hipótesis que el posible uso privado y cortesano como reuniones o fiestas.
Por último, destacar que la disposición interior de esta Sala proporciona un acondicionamiento climático idóneo para su uso en verano. Su alzado presenta una geometría estrecha y alargada de anchos muros. En los días más calurosos, se convierte en el mejor refugio ya que, con las puertas cerradas, la única luz procede de las altas ventanas caladas de la cúpula por las que se escapa el aire más caliente a modo de chimenea, mientras que el agua de la fuente siempre está fresca al provenir de una corriente subterránea, rebajando la temperatura ambiente. Así, se crea un microclima que consigue una temperatura máxima de 22º.

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