El hogar en Al-Ándalus

Córdoba

Las viviendas en el territorio de Al-Ándalus eran un refugio de paz y confortabilidad, muy por encima de lo habitual por entonces en otros lugares del resto de Europa. Casi todas las casas, tanto las humildes como las de familias acomodadas, presentaban una serie de características comunes. Exteriormente eran muy sobrias y raramente expresaban la categoría social de sus moradores, con pocas ventanas y de reducido tamaño. 

Solían estar cubiertas de celosías para permitir ver sin ser vistos y éstas debían quedar por encima de los ojos de los transeúntes. Para garantizar la privacidad era imprescindible además que desde la puerta de acceso a la calle, cuando estuviese abierta, no se viese el interior del patio. Esto se consiguió sustituyendo el zaguán preislámico, con dos vanos alineados, por otro en recodo, donde la visión directa fuese imposible. Las servidumbres de vistas también afectaban a la posición de la puerta de la casa, que no debía estar enfrente de la del vecino. 

Córdoba

El patio en Al-Ándalus, como sabemos, era el núcleo de distribución de la casa y el centro de la vida familiar. En él estaba presente el agua en forma de estanque, fuente o pozo y, por pequeño que fuera el patio, siempre había espacio para flores y plantas aromáticas. La casa con patio es la que mejor se adaptaba tanto a las características medias de la franja climática por la que se extendió el islam, como a sus normas religiosas y sociales que indicaban, entre otras cosas, la permanencia de la mujer en la intimidad de la vivienda, donde residía el tipo de familia extensa compuesta por varias generaciones, propio de las sociedades orientales.

El patio o wast al-dar (centro de la casa), también servía para comunicar, iluminar y ventilar todas las habitaciones de la vivienda y hacía posible limitar al mínimo los vanos al exterior. Ocupaba la parte central de la parcela en la casa urbana, creando un microclima que refrescaba el ambiente gracias a la evaporación que se producía en las albercas o las zonas ajardinadas situadas en su centro, mientras que durante el invierno protegía del viento. Era un lugar de estancia, donde se realizaban muchas de las tareas diarias y se accedía a las otras dependencias habituales: cocina, letrina y salón.

Granada

En las etapas almorávide-almohade (siglos XI-XIII), el tipo de casa urbana fue evolucionando con variaciones en la disposición de las albercas, de las zonas ajardinadas y de los andenes que cubrían la superficie del patio de la casa, constatándose hacia el final del imperio almohade, en el primer tercio del siglo XIII, una tendencia a disminuir o eliminar la zona ajardinada. 

También se generalizó el uso de tapias de hormigón en sustitución de los zócalos de mampostería y hubo un mayor empleo del ladrillo tanto en muros como en solerías, sustituyendo a los sillares y losas de piedra usados en etapas precedentes. Muchas de las viviendas contaban con plantas altas, a las que se accedía mediante pórticos-galería con arco de yeso o simples galerías de madera en voladizo. La abundante decoración arquitectónica en yeso ha permitido demostrar que el arte almohade se impuso incluso en poblaciones modestas.

casa museo de Yusuf Al-Burch en Cáceres

En la etapa nazarí encontramos casas dotadas, casi siempre, de salones a los que se accedía por un vano único con portada decorada de yeso, formada por un arco con taqas o pequeños nichos decorativos en los cuales colocar jarras de agua en las jambas y con celosías encima, que se cerraban con dos hojas de madera de apertura hacia el exterior mediante quicialeras.

Solían tener sendas alacenas en el interior del muro, a ambos lados de la puerta, y una o dos alhanías en sus extremos elevadas un peldaño sobre el pavimento del espacio central. Asimismo, en las viviendas de más entidad el patio del hogar estaba dotado de uno o dos pórticos enfrentados, con salas principales de doble altura detrás de ellos y con habitaciones secundarias de menor elevación en los otros lados. 

Córdoba

Incluso en casas modestas la decoración estaba presente en algunos de los elementos como yeserías, zócalos, azulejos, techos de madera, brocales de pozo, etc. Los establos, cuando existían, tenían entrada independiente desde el exterior o como mucho desde el zaguán, pero no a través del patio. Por otra parte, en el medio urbano era habitual la utilización de muros medianeros compartidos por edificaciones colindantes. 

La casa en el período de Al-Ándalus, en general, apenas experimentó cambios sustanciales desde su formalización en el siglo X a lo largo de los cinco siglos siguientes, excepto en la organización de sus patios cuyo tamaño se fue reduciendo en relación a la superficie total de la parcela. Posiblemente, las viviendas con patio y sin pórticos fuesen las más numerosas en Al-Ándalus, al menos hasta la segunda mitad del siglo XII.

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