Carmona

vista de Carmona y del Alcázar de arriba o del rey Don Pedro

Carmona, ciudad de la provincia de Sevilla, pertenece a la comarca Campiña de Carmona, aunque geográficamente también está enmarcada dentro de la comarca de Los Alcores, procedente del árabe Al-Qúll. La distancia entre Carmona y Sevilla es de 28 km y entre Carmona y Córdoba, de 95 km, por lo que se encuentra en inmejorable ubicación de época andalusí.

La elevación más alta de esta ciudad se corresponde con el Alcázar del rey Don Pedro o Alcázar de arriba, haciendo referencia al rey castellano Pedro I el Cruel, y esta elevación se sitúa en el este de la ciudad mientras el Guadalquivir discurre hoy a unos 15 km al noreste de Carmona. La llamada vega de Carmona es una llanura limitada por los ríos Corbonés al noreste y Guadaira al suroeste.

La orografía del terreno carmonense cuenta con algunas colinas y vaguadas. Al sur se encuentra una elevación que acaba en forma de esquina en un acantilado y este lugar es conocido como la Torre del Picacho y cuenta aún hoy con una torre defensiva. Desde la propia ubicación de Carmona podían vigilarse Los Alcores o Al-Qúll, la vega y Las Terrazas. En un principio el lugar se llamaba Carmo y estuvo poblada desde hace más de cinco mil años. Posiblemente fuera una de las ciudades más fortificadas del reino de Tartessos. 

Posteriormente, en Carmona se asentaron los fenicios, que se dedicaron a trabajar metales preciosos. El lugar, al igual que el resto de la región, fue invadido por Cartago y la Puerta de Sevilla conserva partes que corresponden con etapa cartaginesa. El romano Julio César sobre esta ciudad dijo "Carmona es, con mucho, la ciudad más fuerte de toda la provincia bética" en latín Carmo, quae est longe firmissima totius provinciae civitas. Como gesto de agradecimiento por su apoyo, Julio César le legó a la ciudad el estatus de municipio y el derecho a acuñar moneda.

vista de la Torre del Picacho en Carmona

Cabe señalar que Carmona y toda la zona de Los Alcores también constituyen una importante fuente de margas azules y grises que se han utilizado tradicionalmente para la fabricación de adobes y para la alfarería. La ciudad está atravesada por una veta de roca sedimentaria con la que se produce albero, que se emplea para pavimentar caminos y para plazas de toros. La extracción de albero se ha dado tradicionalmente en Carmona, Alcalá de Guadaira y Dos Hermanas. Esta roca amarillenta se extrae de canteras a cielo abierto y se tritura en molinos. 

La reconstrucción de la Carmona andalusí presenta una serie de inconvenientes derivados de la escasez de textos escritos y la generalidad de sus contenidos, así como de la parcialidad de la documentación arqueológica, que en contadas ocasiones ha permitido registrar estructuras de habitación. En general, la ciudad debió seguir el ritmo de la historia de Al-Ándalus y se tiene constancia de que fue una de las primeras conquistas auspiciadas por Táriq tras el desembarco del año 711 en la península.

La toma efectiva se fecha en julio del año 713 y fue dirigida militarmente por Muza Ibn Nusayr. Una vez instalados, los musulmanes conservaron el viejo nombre de la ciudad, adaptándolo a su fonética, es decir, Qarmuna. Se puede pensar en la firma de un tratado o capitulación que regulara la relación entre la población hispano-visigoda y los recién llegados. Estos pactos de convivencia permitían a los habitantes de las ciudades ocupadas mantener sus propias leyes e instituciones, conservar sus propiedades y practicar su religión, a cambio de la satisfacción de un impuesto llamado jarach.

La élite dominante hispano-visigoda fue sustituida o asimilada por la nueva élite procedente de África y el proceso de feudalización iniciado con el fin del imperio romano se trunca, instalándose la estructura estatal islámica. Existen referencias a la presencia de miembros de las tribus bereberes Sinhaya y Masmuda, así como de gentes de origen árabe. Carmona perteneció al califato de Córdoba hasta que llegaron las guerras que dieron forma a los llamados reinos de taifas.

Torre del Oro en el Alcázar de abajo

Desde el siglo VIII y hasta el fin del califato de Córdoba, Carmona era cabeza de una kura, nombre por el que se conocían las circunscripciones administrativas en que estaba estructurado Al-Ándalus. La kura de Carmona comprendía todo el territorio limitado por las de Écija, Setefilla, Sevilla y Morón e incluía en su término aldeas y localidades menores como Marsana y Bardis, siendo las actuales Marchena y Paradas.

No existen datos específicos que hagan posible un relato coherente y completo de la vida política y económica de Qarmuna, pero ciertos aspectos son abordables a partir de la documentación conservada. Sobre el proceso de islamización de la población local se pueden incluso aportar cronologías amplias que permiten afirmar que era ya una realidad en el siglo IX. Las diferencias propias de comunidades mixtas eran probablemente en aquellas fechas menores que las convergencias. De hecho, el gramático Jattab Ibn Maslama, nacido en Carmona en el año 906, se había formado en su ciudad natal conforme a las coordenadas culturales del mundo islámico.

El desmembramiento del califato lleva a la ciudad de Carmona a incorporar a Écija en el ámbito de su taifa, dominada por el bereber Muhammad Ibn Abd Allah, que se apoyó en la tribu Banu Birzal, a la que pertenecía, para tomar el poder formando la taifa de Qarmuna. Ibn Abd Alláh logró hacer frente a las aspiraciones de hegemonía del reino de Sevilla, hasta que en 1042, y después de un enfrentamiento con las armas, Carmona queda integrada en la taifa sevillana de los abbadíes. A partir de ese momento, la historia de la ciudad estará dibujada por las directrices que se marquen desde la ciudad de Sevilla

En el año 1091 se produce la irrupción de los almorávides, grupos tribales procedentes del norte de África que acaban con los reinos de taifas, imponiendo la unificación de todo el territorio de Al-Ándalus bajo su dominio y cuya capital era Marrakech. Al mismo tiempo, el avance cristiano desde el norte se traduce en frecuentes incursiones militares en territorios andalusíes que dejan tras sí una estela de destrucción y campos devastados.

Salón de los Presos Bajo en Alcázar de abajo y Puerta de Sevilla

El poder almohade procuró a la ciudad de Carmona un corto período de estabilidad (años 1148-1224), al que sucedió una nueva etapa de conflictividad que se prolongaría hasta la posterior conquista cristiana en el año 1247, por las tropas del rey castellano Fernando III el Santo, el mismo que conquistó Sevilla. Tras la toma de la ciudad, el rey castellano dio forma a un pacto que permitía a los musulmanes conservar sus propiedades y mantener sus residencias. Otorgó un fuero municipal a la que decidió incluir en la categoría de señorío de realengo. 

Durante el siglo XIII, Alfonso X renovó los fueros municipales de Carmona con la voluntad de uniformar jurídicamente los territorios incorporados a la corona. El mismo rey Alfonso X de Castilla dotó a la ciudad de un término jurisdiccional propio, partiendo de la antigua kura de época islámica y segregando únicamente Marchena. Se trataba de un territorio muy extenso, mucho mayor que su demarcación actual. El período que sucedió a la muerte del rey Alfonso X es difícil de reconstruir por la escasa documentación que se ha conservado.

Su situación geoestratégica la hizo blanco, en numerosas ocasiones, de las razzias de los benimerines, sufriendo continuos ataques de musulmanes que aún quedaban en la península lo que se unió a la inseguridad propiciada por los conflictos internos de la corona de Castilla ocasionada por desórdenes políticos y pugnas nobiliarias, provocando que el progreso económico y social se estancase. En medio de este clima negativo, agravado en el año 1348 por los estragos que causó la peste negra, se inauguró el reinado de Pedro I, siendo muy positivo para la ciudad de Carmona y es que no sería hasta entonces cuando Carmona recuperaría gran parte de su esplendor anterior. 

Del texto del repartimiento se conserva una copia del siglo XV, que se supone bastante fiel con respecto al documento original. Al repartimiento inicial del rey Fernando III de Castilla se superpone el de su hijo y también rey Alfonso X en el que se distinguen claramente dos secciones, en función del destinatario de las propiedades distribuidas. Así había donadíos cuando los beneficiarios eran miembros de la familia real u órdenes militares y heredamientos cuando eran concedidas a los pobladores propiamente dichos.

Torre del Homenaje del Alcázar de abajo en Carmona

Los donadíos estaban integrados por casas y por grandes extensiones de tierra, estructuradas en función de un módulo que establecía como unidad el cortijo y los heredamientos eran lotes notablemente menores. Según la categoría del repoblador -caballeros hidalgos, caballeros ciudadanos o peones- recibía un lote más o menos rico. Los grandes beneficiarios de este proceso administrativo fueron sin duda las órdenes de Santiago y Calatrava y la misma corona. 

El panorama que se desprende de dicho análisis del repartimiento de Carmona es el de una sociedad integrada por una mayoría de población musulmana sometida por una minoría de cristianos, castellano-leoneses fundamentalmente, y en menor medida aragoneses y navarros. Esta permanencia y porcentaje de población musulmana se documenta rotundamente por vía arqueológica y también lo encontramos en determinados elementos conservados en algunas casas, auténticas reliquias de los alarifes mudéjares del siglo XIV.

Muerto el rey Fernando III, la ciudad se convirtió en el último baluarte, alojando y protegiendo a sus hijos y fieles al difunto, soportando el asedio de Enrique de Trastámara que se prolongó hasta la capitulación del año 1371. El monarca castellano Pedro I el Cruel, durante el siglo XIV, convirtió a la ciudad de Carmona en una de sus residencias favoritas y realizó obras de mejora en el Alcázar de arriba también conocido como Alcázar del rey Don Pedro, ordenando construir el llamado Alcázar de la reina y ampliando también el Alcázar de abajo durante su reinado. 

En aquella época el porcentaje de musulmanes y mudéjares en estas tierras se reduciría por distintas circunstancias, entre ellas el incumplimiento de las capitulaciones que les aseguraba una vida en libertad. Especial favor parece que otorgó el mismo rey Pedro I a la comunidad de judíos que habitaba en el barrio de San Blas. No obstante, la presumible sinagoga que según la leyenda se halla bajo la iglesia, sería en todo caso anterior, ya que la construcción cristiana data precisamente de época de Pedro I. Son también del mismo período la mayor parte de las ermitas que salpican los alrededores de la ciudad. 

Puerta de Córdoba con torres octogonales

Nuevos señoríos jurisdiccionales aparecen en el término otorgados por el rey Enrique II de Castilla, primero de la casa Trastámara, hijo bastardo de Alfonso XI y sucesor de Pedro I, como estrategia para garantizarse el apoyo de determinados grupos nobiliarios, en un período marcado por las luchas políticas entre la monarquía y la nobleza. La situación estratégica de Carmona, importante baza militar y política, trajo consigo un período de desorden y graves conflictos para la ciudad, que solo se superaron con el comienzo del reinado de Isabel I de Castilla en el año 1474.

Durante esa etapa, Carmona adquiere muchos de los rasgos de su fisonomía actual. Hacia el año 1411 se constituyen las collaciones parroquiales, germen de los actuales barrios intramuros y el arrabal fuera de las murallas. En el año 1424 se derriba la mezquita mayor para construir el templo cristiano principal de la ciudad, la Prioral de Santa María, levantándose poco después el convento de Santa Clara asomado a la calle Mayor. Se autorizó también reforzar el alcázar con un fortín de artillería y demoler el llamado Alcázar de la reina.

Sobre la urbanística de Qarmuna tenemos poca información ya que las excavaciones proporcionan datos poco variados ya que los únicos elementos que aparecen recurrentemente son los pozos negros y los residuos que contienen. Carmona fue pionera en la investigación arqueológica, hace más de 130 años, y ha seguido manteniendo ese impulso investigador hasta nuestros días. Su registro arqueológico es una muestra muy representativa de los acontecimientos históricos ocurridos en el suroeste de la península por lo que muchas de las actuaciones realizadas conllevaban un nuevo giro en el conocimiento de la historia. 

En la ciudad se conservan restos de la Vía Augusta y un pequeño puente romano, así como un anfiteatro de la misma época. En cierta forma, como las murallas defensivas fueron usadas por todas las civilizaciones que se asentaron en la urbe, los muros que se conservan son también de herencia romana, modificada posteriormente. Diversos tramos del cerco, que presentan zócalos de sillares reutilizados y el resto del alzado con fábrica de tapial, se fechan en época del imperio almohade.

vista de la Puerta de Sevilla en Carmona

De los tres alcázares con que cuenta la ciudad, al menos dos de ellos estuvieron en uso durante el dominio islámico. La fortaleza del Alcázar de abajo y la Puerta de Sevilla fue sometida a importantes transformaciones con el objeto de adaptar las estructuras existentes, como la elevación de la Torre del Homenaje, y la superposición de un nuevo arco a los romanos precedentes. El Alcázar de arriba conserva en su interior un palacio, cuyos caracteres tipológicos permiten datarlo hacia comienzos del siglo X.

La mezquita aljama ocuparía el solar donde ahora se levanta la iglesia de Santa María, donde se perpetúa, por tanto, el carácter de templo principal. Aún se conserva parte de la estructura islámica original en el Patio de los Naranjos, cuyos elementos tipológicos permiten fecharla hacia el siglo XI. Es posible la existencia de mezquitas menores en Carmona, dada la importancia de la ciudad, pero ninguna prueba permite afirmarlo.

Hasta principios del presente siglo no fue posible la localización exacta del zoco y los baños, aunque la tradición sitúa los últimos en la zona de San Bartolomé. Se cree que el trazado del viario actual pudo ser muy semejante al de la ciudad de época andalusí, lo que explicaría parcialmente la ausencia arqueológica de restos de edificaciones, al no haber sido frecuentes las reparcelaciones. Se mantuvo la vía principal, el antiguo cardo romano, comunicando el acceso desde Sevilla con la mezquita aljama.

Dentro de la estructura defensiva, Carmona cuenta con el Alcázar del rey Don Pedro -hoy convertido en Parador de Turismo-, la Puerta de Sevilla -fortificada a modo de pequeño Alcázar-, la Puerta de Córdoba y la Torre del Picacho. Carmona forma parte también de la llamada ruta de Washington Irving, siendo una ruta que comunica Sevilla con Granada. El nombre de la ruta hace referencia a dicho escritor estadounidense que visitó la región en el año 1829. 

Terraza de los Anexos en el Alcázar de abajo, Carmona

Por otro lado, existe un texto del geógrafo Al-Himyarí que ofrece una descripción relativamente detallada de la ciudad y su entorno y que dice "Se encuentra en la ladera de una montaña y está rodeada de una muralla de piedra. Durante el período de paz se abrieron portillos en esta muralla, que fueron cerrados en la época de agitaciones. Carmona es habitualmente inexpugnable por todos los lados de su contorno, excepto por su cara occidental: allí, la altura de la muralla es de 40 piedras, que equivale a 43 codos". 

"En la muralla oeste hay una torre conocida como Al-Burg Al-Agamm; en caso de guerra se colocan sobre esta plataforma lanza-proyectiles. En el ángulo de esta misma muralla norte hay otra más alta, que recibe el nombre de Samarmala: está cubierta por una torre de defensa y domina, al exterior, una verde pradera cuya hierba no se seca jamás. A lo largo de esta muralla corre una fosa muy profunda, que data de la antigüedad y cuyo terraplén se une a la muralla". 

"Sobre el trazado de la muralla sur se observa en cierto lugar una gran roca escarpada, levantada como un muro y tan alta que apenas se puede levantar los ojos hasta su cumbre: la muralla está construida por encima, entre ésta y el borde de la roca hay espacio suficiente para el paso de un hombre. Algunos se deslizan desde allí para ir a recoger miel y sacar los pájaros de la fisura de la roca. Esta misma muralla meridional está horadada por una puerta llamada Bab Yarni, cuyo nombre proviene del burgo Yarni, no lejos de ella". 

"La Puerta de Córdoba está al este de la muralla: forma una obra defensiva con torres. La Puerta de Calsena se encuentra al nordeste, y es la que hay que franquear al volver a Córdoba, pues el camino a que da acceso es fácil, mientras que el que sale de la Puerta de Córdoba es difícil y escarpado. La Puerta de Sevilla está al este: un poco retirada para el que entra a Carmona. Se encuentra una segunda puerta a cincuenta codos de la otra"

entrada a Torre del Oro en Alcázar de abajo

"Hay en Carmona una mezquita mayor con columnas de mármol y pilastras de piedra. También hay un mercado semanal que tiene lugar los jueves. Hay baños públicos y un arsenal, que fue construido después de la incursión de los normandos para que sirviera de depósito de armas. En el interior de Carmona hay numerosas ruinas antiguas y una cantera de piedra. En los alrededores hay muchas canteras, una de ellas al norte". 

Muchos de los elementos citados en estos textos son identificables actualmente. En lo que se refiere a los accesos al interior de la ciudad amurallada, la descripción de la Puerta de Córdoba responde exactamente a la realidad. La de Samarmala correspondería a la ya derribada de la Sedía y la de Yarni a la Puerta de Morón. Cierta confusión se da con respecto a la Puerta de Calsena, puesto que esta era una ciudad cercana a Arcos de la Frontera y podría ser la misma que la Puerta de Yarni. 

Por su parte, la Puerta de Sevilla se corresponde con la que el geógrafo identifica como Al-Aggam y las canteras de las que habla son claramente reconocibles en las Cuevas de la Batida. La imagen abigarrada del casco histórico de Carmona puede servir de aproximación a la fisonomía urbana de época islámica, con la salvedad de que en esa época había muchos más baldíos, sobre todo en la zona más cercana a la muralla. El cementerio como tal no ha sido aún localizado y algunas tumbas, aisladas y excesivamente alejadas de la ciudad, fueron halladas en la zona de Campo Real. 

También el geógrafo Al-Himyarí hablaba de la construcción de un arsenal en la ciudad, como prevención quizá ante ataques inesperados como el que se produjo en el año 844 en Sevilla y que tuvo por protagonista a una flota de vikingos, siendo la única mención que contienen las fuentes a la existencia de arquitectura industrial en Qarmuna. Sobre su localización, la hipótesis más viable es la que se deriva de la existencia de dos calles denominadas Atarazana y Atarazanilla.

Alcázar de abajo y Puerta de Sevilla en Carmona

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