La poesía en Al-Ándalus. Territorios taifas.

paraje de costa en El Algarve

No sólo el tan conocido rey Al-Mu'támid en la taifa de Sevilla se distinguió por su mecenazgo con los poetas de la época. Todos los reyes de taifas, sin excepción, favorecieron la producción poética y tan importante era para ellos extender su territorio en luchas como competir por albergar en su corte a los poetas más renombrados. 

Como sabemos, el occidente conlleva el nombre geográfico de Garb Al-Ándalus u oeste de Al-Ándalus, nombre que perdura aún hoy en el sur de Portugal como El Algarve. En esta zona sudoccidental, los poetas estuvieron bajo la influencia estelar de Sevilla, pues los pequeños reinos del Algarve fueron incorporados a esta taifa por el abbadí Al-Mu'tadid. Así, el mejor de sus poetas en esta época fue Ibn Ammar desde la localidad de Silves, la misma ciudad que acogía a su hijo y futuro sucesor, Al-Mu'támid. 

Las tierras centrales de lo que son hoy Portugal y Extremadura formaron el reino de taifas de Badajoz, que conservó su autonomía hasta la conquista de los almorávides con la dinastía de los Banu Aftas o aftasíes. Estos soberanos, de lejano origen bereber, se distinguieron de las otras dinastías de este origen étnico más o menos lejano como Granada o Toledo por gustar, cultivar y proteger la literatura.

Cuando accedieron al poder los Banu Sumadih en Almería, siendo una familia de origen árabe, tras el dominio de los fatas Jairán y Zuhayr, en el año 1041, alrededor del rey Al-Mu'tasim se produce una pequeña corte poética. De este modo, la taifa de Almería contó con el poeta y visir de Al-Mu'tasim, en la segunda mitad del siglo XI, llamado Ibn Al-Haddad, siendo de Guadix y conocido como poeta filosófico que se enamoró de una doncella cristiana y después marchó a Zaragoza. 

interior de la Puerta de la Justicia en Almería

Hay que mencionar también a los poetas satíricos Ibn Uht Ganim y Al-Sumaysir, natural de la localidad de Elvira. Este último fue uno de los pocos poetas andalusíes especializados en poemas de tipo ascético o zuhdiyyat. Bajo el gobierno del citado Al-Mu'tasim se logró reunir en Almería un amplio grupo de poetas en su corte entre los que también contaban su hijo Abu Yafar y su hija Umm Al-Quiram. Otra mujer poeta formaba parte de la corte del mismo rey y destacaba por su belleza, Al-Gassaniyya Al-Bayyaniyya, nacida en la ciudad-estado independiente de Pechina, en la costa almeriense, aunque por desgracia no se conservan poemas de esta mujer.

Curiosamente, la mayor parte de los poetas, exceptuados los príncipes de la familia en el poder, eran de origen granadino, huidos del ambiente poco favorable para la literatura árabe que ofrecía la corte de los bereberes ziríes de Granada, donde el único poeta que había podido sobrevivir fue Abu Ishaq de Elvira, el alfaquí de corazón de esparto.

El rey Al-Muzáffar, en la taifa de Badajoz, fue también el escritor de una enciclopedia literaria llamada Al-Muzaffariya. Fue protector del poeta de corriente modernista Ibn Sarah de Santarem, Portugal. Su sucesor en el reino pacense, Al-Mutawákkil fue protector de dos hermanos poetas epicúreos y melancólicos, los Al-Qabturnuh así como del gran elegíaco de la muerte del gran rey Al-Mutawákkil, que fue ejecutado por los almorávides, conocido como Ibn Abdun de Évora.

Por su parte, la corte taifa de Denia gozó de cierto esplendor literario gracias a la cantidad de gramáticos que reunió. Su soberano Muyahid, muy culto y militar de origen seguramente sardo, aunque educado en Córdoba, acogió a importantes intelectuales cordobeses tras la caída del califato. En esta taifa la poesía sería fruta madura ya que Muyahid no era proclive a los poetas y prefería a los filólogos, ulemas y prosistas, porque, filólogo él mismo, pensaba que los poetas no utilizaban las palabras con propiedad.

adarve de muralla y Torre de Espantaperros en Badajoz

A pesar de ello Muyahid, ante la figura de Ibn Darray Al-Qastalli -llegado desde la corte cordobesa- guardó un respetuoso silencio cuando el anciano poeta recitó ante él una solemne qasida en la que hizo referencia a Muyahid como marino, ya que con sus naves conquistó las Islas Baleares y Cerdeña. Podemos destacar también al excelente lexicógrafo Ibn Sidah, el filólogo coránico Ad-Dana o el visir y destacado prosista Abu Amir Ibn García. 

Cuando los poetas no tenían la categoría del citado Ibn Darray Al-Qastalli, eran objeto de la burla de Muyahid. Un día se le presentó Abu Alí Idris Ibn Al-Yamani de Ibiza, isla balear famosa entonces por sus sabinas y le recitó, mientras el emir se dedicaba a tirarse de unos pelillos que tenía en la mejilla ante el farragoso estilo del poeta balear, "Cuantas noches he viajado, preocupado porque conmigo no iba la estrella de la buena suerte, iba acompañado de un grupo de gentes altivas como leones del desierto o serpientes".

Todos ellos cultivaron la poesía, como era habitual en todos los hombres de letras andalusíes, pero el poeta árabe más destacado en la taifa de Denia fue Ibn Al-Labbana que, entre los siglos XI y XII, desarrolló su quehacer poético en alabanza de la corte hudí de la taifa de Zaragoza y lo mismo desempeñó en la taifa de Mallorca, perteneciendo a la tercera generación taifal. 

La conquista de Denia por los hudíes de Zaragoza le lleva a exiliarse de su patria y hacer florecer su poesía en otras tierras. De igual forma, el científico, filósofo, médico, botánico y musicólogo Abu Al-Salt, nacido en Denia y emigrado a Sevilla, sería poeta en las lejanas tierras de Egipto y Túnez. En cuanto a la taifa de Murcia, habría que esperar al siglo XII para encontrar excelentes poetas en estas tierras.

puerta en el llamado castillo de Denia

En la taifa de Granada se localiza el conocido Semuel ben Nagrella, visir de los reyes ziríes, que fue un importante lírico tanto en árabe como en hebreo. Contra él escribió una casida satírica el poeta Abu Ishaq de Elvira, que dio pie a un episodio de persecución hacia los judíos en el año 1066.

Ibn Jaldún era conocido tanto en Granada como en el resto de la península cristiana. Cuando fue a Sevilla como embajador del sultán de Granada en una misión diplomática, el rey Pedro I el Cruel hizo todo lo posible para que se quedara en su corte como consejero. Le ofreció devolverle la finca de su familia, ya que Jaldún era de origen sevillano, hacienda conocida en Dos Hermanas con el nombre de Torre de Doña María ya que el rey castellano se la había regalado a su amante, María de Padilla, ya fallecida cuando el poeta se presentó en Sevilla. Jaldún no aceptó y volvió a Granada donde entonces escribió su memorable Muqqadima.

En la corte de Said Ibn Hakam, en el siglo XIII de Menorca, se formó también una pequeña corte literaria de exiliados andalusíes de la península, donde los poetas continuaron componiendo. Uno de sus huéspedes fue Ibn Sahl de Sevilla. Nacido judío, Ibn Sahl se hizo musulmán, experiencia que describió mediante poemas homoeróticos. Así, amando a un efebo llamado Musa o Moisés, le abandona por otro llamado Muhammad o Mahoma. 

La taifa de Sevilla fue la que, de un modo más pujante, estimuló el cultivo de la poesía, patrocinada y practicada incluso por sus reyes, como Al-Mu'tádid y su sucesor Al-Mu'támid. La ciudad de Sevilla ejerció como centro de atracción para los poetas hispano-árabes del siglo XI y no tuvo rival en esta disciplina en su tiempo, tanto por la cantidad como por la calidad de su lírica. En la época inmediatamente posterior a la caída del califato de Córdoba, la lírica sevillana sigue produciendo nawriyyat, con descripción a las flores, así como panegíricos de adulación a los monarcas. Una antología de esta poesía encomiástica fue recopilada por Abu Al-Walid Ismail Ibn Amir Al-Habibi de Sevilla. 

entrada al Palacio de Dar Al-Horra en Granada

Durante el reinado de Al-Mu'tádid se establece en su corte el mejor poeta neoclásico de Al-Ándalus, Ibn Zaydún de Córdoba, cuyos poemas amorosos suponen la cumbre de la poesía árabe de todos los tiempos, aunque también escribió panegíricos aúlicos, autoelogios y sátiras dirigidas a sus rivales. Otro poeta destacado de la corte sevillana es Abul Walid Al-Himyari, quien cultivó una poesía de tipo hedonista y compiló una antología de un grupo de poetas que cantaron a los placeres como él, agrupándolo en su obra Kitab al-badi fi wasf ar-rabi o Libro del estilo maravilloso en la descripción de la primavera

Al-Mu'támid, sucesor de Al-Mu'tádid, fue además de protector de la poesía un excelente poeta de la época. Compuso qasidas neoclásicas, poesía modernista y moaxajas, destacando los desgarrados poemas que escribió en su exilio en el Magreb tras ser derrocado por los almorávides. Entre sus protegidos figuraron el panegirista Ibn Ammar (Abenámar para los cristianos), Ibn Al-Labbana de Denia e Ibn Hamdis de Zaragoza, que introdujo en las awsaf  (descripciones de hechos u objetos) el tema arquitectónico. El citado Ibn Al-Labbana le guardó fidelidad y lo acompañó en el exilio hasta su muerte.

Este rey sevillano mantuvo una academia poética que exigía unas duras pruebas de ingreso. Una vez que accedían al rango académico sevillano, entraban en contacto con los mejores poetas del occidente árabe. Más tarde, tras la llegada de los almorávides, muchos se dispersaron -en muchas ocasiones hacia el Levante- y siguieron difundiendo la mejor poesía andalusí por la península e incluso llegaron a influir en la lírica árabe de Oriente. En la corte de Sevilla recalaron grandes poetas sicilianos que huían de la invasión normanda, tales como el citado Ibn Hamdis o Abu Al-Arab. Otros autores sevillanos de menor renombre que los citados de la corte son Abd Al-Yalil, Ali Ibn Hisn o Ibn Al-Milh.

Desde bien joven, al que después fuera rey Al-Mu'támid le unió una amistad especial y apasionada con otro de los grandes poetas de la época y ya citado, Ibn Ammar, del que fue discípulo en Silves. Desterrado por Al-Mu'tádid a Zaragoza para evitar la perniciosa influencia sobre su hijo, Ibn Ammar escribió una qasida al rey pidiendo perdón, pero tal vez la mención de sus diversiones y sus noches de juventud con Al-Mu'támid en Silves provocó que la qasida no tuviera efecto.

vista de muralla integrada en la ciudad de Sevilla

Al final de las vidas de Al-Mu'támid e Ibn Ammar, rey y ministro, la relación se torció por un enfrentamiento de Ibn Ammar, a la sazón gobernador de Murcia, con el rey de Valencia. El rey sevillano entonces escribió una qasida satírica, en la que ridiculizaba los orígenes humildes de Ibn Ammar. En la qasida con que le respondió éste, se burlaba de los abbadíes, de la esposa e hijos de Al-Mu'támid y le acusaba de sodomía recordando los días de Silves.

Tras la salida de Córdoba de muchos literatos y poetas, los primeros nombres que suenan en tierras levantinas son los de los poetas Said de Bagdad o Ibn Darray Al-Qastalli. Una de las más perfectas qasidas neoclásicas de este último había sido compuesta en Valencia en honor de los dos fatas que compartían el poder en dicha ciudad. La presencia cultural cordobesa continúa en Valencia cuando se convierte en rey de la misma Abd Al-Aziz, nieto de Almanzor. 

En Balansiya, el nombre que recibió la Valencia musulmana, Ibn Hariq Al-Makhzum fue un poeta que nació a mediados del siglo XII, profundo conocedor de la cultura oriental, también era docto en cuestiones literarias y de lengua. Lo demuestra el hecho de que fuera el maestro de Ibn Al-Abbar, el historiador y poeta más significativo entre los valencianos de su época. Sus versos más conocidos son los dedicados a unas galeras y los dedicados a la ciudad de Valencia. "Balansiya es la apoteosis de la belleza, su reputación es buena tanto en el Este como en el Oeste, si alguien dijera que es un lugar caro y una ciudad en la que no cesan las luchas di tú que es un paraíso al que no se puede llegar sino pasando por el hambre y la guerra".

El gran poeta de la localidad de Alzira, Ibn Jafaÿa, además de poemas florales en género nawriyyat, también escribió sobre las inundaciones que se sufrían en la zona de Xarq Al-Ándalus en el siglo XII, siendo versos estremecedores "He vuelto a Alzira entre el trueno que retumba en mi oído y la lluvia que azota mis hombros, como un ave paralizada por las aguas cuyos polluelos están en el nido, atormentados, viendo cómo se derrumban los muros bajo el peso continuo de las nubes. El mar de la riada, oleadas de barro; el cielo, generoso en lágrimas; los edificios, resquebrajados, humillados como cautivos ante el tirano".

los llamados Baños del Almirante en Valencia

La taifa de Zaragoza no se caracterizó por la calidad de sus poetas autóctonos, pero acogió a importantes poetas andalusíes y también orientales en períodos de persecución, conflictos militares o integrismo. El primer rey independiente de Zaragoza, Mundir I, al elevarse al poder en el año 1017 se apresuró a atraer a algunos de los literatos más brillantes que huían desde el sur de las guerras derivadas de la crisis del califato, como los visires y poetas Ibn Burd Alakbar e Ibn Hazm, éste último durante corto tiempo.

Ya antes de los disturbios, a finales del siglo X, se había asentado en Saraqusta el célebre poeta Yusuf Ibn Harun Ar-Ramadi, panagirista de Almanzor, que difundió en esta ciudad las modas líricas cordobesas, dirigiendo elogios poéticos a los tuyibíes. Entre los que llegaron en plenas convulsiones del califato destacan el poeta y filólogo iraquí afincado en Córdoba, Said Al-Baggadi, maestro de Ibn Hayyan e Ibn Hazm, y el poeta Ahmad Ibn Muhammad Ibn Darray Al-Qastalli, que llegó en el año 1018, cultivador de una poesía manierista inspirada en el gran poeta neoclásico Al-Mutanabbi.

Ibn Darray puso su talento panegirista al servicio de Mundir I y de su hijo y sucesor, Yahaya Al-Muzaffar, hasta su marcha a Denia en el año 1028. Sin embargo, la eminencia de la cultura judía de la taifa de Zaragoza de este período corresponde a Ibn Gabirol, gran poeta y filósofo conocido en el mundo cristiano como Avicebrón, nacido en Málaga pero criado y educado en Zaragoza, donde estudió con Marwan Yonah ben Yanah hasta el año 1039, gracias al mecenazgo de Yequtiel ben Ishaq, secretario y visir de Mundir II.

Ibn Gabirol escribió sentidas elegías a la muerte de su maestro y marchó a Granada en busca de la protección de Yusuf ben Nagrella. Durante la época del dominio hudí la cultura saraqustí llegó a su máximo desarrollo, sobre todo en las disciplinas matemáticas y en el cultivo de la filosofía. Uno de los funcionarios de la corte del poderoso Al-Muqtádir, el muladí Abu Amir Ibn Gundisalb (o Gundisalvo), alcanzó el rango de gran visir y compuso poesía encomiástica y satírica. 

adarve de muralla en Alcazaba de Málaga

Otro de sus visires letrados fue el judío convertido al islam, Abu Al-Fadl Hasday Ibn Hasday, que mantuvo su cargo de gran visir con los sucesivos monarcas Al-Mu'taman y Al-Musta'in II. Nacido en Zaragoza hacia el año 1050 e hijo del poeta Yusef Ibn Hasday, fue un notable escritor y orador en árabe y hebreo, y poseía una extensa formación literaria, filosófica y científica. Por su parte, Abu Ul-Mutárrif Ibn Ad-Dabbag fue katib o secretario de Al-Muqtádir y destacó en el género epistolar.

En esta época también recalaron en la corte zaragozana literatos exiliados de sus taifas por diversas razones, frecuentemente políticas. Uno de los primeros fue Abu Umar Yusuf Ibn Yafar Al-Bayi, que se hizo célebre por sus elegantes epístolas en prosa rimada redactadas en nombre del rey y dirigidas a importantes personalidades de la época como el rey de Sevilla Al-Mu'tádid, o el de Toledo, Al-Mamún. A la muerte del gran rey Al-Muqtádir, Al-Bayi le dirigió una emocionada elegía.

El poeta Ibn Al-Haddad, que provenía de Almería, cultivó la poesía heroica y panegírica, celebrando las victorias de Al-Muqtádir sobre su hermano Yusuf Al-Muzáffar de Lérida (seguramente la que le costó el trono hacia el año 1080) y sobre Ibn Rudmir, es decir, Sancho Ramírez el rey de Aragón, a quien tomó varias fortalezas entre los años 1079 y 1080. Los sucesores de Al-Muqtádir mostraron una igual o incluso mayor vocación de mecenazgo de las letras y las ciencias.

Cabe mencionar la breve estancia de dos años en Zaragoza del muy famoso y ya citado Ibn Ammar, amigo apasionado, poeta áulico y panegirista de Al-Mu'támid en Sevilla. Pese a quejarse de su destino, pudo dedicar sus gazales, género que dominó con maestría, a los bellos efebos de la corte zaragozana de Ibn Hud Al-Mutamán. A la muerte de su padre, Al-Mu'támid mandó traer a Sevilla de nuevo a su antiguo amigo y amante y juntos gobernaron como rey y ministro durante un tiempo. Ibn Ammar, además de poeta era ajedrecista y viajaba retando a los mejores porque se consideraba invencible. Fue un personaje clave en la política entre el rey abbadí Al-Mu'támid y el rey Alfonso VI de León, que a su vez era gran aficionado al ajedrez. 

Torre de los Pozos en Cáceres

El cuarto monarca hudí, Al-Musta'in II contó con el poeta zaragozano más importante del siglo XI, Al-Yazzar As-Saraqusti, conocido por su oficio y apelativo Yazzar, es decir, el Carnicero. Este sería un ejemplo de ascenso social andalusí, pues Al-Yazzar llegó a poeta áulico y secretario-visir con Al-Mu'tamin y con su sucesor Al-Musta'in II. Escribió panegíricos a ambos reyes, pero destaca en el género burlesco como autor de conocidos epigramas. También le debemos una magnífica descripción lírica del Palacio de la Aljafería, siendo notables también sus diez moaxajas, casi todas en tono lírico y tema amoroso, dos de las cuales incluyen jarchas o estrofa final escrita en romance andalusí.

En Zaragoza, el segundo gobernador almorávide a comienzos del siglo XII, Ibn Tifilwit, volvió a rodearse de literatos y científicos y a instalarse en los salones de la Aljafería rodeado de lujo en una corte de poetas y filósofos, donde destacaron Ibn Jafaya de Alzira y Abu Bakr Muhammad Ibn Yahya Ibn Saig Ibn Bayyá, el gran filósofo y también músico y poeta conocido como Avempace, a quien se ha atribuido la invención del zéjel.

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