manuscrito Poema de Yusuf |
En Al-Ándalus existió una gran sensibilidad hacia la poesía pues los musulmanes veían en ella una manera común de expresar sus sentimientos, su adulación, su obediencia o su fe, y se deleitaban escribiendo y oyendo poemas. La poesía fue un género literario que se desarrolló de manera significativa, yendo paralelo a otras disciplinas artísticas relevantes. Durante los diferentes períodos de Al-Ándalus en la península este arte experimentó épocas de gran florecimiento, pero también algunas de decadencia.
La expansión musulmana por la península supuso la creación de una nueva cultura y los nuevos pobladores extendieron los conocimientos de Oriente, pero a su vez asumieron las peculiaridades locales haciéndolas suyas de una manera diferente y única en el mundo islámico. Fruto de ello es su legado artístico, único en el mundo árabe y donde destaca su producción literaria y, más concretamente, la poética.
En los períodos anteriores al período califal la poesía fue más pobre y tuvo como tema principal el elogio al soberano. El primer poeta andalusí conocido fue Abu Al-Majsi quien, por enfrentarse a los poderosos con sus sátiras, fue castigado a que le arrancasen los ojos y la lengua. A pesar de ello, siguió componiendo acompañado por una joven que recitaba las poesías. Según cuentan, a Abu Al-Majsi ya siendo anciano le volvió a crecer la lengua y murió en el año 794 en Madinat Ilbira, cerca de Granada.
Los filólogos árabes de los siglos VIII y IX consideraban que la qasida, además de su rima y métrica, tenía una estructura temática fija. Así, la qasida tenía tres partes: nasib o elegía amorosa donde el poeta recordaba sus amores, siempre frustrados, ante los restos que había dejado la acampada de la tribu de la amada, rahíl, en la que el poeta describía su viaje o deambular por las zonas desérticas de Arabia, con descripción minuciosa de su montura, caballo o camello y, la tercera parte era el madih o elogio al personaje al que la qasida iba dedicada o, por el contrario, era una hicha o sátira contra enemigos del poeta.
La poesía pre-islámica reflejaba los sentimientos -siempre lírica- del árabe beduino, nómada, pastor de camellos, en un medio físico hostil, con los rígidos códigos tribales que le permiten sobrevivir al conservar equilibrio con su medio. El sentimiento amoroso se manifiesta natural, sin sofisticaciones, reflejando unas relaciones entre los sexos bastante libres, en comparación con la sociedad islámica posterior. Aunque la qasida conservará su forma, sufrirá también continuas evoluciones en su contenido. Como consecuencia, esta poesía pre-islámica llega a resonar en un Al-Ándalus conquistado por los musulmanes a principios del siglo VIII y los primeros poemas que se escuchan son aún el canto del camellero.
taqa en palacio nazarí, Alcazaba de Málaga |
Podría decirse que la poesía comenzó realmente a florecer en la primera mitad del siglo IX, durante el reinado de Abd Al-Rahmán II, emir de Córdoba. Y ya en la época califal, y con el auge literario y multicultural cordobés, destacaron prolíferos poetas como el famosísimo Ibn Hazm con su obra "El collar de la paloma", una obra que ha sido traducida en numerosos idiomas. Desde época califal, la corte andalusí se rodeaba de funcionarios poetas que debían adular a sus mandatarios mediante la composición de madih o panegíricos y conmemorar los principales hechos cortesanos escribiendo rasail o misivas de la cancillería, escritas en prosa rimada intercalada de poemas.
Con la caída del califato de Córdoba en el siglo XI se produjo la descentralización de la cultura, que se extendió a todos los lugares de Al-Ándalus porque hasta entonces la poesía árabe era una manifestación cortesana y sólo en Córdoba y algunas otras cortes se encontraban los cenáculos en que un poeta se hacía, en las clases de poesía que se impartían en la mezquita, en los salones o en las tertulias. Los sabios, filólogos, literatos y los poetas de Córdoba emigraron de la ciudad destruida por los bereberes y llevaron sus conocimientos exquisitos a los más perdidos lugares de la península donde hallaron refugio.
Como consecuencia, hubo más poetas porque en época de taifas existían diferentes cortes. De este modo, algunas de ellas experimentaron una importante idolatría por la poesía, destacando la corte de Sevilla en época del abbadí Al-Mu'tádid y de su hijo y sucesor Al-Mu'támid a lo largo del siglo XI. Ambos fueron iniciados en este arte por el poeta Ibn Ammar y con ellos Sevilla se convirtió en un importante centro productor y de mecenazgo. En esta ciudad brilló especialmente el poeta cordobés Ibn Zaydún con sus famosos poemas de amor y desamor a la princesa y también poetisa cordobesa Wallada Bint Al-Mustakfi, la cual lo rechazó.
Fue la época de máximo esplendor cultural y literario de Al-Ándalus y en el terreno poético se produjeron innovaciones autóctonas que llevarían a la creación de géneros típicamente hispanos de la poesía árabe que influyeron notablemente en la lírica de tradición oral en lenguas románicas. Cada una de las cortes de pequeños reinos de taifas intentó emular los cenáculos aúlicos de la Córdoba califal omeya e incluso de la Bagdad abasí y su núcleo importante se formaba con los llamados nostálgicos del califato.
Podría decirse que la poesía que se cultivó en el siglo XI fue continuadora de la poesía del califato de Córdoba, incluyendo cambios ya realizados en el siglo IX por los llamados modernos, entre los que se encontraba el célebre músico y poeta Ziryab. La poesía llegó a tener tanta importancia en Al-Ándalus que la declamaban desde los más humildes hasta los príncipes, y se decía que en algunas regiones como Silves (al sur de Portugal donde se crió Al-Mu'támid que sería rey abbadí en la taifa de Sevilla) "hasta los campesinos tras el arado iban improvisando versos sobre cualquier asunto".
manuscrito de Ibn Jafaya, poeta de Alcira |
Es necesario contextualizar la poesía en su período histórico y conocer el entorno que hizo posible su diversidad. Muchos de los poetas eran funcionarios del califato omeya, nacidos y criados en ciudades como Madinat Al-Zahra o Madinat Al-Zahira y que recibieron una esmerada educación, que escribían el árabe más depurado y que esperaban un futuro cómodo en la corte y, de repente, vieron derrumbarse su mundo aun siendo jóvenes. Todos sintieron nostalgia por su infancia y se refugiaron en la escritura, siendo algunos de ellos extraordinarios poetas.
Los subgéneros dominantes entonces fueron la rita o elegía, compuesta por dos secciones -reflexiones generales sobre la existencia humana y palabras de consuelo para la parentela del desaparecido- y la qasida ya antes descrita. La corriente o línea modernista amplía los temas y géneros y se basa en la poesía oriental anterior, aclimatándola al territorio andalusí. Destaca la introducción de las awsaf, descripciones de hechos y objetos, que incluyen la nawriyyat (descripción de flores), la taradiyya (de tipo cinegético), la hamriyya (o báquica, ligada al encomio del vino y muy abundante en la poesía andalusí pese a los preceptos del Corán) o la zuhdiyya (poesía de carácter ascético).
Dicho de otro modo, al tiempo que cambia la expresión del sentimiento amoroso, lo hace el escenario que rodea al poeta, que prefiere el jardín, ese oasis civilizado por la arquitectura árabe para vivirlo y describirlo. La descripción de los jardines, por tanto, aparece como género temático conocido como rawdiyyat o jardineras y los andalusíes serían maestros en este tema, tanto en la descripción del jardín con sus árboles y arbustos, estanques, surtidores, etc, como en el detalle de sus flores, con el ya citado subgénero de las nawriyyat o florales.
Tal vez el primer poema del género floral o nawriyyat es el verso del famoso precursor de la aeronáutica nacido en Ronda, el popularmente conocido en el siglo X como Abbás Ibn Firnás, donde ya aparece una muestra de la humanización de la naturaleza "Aparecen en el jardín las rosas con las margaritas como unos labios rojos de una boca que ríe". El poeta del siglo XI, Ibn Zaydún, considerado el mayor poeta neoclásico de Al-Ándalus, fue el creador de un tipo de elegía que tiene precedentes en el nasib con una sobriedad serena en el verso, siendo el tema de las elegías los amores y lugares perdidos o la juventud que se aleja.
Del citado Zaydún se conserva una muy famosa elegía dedicada a la princesa Wallada en el marco nostálgico de las ruinas de la ciudad califal. "¡Qué hermosos días se fueron en el aljibe de la noria o en el palacio de Nasih, mientras el viento soplaba en los arroyos, rizando la superficie del agua en las acequias y el sol hacía brillar su lanza enrojecida! ¡Qué amable Al-Zahra, la de la bella vista, con su aura suave como suspiro, de diamantina pura. Basta un atisbo de su belleza para admirarla, jardín del Edén, río del paraíso, con sólo mirarla la vida se alarga". Ibn Faray de Jaén también escribió poemas en los géneros rawdiyyat y nawriyyat, culminando el gran maestro Ibn Jafaya de la localidad valenciana de Alzira, a comienzos del siglo XII, para quien el jardín tiene rostro humano.
Alhambra desde el Palacio de Dar Al-Horra |
Por otro lado, el prólogo amoroso de la casida o nasib se independiza para crear un género propio, el gazal o gacela, que admite dos temáticas: la gacela de amor udrí o casto y la de amor ibahi o libertino. Las aportaciones innovadoras propiamente hispánicas a la poesía islámica -si bien elaboradas a partir de formas orientales- consisten en la introducción y difusión de una lírica estrófica, frente a las largas series de versos monorrimos de las qasidas clásicas, y en la aparición del acento de intensidad en combinación con la tradicional métrica de cantidad de la sílaba en la poesía árabe. Así, aparecen dos nuevos géneros, la moaxaja o muwashaha y el zéjel o zayal.
La moaxaja es un poema dividido en estrofas de un limitado número de versos cortos con rimas variadas, una fija o qufl, que presenta la primera estrofa o matla y se repite en los versos de vuelta o estribillos o simt, y otras diversas para las distintas mudanzas o estrofas de rima independiente o gusn que alternan con los estribillos. Termina el poema con una estrofa que rima con la primera y los estribillos llamada markaz o harchah (salida), conocida en romance como jarcha. Esta estrofa final fue adquiriendo los rasgos de la lírica tradicional peninsular y su asunto es el del lamento amoroso femenino. La jarcha está escrita preferentemente en el dialecto árabe andalusí e incluso en un pidgin compuesto por rasgos del árabe hispánico coloquial y de la lengua romance de los cristianos.
En ocasiones, la lengua de la jarcha en su totalidad -aunque incorpore a menudo algún término del léxico árabe- es alguna variedad de los dialectos romances existentes en los siglos X y XI al que se ha denominado mozárabe. En cuanto a la métrica, admite alguna innovación a la habitual prosodia cuantitativa de la lírica árabe por influjo del acento de intensidad de las lenguas romances. El zéjel, por su parte, está escrito íntegramente en dialecto hispano-árabe. Consta de un estribillo de un verso y estrofas de una media de tres a cinco versos cortos rimados.
Durante el período almorávide las circunstancias sociales y políticas no favorecieron el desarrollo literario y los poetas quedaron más al servicio de sus gobernantes y a su exaltación. Ibn Jafaya de Alzira es uno de los más importantes poetas de esta época. Cultivó un estilo rawdiyyat con el que recreaba ambientes exquisitos, como en las descripciones de jardín que le valieron el apodo de Al-Yannan o El Jardinero. Tras la conquista cristiana se retiró a sus fincas levantinas, llevando una vida alejada de la política y se dedicó a cultivar sus huertas y a componer poesía. Su estilo ejerció tal influencia en los poetas andalusíes posteriores que fue el modelo de todos ellos hasta el final del reino nazarí de Granada.
Habría que esperar a la llegada del período almohade para que la poesía viviera un nuevo auge y trajera el surgimiento de nuevas cortes literarias en los siglos XII y XIII. En el último período almohade hay que resaltar al poeta del amor udrí o amor casto, Ibri Mutarrifz y a su musa y amada, la también poetisa Hafsa Bint Al-Hajj o Al-Rakuniyya. La mayor autonomía femenina almohade hizo aparecer un mayor número de poetisas, algunas de las cuales escribieron también poemas que cantaban la belleza femenina.
cancionero titulado Kunnas al-ha'ik |
Las que más se relacionaron con el ambiente literario eran las cantoras o qiyan, que recibían una esmerada educación para satisfacer a los demás, aprendían centenares de versos e improvisaban composiciones propias. En cualquier caso, destaca el alto nivel de educación que tenían las mujeres en Al-Ándalus, superior al estándar que imperaba en el Oriente musulmán de aquella época. Como ejemplo, Hafsa bint Al-Hayy, en el siglo XII, que provenía de una familia noble de Granada y fue famosa y una de las poetas de las que más obras se conservan. La llaman la maestra de su tiempo ya que tenía una gran cultura y acabó educando a princesas almohades en Marrakech, lugar donde murió.
De forma romántica, en uno de sus muchos versos sentencia "Preguntad a la nube palpitante si ha pasado la noche con mi amado, recordándome". Este poema se puede considerar dentro de la corriente udrí de la poesía. La también poeta Aixa bint Ahmad era de Córdoba y provenía de una familia rica y culta, destacando por sus grandes conocimientos y su capacidad para la poesía. No se casó, pero se conserva la respuesta que dio a un poeta que le pidió matrimonio "Una leona soy y nunca me agradaron los cubiles ajenos. Si tuviera que elegir alguno nunca contestaría a un perro, yo que tantas veces los oídos cerré a los leones".
La característica más destacada de la poesía hispano-musulmana es la dificultad que conlleva su contenido, siendo a veces ambiguo, con complicados juegos de palabras o lleno de metáforas, las cuales a lo largo de los siglos se fueron repitiendo de unos poemas a otros. También destaca la sutileza y belleza de su producción con temas muy variados, subrayando los relativos al amor y al desamor, a la naturaleza, a lo panegírico de adoración a los gobernantes, etc.
Estos poemas fueron plasmados en diferentes formatos en su creación, tales como en papel, en tejidos, en piezas realizadas en mármol, en yeso, madera u objetos de la más variada forma y material constructivo, como bien puede apreciarse en las múltiples inscripciones epigráficas presentes en Alhambra de Granada y el Generalife, creando una decoración tan variada y única que iba desde textos coránicos, fundacionales u honoríficos a descripciones poéticas. La poesía se fundía con los materiales constructivos y se convertía en un elemento decorativo más.
La Alhambra nazarí se decoró con bellos textos de tres importantes poetas, secretarios de la cancillería real y primeros ministros de la corte granadina como fueron Ibn Al-Yayyab, entre los siglos XIII y XIV, e Ibn Al-Jatib así como Ibn Zamrak durante el siglo XIV. Cada uno de ellos fue maestro del siguiente, aunque Ibn Zamrak es considerado el de mayor calidad poética de los tres. Los poemas en Alhambra y el Generalife fueron traducidos por primera vez por el morisco Alonso del Castillo durante el reinado de Felipe II y, posteriormente, por el padre Echeverría en el año 1764. A ellos les sucedieron numerosas traducciones de los viajeros románticos y otros estudiosos arabistas del siglo XX.
fuente del Patio de Lindaraja en Alhambra de Granada |
Uno de estos poemas monumentales lo encontramos en la fuente de Lindaraja, una obra del siglo XIV realizada en mármol con 2 m de diámetro, cuyo borde lo decora un poema de Ibn Zamrak a modo de banda. Este poema está compuesto por 19 versos, en metro ramal, rima en cuyo recorrido en círculo dificulta el discernimiento del inicio y fin del poema. En él se distinguen dos partes: una parte descriptiva de la fuente y otra aduladora de la dinastía nazarí. Dicho poema presenta algunas lagunas ya que la talla decorativa y epigráfica está inacabada, siendo esto todo un enigma.
Ha tenido varias traducciones, pero la más aceptada y conocida data del año 1985 del arabista y traductor Emilio García Gómez y nos dice "Logro el grado más alto en hermosura y a los hombres de mundo mi ser pasma. Nadie espacio más grande vio que el mío, por igual en Oriente y Occidente, ni rey, cristiano o árabe, tuvo antes una fuente que a mí se pareciera. Soy como órbita de agua que a los hombres manifiesta, reluce y no se oculta; mar muy grande, cerrado por riberas de bellísimo mármol escogido. Mi agua es perlas fundidas, que por hielo ves correr (tenlo a grande maravilla), y, por diáfana el agua, a través suyo, ni un instante de ti desaparezco".
"Se diría que yo y el agua pura que contengo y por mí se desparrama somos de hielo, que una parte se fundió y otra parte no se funde. Cuando flotan burbujas, me imaginas una esfera en que salen muchos astros, y cual concha de nácar por de fuera, junto dentro ese aljófar de burbujas....díjome: Que haya dicha eternamente para el bravo, de estirpe galibía, descendiente de régulos del Yemen (de excelencia luceros, cuna noble, los Jazray Banu Qayla, paladines de la fe, valedores del profeta). Te arrima su ventura lo lejano; su guía te esclarece lo sombrío, en un país que está siempre a buen seguro, con vasallos de vida acomodada, jefe al par mundanal y religioso, de un altísimo imperio en el sagrado..."
En definitiva, en Al-Ándalus se escribía poesía lírica cuando en el resto de la península no existía la lírica, ya que en los reinos de Castilla o de León se escribía poesía épica. Se puede decir que hasta el siglo XI, la península estuvo dividida literariamente entre el norte épico y el sur lírico. La lírica se funde con la poesía provenzal que cantaban los trovadores en el sur de Francia y ha llegado hasta nuestros días dentro de la corriente romántica.
La influencia de la poesía andalusí ha marcado la evolución de la poesía europea en general y ha llegado hasta nuestros días. El asesinado poeta granadino Federico García Lorca tituló el último de sus poemarios El diván del Tamarit, cuando precisamente diwán significa en árabe Colección de poemas. Y el mismo García Lorca divide su poemario en casídas y gacelas que son dos géneros clásicos de la poesía árabe. Todo el poemario está impregnado de la aparente sencillez de la poesía andalusí.
patio del museo y casa de García Lorca en Fuente Vaqueros (Granada) |
Los poemas de García Lorca están compuestos como canciones, en la más estricta tradición árabe y en su biblioteca tenía distintos volúmenes de poesía árabe. También formaba parte de su biblioteca un ejemplar de Poemas arabigoandaluces, traducidos por el mismo autor de la fuente de Lindaraja, Emilio García Gómez y publicado en el año 1930. Aunque el libro que más llama la atención es el de las Rubayat del autor persa Omar Jayyam, subrayado y con anotaciones al margen del propio Lorca.
Resulta curioso que el afamado cantaor de flamenco José Monje el Camarón de la Isla de San Fernando, en Cádiz, decidió realizar un trabajo de flamenco fusión que aparecería bajo del nombre La leyenda del tiempo y en él Camarón pone voz a un poema que pertenece al inicio del tercer acto de Así que pasen cinco años, una extraña obra de teatro que Federico García Lorca escribió en 1931 pero que nunca conoció estrenada. De hecho esta obra se estrenó primero en Nueva York en 1945 y fue estrenada en España en el año 1978.
Camarón en esta Leyenda del tiempo también canta versos del mencionado Omar Jayyam de su poemario Rubayat en los cuales el autor -también matemático y astrónomo- nos dice "Viejo mundo, el caballo blanco y negro del día y de la noche atraviesa al galope. Eres el triste palacio donde cien príncipes soñaron con la gloria, donde cien reyes soñaron con el amor y se despertaron llorando. Un poco de pan y un poquito de agua fresca, la sombra de un árbol y tus ojos, no hay sultán más feliz que yo ni mendigo más probe. El mundo, un grano de polvo en el espacio. La ciencia de los hombres, palabra. Los pueblos, los animales y las flores de los siete climas son sombras de la nada. Quiero al amante que gime de felicidad y desprecio al hipócrita que reza una plegaria".
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