Ronda

vista del puente sobre el Guadalevín en Ronda

Ronda es un municipio o pequeña ciudad de Málaga situado al noroeste de la provincia, siendo también la capital de la comarca de la serranía de Ronda. Su término municipal se extiende sobre una meseta conocida como depresión de Ronda por las sierras que la circundan. Su nombre tiene su origen en la Arunda romana, que se continuaría a partir de los asentamientos ibéricos existentes. 

Los visigodos le dieron continuidad al lugar hasta la llegada de los musulmanes, quienes consolidaron su papel de cabecera comarcal así como su entidad urbana. Su emplazamiento facilitó la defensa de la ciudad y la puso en una situación estratégica para dominar los pasos y caminos hacia las bajas regiones de Al-Ándalus. Esto y la disponibilidad de tierras aptas para la agricultura le concedieron finalmente una importancia histórica notable en esa época.

La ciudad se asienta sobre una meseta cortada por un profundo tajo excavado por el discurrir del Guadalevín, afluente del río Guadiaro, al que asoman los edificios de su centro histórico, lo que confiere a la ciudad de Ronda una panorámica pintoresca que se une a la variedad de monumentos que posee, a su entorno natural y a su cercanía de la costa del Sol mediterránea. La cornisa del tajo y el puente que lo salva son la imagen por antonomasia de la ciudad.

tramo del adarve y murallas de Ronda

Ronda, como se ha dicho, está rodeada por sierras. En el interior el relieve es suave y comprende zonas de dehesa y zonas hortícolas y cerealistas. El tajo se extiende además sobre el valle de los Molinos. Al este de la pequeña ciudad se encuentra el parque natural de la Sierra de las Nieves, al sur el valle del Genal, al oeste la sierra de Grazalema y al norte otras tierras más llanas en dirección a Campillos.

En el año 713, tras la llegada musulmana al sur de la península, la actual Ronda abrió sus puertas, sin presentar batalla, a Zaidi Ibn Kesadi Al-Sebseki. La ciudad entonces pasó a denominarse Hisn Rand Onda traducido como La ciudad del Castillo, convirtiéndose en la capital de la qura o provincia andalusí de Takurunna durante el emirato omeya.

Con la desintegración del posterior califato de Córdoba, tres siglos después, la qura de Takurunna pasó a convertirse en la taifa de Ronda o Banu Ifren a comienzos del siglo XI, tratándose de un reino independiente regido por el bereber Abu Nur Hilal Ibn Abi Qurra, y sería durante este período cuando se crease la mayor parte del patrimonio monumental con que cuenta el caso histórico de Ronda así como los arrabales.

vista del tajo del Guadalevín y Casa del rey moro 

Abu Nur Hilal, bereber de la dinastía zenata, fue por tanto el fundador de la taifa de Ronda en el año 1015 y al hacerse con el trono se mostró partidario del omeya Sulaiman Al-Mustain que entonces todavía gobernaba el califato de Córdoba. Pero, al perder éste el trono en el año 1016 a manos del hammudí Ali Ibn Hamud Al-Nasir, el rey zenata de Ronda no dudó en reconocer a éste como nuevo califa. 

La alianza de Abu Nur Hilal con los hammudíes fue una forma de hacer frente a la presión que la taifa de Sevilla comenzaba a ejercer sobre todas las taifas vecinas y se mantendría incluso cuando Yahya Al-Muhtal fue también destronado como califa de Córdoba y pasó a gobernar la taifa de Málaga en el año 1026. Así, cuando el rey taifa malagueño Idris II fue expulsado del trono, Abu Nur Hilal no dudó en ofrecerle asilo en esta ciudad.

En el año 1051 llegó a un acuerdo con el rey sevillano abbadí Al-Mu'támid que, sin embargo, lo traicionó cuando tras invitarlo a la ciudad de Sevilla, junto a los reyes taifas de Morón y Arcos, los encarceló a todos. En aquella época Ronda estaba considerada una taifa menor, al igual que eran menores las taifas del Algarve, Algeciras, Arcos, Carmona, Huelva, Mértola, Morón, Niebla y Silves.

tramo de muralla de la ciudad de Ronda

La reinado taifa de Ronda continuó y Abu Nur Hilal fue sucedido en el trono por su hijo Abu Nars Fatuh en el año 1058 quien, tras morir emparedado en uno de los baños de su palacio en 1065, provocó que Ronda pasara a formar parte finalmente del reino sevillano abbadí de Al-Mu'támid, el cual a pesar de haber pasado a la historia como un amante de la poesía también se encontraba detrás del macabro episodio citado.

El período islámico de Ronda finaliza en el año 1485, cuando el rey Fernando de Aragón, llamado el rey católico, logra tomarla tras un prolongado asedio. Tras la conquista, muchos de los monumentos erigidos por los musulmanes son remodelados adecuándose a la nueva situación que vive la ciudad, extendiéndose en nuevos barrios y pasando a conocerse el antiguo núcleo de la medina árabe como La Ciudad. Entre los siglos XVI y XVII se conforma el grueso de La Ciudad como se conserva en la actualidad.

vista nocturna de la muralla de Ronda

En el siglo XVIII la ciudad de Ronda vive una etapa de importantes construcciones entre las que destacaron el llamado Puente Nuevo en sillería de piedra, que ha pasado a considerarse el símbolo de la ciudad y se construyó sobre la parte más alta del tajo del río. En la parte superior del puente se sitúan las dependencias que, en otros tiempos, fueron utilizadas como prisión. También se levantó la plaza de toros de la Real Maestranza, siendo una de las plazas taurinas más antiguas y monumentales del mundo. 

El llamado Puente Nuevo tiene bajo él una distancia de 100 m hasta llegar al curso del Guadalevín, uniendo hoy La Ciudad antigua de época musulmana con la nueva ciudad. El puente viejo original sobre el Guadalevín comunicaba la ciudad y el barroco barrio del Mercadillo, considerándose su construcción de época musulmana. 

Tras la conquista cristiana, ya a finales del siglo XV, el puente viejo quedó destrozado. Se restauró en el pasado siglo XX y el Puente Nuevo que hoy podemos ver se eleva a 31 m de distancia del río y su arco central mide 10 m. El puente se encuentra a pocos metros de los Baños árabes, de los cuales hablaremos en otro apartado ya que guardan un buen estado de conservación.

patio del Palacio de Mondragón, Ronda

Por su parte, el denominado Palacio de Mondragón es un edificio en estilo mudéjar-renacentista y alberga hoy el museo municipal de la ciudad de Ronda. Fue construido en el año 1314 por orden del rey benimerí Abd Al-Malik, hijo del sultán del Magreb Abu Al-Hasan Alí, quien llegó a habitarlo. Tras la muerte del rey Abd Al-Malik, la ciudad pasó a depender del Reino nazarí de Granada y el palacio pasó a ser la residencia del gobernador de Ronda, siendo su último ocupante Hamed Al-Zegrí. Tras la conquista, fue utilizado más adelante como residencia de los reyes católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. 

El llamado Palacio de Mondragón es, sin duda, el monumento civil más significativo de esta ciudad y como museo municipal posee en sus instalaciones una colección permanente que ofrece un discurso sobre la historia de la comarca de la Serranía de Ronda, apoyándose en las diferentes investigaciones arqueológicas desarrolladas hasta el momento en el territorio. De su época musulmana sólo queda el trazado de su planta, los cimientos y unos pasadizos subterráneos que comunicaban el jardín con el antiguo Alcázar.

El conocido como Palacio del rey moro y la mina eran, según cuenta la leyenda, la residencia del rey Almonatid, del cual se dice que bebía vino en los cráneos de sus enemigos. Desde este palacio o Casa del rey moro, situado en una zona inexpugnable sobre el escarpe del tajo, se puede bajar al fondo donde transcurre el Guadalevín a través de las escaleras de la mina y es que se trata de un palacio del siglo XVIII que alberga en su interior una mina de captación de agua de origen musulmán. 

la Casa del rey moro desde el otro lado del tajo

La mina fue entonces una compleja obra de ingeniería hidráulica construida durante el reino nazarí de Granada, que desciende hasta el fondo del tajo donde discurre el Guadalevín. Se construyó aprovechando una grieta natural vertical donde se desarrolla una escalera tallada en la roca con más de doscientos peldaños y que desciende en vertical unos 100 m. En su interior se localizan una serie de estancias, desde aljibes a habitaciones, que fueron utilizadas como polvorín y depósito de grano.

Después del abandono de esta mina en el siglo XVI, su recuerdo de utilidad se va borrando y en el imaginario colectivo de Ronda comienzan a aparecer distintas leyendas que narran la existencia de palacios fabulosos, como la supuesta residencia del rey Almonatid así como bellas princesas y fastuosos tesoros escondidos en las profundidades de la mina.

La Casa del rey moro, que como se ha dicho alberga en su interior esta sorprendente obra, se encuentra actualmente cerrada al visitante, aunque sí son visitables tanto la mina como sus valiosos jardines en terrazas conocidos como Jardines de Cuenca. Se presentan en diferentes niveles, salvados por escalinatas decoradas con azulejos y jalonadas por fuentes y albercas cubiertas por nenúfares, con la presencia constante del agua también en canalillos, habiendo sido diseñados por el prestigioso arquitecto y paisajista Forestier, combinando la influencia del clásico jardín hispano-musulmán con el diseño geométrico del jardín francés. 

restos de yeserías en la Casa del Gigante, Ronda

También cabe destacar en Ronda la denominada Casa del Gigante y el alminar de la iglesia de San Sebastián así como la gran cantidad de casas-palacio, callejuelas y plazoletas presentes en la ciudad compartiendo su origen de época islámica. La llamada Casa del Gigante está situada en el centro histórico y su construcción original fue probablemente de época nazarí, habiendo sido reconstruida en el siglo XIV con capiteles pertenecientes al siglo XIII asemejándose a edificaciones de Granada y el Magreb.

Esta Casa del Gigante toma su nombre de los relieves antropomorfos en piedra, tal vez de origen ibérico o fenicio, que decoraban las esquinas del edificio de los que tan sólo queda uno, muy deteriorado. En el interior del patio de esta casa se conservan partes de yeserías decoradas con motivos florales, algunas de las cuales debieron de estar ricamente decoradas por los restos de policromía que conservan recordándonos la puerta de acceso a la torre del Peinador de la reina, en Alhambra de Granada. 

intradós de arco en la Casa del Gigante

Esta sorprendente Casa del Gigante, tal y como hoy la vemos, es una interesante muestra de construcción señorial nazarí en Ronda y la única conservada en todo el reino nazarí si exceptuamos las de Granada o las de la alcazaba malagueña. Sus habitaciones se disponen en torno a un patio central con alberca. La entrada, que conduce al pórtico y a la sala norte, está decorada con ataurique e inscripciones cursivas. Por sus dimensiones, esta casa debía ser una de las más importantes de la ciudad, propiedad de un importante personaje de la nobleza benimerí.

Ronda, por otra parte, siempre estuvo dividida y aún conserva esta división en tres barrios. El primer barrio, el de San Francisco, es el más antiguo en donde estuvo enclavado el Alcázar y en el interior de este barrio podemos observar la Puerta de Almocábar y la muralla musulmana que rodeaba Ronda y que llega hasta el puente, en cuyo pie -como ya se ha dicho- destacan los Baños árabes siendo unos de los mejores baños públicos conservados de todo Al-Ándalus. 

El segundo barrio es el perteneciente a La Ciudad, donde se encuentran los grandes edificios, conventos, iglesias y palacios, así como tramos de muralla conformando calles muy pintorescas repletas de arcos, columnas, artesonados y arabescos que revelan su origen. Y por último, el barrio del Mercadillo que fue fundado a raíz de la conquista cristiana y es hoy notorio por su barroco caserío, deslumbrante en blancura y enriquecido por las rejas de sus ventanas.

puerta de Almocábar en la muralla de Ronda

En cuanto al amurallamiento urbano de la ciudad de Ronda en época islámica aún se conserva la ya citada Puerta de Almocábar, situada en el sector sur de la medina, que fue construida en el siglo XIII y reestructurada después durante el reinado del emperador Carlos V, por lo que a mediados del siglo XVI se le añadió otro cuerpo de acceso con puerta almenada de estilo renacentista, con arco de medio punto en piedra, sobre el que figura un gran escudo real sostenido por su águila imperial.

También destacan, en el sector este de La Ciudad, las murallas y la puerta de la Cijara. Este área se compone de una doble línea defensiva que albergaba los arrabales islámicos de Ronda, donde se localizaban los Baños públicos y cuyo amurallado fue continuación de la muralla del siglo VIII. Y por último, destacar en el sector oeste de la ciudad, las murallas de la Albacara y la puerta de los Molinos, así como la puerta del Viento. La puerta de los Molinos es una puerta árabe defensiva, en el camino de acceso a la ciudad, procedente de la vertiente oeste del tajo del Guadalevín dando acceso a la antigua medina.

puerta de los Molinos, acceso a la medina de Ronda

Por otra parte, son muy diversos los poetas y escritores que a lo largo de la historia han escrito acerca de la ciudad de Ronda, como el poeta Juan Ramón Jiménez que habló de ella como "la esencia del típico pueblo andaluz donde perderse" o el escritor Ernest Hemingway, amigo del torero Antonio Ordoñez y enamorado de esta ciudad, que hablaba de "el auténtico decorado romántico de Ronda y sus alrededores" en alguna ocasión dijo "aspiro a escribir como se torea en Ronda". El afamado escritor norteamericano le da nombre a un emblemático paseo de la ciudad.

Rafael Alberti, Luis Cernuda, Federico García Lorca, Joyce o Orson Welles son solo otros de los muchos nombres que cayeron rendidos a los pies de esta bella ciudad, dejando constancia de ello con sus comentarios, en sus escritos y describiéndola en algunas de sus conocidas obras. Juan Goytisolo nos decía acerca de su llegada a esta ciudad "Avistamos Ronda. Estaba enriscada en la sierra, como una prolongación natural del paisaje y, a la luz del sol, me pareció la ciudad más hermosa del mundo"

Para Vicente Aleixandre esta era "la ciudad del paraíso" y para el checo Rilke "He buscado por todas partes la ciudad soñada y al fin la he encontrado en Ronda. No hay nada más inesperado en España que esta ciudad salvaje y montañera". Rilke posee una calle con su nombre en esta ciudad y aún se conserva -tras más de un siglo- una habitación en el hotel Victoria tras su estancia en Ronda.

El Guadalevín pasando bajo el Puente Nuevo

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