fachada del Palacio de la Buhaira en Sevilla |
El edificio que hoy podemos contemplar como Palacio de la Buhaira en la ciudad de Sevilla es una construcción que data del siglo XIX, como pabellón neomudéjar de dos plantas. Desgraciadamente, se encuentra de forma permanente cerrado a las visitas, salvo en exposiciones frecuentes. En este lugar se situaba el original palacio que llevaba su nombre, del que apenas queda hoy visible la alberca y algunos de los arcos que servían para surtirla de agua.
Antes de la llegada de los almohades a la ciudad, bajo el mandato del rey de la taifa abbadí Al-Mu'támid se decidió desecar una gran laguna que ocupaba la zona que hoy conocemos como el Palacio de la Buhaira (al-buhaira se traduce como laguna) y gracias a tres botánicos de aquella época, Ibn Bassal, Abu Al-Jair e Ibn Hayay se convirtiría en una zona de recreo. Aquella laguna provenía de las aguas del arroyo Tagarete que abastecía a estas tierras.
Posteriormente, en la segunda mitad del siglo XII almohade, el entonces califa Abu Yacub Yusuf mandó crear un palacio de recreo junto con jardines en el año 1171, en las afueras de la Puerta de Yahwar, en el sitio entonces conocido entre la gente como Bocado del Faraón, e incluyó en su alineación los huertos denominados de Ibn Maslama, en los que se harían diversos experimentos agrícolas llenando el espacio de plantas aromáticas.
reflejo nocturno de la parte trasera del Palacio en la alberca |
El diseño del palacio original de la Buhaira y los huertos fueron obra del alarife o arquitecto Ahmad Ibn Basu, antes de dedicarse por completo a la construcción de la mezquita aljama almohade en el año 1172. Para la creación de este espacio agrícola de recreo o almunya se acarrearon tierras fértiles de diferentes lugares del Aljarafe sevillano y se mandaron traer desde distintos puntos de Al-Ándalus olivos, viñas, perales, manzanos y demás árboles frutales exóticos así como palmeras e, incluso, se emplearon expertos artesanos de todo el imperio en estos menesteres.
Los trabajos de plantación de toda la arboleda no concluyeron hasta el año 1195. Una vez finalizadas las obras, el conjunto del Palacio de la Buhaira quedó cercado por sus cuatro lados por una alta y potente tapia. Tal fue el interés del califa almohade en esos trabajos que, según cuentan las crónicas, acostumbraba a salir a caballo acompañado de gente principal para observar cómo se desarrollaban los trabajos y recrear su vista contemplando las obras.
Para el abastecimiento de agua se construyó un acueducto que enlazaba con el gran acueducto romano llamado Caños de Carmona, reconstruido en esa misma época almohade, cuya fuente procedía de la localidad cercana de Qal'at Yabir, la actual Alcalá de Guadaira. Ese agua se almacenaba en una gran alberca o estanque, de la forma en que hoy podemos contemplarlo.
construcción en jardines del Palacio de la Buhaira |
Tras la conquista cristiana de Sevilla en el año 1248, todos los bienes almohades pasaron a ser propiedad real, conservando en los primeros tiempos el nombre de Benahofar. El rey castellano Alfonso X el Sabio, hijo y sucesor del conquistador de la ciudad Fernando III el Santo, concedió este conjunto después al rey de Niebla, revirtiendo a los pocos años de nuevo a la corona castellana la cual, según parece, tuvo los terrenos en renta. Esto iba a dar origen al nombre de Huerta del Rey, como se llegó a conocer a esta zona.
El palacio original de época almohade, del que se conservan tan sólo algunos restos como ya se ha dicho, conformaba un pabellón rectangular, construido enteramente en ladrillo, formado por cuatro pórticos de pilares ochavados y flanqueado en sus costados por cuatro modestas torres colocadas a modo de estribos de las arquerías. Tras cada modificación en este palacio siempre se respetaron los restos almohades del primitivo inmueble que aún son visibles en la parte trasera del conjunto.
Las fachadas del Palacio de la Buhaira, tanto de poniente como de occidente, se modulan a partir de un amplio vano central, de mayores dimensiones que el resto, situado a eje de la gran alberca lo que provoca una fuerte disimetría en la distribución de la fachada. En el interior de este pórtico se levanta una estancia rectangular concebida en triple crujía, una central de planta rectangular y dos alcobas laterales asimétricas a las que se accede a través de un arco simple que descansa sobre pilastras.
el llamado Jardín de Palacio en el Palacio de la Buhaira |
Por la fachada meridional del edificio circulan los caños que llevaban el agua al interior de la gran alberca y posteriormente a la zona de las huertas del Palacio. Se conservan aún restos de aquella alberca, tratándose de un gran estanque cuadrangular con 1,70 m de profundidad media. Conforman sus paredes dos tabiques exteriores de ladrillo separados entre sí y un conglomerado de tapial rojizo, bastante compacto, que rellena el espacio interior de esta obra.
Se desconoce aún por dónde y cómo desaguaba esta gran balsa ya que los escasos conductos localizados que vertían el agua hacia fuera son de época muy posterior. En este sentido, no es posible descartar que el pozo de campana, que se halla en el centro aproximadamente de la alberca, pudiera ocupar y reaprovechar el lugar y las construcciones de una primitiva fosa limaria. La entrada de agua al interior de la alberca se realizaba a través de una placa de mármol lisa, situada en el centro del frente sur.
Este Palacio de la Buhaira actualmente no es uno de los lugares turísticos de Sevilla y tampoco uno de los monumentos imprescindibles de la ciudad. Sin embargo, una visita a este palacio y a sus jardines son remiten a un pasado de esplendor andalusí que merece ser conocido. El conjunto alberga, en resumen, las ruinas de aquel Palacio de la Buhaira, la alberca, la portada de las almenas, la puerta de San Agustín, la calle Nueva y la portada de Tejaroz.
vista del Palacio de la Buhaira en la ciudad de Sevilla |
En cuanto a los jardines de este palacio, se encuentran divididos en dos espacios. Por un lado, encontramos el llamado Jardín de Palacio, caracterizado por una plazoleta con una fuente, dos grandes estanques rectangulares, palmeras datileras, vegetación autóctona y la recuperada alberca de época islámica junto al antiguo palacio mudéjar. En el otro lado, podemos ver el Jardín de la Historia, caracterizado por diversos arriates, pequeños estanques, pérgolas y zonas ajardinadas.
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