Sevilla

tramo de muralla, torre y jardines en Sevilla

Sevilla, capital de la región de Andalucía siendo su ciudad más poblada, cuenta además con el casco antiguo más extenso del país. Su puerto, situado a unos 70 km del océano Atlántico, es el único puerto marítimo de la península situado en una ciudad del interior, pues el Guadalquivir es navegable desde su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) hasta la propia ciudad de Sevilla. 

La ciudad de Sevilla está ubicada, por tanto, en plena depresión y llanura aluvial del río Guadalquivir. Así pues, el municipio se encuentra en un terreno muy plano y de baja altitud, en uno de los últimos meandros que configura el río antes de entrarse en la zona de marismas existente hasta su desembocadura. En el entorno de la ciudad de Sevilla hay una rica vega, así como áreas de campiña y de tierras marismeñas y dos zonas elevadas que conforman la comarca del Aljarafe, muy vinculada con la ciudad.

La parte oriental y suroriental de Sevilla está bañada por otros tres cursos fluviales, afluentes o subafluentes del Guadalquivir por su margen izquierda. El más importante de ellos es el río Guadaira, que nace en la sierra de Pozo Amargo (Cádiz) y desemboca en el río Guadalquivir, 20 km aguas abajo del casco urbano de Sevilla. Los arroyos Tagarete y Tamarguillo completan la red hidrográfica de la ciudad.

patio de las Doncellas, Real Alcázar de Sevilla

De su nombre Hispalis en época romana varió a Ishbīliya (en árabe إِشْبِيلِيَة) en época andalusí, debido a la sustitución de la p (fonema inexistente en árabe) por b y de la a tónica por i (fenómeno característico del árabe hispánico), del cual procede su actual nombre. Bajo época andalusí la ciudad de Ishbiliya fue también conocida durante un breve periodo como Hims Al-Andalus (حمص الأندلس), nombre tomado de la Siria Hims o Emesa.

Sevilla conserva ricos y variados monumentos de su pasado en época musulmana. La llamada Giralda, el Real Alcázar o la denominada Torre del Oro en el margen del Guadalquivir, quizá son los ejemplos más conocidos de aquel tiempo. Disfrutó de una gran riqueza, mayormente cultural, ya que Ishbiliya era una de las ciudades más importante. No en vano, fue capital del imperio almohade sustituyendo a Marrakech y después capital de la taifa de Sevilla -durante los llamados reinos de taifas del siglo XI- cuyo territorio llegó a abarcar gran parte de la península.

En la Ishbiliya de época andalusí se levantaron muy diversas obras públicas como jardines, baños, madrazas y también mezquitas, de las cuales aún se conservan sus alminares convertidos en campanarios cristianos como en Santa Catalina, San Gil, San Andrés, San Marcos, etc. Esta ciudad fue gobernada por musulmanes durante más de cinco siglos. La hasta entonces ciudad visigoda fue ocupada en el año 712 por Muza, durante el emirato de Damasco, sin tener que presentar batalla ya que quienes no estaban de acuerdo pudieron marchar de la ciudad. 

Patio de los Naranjos en la mezquita aljama omeya

Posteriormente, el haber sido nombrada sólo capital de una kura o provincia en lugar de capital de todo Al-Andalus, siendo más rica y poblada que la que fue nombrada, Córdoba, provocó que, a lo largo de todo el siglo VIII y parte del IX, la ciudad se rebelara en distintas ocasiones contra el emirato cordobés, destacando la rebelión que tuvo lugar en el año 772 debido a la represión que la ciudad sufrió a manos del emir omeya Abd Al-Rahmán I.

En el año 844, la ciudad fue saqueada por los vikingos normandos que remontaron el río Guadalquivir, lo que provocó que el entonces emir omeya de Córdoba fortaleciese su sistema defensivo. Tiempo después, el califa cordobés Abd Al-Rahmán III ordenó reforzar de nuevo las defensas de la ciudad, para lo cual se levantó una nueva cerca sobre la muralla romana y se construyeron unas atarazanas. Durante el siglo XI varios fueron los reinos de taifas que se sucedieron gobernando esta ciudad y, sin duda, una de sus etapas más brillantes corresponde a esa época.

La Ishbiliya andalusí fue, en definitiva, sede de una kura durante el califato de Córdoba y después capital de uno de los últimos reinos de taifas hasta finales del siglo XI. Tardó en constituirse como taifa debido a que la kura de Sevilla gozaba de cierta autonomía respecto al califato cordobés y a que en ella no intervinieron ni bereberes ni eslavos, como sucedió en la formación de otros reinos. Esta taifa se conoció también como el reino abbadí de Sevilla desde el año 1023, cuando se negó la entrada en la ciudad al expulsado califa cordobés Al-Cásim Al-Mamún. 

la Torre del Oro en la orilla del río Guadalquivir

En la taifa o reino abbadí de Ishbiliya, se instauró uno de los centros culturales más importantes de todo Al-Ándalus con escritores como Ibn Al-Abbar de Almería y autor de epístolas, Ibn Zaydún de Córdoba, Abu Ámir Ibn Maslama, Ibn al-Labbana de Denia, Ibn Hamdís de Zaragoza y Abu al-Walid al-Himyari, antologista. Asimismo, el rey abbadí Al-Mutádid (años 1042-1069) y después su hijo Al-Mu'támid (años 1069-1091) cultivaron la poesía, iniciados en este arte por el poeta Ibn Ammar. Los hijos de Al-Mutámid, tanto Al-Rashid como Al-Radi, destacaron igualmente por sus escritos. 

Ishbiliya disfrutó de una época de esplendor y hegemonía sobre el resto de reinos taifas bajo el reinado del ya citado Al-Mu'támid, al tratarse de un hombre culto, amante de las artes y las letras. También la ostentación se hizo presente y Al-Mu'tádid tuvo un palacio llamado Al-Zahir en la orilla derecha del río y su hijo, Al-Mu'támid, ordenó construir Al-Zahi en la orilla izquierda, manteniendo ambos palacios internos en suelo del hoy Alcázar. Bajo su reinado, Ishbiliya se convierte en foco cultural de primera magnitud y no sólo por acoger a grandes poetas sino porque también en esa época se crearon escuelas de música, destacando asimismo las habilidades militares y el buen gobierno de Al Mu'támid.  

Para frenar la expansión del rey Alfonso VI, yerno de Al-Mu'támid al haberse casado con su hija Zaida y rey de Castilla y León, los reyes de taifas musulmanes de Badajoz, Granada y Sevilla acuerdan solicitar el auxilio del exterior; concretamente a los bereberes africanos conocidos como los almorávides. A la postre, el poder almorávide se vuelve contra los propios reinos taifas y aquellos se adueñan de Ishbiliya en el año 1091, desterrando a Al-Mu'támid y encerrándolo en Tánger donde seguiría escribiendo poemas en el exilio.  

torreones de la muralla de Sevilla

Los almorávides hicieron de Sevilla la capital occidental de Al-Ándalus, mientras que la capital de su imperio continuaría siendo Marrakech. La extremada rigidez religiosa y la intolerancia social impuesta por esta nueva dinastía desencantó al pueblo sevillano, quien se organizó produciéndose a su vez un éxodo de mudéjares hacia el norte. Todo ello incitaba la posterior llegada de los almohades, quienes desembarcaron en Cádiz en el año 1146 y entraron en Sevilla el año siguiente. Posteriormente, bajo gobierno de Abu Yaqub Yusuf, los almohades situaron a Ishbiliya como capital de Al-Ándalus. 

Su llegada, al ser poseedores de un pensamiento más abierto que el de los almorávides, significó para Sevilla la época de mayor brillantez, alcanzando su culmen durante el mandato del citado Abu Yaqub Yusuf (años 1163-1184) que la habitó como capital de su imperio. En la actualidad, casi todos los monumentos y restos musulmanes que quedan en la ciudad pertenecen a este período almohade. En esta época almohade también se construye el llamado Castillo de Triana donde hoy se encuentra el mercado, para proteger a la ciudad de ataques procedentes desde el oeste. Como parte del sistema defensivo se crea una muralla y, a sus pies, un canal de agua.

Llegaron entonces días de bienestar y prosperidad, mezclados con otros de inquietud, a causa de las frecuentes incursiones castellanas en el territorio y de las periódicas crecidas del Guadalquivir. Sevilla, con su excelente posición entre Mediterráneo y Atlántico, en época islámica fue también la puerta entre el Magreb, Al-Ándalus y el resto de la Europa cristiana. Por ello, a partir del año 1147 se crearon y mejoraron las infraestructuras y obras públicas de la ciudad suponiendo una renovación tan radical que su influencia se puede ver con claridad hoy. 

puerta en el barrio de la Macarena de Sevilla

De este período fueron la reconstrucción del antiguo acueducto romano conocido como Qalat Yabir y ahora Caños de Carmona, levantándose también el Puente de Barcas siendo el primer puente sobre el río Guadalquivir uniendo la ciudad con el Aljarafe y con el barrio de Triana, tan unido a la actividad cerámica y otras actividades fluviales. El barrio de Triana, frente a la ciudad, era conocido entonces como Ma Wara Fnahr y el río estaba lleno de actividad. Existían ordenanzas para reglar las actividades como el transporte de personas o mercancías, incluso ordenanzas para preservar las aguas de la contaminación y embellecer la ribera.

En las proximidades de las puertas que daban al río Guadalquivir, existían embarcaderos donde se podía encontrar transporte. Principalmente, el recorrido en barca cruzaba de Sevilla a Triana o viceversa, a falta de puente. Cuentan las crónicas que "al caer la noche, los isbiliyíes menos observantes de los preceptos coránicos cruzaban el Kabir en barca hasta Madinat Al-Taryana para visitar las tabernas cristianas donde se bebía el vino del Al-Xaraf". En el año 1171 se construyó, como ya se ha dicho, el Puente de Barcas, facilitando así el paso al Aljarafe y fue inaugurado por el califa Abu Yacub Yusuf con gran solemnidad.

Además del Puente de Barcas, se llevó a cabo la construcción de puentes de menor tamaño que las fuentes castellanas denominan pontanillas y que salvaban el cruce por el arroyo Tagarete frente a las puertas de la muralla almohade. El abastecimiento de agua se conoce a través del tratado de Ibn Abdun, donde figura que el principal sistema era el de captación de aguas del río o de manantial que era transportada a lomos de caballería. Pozos y cisternas aparecen documentados y, para la eliminación de aguas sucias, se menciona la existencia de pozos negros y alcantarillas a cielo abierto, encontrándose también cloacas de origen antiguo reutilizadas todavía en época almohade.

arcos de estilo califal en el Patio del Yeso del Real Alcázar

En esa época se levanta también una nueva mezquita, la mezquita aljama almohade, dejando a un segundo nivel de importancia la hasta entonces mezquita aljama omeya. La construcción de esta nueva mezquita aljama y de su alminar, equiparable toda ella a la mezquita aljama de Córdoba, significó además un desplazamiento del centro religioso, político y comercial hacia el área meridional de Ishbiliya. También se rehabilitó la propia mezquita aljama omeya, conocida como de Ibn Adabbas, al seguir siendo tan importante para el pueblo.

Desde el primer califa almohade, Abd Al-Mumim, se prestó gran atención a las obras públicas y se realizaron construcciones como una nueva alcaicería, renovación de cercas urbanas mencionándose explícitamente la muralla del lado del río y el muro de la Puerta de Yahwar, así como nuevos baños y el levantamiento de nuevos recintos palatinos en la ciudad imperial. La construcción de barrios enteros extramuros fueron también de época almohade, contando la ciudad con las infraestructuras urbanas más avanzadas de la época. 

Se llevó a cabo la modernización del bazar con la citada nueva alcaicería o mercado de artículos de lujo, siguiendo las últimas tendencias del Oriente, formando un conjunto de calles con cuatro puertas de acceso. Del mismo modo, la periferia urbana registró grandes cambios y se construyeron calzadas a ambos lados del Guadalquivir, destacando las residencias en las afueras de la medina, caso del Palacio de la Buhaira y del Hisn Al-Faray en tiempos del segundo califa almohade, Abu Yaqub Yusuf.

tramo de muralla almohade junto al Real Alcázar

Se añadieron también nuevos recintos amurallados a la Dar Al-Imar o casa del gobernador omeya y abbadí, denominadas alcazabas. Las necrópolis en las ciudades islámicas se encuentran normalmente extramuros de la ciudad. A comienzos del siglo XII, según Ibn Abdun, la ciudad de Ishbiliya contaba con dos cementerios, el de la ciudad y el situado junto a la mezquita de los Alfareros. Al tiempo, se llevó a cabo la reordenación de los territorios del imperio y, todo ello en su conjunto, supuso una gran operación urbanística que se produjo desde mediados del siglo XII hasta comienzos del siglo XIII. 

La ciudad medieval del inmenso casco antiguo que nosotros percibimos hoy es fundamentalmente la Ishbiliya almohade y la gótico-mudéjar de los posteriores siglos. Esta última actividad constructiva -tan productiva- significó la construcción de importantes elementos defensivos para la ciudad pero, tras la victoria de los cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa, en el año 1212, el imperio almohade se resiente notablemente y hacia el año 1220 el poder almohade camina hacia su total declive.

A esta época pertenece la construcción de la Torre del Oro, fuertemente defensiva, y la reparación de las murallas con idénticos fines defensivos. Sevilla fue un ejemplo significativo de expansión urbana no sólo a nivel del Magreb, sino también de la Europa occidental, especialmente desde la segunda mitad del siglo XII. En otoño del año 1246, el rey Fernando III el Santo inicia un largo asedio a la ciudad que se prolongaría más de dos años. El barrio de Triana, entonces, jugó un papel importante en la defensa de Sevilla gracias a que su castillo defendía el paso hacia el Aljarafe pudiendo así abastecer a la ciudad.

La octogonal Torre de la Plata

Según documentos existentes "Mas entre sangrientos lances se iba reconociendo que si no se quitaba a los moros la comunicación de Triana y el Alxarafe sería casi imposible ganar a Sevilla, que intensamente socorrida por aquella parte, cada día se renovaba de fuerzas: era el remedio romper el puente fortísimo de Guadalquivir y esto díficil mucho por su fortaleza y defensa". En el año 1248, la entonces taifa de Sevilla finalmente se incorporó a la corona de Castilla, bajo el reinado del citado Fernando III el Santo, quien necesitó más de dos años de sitio, tanto por tierra como por el Guadalquivir

Podría decirse, aunque resulte vergonzoso, que la mayoría del ejército castellano cuando éste conquistó la ciudad de Ishbiliya se componía de tropas ordenadas por Muhammad Yusuf, entonces señor de Arjona y aspirante al trono de Granada. Éste permaneció en el ejército del rey cristiano durante 17 meses frente a las murallas de Sevilla hasta la caída de la ciudad e incomprensiblemente se le recibió en Granada con danza y tambores obviando su traición a la causa islámica. Una vez conquistada Sevilla para la causa cristiana, el rey Fernando III prestó ayuda a Muhammad Yusuf para que éste tomase Granada. El apodo el Santo se instauró más de dos siglos después.

La construcción del denominado Real Alcázar fue ordenada como alcazaba por el primer califa cordobés, Abd Al-Rahmán III, siendo todavía emir en el año 913. Las sucesivas ampliaciones fueron transformando la estructura urbana, tanto por la demolición de espacios construidos previamente como por la creación de nuevos palacios y núcleos en su interior y en torno a él. Se trata de un espacio que, a lo largo de los siglos, llegó a convertirse en el principal centro político y religioso de la capital imperial durante la época almohade, siendo casi con toda seguridad su época más espléndida.

pórtico en el Palacio Mudéjar de Pedro I

El Real Alcázar, entre los dos cauces fluviales del Guadalquivir y del arroyo Tagarete, posee una posición estratégica que permitía el control del acceso a través del río y desde el sector sur. En el siglo XI, el abbadí Al-Mu'támid amplió el Alcázar hacia el oeste y se construyeron algunos edificios palaciegos conociéndose como Alcázar de la Bendición o Al-Mubarak. De las dos alcazabas, omeya y abbadí, quedan hoy algunos vestigios en las murallas de la ciudad y recientemente se ha descubierto el denominado Palacio de Al-Mu'támid, hasta ahora escondido tras los muros.

En época almohade, sobre los palacios construidos durante la taifa abbadí de Al-Mu'támid, se pasó a edificar nuevas alcazabas o palacios, siguiendo un complicado programa de superposiciones de una complejidad tan solo comparable a otras ciudades importantes del imperio almohade como Marrakech o Rabat. Se creó un sistema de murallas que unía el Alcázar con el resto de fortificaciones (Torre de Abd Al-Aziz, Torre de la Plata y la Torre del Oro) mediante un adarve vigilado hasta el cauce del Guadalquivir. El Alcázar llegaba hasta la misma Torre de Abd Al-Aziz.

Una vez conquistada la ciudad en el año 1248 por las tropas del rey Fernando III, éste habitó en el Alcázar no realizando obras en el mismo por lo que la corte cristiana se estableció en los antiguos espacios almohades. En 1252, el rey Alfonso X aprovechó el espacio del edificio principal para construir el ahora llamado palacio gótico. Tras el grave terremoto sucedido en 1356, que afectó gravemente a la ciudad, el rey Pedro I el Cruel ordenó el derribo de tres edificios palatinos almohades para construir su Palacio Mudéjar, que se adosó al palacio gótico.

cúpula del Salón de Embajadores en Real Alcázar de Sevilla

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