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patio de los Naranjos en la mezquita mayor omeya
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En la actual iglesia cristiana del Salvador, bajo el poder omeya en época islámica se encontraba edificada la mezquita de Umar Ibn Adabbas, quien fue qadí de Sevilla, siendo la mezquita aljama o mezquita mayor de su época en la ciudad de Ishbiliya. Aún conserva de los reinos de taifas posteriores en el siglo XI tanto el patio de las abluciones como la base de su alminar, cuyo actual cuerpo de campanas se construyó a finales del siglo XVII.
Esta mezquita de Ibn Adabbas se construyó entre los años 829 y 830, bajo el poder del emirato omeya de Abd Al-Rahmán II, utilizando en su construcción restos visigodos y romanos. Se trataba de la mezquita más grande de la ciudad de Sevilla hasta que en el año 1182, por orden de Abu Yaqub Yusuf Al-Mansur, se levantó la mezquita mayor almohade donde se encuentra la actual catedral de Sevilla.
Esta mezquita omeya se convirtió, por tanto, en el primer gran edificio islámico construido en la ciudad y por consiguiente, sus restos son uno de los más antiguos de esa época. El epígrafe fundacional labrado en un fuste de mármol gris es el más antiguo de los encontrados en Al-Ándalus y dice "Allah tenga misericordia de Abd Al-Rahmán Ibn Al-Hakam, el emir justo, el bien guiado por Allah, el que ordenó la construcción de esta mezquita, bajo la dirección de Umar Ibn Adabbas, qadí de Isbiliya en el año 214H. Y lo deja escrito Abd Al-Barr Ibn Harun".
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acceso a patio de los Naranjos |
Desde su misma construcción, esta mezquita se ve envuelta en la leyenda. En el año 844, apenas quince años después de ser construida, Ishbiliya es atacada por los drakkars que transportaban a los vikingos que entraron en la zona, remontando
el Guadalquivir, y que arrasaron la ciudad y todo a su paso ante la huida de los gobernantes. La mezquita entonces sufrió daños pero apenas pudo ser destruida, a pesar de que intentaron incendiarla varias veces y de distintas formas. La batalla duró hasta que el emir Abd Al-Rahmán II envió desde
Córdoba a un hombre de confianza, el eunuco Nasr, para retomar el mando de la ciudad.
Durante casi trescientos cincuenta años este templo omeya fue el centro de la ciudad. Las leyendas que durante siglos se contarán de este lugar comenzaron antes incluso de su terminación ya que, durante un sueño, se dice que el califa vio muerto al profeta Muhammad en el oratorio, lo que se interpretó como un posible signo de que allí llegaría a su fin el islam. También de forma sobrenatural es alimentada otra historia según la cual, para construir los cimientos del alminar, se utilizaron piedras del sepulcro de San Isidoro, de época visigoda, profanando de esta forma su eterno descanso.
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columnas visigodas en el acceso a la cripta desde el patio |
Lugar sagrado para los cristianos, por las piedras de la tumba de San Isidoro, y sagrado para los musulmanes por haber sido casi el único sitio que no había sufrido los estragos de los ataques normandos, la mezquita de Ibn Adabbas se convirtió en la principal referencia de una ciudad que comenzó a desperezarse de su letargo comenzando a despuntar económica y culturalmente. Entre las nuevas instituciones que florecen entonces en la ciudad, cercana al crepúsculo de los omeyas, se encuentran las madrazas o escuelas árabes donde se impartían clases de astronomía, artes liberales, medicina y otras ciencias exactas o abstractas.
Estas madrazas se encontraban en la entonces calle de los Alizares, ahora calle Córdoba, a la sombra del alminar de esta gran mezquita. Y es que su alminar no es sino un reflejo del paso de la historia por la ciudad de Sevilla. Estas madrazas a su alrededor fueron centros docentes muy renombrados y populares en el alto medievo, acudiendo a ellas gente de todos los lugares y de todo credo. Es más, uno de sus ilustres alumnos fue un monje benedictino de origen francés a finales del siglo X y con el paso del tiempo terminó siendo la cabeza de la iglesia católica bajo el nombre del papa Silvestre II.
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bóveda sobre arcos en la actual capilla de los Pineda
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A lo largo de los siglos islámicos se renovó la mezquita e incluso, tras un terremoto en el año 1079 con epicentro en
Andújar, la parte superior de su alminar se reconstruyó bajo órdenes del reino de taifas de Al-Mu'támid. Este rey taifa, mecenas del arte y de la cultura siendo un reconocido enamorado de la poesía, solicitó para la restauración del alminar los servicios de un eminente maestro de obras del momento, Abu Ibrahim, quien reparó el daño ocasionado por el terremoto en apenas un año de trabajos.
En el siglo posterior, con la llegada almohade al gobierno en Ishbiliya, el centro de la ciudad varió aunque esta mezquita con su papel secundario siguió siendo un referente religioso del islam peninsular. Debido a su importancia entre los quehaceres y querencias de la población sevillana llevó tiempo el conseguir mover el centro de la ciudad hacia su nueva mezquita aljama, la cual estaba mucho más próxima al Alcázar almohade.
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detalle del interior de la cripta en la mezquita omeya
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Esta mezquita aljama de época omeya sufrió entonces décadas de abandono hasta que habitantes de la ciudad, conmovidos por su pésimo estado de conservación, solicitaron al nuevo califa Al-Mansur que restaurase la mezquita, llevándose a cabo la obra a partir del año 1155 restaurándose el artesonado y arreglando muros, solerías y el propio alminar, recuperando su esplendor perdido para enfilar el último tramo de la presencia de mayoría islámica en Sevilla.
En el siglo XIII, tras la conquista castellana de Ishbiliya en el año 1248, el rey Fernando III
el Santo de Castilla ordenó la construcción de la catedral sobre la
mezquita aljama almohade y también fue bajo su orden que se cristianizó esta mezquita de Ibn Adabbas con la advocación cristiana del Divino Salvador del Mundo, mayormente conocida hoy como iglesia o colegiata del Salvador. Este templo del siglo IX, así como su entorno, al ostentar gran importancia incluso en el desarrollo cotidiano de las gentes de la ciudad, mantuvo tras la conquista cristiana su uso como mezquita, aunque no fue por mucho tiempo.
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base del alminar de la mezquita omeya
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Como ya se ha dicho, en el exterior bajo la torre-campanario aún puede observarse -en su arranque- lo que fuera la base del antiguo alminar de época emiral omeya. Además de todo el primer cuerpo de la torre islámica, algo más de 11 m, se conservan otros 2 m bajo tierra. Se trata de una planta cuadrada y con escalera de caracol en su interior alrededor de un machón circular central. En la cultura musulmana es el primero de planta cuadrada y escalera de caracol que se levanta en el islam, sentando las bases tipológicas de los que se construirán después, como en el caso de la actual iglesia de Santa Catalina.
El entonces alminar se encuentra ubicado en el lado norte del patio de las abluciones o patio de los Naranjos, del cual muchos detalles quedaron enterrados por el aumento del nivel del suelo. Otros restos de su época islámica pueden observarse en el interior de la cripta denominada capilla de los Pineda, con acceso desde el citado patio de los Naranjos donde encontramos una recoleta plazuela con fuente y naranjos, rodeada por columnas romanas y visigodas -correspondientes a material de acarreo que debieron ser reutilizados en la construcción omeya- que emergen de una arquería enterrada unos 3 m, cota a la que posiblemente se encontraba la sahn de la mezquita original.
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arco visto desde el patio de abluciones
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