Badajoz

vista de parte de la alcazaba de Badajoz a orillas del río Guadiana

Badajoz, del árabe بطليوس o Batalyaws está situada al sudoeste de la península y es la ciudad y la capital de la provincia de su mismo nombre. Hay quien conforma su origen en la expresión árabe balad al yawz (tierra de nogales) y otros en la expresión balad al-lawz (tierra de almendros), sin que aún se tenga la seguridad del motivo de nombrarla Batalyaws. El río Guadiana surca la ciudad de este a oeste para después girar hacia el sur donde hace de frontera con Portugal. 

Su importancia geoestratégica y fronteriza condicionó su historia como plaza fuerte y amurallada. Esta ciudad fue fundada por Abd Al-Rahmán Ibn Marwan, un renegado muladí emeritense, durante el mandato del emir cordobés Muhammad I. En el año 855 comenzó la construcción de sus murallas sobre un asentamiento ocupado desde las épocas más remotas de la prehistoria instalándose sobre una población visigoda entonces ya desaparecida. 

La ciudad de Badajoz, en resumen, fue fundada a orillas del Guadiana sobre un cerro de calizas paleozoicas, labrado por el río hasta dejarlo en un resalte de 60 m de altura. En este cerro, denominado Cerro de la Muela, se encuentra la alcazaba que es uno de los principales monumentos de la ciudad y desde este cerro se desarrolló la Badajoz actual. Enfrente, en la margen derecha del río, se encuentran las Cuestas de Orinaza o Cerro de San Cristóbal, también conocidas antiguamente como Baxernal o Baxarnal. 

escultura del fundador, Ibn Marwan, en la alcazaba

Entre los años 875 y 930 se suceden una serie de importantes hechos que vinculan a Córdoba con Mérida y Badajoz y que se solapan en el tiempo con la reintegración al califato de Córdoba. El que sería conocido como Abd Al-Rahmán III sucedió a su abuelo Abd Allah en el año 912 como emir de Córdoba y, en el año 930, se proclamaba califa independiente de Bagdad y, como castigo a la cerca defensiva que el último descendiente de Ibn Marwan levantara, derribó la defensa de Batalyaws para asegurarse la sumisión de la ciudad.​ 

Al-Haken II, como hijo y sucesor de Abd Al-Rahmán III, ostentó el cargo de califa cordobés y, posteriormente, en el año 961 a éste le sucede su hijo, que era aún un niño, Hixam II, haciendo de tutora su madre, la sultana Aurora. Mientras, el valido y poderoso Abu-Emir, más conocido como Almanzor, continuaba escalando posiciones de poder en la capital califal y se situaba como hayib del califa Hixam dejando a éste solo el poder honorífico y controlando todo el poder.

En este ambiente, un esclavo o cliente del fallecido Al-Haken II de nombre Sapur, llamado el Maridi por su conexión con Mérida, se puso al frente de la provincia emeritense y de El Algarve, en la que estaba enclavada Badajoz. El persa Sapur se mantuvo como gobernador de Mérida y señor autónomo de Badajoz durante unos cuarenta años. Aprovechando la muerte de Almanzor, alrededor del año 1016 se proclamó formalmente hagib (rey independiente) de Badajoz, situación que duró seis años, dejando a esta ciudad como cabeza de un reino, llamado sapónida, fuerte, extenso, bien cimentado y en auge.

lápida de Sapur, rey de Badajoz

Y es que en el siglo XI, con la consabida disgregación de la península musulmana tras la caída del califato de Córdoba, la ciudad de Badajoz llegó a ser una importante capital con su extenso reino independiente. La taifa de Badajoz, heredera de la extensa kora o provincia musulmana de Mérida, llegó a ser la más extensa de entre todas las taifas de la península y englobaba no sólo a la actual Extremadura sino también a una buena parte de Portugal, incluyendo Lisboa y la frontera con el río Duero. Abarcaba gran parte de la antigua Lusitania e incluía también Mérida, Elvas y Marvao.

Concretamente, a partir del año 1022, con el esplendor de la dinastía aftásida y el reinado de Ibn Al-Aftas, floreció una próspera ciudad siendo, sin duda, la ciudad más importante fundada por los musulmanes íntegramente. Aquí se encontraba una de las mayores bibliotecas del mundo islámico, siendo también un importante centro cultural de la época y una de las ciudades más importantes de Al-Ándalus. El citado Abd Allah Ibn Al-Aftas tomó el título honorífico de Al-Mansur o Almanzor I con la pretensión de parecer cercano a la etnia árabe, ya que él era bereber.

Durante su reinado también estallaron las hostilidades con la taifa de Sevilla, que quería apoderarse de la ciudad de Beja. Abd Allah se adelantó enviando a su hijo Muhammad para que la defendiera. Los sevillanos, apoyados por la taifa de Carmona, acudieron e iniciaron un asedio. A pesar de que fueron ayudados por la taifa de Mértola, la taifa de Badajoz perdió la plaza y sus habitantes fueron masacrados y Muhammad fue hecho prisionero y llevado a Carmona. En el año 1030, gracias a unas negociaciones, fue liberado. En ese mismo año, Abd Allah reforzaba las murallas de Badajoz.

entronque del baluarte cristiano con la muralla de la alcazaba de Badajoz

Entre los años 1027 y 1034, el llamado Almanzor I perdió el poder de la taifa en Badajoz, que pasó a manos de la taifa de Sevilla. Después, en el año 1034, restauraba su poder y gobernaba por segunda vez. En el año 1045 reinaba Muhammad Al-Muzáffar o Modáfar I de Badajoz, también de la dinastía aftasí. Sucedió a su padre Abd Allah y tomó el título honorífico de Al-Muzáffar o El Triunfador. Fue un hombre culto que llegó a componer una gran enciclopedia, hoy perdida, sobre diferentes materias y a la que llamó al-Muzaffarí. 

Al principio de su reinado se defendió con eficacia de los ataques del régulo Al-Mamún de Toledo por disputas de carácter fronterizo. La ocupación de la taifa de Mértola por el rey sevillano Al-Mutádid y su ataque a la taifa de Niebla hicieron que las taifas de Badajoz, Carmona, Málaga, Algeciras y Granada organizaran una coalición para oponerse a la expansión de Sevilla. Durante varios años se desarrolló una cruenta guerra en la que el reino de Badajoz se llevó la peor parte. En ella, Al-Muzáffar sufrió una grave derrota cerca de Évora en el año 1050.

Entre los años 1057 y 1058, el rey Fernando I de León asedió Santarém y Coímbra y conquistó, entre otras, las plazas de Lamego y Viseu. Para conseguir la paz, Al-Muzáffar tuvo que pagar parias por valor de cinco mil dinares anuales. A su muerte, le sucedería su hijo. Posteriormente, en el año 1072, Omar Al-Mutawákkil accedió al trono de Badajoz. Era un hombre culto con grandes dotes para la poesía. En el año 1079 perdió la importante ciudad estratégica de Coria, pero se anexionó la taifa de Toledo entre los años 1080 y 1081 para intentar hacer frente de forma organizada al rey Alfonso VI de León.

restos arqueológicos en alcazaba de Badajoz y puente sobre el Guadiana

Ante la toma de Toledo por el citado rey Alfonso VI de León en el año 1085 y su presión sobre los reinos de taifas, en particular la taifa de Badajoz, Al-Mutawákkil intentó reconciliar a los demás reinos para oponerse al rey leonés. Una de las medidas que adoptó, junto a Al-Mutámid de Sevilla, fue la de enviar embajadores al norte de África para solicitar la ayuda del emir almorávide Yúsuf Ibn Tasufín. Éste aceptó y cruzó el Estrecho de Gibraltar con su ejército para defender a las taifas. Su primer objetivo fue la defensa de Badajoz, que era quien más expuesto estaba a las tropas cristianas.

En octubre del año 1086, las tropas cristianas se enfrentaron al ejército almorávide apoyado por los de las taifas y vencieron a las tropas del rey Alfonso VI de León en la llamada Batalla de Sagrajas, a unos 4 km de Badajoz. Finalmente, Yusuf se apoderó de las taifas y Omar Al-Mutawákkil, temeroso de correr la misma suerte, ayudando incluso a la conquista de la taifa de Sevilla, negoció con el rey Alfonso VI la entrega de las ciudades de Santarém, Lisboa y Sintra por ayudarlo contra los almorávides. Aún así, en el año 1094, los almorávides invadieron el reino de Badajoz mientras Al-Mutawákkil se refugiaba con sus hijos en la alcazaba.

Allí, pudieron resistir hasta que, finalmente, fueron vencidos y ejecutados, pasando la ciudad de Badajoz ya al dominio almorávide. Posteriormente, entre los años 1148 a 1212, Badajoz se encontró bajo dominio de los almohades. Tras la derrota musulmana en la llamada Batalla de las Navas de Tolosa, en el año 1212, el poder almohade en la península quedó muy debilitado y su dominio pasó a ser puramente teórico, proliferando nuevas taifas que se declararían nuevamente independientes. De hecho, concretamente entre los años 1212 a 1230, Badajoz entraba en la etapa de los terceros reinos de taifas. 

vista del adarve y Torre de Espantaperros en la muralla de Badajoz

En esta situación, la taifa de Badajoz, nuevamente independiente, continuó destacando como una de las más importantes, aunque ya sin la pujanza de antes. Finalmente, en el año 1230, llegó la conquista de Badajoz por el rey Alfonso IX de León y su incorporación al reino cristiano. Casi cuatrocientos años duró la presencia árabe en el gobierno de Badajoz y, en resumen, la época musulmana se caracterizó por periodos de gobierno independiente y florecimiento de la ciudad (los Marwan, las dos taifas) y por luchas con el poder central (emirato y califato de Córdoba), así como con los reinos cristianos (Portugal, León, Castilla) y su rivalidad con otros reinos musulmanes como Sevilla o Toledo.

Tras la conquista, el citado rey Alfonso IX concedió fueros y privilegios de un extenso territorio o alfoz, por ser cabeza de antiguo reino, además de facilitar su emblema o pendón real. Desde el punto de vista jurídico fue realengo y señorial, además de ser sede episcopal constituida a partir del año 1255. Curiosamente, el citado rey Alfonso IX de León murió en septiembre del mismo año de la conquista cristiana de Badajoz, año 1230, y su hijo y sucesor, Fernando III el Santo uniría en su persona las coronas de los reinos de León y de Castilla. 

Por otra parte, el llamado casco antiguo, como barrio histórico, compone el sector más antiguo de Badajoz. De su época musulmana destacan la alcazaba (siglos IX-XIII), con las murallas y puertas de acceso así como diversas fortificaciones de su recinto como la Torre de la Atalaya o Torre de Espantaperros, por mencionar algunos ejemplos. El recinto amurallado de Badajoz es el más largo de la península​ y la alcazaba musulmana de la ciudad sería la mayor de Europa y de las más grandes del mundo en lo que a su perímetro y extensión se refiere (8 hectáreas y 1250 m de lienzo de muralla).

Torre de la Casa-Palacio de los Acevedo

Ibn Marwan, el fundador de la ciudad, inauguró también varias mezquitas. La mezquita más importante, llamada mezquita mayor o mezquita aljama, tenía cinco naves separadas por arcos apoyados en columnas, y contrafuertes exteriores. Para su construcción se reaprovecharon elementos romanos y visigodos, como columnas y capiteles al igual que ocurrió en cualquier medina musulmana. Fue transformada en templo cristiano tras la reconquista. El palacio o alcázar de los reyes aftásidas se encontraba también en la zona protegida por las torres defensivas que se levantó en la zona próxima a la mezquita aljama. 

Actualmente, de la mezquita aljama solo se conserva la torre de la iglesia de Santa María de Calatrava que fue el minarete, restos del mihrab y otros elementos como las bases de las columnas que se encuentran en el interior de la actual Facultad de Documentación, así como unos baños árabes que han sido hallados en recientes actividades arqueológicas. Por otra parte, se tiene constancia que donde se emplaza la actual iglesia de San Agustín, en el exterior de la alcazaba, encontramos el lugar donde se asentó la mezquita de la ciudad extra muros, cuando la ciudad andalusí fue creciendo.

Tras la conquista cristiana de la ciudad, fue nombrado obispo Fray Pedro Pérez siendo Badajoz, como se ha dicho, sede episcopal. Durante el inicio de su obispado se utilizó la antigua mezquita como catedral de la ciudad con la advocación de Santa María del Castillo. Posteriormente, se planteó la necesidad de construir una nueva catedral y no fue hasta mediados del siglo XIII cuando se iniciaron las obras, eligiendo como emplazamiento el lugar que ocupaba una antigua iglesia visigoda situada en el Campo de San Juan, terreno situado en el exterior de la alcazaba.

vista de cigüeña sobre la Torre de Espantaperros en Badajoz

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