Badajoz. Ibn Marwan.

escultura a Ibn Marwan en la alcazaba de Badajoz

En el siglo IX, el dominio islámico abarcaba prácticamente más de la mitad del territorio peninsular siendo Córdoba la capital del emirato omeya. Ibn Marwan procedía de una familia de muladíes, nombre dado a cristianos conversos al islam, siendo de origen hispano-godo y procedente probablemente del norte de Portugal. Se desconoce su fecha de nacimiento, pero se tiene constancia de que su familia logró asentarse en Mérida tras abrazar sus nuevas creencias. Su padre, Marwan Ibn Yunus o Al-Yilliqi que se traduce como El Gallego, siendo ésta la denominación atribuida a aquellos que procedían del norte peninsular, lograría alcanzar el influyente puesto de wali o gobernador de la ciudad de Mérida.

Así, su padre aseguró el asentamiento y la calidad de vida de la familia. Durante esa época, los muladíes provocaron no pocas revueltas contra el poder de los primeros emires omeyas, siendo el alzamiento de Mérida de primeros del siglo IX uno de los más importantes. A pesar de su espontaneidad y contar con el factor sorpresa, la revuelta fue sofocada e Ibn Marwan fue hecho prisionero y llevado a Córdoba. Su estancia en prisión fue breve, ganándose la confianza del emir gracias a sus grandes dotes y reputación militar que supo combinar con su carácter social y persuasivo hasta ganarse el puesto de capitán de las guardias reales del emir Muhammad I en el año 852.

No obstante, a pesar de contar con el beneplácito de la corte cordobesa, encontró la enemistad y firme oposición del hayib o primer ministro Hassin, quien llegaría a menospreciarlo y desprestigiarlo públicamente en presencia del emir. Hassin desconfiaba del joven muladí considerándolo un advenedizo, lo que propiciaba una fuerte tensión en las relaciones entre ambos. Un episodio marcaría para siempre el destino de Ibn Marwán ya que, estando los dos en una junta de los visires, aprovechó Hassín su autoridad superior e injurió a Ibn Marwán delante de todos diciéndole "vales menos que un perro", abofeteándole a continuación.

placa bajo escultura de Ibn Marwan

Viendo entonces Ibn Marwan que el hayib ostentaba un poder y una influencia a los que no podía hacer frente, decidió abandonar la capital omeya aglutinando a su alrededor a un nutrido grupo de fieles seguidores a los que se les unirían más efectivos desde su ciudad, Mérida, logrando levantar así un ejército capaz de oponer resistencia al emir durante un largo tiempo. Animó a la población de Mérida a que se levantase contra el emir como venganza por la vejación a la que había sido sometido, pero el emir cordobés envió un contingente que obligó a la ciudad a rendirse e Ibn Marwán tuvo que regresar a Córdoba, donde se le fijó la residencia.

Permaneció en la capital del emirato hasta el año 875, cuando volvió de nuevo a Mérida, donde, con el apoyo de los clientes de su familia, se sublevó y desconoció la autoridad del emir cordobés. Ibn Marwan contaba con grandes apoyos y no en vano, en la segunda mitad del siglo IX, Ibn Marwan dominaba ya el Guadiana Bajo y Medio y el sur del actual Portugal. Finalmente, Ibn Marwan y los restos de su ejército tuvieron que guarnecerse en el castillo de Alange que, por su posición estratégica junto al río Matachel y la orografía del terreno, constituía un lugar prácticamente inexpugnable. 

Tras 3 meses de asedio a Alange por parte del ejército del emir Muhammad I, decidió Ibn Marwan capitular estableciendo como condición para el cese de las hostilidades que se le permitiera establecer residencia en la antigua aldea visigoda de Badajoz, para así instalarse en lo que actualmente se conoce como cerro de San Cristóbal, en la margen derecha del Guadiana. Este lugar le interesaba por dos razones. En primer lugar, por las favorables condiciones defensivas de la zona y, en segundo, por la feracidad de las vegas bajas del río Guadiana.

escultura representando a Ibn Marwan, fundador de Badajoz

El cronista persa Al-Razi en el siglo X describe este lugar como poseedor de muchos términos, con las mejores tierras de labranza y ganadería de la península, así como numerosos viñedos y abundancia de caza y pesca en sus montes y el río Guadiana. El emir desde Córdoba no estuvo de acuerdo en la ubicación elegida por este rebelde muladí, así que, temiendo que pudiera volver a sublevarse contra el emirato y ante la imposibilidad de reducirlo y derrotarlo si ocupaba esa posición estratégica difícil de asaltar y asediar, le ofreció como contraoferta la posibilidad de instalarse en el cerro de la Muela ubicado justo enfrente del lugar elegido por el muladí y éste aceptó.

Así, en la margen izquierda del río y mucho menos protegido por la orografía, en el mismo año 875, Ibn Marwan fundaba la ciudad de Batalyaws, hoy Badajoz, y nacía así una importante ciudad que llegaría a ser de las más poderosas de los territorios de Al-Ándalus. Repobló el núcleo anterior aprovechando los restos de la presencia visigoda y dotó a la ciudad de una alcazaba y una cerca defensiva, levantando también una mezquita intramuros. Para la construcción y ampliación de la nueva ciudad, así como para la consolidación de las fortificaciones, Ibn Marwan contó no solo con la autorización del emir, sino que además le proporcionó parte del dinero y los artesanos necesarios para realizar estas obras.

La tranquilidad del muladí, aún así, no se alargó mucho tiempo ya que no tardó en verse envuelto nuevamente en batallas y rebeliones. De hecho, entre los años 876 y 877 Ibn Marwan participó en la batalla de la sierra de la Estrella. En dicha batalla contaba con el apoyo de Sadun Al-Surunbaki, señor de Oporto pero que operaba principalmente en la zona de El Algarve, y también del monarca Alfonso III, último rey de Asturias y primero de León, logrando una emboscada que hizo prisionero al general del emirato Hashim Ibn Abd Al-Aziz y consiguiendo finalmente un acuerdo del emir cordobés que ampliaría y aseguraría sus ya extensos dominios en estas tierras. 

escultura de Ibn Marwan en Badajoz

También Ibn Marwan llegó en su momento a aliar sus fuerzas con el propio emir cordobés para recuperar la ciudad de Mérida de manos de Ibn Tarik, quien parece que llevó a cabo una masacre acabando con las amistades y contactos que el muladí conservaba allí, lo que provocó su ira y rechazo inmediato hacia Ibn Tarik. Importante fue también la conocida como batalla de la sierra de Monsalud, en la zona de El Algarve, ya que con la colaboración del citado rey Alfonso III de León derrotó al ya mencionado hayib cordobés Hassin, quien acabó como prisionero del rey cristiano que pediría por su rescate "cien mil ducados"

Hassin consiguió ser rescatado por el emir de Córdoba, aportando éste la mitad del rescate para su liberación y, una vez recuperado de su cautiverio, el hayib, con el beneplácito del emir, emprendió una nueva campaña contra su odiado enemigo. No obstante, Ibn Marwan envió un mensaje al mismo Muhammad I, quien detuvo la operación militar ya que Ibn Marwan le instaba a que el ataque fuera suspendido si no quería que destruyera la ciudad antes de la llegada de las tropas y que volviera a liderar campañas de hostigamiento desde serranías como su fortificación en Marvao, en El Alentejo hoy portugués, lugar que debe su nombre a este muladí.

Las referencias de los cronistas acerca de Ibn Marwan son bastante ilustrativas. Ibn Ayyan, historiador hispano-musulmán e hijo de un importante burócrata de Almanzor en el siglo X, nos dejó la siguiente referencia "Se alejó de las filas musulmanas para entrar en las de los cristianos, cuya amistad prefirió a la de los que dirigen su oración hacia la qibla". En el aspecto militar, este mismo cronista escribió "Ibn Marwan tenía fama de caudillo temible. Sus victorias eran muy celebradas; sus actos crueles le valieron gran reputación y respeto entre los emires sus rivales, que terminaron por colocarlo por encima de ellos".

cartel conmemorativo de Al-Mossassa, año 2014

Cabe destacar que actualmente, en la ciudad de Badajoz y en la localidad de Marvao se conmemoran los orígenes de ambas plazas en la colorida, mágica y enriquecedora fiesta de Al-Mossassa, celebrada cada otoño. El casco histórico de la ciudad de Badajoz se llena de colores, olores exóticos y música que acompañan la recreación de la fundación de la ciudad por Ibn Marwan, haciendo un recorrido histórico por las etapas más señaladas de su pasado andalusí. Representaciones teatrales, mercado árabe-medieval y multitud de eventos culturales jalonan esos días de fiesta.

Otro cronista del siglo XIII, Ibn Adari, en el mismo sentido que venimos señalando escribía que "Ibn Marwan se separó de la comunidad de los creyentes y protegió y frecuentó a los cristianos con preferencia a los musulmanes". Ibn Al-Qutiyya, historiador nacido en Sevilla en el siglo X también comentaría, a modo de insistencia sobre lo dicho anteriormente, que "llegó a ser el jefe de los renegados en occidente". Y este mismo cronista le describe como "agudo, artero y astuto en la guerra, hasta tal extremo que no había quien lo aventajara".

Sus acuerdos con el emirato de gobernar de forma casi independiente serían mantenidos por los emires Al-Múndir, entre los años 886-888, y Abdalah Ibn Muhammad durante el último año de vida del muladí. Ibn Marwan fallecía en el año 889, siendo sucedido en el poder de la zona de Badajoz primeramente por su hijo, Ibn Zaid Marwan, y después por familiares directos como su nieto Abdalá Ibn Muhammad hasta que, de forma definitiva, el entonces califa cordobés Abd Al-Rahmán III arrebató el poder a su último gobernador.

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