arcos de acceso a Sala Regia en pabellón norte del Generalife |
En el pabellón norte del conjunto del Generalife, al fondo del Patio de la Acequia y tras atravesar el pórtico de cinco arcos cuyas albanegas están decoradas con paños de sebka calados, entramos en una cámara con arcos decorados a ambos extremos y tres arcos en su frontal, que nos darán acceso a la llamada Sala Regia del palacio.
Esta llamada Sala Regia se encuentra hermosamente decorada con yeserías y nos conduce a través de su arco central al conocido como mirador de Ismail I, del siglo XIV, construido tras la victoria en la batalla de la Vega. La decoración, tanto de esta sala como del resto del conjunto del Generalife, es comparativamente más sobria que la de las salas del conjunto de la Alhambra.
arco en lateral de antecámara de la Sala Regia |
En el Generalife, como villa rural de descanso para los emires y sultanes nazaríes, la ausencia de fasto debía de ser preponderante. Tal y como dijo el prestigioso arquitecto restaurador del conjunto de la Alhambra, Torres Balbás, "En el conjunto del Generalife todo es sencillo e íntimo. No hay nada, arquitectura o naturaleza condicionada por la mano del hombre, que trate de asombrarnos con pretensiones de magnificencia o de monumentalidad".
En la Sala Regia cobran protagonismo las citadas yeserías, así como las tacas o nichos abiertos que adornan las jambas de sus tres arcos de acceso desde la cámara que la precede. Los arcos se sostienen sobre preciosos capiteles repletos de mocárabes y sobre ellos podemos leer inscripciones en árabe. Encontramos también inscripciones en las tacas, como los versos del poeta y visir Ibn al-Yayyab que nos dicen “Entra con compostura, habla con ciencia, sé parco en el decir y sal en paz” así como “A aquel cuyas palabras son hermosas debe respetársele”.
arcos y taca en acceso a la Sala Regia |
Estos versos indican el carácter de las salas en la residencia del Generalife como estancias para el ocio y en el caso de que el emir o sultán debiera despachar asuntos de Estado se debía hacer a la mayor brevedad y luego abandonar la sala para descanso de sus moradores. Por otro lado, sí se permitía que los poetas visitaran y permanecieran en el palacio, para recitar poemas y ser requeridos o consultados por el sultán.
Ibn al-Yayyab vivió unos 75 años, de los cuales ocupó durante medio siglo el puesto de visir y poeta, permaneciendo al servicio de hasta seis emires nazaríes, desde Muhammad II hasta Yusuf I. El emir Muhammad II creó la oficina de redacción o diwan al-Insha, donde visires y poetas componían qasidas en las celebraciones, fiestas o acontecimientos familiares así como alardes y loas al emir en las victorias militares. Casi todas ellas quedaron inmortalizadas en los muros de este recinto palaciego.
detalle de mocárabes y celosías de yeso en la Sala Regia |
También las albanegas de los tres arcos de la entrada están decoradas de forma bellísima, la central con ataurique calado y las laterales con paños de sebka calados. Sobre estos arcos, cinco pequeñas ventanas con celosías decoradas en yeso dejan pasar la luz procedente del Patio de la Acequia. A ambos lados de estos arcos encontramos las hojas de su puerta, realizada de madera labrada.
El mismo poeta Ibn al-Yayyab es el autor de otra inscripción en el pórtico de este pabellón norte haciendo referencia a las tacas con jarras de agua o flores en su interior, diciendo “Es un arco en el salón más feliz por servir a la majestad como mirador, ¡Por Dios, qué bello es, levantado a la derecha de un rey incomparable. Los jarrones que aparecen en él son como doncellas subidas a lo alto."
la Sala Regia en el pabellón norte del Generalife |
La distribución interior de la Sala Regia responde al esquema usual, con alcobas laterales decoradas con bella yesería y enmarcadas por arcos. Sobre ellos, inscripciones en epigrafía árabe y hermosos mocárabes. Es muy destacable la cornisa volada también de mocárabes por debajo de la bella armadura que cubre el techo. En este caso no encontramos alicatados ni mosaicos de azulejos en los zócalos de la sala, como es habitual en las salas del conjunto de la Alhambra.
Desde esta Sala Regia, a través de una puerta y escalera abiertas en su costado derecho ya en época cristiana, se accede a otras dependencias del palacio del Generalife encontrando primero el llamado Patio del Ciprés de la Sultana, siendo escenario de imaginarias leyendas amorosas. Esas dependencias tienen un carácter muy diferente al hispano-musulmán al tratarse de una zona muy modificada.
pequeña cúpula de mocárabes en alcoba lateral de la Sala Regia |
La visita a este recinto palaciego que forma el Generalife se convierte en una experiencia de aprendizaje, quizá no al nivel del conjunto de la cercana Alhambra, pero aún así son un verdadero deleite y un placer las sensaciones que provocan los distintos espacios de este recinto convirtiendo a este lugar en algo único en el mundo y con un valor incalculable en todos los sentidos.
yeserías con inscripciones en pared de la Sala Regia |
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