el Tajo

reflejo del puente de Alcántara en el Tajo a su paso por Toledo

El nombre de Tajo proviene de la designación romana del río, Tagus, que podría ser un homenaje a un rey íbero llamado Tago, según el historiador portugués André de Resende. El río Tajo (y en portugués, Tejo) es el río más largo de la península ibérica, a la que atraviesa en su parte central, siguiendo un rumbo este-oeste, con una leve inclinación hacia el suroeste, que se acentúa cuando llega a Portugal.

El Tajo nace en los llamados Montes Universales, en la sierra de Albarracín de la provincia de Teruel, sobre la rama occidental del sistema ibérico y desemboca en el océano Atlántico, después de recorrer 1007 km, en la ciudad de Lisboa. En sus primeros 816 km atraviesa España, donde discurre por cuatro comunidades y un total de seis provincias comprendiendo Teruel, Guadalajara, Cuenca, Madrid, Toledo y Cáceres.

Las ciudades españolas más importantes en la actualidad por las que pasa el Tajo son Aranjuez, Toledo, Talavera y Alcántara en territorio español, siendo Abrantes, Santarém y Lisboa las ciudades portuguesas. Sus afluentes más importantes son el Jarama, Guadarrama, Alberche, el Tiétar y Cécere. Los cuatro primeros nacen en las sierras de Guadarrama y Gredos, donde se sobrepasan con frecuencia los 2000 m de altura. También recoge aguas del Alagón muy cerca de Granadilla, del Uso, Ibor, Guadiela, Almonte, Salor y Gualija.

el curso del río Tajo a su paso por el término municipal de Aranjuez

Al adentrarse el río en Aranjuez forma el embalse del Embocador, levantado en el siglo XVI y remodelado después para garantizar el abastecimiento de agua a huertas colindantes. Su curso, además, es regulado mediante una serie de canales artificiales, utilizados como sistemas de riego y ornamento de los Jardines de Aranjuez, construidos en el siglo XVIII. Dentro de este término municipal, recibe al río Jarama, el primero de sus grandes afluentes y también al río Algodor. A finales del siglo XVI, el rey Felipe II ordenó la realización de diferentes proyectos para hacerlo navegable, aunque finalmente los planes se abandonaron dadas las dificultades de ejecución.

Toledo, por su parte, es la ciudad por excelencia entregada al Tajo. No en vano, un autor anónimo musulmán durante el siglo XIII, escribiría "Así, al contemplar la ciudad encaramada sobre su promontorio y abrazada por esas gargantas que el Tajo ha tallado en la roca, un poeta de la corte podía exclamar con justicia: Toledo está por encima de cuanto se dice de ella. Allah lo ha adornado como a una novia, ciñendo su cintura con un río parejo a la Vía Láctea y coronando su cabeza con ramas como estrellas". Y es que el Tajo rodea a la ciudad por tres de sus flancos en un apretado abrazo.

Existen varias referencias de Al- Idrisi, viajero y geógrafo árabe del siglo XII, a los molinos del río Tajo describiendo una noria en la misma ciudad de Toledo, alabando la ingeniería islámica y también menciona molinos a la altura de la medina de Talavera. Sus crónicas están basadas, según algunos autores, en otras crónicas de viajeros de épocas anteriores a la suya y, por tanto, puede que esas alusiones haya que datarlas en realidad en época tan temprana como es el siglo IX.

el Tajo a su paso por la ciudad de Toledo

Por su parte, en sus obras Historia de Tulaytulah y Las Calles de Toledo, Julio Porres hace referencia a determinadas citas de fechas inmediatas al año 1085 (cuando los cristianos conquistaron la ciudad de Toledo), en las que aparecen molinos toledanos como los de Azumel (Assomail), los molinos de Daicán (Dar Axam) y los molinos de Arsagrazu (Afagraza) que, por sus nombres y antigüedad, debieron funcionar en época musulmana. Es más, los cristianos aprovecharon la mayoría de los azudes y los molinos que los árabes utilizaban sobre el Tajo. 

Así, los molinos de la Reina que en 1142 son cedidos por el rey Alfonso VIII de Castilla el Noble, a la Orden de Calatrava, no son otros que los molinos de Daicán. En la misma línea, el término «aceña», como tantas otras palabras relacionadas con la molinería y la tecnología del agua, es de origen árabe y tanto los restos visibles todavía hoy de los molinos de Daicán como los de Arsagrazu (o de Río Llano) que se observan en el cuadro del Greco «Paisaje de Toledo», presentan por sus característicos tajamares el aspecto de haber sido aceñas, es decir molinos de rueda vertical, los más arcaicos de estos ingenios.

Alejándose de Toledo, el Tajo se adormece extendiéndose entre llanos. La vega por donde aparece el Guadarrama desmiente aquella impresión de soledades y desciende por la sierra madrileña de su nombre uniéndose al Tajo en apresurado descenso y el paisaje se muestra intenso. Las Barrancas de Burujón, algo escondidas en su margen derecha, forman una ronca letanía de cortados que asombran desde la ondanada llanura, un buen lugar para aves conocidas que encuentran plácido su entorno. 

restos de los molinos de Daicán en la ciudad de Toledo

El ancho valle, lleno de aguas tranquilas y trabajada su anchura por el hombre, se adentra en la llamada meseta cristalina que se adorna con graciosos cerros formando un inmenso bosque de encinas que no hace especialmente difícil la vida a la cigüeña. También en sus campos podemos avistar el toro bravo conviviendo en la dehesa en plena naturaleza. Los llamados Montes de Toledo, territorio granítico y muy rico en parajes admirables, recibe al río Tajo entreteniéndose en sus meandros, regando huertos y llenando embalses. 

Tras El Carpio aparece Malpica de Tajo, que cuenta con castillo árabe y fue frontera entre cristianos y musulmanes y testigo de las numerosas fortalezas levantadas como defensa ante el enemigo. Poco después, ante las puertas siempre abiertas de la ciudad de Talavera, el río Tajo se ejercita en una especie de rito ceremonial y las aguas crean islas y arenales en estos espacios, mientras se fijan a algunos taludes y dan también alimento a bosquecillos de chopos. Por encima de los meandros se despliegan los barrancos que acogen, monte abajo, rañas y reinos de la retama, siendo el umbral de los Montes de Toledo territorio ya de La Jara

Al ser Talavera un sitio de cruce de caminos, de antiguas cañadas y de rutas comerciales, se proveyó muy pronto de grandes puentes. Uno de ellos, el de Santa Catalina que llaman el Puente Viejo, suele hacerse pasar por romano, aunque su cuerpo actual es del siglo XV. Recordemos que el rey Alfonso XI, el Justiciero, regaló esta ciudad a su esposa María de Portugal y de ahí el nombre Talavera de la reina. Esta misma reina, en la propia fortaleza de Talavera, ordenó matar a la amante del rey, la conocida como Leonor de Guzmán

el río Tajo a su paso por el castillo de Malpica

Tras la ciudad de Talavera, Alberche, Calera y Chozas o Las Herencias son pequeños núcleos que aprovechan las aguas del río Tajo y se entregan hoy a cultivos de ocasión y, hasta hace no mucho tiempo, con la ayuda de norias y acequias. El Tajo, prosigue ahora hacia el sur, apartado y tranquilo, llegando hasta uno de los puentes más ilustres, el Puente del Arzobispo, levantado en sillería para el paso de los peregrinos hacia el actual monasterio de Guadalupe en el siglo XIV. 

Pero antes de llegar al Puente, cabe recordar que Bury Al-Sultan hacía referencia a la torre del sultán, la misma que fue cedida en el año 1135 por el rey Alfonso VII de León a Miguel Midiz para su repoblación. Se decía que esta zona -próxima al Puente del Arzobispo- estaba repleta de azudas y canales y que contaba con diversos molinos. Este lugar corresponde con la actual localidad de Azután, que más tarde pasaría a ser propiedad de las monjas de San Clemente de Toledo y que además serían también dueñas de sus molinos.

Del mismo modo, antes de llegar al Puente y adentrarse en la provincia de Cáceres, el Tajo ha recibido aguas de su afluente Uso. Sobre éste, a una considerable altura, aparece la imponente y enigmática  Ciudad de Vascos, que tuvo una vida de apenas cien años, entre los siglos X y XI, y se cree que pudo contar con varios miles de habitantes, continuando hoy siendo un misterio los motivos de su abandono. Existen igualmente referencias a los molinos de este afluente y Jiménez de Gregorio recoge alusiones históricas medievales a tres azudes sobre el Tajo en el entorno de esta ciudad musulmana.

el río Uso a su paso por la ciudad de Vascos, Navalmoralejo

Una vez dejada atrás tanto la ciudad de Vascos (en el actual Navalmoralejo) como el embalse de Azután y el Puente, prosigue la vegetación de La Jara acompañándose de jabalíes, corzos y venados, apareciendo de cuando en cuando pinos y olivos. Al otro lado del río Tajo también aparecen tierras broncas, pedregosas, agrestes y mordidas de soledad. La Orden de Calatrava, antes mencionada porque recibió la propiedad de los molinos de Daicán, poseía también en este paraje los conocidos como molinos de «Calatravilla» cerca del Puente del Arzobispo y próximos a la islámica fortaleza de Castros. Estos molinos pertenecen hoy al municipio del Torrico y existen tempranas referencias a esta parada molinera en el siglo XIII. 

A estas alturas de su curso, el Tajo sigue marcando claramente el que fuese límite y frontera de Al-Ándalus y se saltean aún hoy por estos parajes, entre matorral y dehesas, los diversos hisn o castillos-fortalezas que se levantaron tanto en terrenos actuales de la provincia de Toledo como en la actual provincia de Cáceres. Así, en terreno toledano se contaba con la medina de Talavera y con la Ciudad de Vascos, por citar dos ejemplos, y en terreno de la actual provincia de Cáceres se ubican la citada fortaleza de Castros, la fortaleza de Alija o el conocido como castillo de El Marco, ya entre sierras. 

Del mismo modo, si la comarca toledana de La Jara aporta al Tajo las aguas de su afluente Uso, poco después la comarca de La Jara cacereña entrega al Tajo otro afluente, el río Gualija, en las inmediaciones de la citada fortaleza de Alija. Esta fortaleza queda emplazada sobre los cerros graníticos que dominan la desembocadura del Gualija y su disposición estratégica cabe relacionarla con el paso de una antigua vía que, salvando los puentes del Búho y del Conde, alcanzaba las llanuras del Campo Arañuelo.

atalaya central de la fortaleza de Castros, en el paso del Tajo

Este control lo reforzaba, en la otra orilla, la atalaya Peñaflor, de la que hoy en día no queda más que la cimentación al pie de la roca del mismo nombre. Por Ibn Hazm sabemos que un miembro de la tribu bereber de los Awraba, en concreto Sabrun Ibn Sabib, gobernó la fortaleza de Alisa a finales del siglo IX o comienzos del siglo X, ya que su hijo fue destituido del mismo cargo por el califa Abd Al-Rahman III. Otro cronista, Ibn Hayvan, al hablar del río Tajo comenta que pasa al norte por la fortaleza de Alisa, situada a ochenta millas de Toledo.

En los parajes cercanos al curso del río no tarda en aparecer el castillo de Oropesa, a unos 12 km, que se presenta como un bello mirador sobre la comarca de Campo Arañuelo, en el borde de la actual Extremadura. El Tajo entonces continúa adentrándose en la provincia de Cáceres componiendo el actual embalse de Valdecañas, en un paraje repleto de cigüeñas y otro buen número de maravillas naturales. El Tajo se acerca a Bohonal de Ibor, siendo el Ibor otro afluente que se adentra en el Tajo por el lado sur habiendo recorrido antes impresionantes gargantas.

Poco después, un nuevo embalse contiene las aguas del Tajo. En esta ocasión se trata del embalse de Almaraz, en cuyo lugar se dice que se juntaron los árabes Tariq y Muza después de haber conquistado la capital visigoda, Toledo. Y al igual que ocurría en el curso alto del río, que está incluido dentro del Parque Natural del Alto Tajo en Guadalajara, los territorios que el Tajo visita a continuación se engloban donde hoy encontramos el Parque Natural de Monfragüe, siendo este paraje muy posiblemente el espacio peninsular más rico en flora y fauna mediterráneas.

el Tajo a su paso por Monfragüe

Junto a espesas laderas cubiertas por bosque impenetrable se yerguen pastizales arbolados, dehesa y zonas húmedas entre arroyos, charcas y embalses. Linces y águilas imperiales, buitres y cigüeñas negras, gatos monteses y jinetas, todos ellos en peligro de extinción, hacen vida en este parque. El actual Parque está coronado por un antiguo castillo árabe y rodeado completamente por jaras, robles, lentiscos, madroños, arces o alcornoques entre otras especies.

El siguiente paisaje que encuentra el Tajo cambió hace unos cuarenta años debido a la construcción de dos nuevos embalses, el de Castrejón y el de Alcántara y aún hoy cuenta con unas trescientas especies de vertebrados alrededor de sus aguas. Poco antes de la raya con Portugal se deja atrás Coria, como ciudad legendaria, escondida entre dehesas y sierras y que permanece con su puente sin río dado que el Alagón, también afluente del Tajo, decidió cambiar de rumbo hace ya tres siglos.

El tremendo ensanche del río Tajo, ordenado y trabajado por el hombre, es visible a la altura de Garrovillas y, poco más adelante, se puede constatar que sigue en pie Alcántara, palabra árabe traduciendo El Puente, siendo una obra de ingeniería romana y cuyo paso da acceso a la localidad del mismo nombre. Se trata de una verdadera obra maestra y la más perfecta obra hidráulica que el imperio romano llevó a cabo en la península. Casi 200 m de longitud, sillares graníticos colocados en seco y seis arcos valientes para asombro de todo el que se detenga a observarlo.

el Tajo a su paso por Alcántara, traducido como El Puente

Todavía el Tajo mantiene su larga canción, controlada y sin fin, de tan distintos versos y tan variados compases, mientras se adentra sin hacer ruido en territorio portugués donde recorrerá 145 km, habiendo transitado -más solo que nunca- por la Sierra de Santiago, abrumado quizá por el paso de tantas historias, siendo el río Tajo el espinazo o eje de cada una de ellas. En Portugal atraviesa las regiones tradicionales de Beira Baixa, el alto Alentejo y Ribatejo atravesando ciudades como Abrantes o Santarém.

El hoy llamado Parque Natural del Tajo Internacional designa a dos espacios naturales protegidos de idénticas características pero con distinta gestión. Uno en la provincia de Cáceres, Extremadura, España, y otro en el distrito de Castelo Branco, Región Centro, Portugal. El curso del Tajo o Tejo, que sirve de frontera natural entre ambos países, es a la vez el elemento común y nexo de unión de todo el territorio que se extiende linealmente a lo largo de más de 60 km. 

La parte española, declarada Parque Natural del Tajo Internacional, se extiende sobre una superficie de unas 25 mil hectáreas mientras que la parte portuguesa, declarada Parque Natural do Tejo Internacional, se extiende sobre una superficie de unas 26 mil hectáreas. Aquí el Tajo se encuentra en una auténtica encrucijada de caminos, en la que influyen floras de diversos orígenes, llegándose en algunos sitios a casi cuarenta especies entre árboles y arbustos. 

atardecer en el Estuario del Tajo

La principal formación vegetal del parque es el bosque mediterráneo contando con encina, alcornoque, coscoja, olivilla, labiérnago, madroño y varias especies de brezos, así como jara pringosa, acebuche,  aladierno, espino negro, lentisco, cornicabra, romero y cantueso. También importantes especies se hallan en este parque, algunas en peligro de extinción como la cigüeña negra, águila imperial ibérica y el cangrejo de río autóctono conviviendo con la nutria, el lagarto verdinegro, águila culebrera, águila real, alimoche y el buitre leonado. El Tajo se va aproximando poco a poco a la actual Reserva Natural del Estuario del Tejo. 

Aquí se integran zonas húmedas, lodos, salinas, saladares, islotes y terrenos agrícolas que, cada invierno, dan cabida a cerca de ochenta mil aves. Cercano a su desembocadura, el ancho del Tajo va incrementándose poco a poco y va formando diferentes islas sedimentarias, entre las que destacan, por sus dimensiones, las situadas al sur de Vila Franca de Xira y Alhandra, que preceden al estuario. Este ensanche es conocido como el Mar de la Paja y cabe señalar que buena parte del recorrido del Tejo es navegable, si bien solo para barcazas de escaso calado, exceptuando su desembocadura que es apta para embarcaciones de mayor envergadura.

Cabe recordar que Lisboa no tiene mar, sino que el agua que baña las orillas de su centro histórico pertenece al ya citado Estuario del Tejo, el más importante de la península. El Tajo atraviesa el puente Vasco da Gama, considerado como el puente más largo de Europa y levantado en el año 1998, y poco después baña la orilla del centro de la ciudad. Esto no es impedimento para que se pueda navegar perfectamente por esta zona, con lo que los barcos son una imagen habitual de los paisajes del Tajo en Lisboa, siendo el río quien contribuyó a su florecimiento comercial, cultural y urbanístico convirtiéndola en una referencia del Atlántico norte.

No hay comentarios: