castillo de El Marco

puerta de acceso en lado sureste del castillo de El Marco

En la margen izquierda o muy cerca del río Tajo, como franja límite conocida en Al-Ándalus, se encuentran casi todas las fortalezas levantadas dentro de la comarca de La Jara. Aún así, debe destacarse también la presencia de una serie de fortificaciones en esta comarca alejadas del río si bien idénticas morfológicamente a las de la línea del Tajo; lo que nos permite conjeturar su carácter de centros del poder bereber/omeya en la comarca.

La llamada Canchera de la Atalaya, en Berrocalejo o El Castillejo, en Valdelacasa de Tajo nos informan de la existencia de estas fortalezas alejadas aun siendo próximas al curso del Tajo, destacándose en cualquier caso, por su buen estado de conservación, el castillo de El Marco en término de Villar del Pedroso, localizado a media altura en plena sierra de Altamira, entre las localidades actuales de Carrascalejo y Valdelacasa de Tajo. Podría decirse que este castillo tuvo un papel semejante a Segurilla y San Vicente, pero en la orilla opuesta del Tajo.

atalaya circular en el castillo del Marco

Esta fortaleza es única de entre todas las fortificaciones de la comarca de La Jara altomedievales ya que cuenta con una torre de geometría circular, de ahí que haya sido calificada como atalaya previa a la construcción del castillo en sí. Apenas hoy puede distinguirse la citada torre circular, estando rodeada por restos de una pequeña muralla y se accede a ella por la única puerta en pié del castillo, aunque de la torre apenas quedan un par de metros de altura pues, según cuentan en el pueblo, décadas atrás se encontraron en su entorno algunas monedas de oro corriendo el rumor de que había un tesoro escondido por lo que llegó a destruirse la atalaya casi por completo.

En los alrededores de este paraje podemos encontrar que el monte agreste se puebla, además de jaras, de alcornoques, grandes madroños, castaños, chaparrales, brezo y un sin fin de plantas aromáticas. El acceso más cómodo a este castillo de El Marco se hace desde Carrascalejo, por camino hasta la entrada de la finca. Cabe también señalar que al sureste del mismo término de Carrascalejo, se encuentra el lugar donde se situaba el antiguo despoblado conocido como Torrelamora o Torramora que, como su nombre indica, se fundó en torno a otra antigua atalaya árabe medieval.

vista del castillo del Marco desde el sur

La situación de esta fortaleza es óptima para el control del territorio que se extiende a sus pies. Se encuentra encaramada a un risco que sobresale de la línea de cerros que bordea la sierra de Altamira por el este. Si se observa desde el pie de los cerros, lo único que se puede apreciar es la atalaya, no adivinándose ni por lo más remoto que ésta sea una parte de un recinto más amplio. El acceso natural a la fortificación parece ser desde el suroeste, desde lo alto de la citada sierra, atravesándola por el Collado Hueso, lugar desde el que sí se puede apreciar la fachada monumental del conjunto.

Se trata de una planta rectangular, con alguna irregularidad en los ángulos, con dos torres también rectangulares que flanquean el acceso en su lado sureste y con la torre circular o atalaya en su esquina noreste. La puerta es de acceso directo y está formada por un arco de herradura, sin alfiz, enjarjado, flanqueado por las dos torres rectangulares, macizas y de poco saliente. Tanto una como otra no presentan zarpas en su base. Tampoco hay resto alguno de merlatura y tanto las dovelas como las jarjas del arco son lajas de pizarra. El lienzo de la puerta de acceso está realizado con gran esmero, reproduciendo esquemas de grandes alcazabas como Trujillo o Mérida.

portada sureste del castillo del Marco

Como aparejos en el sistema constructivo se usa la mampostería, trabada con una argamasa pobre en cal. En los ángulos de las torres y en las jambas de las puertas los bloques están especialmente elegidos, de gran tamaño y bien escuadrados. La piedra es de la zona, cuarcita y pizarra. En el arco se aprecian restos de un enfoscado. Su color debió ser claro ya que en su composición se aprecia bastante cal y aún conserva un color blanquecino. Por el interior del arco se ven restos también de enlucido, pero en este caso se aprecia que fue de color rojo.

Como material se encuentran en el recinto algunos fragmentos de cerámicas de carena muy marcada que sin duda pertenece a jarras, fragmentos de asas y galbos acanalados. No aparece cerámica vidriada en el lugar y sin embargo abundan los restos de ladrillos, cuya pasta es de color rojizo y su superficie externa anaranjada, teniendo muchos unas manchas blancas de la argamasa con la que estuvieron en contacto.

vista aérea del castillo de El Marco, en Villar del Pedroso

En una de las torres se observan en sus costados unos canales que probablemente se deben a la huella dejada por vigas de madera que se embutieron en el muro para reforzarlo, siendo extraño encontrarlo en una torre y no en otra. Este recurso se conoce en otras construcciones islámicas como la torre del Andador en Albarracín, en los restos de la muralla de Cuenca, en la fortificación de Calatayud, en la atalaya de Venturada en Madrid, en la fortaleza de Castros no lejos de este castillo de El Marco y en el alminar de la mezquita aljama de Córdoba creyéndose que fue población bereber la que introdujo esta técnica en la península.

En relación con otras construcciones de su entorno tiene a su alrededor Alija a unos 16 km al noroeste, castillo del Espejel a unos 8 km al norte, la fortaleza de Castros a 14 km al noreste y la ciudad de Vascos a unos 16 km al noreste. Parece que la mayor relación la guarda con Espejel, no sólo por su cercanía sino también por su tamaño y aparejo. La fecha de construcción de este castillo y de las fortalezas citadas pertenecen a los siglos IX y X, por lo que se considera que todas ellas eran o bien fieles a Córdoba o de rebeldes sometidos por Abd Al-Rahmán III, en cualquier caso en una cronología emiral o califal.

castillo de El Marco en lo alto de un cerro, sierra de Altamira

Su ubicación, por tanto, a escasos 8 km al sur del castillo del Espejel y teniendo comunicación visual con éste, permitía no sólo la transmisión de mensajes mediante señales luminosas o fogatas ante la intromisión en su territorio de un enemigo proveniente del norte, sino también, dada la tendencia de la población local a la sublevación, el control del paso del río desde este castillo de El Marco, que de esa manera solucionaría una posible defección en Espejel.

Lo anteriormente dicho explica el carácter casi simbólico de la fachada principal de este castillo de El Marco, que parece una reproducción en miniatura de las grandes alcazabas omeyas y que recurre a la protección de la puerta con dos torres en un lugar que, por su situación topográfica, no tiene necesidad de ello.

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