Madrid

muralla andalusí bajo la actual catedral de la Almudena en Madrid

Madrid es la única capital europea fundada por los árabes y se piensa que Mayrit derivaba de que el lugar se llamaba matric en lengua romance, proveniente del latín matrice o madre de aguas, aludiendo al arroyo de San Pedro que discurría entre los dos cerros (hoy barranco de la calle Segovia). Los musulmanes traducirían este término por el de mayra, o madre de aguas, más el sufijo mozárabe -it, que significa abundancia (del latín -etum).

Madrid fue fundada a mediados del siglo IX por el emir Muhammad I (quinto emir independiente de Córdoba, hijo de Abd Al-Rahmán II), construyendo en una colina situada en la margen izquierda del río Manzanares, donde hoy se asienta el Palacio Real, un puesto militar para control y vigilancia del paso hacia el puerto de Guadarrama (Puerto de Balat Tomé-Tablada). Madrid fue citada por primera vez por el cronista Ibn Hayyan (siglo XI) citando para ello a su predecesor Al-Razi (siglo X).

Así, Ibn Hayyan cuenta que el castillo de Madrid es una de las varias fundaciones mandadas hacer por el citado emir Muhammad I (años 852-886) "para las gentes de la frontera de Toledo", en el marco de una intensa actividad constructora y de refuerzo de lugares extremos, fronteras y brechas de Al-Ándalus. Se entiende que la fundación de Madrid tuvo por objeto afianzar el poder cordobés en esta región poco poblada y, en particular, hacer un frente a la constante insumisión de Toledo y a las incursiones asturianas.

restos de la muralla andalusí en la ciudad de Madrid

Por tanto, Madrid fue fundada como un asentamiento militar y permaneció en poder musulmán dos siglos, siendo una ciudad y fortaleza clave en la defensa de Al Andalus. Mayrit, nombre del reducto militar, surge entonces como enclave castrense inserto en la Marca Media de los territorios fronterizos de Al-Ándalus que, junto con la Marca Inferior y la Marca Superior, constituirían la franja fronteriza desde Cáceres hasta Teruel, pasando por Toledo, Cuenca y Guadalajara. La Marca Media tenía como capital a Toledo y llegaría hasta la transierra madrileña, o pie de monte de la sierra de Madrid, auténtica frontera natural entre las submesetas.

La fundación suele considerarse previa al año 865, en que el afán urbanizador de Muhammad I se estanca, y en cualquier caso anterior al año 871, pues ese año, relata Ibn Hayyan, un rebelde toledano llamado Masuna o Masuya fue interceptado y muerto en Madrid por quien quizás era el primer alcaide de la plaza, Ubayd Allah Ibn Salim. Existen hipótesis alternativas que atribuyen la fundación del hisn madrileño a alguno de los muchos rebeldes del emirato o a la iniciativa del clan amazig (bereber) de los Banu Salim, asentado en la Marca Media. En ambos casos, los cronistas del califato habrían otorgado posteriormente a los Omeyas el mérito de la fundación.

Las características del hisn de Madrid han sido y son aún objeto de conjetura, pues sus restos fueron sistemáticamente destruidos entre los siglos XVI y XX para atender a las necesidades del entorno palaciego. Los datos más recientes hablan de un recinto amurallado de unas cuatro hectáreas, lo que sitúa a Madrid en el rango de pequeñas ciudades de la Marca Media como fueron Calatrava, Zorita de los Canes o Alcalá. De la construcción o refuerzo de las murallas tenemos noticia de Ibn Hayyan, transmitida por Al-Himyari (siglo XVI) que refiere cómo, al ser excavado "el foso exterior de la muralla de Madrid (...) se encontró en él una tumba con un esqueleto gigantesco" y añade que acudió a levantar acta de ello el cadí de Madrid con sus testigos.

maqueta de la ciudad de Madrid, a la izquierda el Campo del Moro

La repoblación colonizadora es la mejor manera de asentar y defender un territorio, y ese fue precisamente el papel que le incumbió a Mayrit. Su misión era doble; por un lado como primera línea contención de los ataques y cabalgadas de los cristianos, y por otro, sería en algún momento la base de partida de las razzias y aceifas musulmanas emprendidas cual operaciones de castigo, a partir de la primavera, hacia el norte. Las fronteras se defendían bajo encomienda especial, por determinados nobles designados directamente por los monarcas y dignos de su plena confianza por ello no en vano eran las llaves del reino.

La kora o distrito-provincia mayrití estaba integrada en el sistema defensivo árabe, abarcando un ancho frente entre el Guadarrama y Somosierra. Siguiendo el valle de los ríos Guadarrama, Jarama, Henares y Manzanares, se articulaba un sistema de atalayas o torres vigías que servían de mecanismo de alerta y prevención de los posibles ataques cristianos, así como de control de paso de viajeros y mercancías, a la vez que, en algunos puntos, constituían lugares de acampada (askar) para las propias huestes en las campañas guerreras.

Estas atalayas generaban una red efectiva de comunicación, resguardada por partidas campesinas de alquerías cercanas, que usaban las torres para resguardarse en caso necesario, con servidores fijos mantenidos por la población local. Se mantenía así una red viaria segura y por lo tanto transitable, entre ZaragozaMérida, plenamente integrada en la Marca Media, que favoreció el desarrollo económico en una época altamente inestable. Gracias a eso, Madrid prosperó y fue creciendo, transformándose de una mera guarnición militar en una población más numerosa que fue elevada a la categoría de madinat o ciudad al poco tiempo.


El baluarte militar de Mayrit se organizó entre dos importantes núcleos muy cercanos entre sí. Por un lado estaría el alcázar o fortaleza para las tropas, situado al norte, sobre los terrenos que hoy ocupa el Palacio Real, con su propia muralla. Por otro lado, al Sur del cerro se situaría al-mudayna, o la ciudadela, donde la población civil viviría separada por una pequeña vaguada -la Cava de Palacio- fortificándose de manera independiente e impidiendo así sublevaciones de la población mayoritariamente bereber.

El nombre de la actual catedral de la Almudena no es casual, heredera del árabe Al-Mudayna, y se refiere al nombre árabe del asentamiento civil que hoy es ocupada por el templo cristiano y que entonces llegó a contar con su propia mezquita mayor, Mezquita Kebira, luego acristianada como iglesia de Santa María y finalmente solar entre viviendas, ya que fue destruida en el siglo XIX para hacer una manzana de casas, desplazándose el culto religioso al solar vecino que hoy acoge la catedral de Madrid.

Los restos de mayor importancia, con un interés más arqueológico que artístico, se hallan en la cuesta de la Vega, junto a la cripta de la catedral de la Almudena. Han sido integrados en el parque de Muhammad  I, como homenaje al fundador de la ciudad. En este lienzo se conservan 120m de la muralla árabe (de más de 11m en su tramo más alto). Los demás restos no están señalizados aunque detrás del parque, en la cuesta de Ramón, 5 puede verse otro trozo del mismo lienzo de la muralla que permanece casi escondido en el acceso al garaje de un edificio de viviendas, justo debajo del viaducto de la calle Segovia, en la calle de Bailén. 

la Torre de Narigües en la muralla defensiva de Madrid

Durante el siglo X el ya autoproclamado califa de Córdoba, Abd Al-Rahmán III, ordenó reforzar la muralla de Madrid, después de sufrir varias situaciones de peligro, como la avanzadilla cristiana del rey Ramiro II de León, en el año 932. En el año 977, el afamado hayib Almanzor eligió también la fortaleza de Mayrit como punto de origen de su campaña militar. En torno al año 1031 algunas regiones de Al-Ándalus se iban desmembrando del poder central de Córdoba y proclamando su independencia, adoptando la forma de pequeños reinos de taifa. La presión cristiana va haciendo mella sobre las marcas musulmanas y en el año 1085 el rey Alfonso VI de León el Bravo se apropia del área madrileña.

En la Plaza de Oriente, no lejos de la cuesta de la Vega hay que bajar al aparcamiento público para encontrar la atalaya islámica del siglo XI que se encuentra en el primer piso subterráneo y que fue edificada en su momento para controlar el arroyo Arenal y cualquier punto muerto de vigilancia que pudiera tener el recinto árabe original, siendo conocida como torre de los huesos. En la calle Mayor, en el número 83, junto al viaducto que salva la calle Segovia, se mantienen en pie las ruinas de la Torre de Narigües, que probablemente hubiese sido una torre albarrana. Con una localización separada de la muralla propiamente dicha, pero unida a ésta a través de un muro, la función de esta Torre de Narigües era la de servir de otero. 

Debió ser una entre muchas de la muralla musulmana de Madrid, a una distancia aproximada de 20m entre ellas. Su existencia se prolonga hasta el siglo XIX, cuando es descrita como ubicada en la cercanía de unas casas del marqués de Malpica, sobre las aguas y fuentes del Pozacho. Por otra parte, en la plaza de Ramales se puede ver el único silo islámico que queda a la vista en esta ciudad y que formaba parte de una gran red de silos, entendiéndose que servían para el almacenamiento de las cosechas. Se trata de una especie de pozo situado en el acceso al aparcamiento de la actual plaza, en el muro de la antigua iglesia de San Juan, ya derribada.

casa de Los Lujanes, Madrid

El recinto amurallado constaba de tres puertas, de acceso directo y sin recodo. La puerta de la Vega, situada en la actual cuesta de la Vega, comunicaba el recinto militar con las vegas del río Manzanares y los caminos de Castilla y Extremadura y pudo estar en concreto ubicada en el lugar que hoy ocupa la hornacina exterior de la virgen de la Almudena, junto a la cripta de la catedral. La puerta de la mezquita o arco de Santa María conducía al núcleo civil desarrollado fuera de la fortaleza, a través de la actual calle Mayor. 

Y la puerta de la Sagra, de la Xagra o del Campo iba a parar a las huertas, por la actual calle de Bailén, en semi-esquina con la plaza de Oriente. Este acceso de la muralla islámica debe a su nombre puesto que mira hacia una extensión de cultivo, shaqra en árabe, cercana a la ribera del río Manzanares. Era, por tanto, una puerta adyacente a la de Valnadú y se ubicaba en terrenos ocupados actualmente por la citada plaza de Oriente, frente a los Jardines de Lepanto, contigua al Alcázar y actual Palacio Real. Desapareció alrededor del año 1550, derribada, al igual que su iglesia próxima, San Miguel de la Sagra.

En el actual museo San Isidro, situado en la plaza de San Andrés, 2, tras una renovación completa ahora existe en el museo una sala íntegra dedicada a la arqueología árabe, donde pueden verse muchos vestigios arqueológicos islámicos hallados en excavaciones en el corazón de la ciudad, principalmente en la plaza de Oriente y en La Latina. Y es que en el barrio de La Latina se situaba el arrabal árabe tras la conquista cristiana. Se conservan referencias a este pasado medieval en la toponimia de sus calles y plazas, como son Morería o Puerta de Moros.

actual campanario de la iglesia de San Nicolás en Madrid

Para el abastecimiento de agua de Mayrit, los árabes diseñaron un sistema por medio de canales subterráneos que lo traían desde fuentes y manaderos lejanos y era conducido mediante alcantarillas con respiraderos hasta el mismo corazón de la ciudad, donde la población la recogía en las fuentes y caños públicos. Recientemente se han restaurado en la actual plaza de la Ópera, los denominados Caños del Peral que se llamaban en su época Viajes de Agua, una palabra que deriva del latín via aquae. Las fuentes entonces eran mantenidas en buen uso por los fontaneros, oficio que encuentra aquí su inicio. 

Fuera del recinto amurallado de la ciudad de Madrid, existían diferentes terrenos públicos dedicados al esparcimiento y a los juegos ecuestres (al-musara), además del barrio árabe o medina y un arrabal cristiano o mozárabe. En su caso, la torre de la iglesia de San Nicolás bien pudo ser el minarete de una antigua mezquita madrileña que daba servicio a un arrabal situado fuera de la muralla árabe y luego se le añadió un campanario. Otros expertos consideran, sin embargo, que nació ya como iglesia con un estilo mudéjar, si bien su esencia árabe es innegable. 

Se conservan otros restos mudéjares cuyos buenos ejemplos son la iglesia de San Pedro y la casa y torre de Los Lujanes, en la Plaza de la Villa. Por su parte, es posible que el cementerio musulmán se encontrase cerca de la calle Arenal. En cualquier caso, en las inmediaciones de la Plaza de la Cebada, está la necrópolis más antigua de la ciudad, el cementerio musulmán o maqbara, en árabe. Fue el lugar de enterramiento de los seguidores del islam desde la fundación de Mayrit, en el siglo X, hasta el siglo XVI cuando se produjo la conversión forzosa y definitiva al cristianismo.

estela funeraria en Madrid de época emiral

El cementerio se emplazaba frente a la llamada Puerta de Moros, el antiguo acceso a La Morería, el barrio donde fueron confinados los musulmanes tras la conquista del rey Alfonso VI de León en el año 1085 tras conseguir también la caída del reino de Toledo, transformando todo en un sistema político y social diferente, pero aún heredero de las estructuras de su pasado islámico. Abarcaba un perímetro que iba desde el mercado hasta la confluencia de las actuales calle Toledo y Humilladero. Estaba lejos de la almudayna (la ciudad amurallada), como es costumbre en el islam, al contrario de la práctica cristiana de enterrar a sus difuntos junto a las iglesias.

El cementerio desapareció -como se ha dicho- en el siglo XVI, mediante una acción en contra del acuerdo de conversión del año 1502, cuando los musulmanes de Madrid, apenas unos doscientos cincuenta, pactaron con el Concejo las condiciones de su conversión a la fe católica: exención de impuestos y de estar sometidos a la Inquisición por diez años y mantenimiento de la carnicería halal, la casa de bodas y, ante todo, "el osario que tienen con sus piedras", es decir, sus lápidas. Se desconoce por qué el pacto quedó sin efecto y existe un vacío en los libros de acuerdos entre los años 1504 y 1512, sólo se sabe que muchas lápidas fueron reutilizadas en otros lugares.

Sólo se ha encontrado en Madrid una estela funeraria pero de gran valor, ya que se trata de una cronología omeya, un hito excepcional en Al-Ándalus. Se localizó esta estela cerca del actual Palacio Real, donde tradicionalmente se sitúa un segundo cementerio musulmán llamado Uesa Al-Raf. De ahí proviene el nombre popular de Torre de los Huesos con el que se conoce a la atalaya islámica ya descrita en la actual Plaza de Oriente. No obstante, no hay datos ni fuentes que confirmen la existencia de esa otra necrópolis más allá de alguna leyenda.

estilo mudéjar en la actual Plaza de Toros de Las Ventas en Madrid

Unas excavaciones en un solar de la calle Toledo sacaron a la luz parte de la maqbara andalusí. Aparecieron 43 tumbas datadas entre los siglos IX al XVI gracias al método del carbono 14. Todos los cuerpos están en contacto directo con la tierra dentro de fosas estrechas de distinta profundidad. Las cabezas mirando hacia el sureste, que es la dirección de La Meca. No obstante, no todos los enterramientos estaban dispuestos de la misma forma. Se trazó una secuencia cronológica de cuatro fases para diferenciar arqueológicamente las tumbas por su antigüedad y colocación del cuerpo sobre el terreno. 

Los más antiguos tienen cabeza y manos dirigidas a la qibla pero el cuerpo está en posición decúbito supino. La segunda fase es similar pero con restos de tablones de madera y clavos. Se trata, en ambos casos, de rituales muy incipientes de enterramiento islámico que se extienden desde la fundación de la ciudad de Madrid a mitad del siglo IX hasta la conquista cristiana en el siglo XI. La tercera y cuarta fase son distintas. Desde el siglo XII se aprecia un mayor rigor en la ortodoxia musulmana, con fosas más profundas y estrechas. Los cuerpos ya se disponen en decúbito lateral derecho, como marca el rito islámico y se colocan, en ocasiones, superpuestos sobre otras inhumaciones.

Las fuentes históricas nos han dejado también una nómina respetable de personajes prominentes relacionadas con el Madrid andalusí. Además de algunos gobernadores, tenemos datos de veintidós ulemas y otros sabios vinculados a Madrid, algunos de ellos nativos y otros llegados para la práctica del ribat, que permitía participar en la defensa de la frontera y, a la vez, contribuir a la islamización y arabización de los habitantes locales. Pero más numerosos que los residentes en Madrid fueron los sabios que, siendo madrileños de origen, desarrollaron sus actividades en otros lugares de Al-Ándalus y de la Dar Al-Islam.

actual Mezquita en la carretera M-30 de la ciudad de Madrid

El más importante de todos ellos es, por supuesto, el célebre matemático y astrónomo Maslama Al-Mayriti, que falleció en Córdoba hacia el año 1007. Existe también algún personaje singular, como el impostor que, según cuenta el afamado cordobés Ibn Hazm, quiso proclamarse califa en Madrid durante la fitna, haciéndose pasar por un miembro de la familia Omeya. De la ciudad de Madrid también adquirieron fama sus labores agrícolas, sus trabajos textiles y de fabricación de cerámica que alcanzó cierto renombre. 

Al-Himyari, entre otros, se hacía eco escribiendo "existe en Madrid una tierra con la que se fabrican ollas, que pueden usarse sobre el fuego durante veinte años sin que se quiebren ni se corrompa por el calor ni por el frío lo que en ellas se cocina". Por otra parte, también en Madrid cabe mencionar varios de los edificios de estilo neomudéjar -es decir, basados en la tradición árabe-, como la mundialmente conocida plaza de toros de Las Ventas siendo el principal coso del país. También el matadero o la casa árabe, además del lugar de culto islámico actual: la denominada Mezquita de la M-30. 

Asimismo también podemos disfrutar en Madrid de distintos museos donde pueden verse restos árabes como son el de Lázaro Galdiano y el museo arqueológico nacional. En la calle Atocha podemos disfrutar del hamman o baño árabe sumergiéndonos en un trozo de Al-Ándalus en pleno corazón de la ciudad. Por su parte, la denominada actualmente como Mezquita Central fue construida en Madrid en el año 1988 por inmigrantes musulmanes residentes en la ciudad y está ubicada en el corazón del barrio de Tetuán. Es igualmente admirable la llamada Sala Nazarí, situada en el Parque del Buen Retiro, en el centro de la ciudad.

Sala Nazarí en el interior del Parque del Buen Retiro, Madrid

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