Cáceres es la ciudad y capital homónima de la provincia norte de Extremadura y se trata del municipio más extenso de la península. La llamada ciudad vieja o casco antiguo de Cáceres es patrimonio de la humanidad ya que posee uno de los conjuntos urbanos de la Edad Media y del Renacimiento más completos del mundo. No en vano, la ciudad de Cáceres está considerada como el tercer conjunto monumental de Europa, después de las ciudades de Praga y Tallín.
Tras la Norba Caesarina de época romana, el geógrafo bagdadí Ibn Hawqal ubicó en este lugar el llamado Hiṣn Qāṣras o Castillo de Cáceres y más tarde el también geógrafo y ceutí Al-Idrisi, en el año 1147, reiteraba dicha denominación. Existe una tercera fuente del final del período musulmán en esta tierra, escrita a finales del siglo XII o principios del XIII por Yaqut, que sugiere que pasó a llamarse Qāṣr As, de forma separada. En cualquier caso, las fuentes de la época son escasas, ya que los musulmanes nunca consideraron a Cáceres como una localidad importante más allá de su uso como fortificación militar.
bóveda de ladrillo en el Postigo de Santa Ana |
Los musulmanes procedentes del norte de África aprovecharon el lugar estratégico sobre el cual se asentó la primitiva colonia romana como base militar para hacer frente a los reinos cristianos del norte durante los primeros siglos de la conquista. Así en el año 1147, el primer califa almohade, Abd Al-Mumim, refundó la ciudad sobre los restos hispanorromanos y visigodos. Del árabe también proviene el nombre actual de Vía de la Plata, denominación de la calzada romana que unía Astorga con Mérida, proveniendo del árabe balata o calzada, de donde derivó -por corrupción- la palabra Plata.
En el barrio alto de la ciudad monumental de Cáceres o zona de San Mateo encontramos la llamada Plaza de las Veletas, en el extremo sureste del conjunto monumental. En esta plaza se ubica, entre otros edificios, el Palacio de los Cáceres-Ovando, mayormente conocido como Palacio de las Cigüeñas, que data del siglo XV. Dicho palacio se construyó, contando con el permiso del rey castellano Enrique IV, sobre el mismo lugar donde hasta entonces se encontraba una parte del alcázar de época almohade en la cima del cerro y, por tanto, en el lugar más alto de la ciudad.
Hoy día, del antiguo alcázar almohade, nos llama la atención su imponente torre así como las ventanas geminadas, pero todo su conjunto es de época posterior cristiana. Por otra parte, esta misma Plaza de las Veletas alberga también un palacio homónimo, el Palacio de las Veletas, en cuyo interior encontramos el actual museo arqueológico de la ciudad, conservando en magnífico estado algunos restos del antiguo alcázar islámico que ocupó su suelo y desde el siglo XVIII sigue mostrando una llamativa balaustrada con gárgolas y pináculos de cerámica rematando el edificio. A su espalda cabe señalar que se encuentra el barrio judío de la ciudad monumental.
Del mismo modo, en el subsuelo del Palacio de las Veletas, podemos contemplar el magnífico aljibe almohade del siglo XII, en perfecto y asombroso estado de conservación aun siendo el aljibe más antiguo de la ciudad. Está excavado, en parte, en la roca natural de pizarra del propio cerro que le alberga. En el año 1465 Gómez de Solís, maestre de la Orden de Alcántara, apoyando al infante Alfonso (hermano de la futura Isabel I) como rey de Castilla en contra de Enrique IV, entró en Cáceres y destruyó también parte del antiguo alcázar, otorgando licencia a su amigo Diego Gómez de Torres para edificar sobre las ruinas del alcázar con la obligación de respetar el derecho de los vecinos para que se abastecieran de agua del aljibe.
No lejos de la ubicación del antiguo alcázar almohade, y como otra ayuda para mitigar el posible problema de abastecimiento de agua a la población de la ciudad, también destaca el baluarte que forman las llamadas Torre de los Pozos y Torre de los Aljibes que formarían entre ambas una especie de coracha. El baluarte se compone de dos torres albarranas, que todavía hoy podemos observar cómo sobresalen del recinto amurallado almohade en su flanco oriental hacia el río que discurre a unos doscientos metros.
vista aérea del Baluarte de la Torre de los Pozos en Cáceres |
De esa forma, ambas torres formaban parte de la defensa del recinto amurallado de la ciudad islámica y, a su vez, permitían acceder a otro aljibe islámico ubicado a escasos metros bajo la citada Torre de los Pozos. Era un manantial natural que proporcionaría agua fresca y limpia a la población en caso de ser asediados y se supone, a falta de datos arqueológicos, que contaría con un sistema defensivo propio, creando una zona segura en caso de necesidad.
Quizá precisamente por la importancia de este Baluarte, los artesanos de época almohade decidieron decorar la Torre de los Pozos, siendo los elementos ornamentales más complejos, elaborados y ricos en carga simbólica de cuantos se conocen de época almohade en recintos amurallados. Los elementos decorativos en este caso son estrellas de ocho puntas, junto a restos de una inscripción cúfica y una cinta anudada no siendo elementos aislados sino que forman parte de una decoración de sillares fingidos y formas curvas que asemejan lágrimas.
La muralla, de la época almohade de Qasr As, fue erigida a partir de la cerca romana preexistente y levantada con los materiales propios de la técnica constructiva del mundo islámico, conservándose en buenas condiciones hasta día de hoy, aunque su descripción la haremos en otro apartado con una división de sus numerosas torres de manera individual. En la mayor parte del recorrido de esta muralla se aprecian los elementos almohades definidos por su construcción en mampostería y tapial.
calle y arco en el conjunto monumental de Cáceres |
A día de hoy se conservan once torres de época almohade, siendo nueve de ellas torres albarranas, presentando plantas cuadrangulares y octogonales. De la estructura islámica de la ciudad sabemos que correspondía a la tipología tripartita de los espacios de época almohade, con un gran espacio vacío para albergar tropas (albacar), la alcazaba donde residía la autoridad y el espacio urbano o medina donde residiría la población estable. Estos tres espacios estarían bien definidos de manera estricta, marcados incluso con algún tipo de separación física ahora casi perdida.
Por otra parte, la actual iglesia de San Mateo, en la parte alta del conjunto monumental junto al ya citado Palacio de los Cáceres-Ovando que ocupó parte del alcázar almohade, se cree que pudo albergar la antigua mezquita aljama de una ciudad que, según el geógrafo Al-Idrisi en el siglo XII, pudo ser residencia de unos 2500 habitantes. Se considera que esta mezquita tendría el mihrab en el muro oriental y el patio de las abluciones en la propia plaza actual, manteniendo el templo la cabecera recta, aunque no se tiene constancia de hallazgos de esta mezquita.
Puerta del río en Cáceres |
En época islámica, los accesos a la ciudad se realizaban por cuatro entradas principales, respetando las antiguas puertas del período romano en los cuatro puntos cardinales. Una de ellas, la del oeste, fue cegada y se localizaría entre la Torre de la Yerba y la Torre del Horno, muy próxima a la Plaza Mayor. Otras dos, ya desaparecidas, se encontraban en los puntos norte y sur del recinto amurallado, siendo la Puerta de Coria y la de Mérida, respectivamente. Por último, la del este, es la actual Puerta del Arco del Cristo, también llamada Puerta del río, que presenta una aproximada estructura original romana, algo modificada en época almohade.
Por otra parte, los portales hoy visibles en la Plaza Mayor alojaron a distintos gremios, formando comunidades, como es el caso del Portal del Pan, el Portal de los Plateros, el Portal de los Escribanos, el Portal de los Boticarios y el Portal de los Relojeros, entre otros. El resto de gremios de la ciudad se asentaron en calles cercanas a la Plaza Mayor, como la conocida y comercial calle Pintores y otras como las calles Paneras, Hornos, Hornillos, Zapatería, Caleros, Tenerías, Rivera de Curtidores o Caldereros.
construcción mudéjar en la Casa de Aldana |
La reconquista cristiana de Cáceres se produjo de forma definitiva como el resultado de un largo proceso que tuvo lugar desde finales del siglo XII a principios del XIII, por lo que su período islámico no llegó a cien años ya que, recordemos, el primer califa almohade refundó la ciudad en el año 1147. Durante este período de reconquista, iniciado con la conquista de Coria, el río Tajo marcaba una frontera inestable entre cristianos al norte y musulmanes al sur. El reino de Castilla ignoró en parte las posibilidades de conquistar esta zona y los intentos de incorporación de Cáceres vinieron por parte del reino de Portugal y del reino de León.
Ambos reinos pretendían ampliar su anchura en su expansión meridional y ejemplo de ello es que el portugués Geraldo Sempavor encabezó la conquista de la ciudad de Cáceres en una campaña iniciada en el año 1165 que alcanzó todo el centro de la actual Extremadura, pero una alianza entre los almohades y el rey de León impidió su asentamiento y Cáceres siguió bajo dominio del imperio almohade. Para ello, el segundo califa de época almohade, Abu Jaqub Yusuf, envió un gran ejército para recuperar la ciudad y en marzo del año 1173 las tropas del general Abu Hafs asaltaron las murallas de Cáceres.
Estando entonces la ciudad en manos almohades, los últimos caballeros se negaron a rendirse, retirándose a la llamada Torre de Bujaco donde los pocos supervivientes continuaron luchando hasta que todos ellos fueron masacrados. Este califa almohade remodeló esta torre tras estos acontecimientos y de ahí se considera que le viene el nombre derivado de la Torre de Abu Yaqub. Durante el gobierno de éste, las murallas de todas las ciudades de tamaño considerable fueron mejoradas o reconstruidas, arreglándose las fortalezas ya existentes y levantando otras. Se construyeron entonces sistemas de fortificación en la capital almohade, Sevilla, así como en Córdoba, Badajoz, Cáceres, Trujillo, Écija o Jerez de la Frontera.
Después, otro ataque del rey Fernando II de León junto a caballeros de la Orden de Santiago -en el año 1184- dio a los leoneses el control de la localidad, tras cinco meses de prolongado asedio, pero los almohades realizaron una expedición en 1196 y consiguieron recuperar de nuevo el control de Cáceres llevando a cabo el refuerzo de las murallas de la ciudad. Los leoneses no volvieron a acercarse a esta localidad todavía musulmana hasta el siglo XIII. Tras la batalla de las Navas de Tolosa, en el año 1212, que significó la derrota almohade frente a los ejércitos cristianos, se produjo la conquista de Alcántara al año siguiente tras lo cual los cristianos volvieron a asediar Cáceres.
Cáceres se había convertido ya en una obsesión para el rey Fernando II de León y para la Orden. Para el rey leonés por ser una plaza fronteriza fundamental para salvaguardar su reino mientras que para los santiaguistas porque en la ciudad de Cáceres había sido fundada su Orden y por ella habían muerto cuarenta caballeros en la Torre de Bujaco a manos del ejército almohade. Hubo un intento infructuoso de asalto en el año 1213, en tanto que los santiaguistas pleitearon con el rey por la titularidad de la ciudad. En 1218 los ejércitos de ambos vuelven a asediar Cáceres, pero un duro temporal les obligó a levantar el asedio. Los ataques se sucedieron en los años 1222 y 1223, produciéndose la conquista definitiva el 23 de abril de 1229, siendo desde entonces fiesta local.
Aunque esta conquista fue liderada por el rey Alfonso IX de León, su fallecimiento inmediato en el año 1230 dio lugar a que Cáceres formase parte de la corona de Castilla, convirtiéndose en una villa donde se construían iglesias en lugar de mezquitas y palacios cristianos sobre primitivos palacios musulmanes, entre otras muchas modificaciones y gracias a grandes fortunas procedentes de América. Tras imponerse en la sucesión del rey Enrique IV en la corona de Castilla a su sobrina Juana la Beltraneja, la reina Isabel I dictó el derribo de las torres de los palacios de la nobleza que, mayoritariamente, habían apoyado a la Beltraneja. Es lo que se conoce como el desmoche de las torres, desapareciendo el perfil militar de la ciudad y otorgándole el aspecto que ha sobrevivido hasta la actualidad.
Torre del Horno, albarrana y almohade, en el lienzo oeste de la muralla |
El antes citado Palacio de las Cigüeñas o Palacio de Cáceres-Ovando, situado en la parte más alta de la ciudad y en cuyo solar se ubicó gran parte del antiguo alcázar almohade, fue el único palacio al que se le respetó la altura de su torre original porque su propietario, Diego de Ovando, había apoyado a la reina Isabel en la disputa por el trono de Castilla. Las torres levantadas ya en época cristiana en la ciudad amurallada están construidas con piedra, sillería y mampostería. En las fachadas suele haber matacanes, tratándose de unas plataformas desde las que los defensores podían lanzar proyectiles o líquidos incandescentes al enemigo.
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