Talavera

vista de tramo de la muralla musulmana desde torre albarrana cristiana

La llamada Talavera de la reina, en la provincia de Toledo, se encuentra ubicada al noroeste de la actual comunidad de Castilla La Mancha y la ciudad propiamente dicha se extiende por la margen oriental del río Tajo,​ a unos 4 km al oeste de la desembocadura del río Alberche, que también se encuentra dentro del mismo término municipal. Su elemento físico más característico es el propio río Tajo, barrera geográfica que en el pasado solo podía ser salvada en escasos lugares. En uno de ellos se levantó la fortificación defensiva que supuso el origen de lo que actualmente es su espacio urbano. 

A su vez, las terrazas del río Tajo constituyen suelos muy fértiles, lo que ha propiciado el desarrollo en Talavera de las actividades agrícola, ganadera y comercial desde épocas remotas con ayuda de fuentes y regadíos. La cercanía con la ciudad de Toledo, venía desde los primeros pasos andalusíes convirtiendo a ambas ciudades en competidoras tanto económicas como en influencia en el valle del río. Por otro lado, Toledo se había enfrentado a Córdoba en varias ocasiones con el fin de independizarse pero el poderío cordobés sometió a la ciudad en varias guerras. 

Esta rivalidad de Toledo con Córdoba situó a Talavera al lado del emirato cordobés, lo que la enfrentó con Toledo en diversas ocasiones. Talavera sufrió ataques toledanos a su guarnición, contando para su defensa con aguerridos soldados bereberes. Incluso en época tan temprana como el año 741, cuando se sublevan diferentes núcleos bereberes de la península, entre ellos el de Talavera, debe venir el general Baly Ibn Bisr Al-Qusayri para sofocar la rebelión con tropas árabes sirias y, aunque vence a los rebeldes en Guazalete, muere por las heridas recibidas.

En el año 795 vuelven a refugiarse en Talavera los bereberes sublevados provenientes de la zona de Ronda. Posteriormente, en el año 857 los bereberes toledanos hacen una incursión hasta Talavera poniéndola sitio, tal vez en venganza por la matanza que hicieron los talaveranos en el clan de los Banu Majsi cuando ejecutaron a dichos nobles en el Alcázar de Toledo. El primer gobernante conocido de Talavera en la época andalusí fue Amrus Ibn Yusuf quien protagonizó esa famosa jornada del foso, cuando dos miembros del clan, Humayd y Girbib Banu Majsi, proclamaron en el 797 la independencia de Toledo del dominio cordobés y la instauración de un emirato. 

vista del río Tajo a su paso por el puente viejo en Talavera

Entonces, el emir omeya Al-Hakén I encargó sofocar esta revuelta al walí o gobernador de Talavera, el ya citado e hispano-godo Amrus Ibn Yusuf, conocido como al-muwalad o el muladí porque su padre había sido un cristiano converso. Siendo natural de Huesca, éste había combatido junto a los vascones contra el emperador Carlomagno en la Batalla de Roncesvalles, y sus servicios al emir contra los rebeldes zaragozanos le habían otorgado la gobernación de la plaza talaverana. Durante su gobierno en Talavera se encontraba terminada la primitiva construcción del alcázar sobre restos romanos, siendo posteriormente reformado. 

Existen documentos en los que se relata cómo el rey Ordoño II de Galicia arrasa la ciudad musulmana en el verano del año 913. "Una vez llegado ante Évora, ciudad del reino toledano ahora designada Talavera, la rodeó con sus campamentos y sin que le valiera para nada su muralla ni el valor de sus defensores sucumbió ante Ordoño, el victorioso y poderoso luchador (...) dando muerte a todos los que habían acudido a la lucha con su jefe Suit y saqueando todos los bienes de los ciudadanos". Ese asalto y la debilidad de las murallas musulmanas de entonces hicieron que fuese inevitable el tener que fortalecer su defensa.

Durante el siglo X, Talavera o Madinat Al-Talabayra también vivió un despegue económico y comercial debido a su situación geográfica. Se levantó en esta época una impresionante muralla, cuyos diversos tramos aún pueden recorrerse, que rodeaba la antigua villa romano-visigoda. Los talaveranos escribieron al todavía emir cordobés, Abd Al-Rahmán III, con su decisión de fortificar la plaza y éste no sólo les animó sino que tomó personalmente a su cargo el vigilar la obra y ésta se llevó a cabo bajo orden de sus consejeros, ordenando también el emir reformar el alcázar y varias obras civiles como los molinos que surtían a la ciudad de agua proveniente del Tajo y azudes que regulaban las crecidas. 

El potencial económico y comercial de la medina hicieron de Talavera un lugar apetecible por los distintos clanes musulmanes. Madinat Al-Talabayra, sin dejar de cultivar cereales y vid, apostó por su tradición comercial y comenzaba entonces a afianzarse también su tradición alfarera, principalmente por judíos que convivían con musulmanes y cristianos. En el siglo X, Ibn Hawqal habla de Talabayra como "una gran ciudad llena de tiendas, bazares y con varios baños y mezquitas", destacando el aspecto eminentemente comercial de la ciudad.

azulejo talaverano y edificio de inspiración andalusí en jardines El Prado 

En el año 951, el ya proclamado califa Abd Al-Rahmán III se encontraba de nuevo en la ciudad de Toledo donde envió soldados a sofocar una nueva rebelión de bereberes. En definitiva, tanto la construcción del alcázar califal como dos de los tres recintos amurallados que Talavera ha tenido a lo largo de su historia fueron construidos durante el siglo X, siendo mejorados posteriormente. Tanto el ya citado califa cordobés Abd Al-Rahmán III como su nieto, el también califa Hisham II, premiaron a la ciudad de Talavera por su fidelidad al entonces califato. 

En el cruce de la actual Ronda del Cañillo con la calle Carnicerías, en la torre de la alcazaba que hace esquina entre las dos vías, se mantiene en el muro un hueco donde había una lápida de mármol con una inscripción que, según la tradición popular, decía "cuando el Tajo llegue aquí, ay de ti", pero en realidad se trata de la placa conmemorativa de las obras de fortificación de las murallas y alcazaba talaveranas que, como ya se dijo, se comenzaron a hacer por orden del califa Abd Al-Rahmán III siendo continuadas por orden de su hijo y sucesor Al-Hakén II. 

La inscripción de esta placa conmemorativa nos dice "En nombre de Allah, clemente y misericordioso, ordenó construir esta torre Abdallah al Hakán al-Muntasir bi-Llah, emir de los creyentes -al que Allah dé larga vida- por obra de su señor y dirigente Manshud ben Naser. Se terminó con la ayuda y apoyo de Dios, el mes de ramadán del año 356". La pieza actualmente se exhibe en el museo arqueológico nacional después de, al parecer, haber pasado por un domicilio particular en Valencia. La posterior inestabilidad del califato de Córdoba hizo que éste se desintegrase en el año 1035 formándose pequeños reinos de taifas por toda la península. 

La ciudad de Talavera entonces pasó a formar parte de la taifa de Toledo pero, debido a la poca estima entre ambas ciudades, el descontento de la población musulmana -así como de mozárabes y judíos- se mantuvo. Los talaveranos ofrecieron vasallaje al rey de Castilla, a través de nobles cristianos de Ávila, a cambio de tener un gobernador propio independiente de Toledo. Aún así, hubo una época durante estos reinos de taifas que Talavera acogió a Al-Mamún, rey de la taifa toledana, que se refugió aquí cuando fue atacado por el rey taifa de Zaragoza, pidiendo desde Talavera ayuda al rey Fernando I de León.

torre hexagonal en el primer recinto amurallado

La familia Hiaya tomó entonces el gobierno de Talavera debido a su poderío económico y caudillaje político. La comunicación con Toledo se veía a menudo cortada y fue entonces cuando la citada familia Hiaya, siendo probablemente comerciantes de ganado, proclamaron la taifa independiente de Talavera. Los territorios de esta taifa talaverana, por occidente, se extendían hasta el castillo de Albalat, en la actual localidad de Almaraz, ya en la provincia de Cáceres. Por el norte, hasta la Sierra de Gredos. Por el este, hasta el río Alberche a la altura de Casar de Escalona y por el sur hasta el río Guadiana.  

El padre del rey taifa Jazmín Hiaya, había prometido a su hijo aún niño con la sobrina del último rey de Toledo, Al-Qadir. Los padres de esta princesa, llamada Aixa Galiana, sabiendo del peligro que corría el reino, decidieron enviarla a Ávila bajo protección de la hija del rey Alfonso VI de León, doña Urraca y su marido Raimundo de Borgoña. Una vez muerto su padre, del que se desconoce el nombre, fue nombrado rey gobernador de Talavera Jazmín Hiaya, quien ya había olvidado su compromiso de niño y se dedicaba mayoritariamente a la trata de caballos con los cristianos. 

En una visita a Ávila, el rey gobernador se reencuentra con Aixa Galiana, quien había sido bautizada como Urraca, en honor a la hermana del rey de León y Castilla y se había casado con un noble castellano. De ese encuentro surgió una relación amorosa y el rey taifa de Talavera regresó a la ciudad con Aixa Galiana quien, volviendo a la religión musulmana, se casó con él en el alcázar. Sabiendo esto su marido legítimo, reunió trescientos escuderos y se dirigió a Talavera, entrando por sorpresa, saqueando la ciudad y prendiendo al rey Jazmín Hiaya y a Aixa Galiana, quienes fueron ajusticiados.

Tras esa muerte, el trono talaverano queda libre y vuelve a pertenecer de nuevo a la taifa de Toledo, si bien el vasallaje con Castilla seguirá siendo fundamental. En la época de los reinos de taifas, los ataques a Talavera también fueron frecuentes desde otros reinos taifas como el de Badajoz. De hecho, es posible que las atalayas que salpican el territorio talaverano, como la de la cercana localidad de Segurilla, no sólo vigilaran la llegada de las huestes cristianas sino también la de las tropas de taifas enemigas, encendiendo en ellas hogueras que, con el humo, avisaban a los talaveranos para refugiarse en el interior de su muralla.

tramo de muralla y torre defensiva en la ciudad de Talavera

Poco después, en 1083, las tropas del rey Alfonso VI el Bravo cruzaron las murallas de Talavera y conquistaron la ciudad para los cristianos, donde al parecer no se puso demasiada resistencia ya que los pobladores mozárabes y bereberes se encontraban más cómodos bajo influencia de Castilla que de la taifa de Toledo. De esta época existen crónicas musulmanas afirmando que cerca de Madinat Al-Talabayra había una tierra especial muy apropiada para combatir enfermedades de los ojos y quitar las legañas. El rey Alfonso VI de León, aun así, hubo de volver con su ejército para enfrentarse a musulmanes que intentaban recuperar su Talabayra. 

Este rey castellano nombró como primer gobernador del alcázar a Sancho del Carpio, quien fue ejecutado posteriormente por no haber sabido defender de los musulmanes el paso por el río. También hay descripciones de Rasis o Al-Bakri en el siglo XI sobre el sistema hidráulico que hacía que se inundara un foso alrededor de las murallas con agua del río Tajo. A raíz de la conquista cristiana, las tierras de Talavera corresponden con el territorio o iqlim de la Talabayra musulmana que "no estaba sujeta a Toledo sino que su iqlim formaba una pequeña provincia independiente integrada dentro de la Marca Media". 

Su independencia administrativa está atestiguada ya que tenía gobernador y un cadí o autoridad judicial. Poco después, en el contexto del avance almorávide en la península, entre finales del siglo XI y principios del siglo XII, la ciudad de Talavera sufrió ataques y frecuentes asedios de tropas musulmanas almorávides en los años 1104 y 1110. De hecho, Talavera pasa temporalmente a manos de los musulmanes en el año 1109​ y no retorna a ser territorio cristiano hasta por lo menos el año 1113. Cabe señalar que esta circunstancia constituye en su momento una amenaza para el control cristiano de la ciudad de Toledo.

En el año 1142, el rey Alfonso VII de León el Emperador -el primero de la casa Borgoña- percibía rentas de los molinos de Talavera entre otras propiedades. A este rey le gustaba pasar temporadas en el alcázar, haciendo en él algunas obras de acondicionamiento, así como cazar en tierras talaveranas descansando de sus campañas militares. Según las crónicas, llegó él mismo a presenciar en el año 1152 el amojonamiento de los términos para trazar las fronteras con señoríos y ciudades colindantes conocido como Tierras de Talavera. Tras la llegada almohade a la península, a mediados del siglo XII, la ciudad estuvo sitiada en los años 1173, 1177 y 1182. 

puente moderno en El Prado de alfarería propia de Talavera 

En el año 1182, el rey Alfonso VIII el Noble concede propiedades a la Orden de Calatrava en la zona del arroyo Manzanas con sus canales y molinos, que puede que fueran los que después se llamarían de Cabañuelas. No en vano el conocido Al-Idrisi, geógrafo y viajero del siglo XII nacido en Ceuta, describió a Talavera como "gran villa en la orilla del Tajo, el castillo está perfectamente fortificado y la villa es notable por belleza, extensión y la variedad de sus producciones. Los bazares son dignos de verse y un gran número de molinos se elevan sobre las aguas del río. Está rodeada de campos fértiles y sus barrios son hermosos y antiguos y está situada a 70 millas de Toledo".

Talavera llegó a contar, como ya se ha dicho, con tres recintos amurallados. En resumen, sus trazados eran tangenciales a la alcazaba islámica y actualmente se conserva buena parte de la muralla del primer recinto, el más antiguo, y algunos restos del segundo (justo al final de la calle Carnicerías y una de sus puertas, la de Sevilla) conservándose también en la alcazaba diversas torres albarranas de factura cristiana del siglo XIII para la defensa de los ataques de los benimerines africanos. Han llegado hasta nuestros días ocho de las diecisiete torres albarranas con las que contaba la ciudad. Sin embargo, las puertas se han perdido completamente salvo alguna excepción.

La muralla de Talavera es, posiblemente, la única de su tipo que se conserva en la península siendo su material principal los sillares de piedra así como piedras sin labrar unidas con argamasa. Muchos de los sillares que podemos encontrarnos en el recorrido de la muralla fueron reaprovechados de construcciones romanas e incluso lápidas de época romana fueron usadas como material. A lo largo de sus trazado se puede constatar la existencia de un buen número de torres de planta cuadrada y otras semicirculares que constituyen el elemento más antiguo de la fortaleza al haberse datado en el siglo IX.

Podría decirse que el segundo recinto amurallado protegía los llamados arrabales mayores o nuevos, mientras que el tercer recinto rodeaba los arrabales viejos. Ambos recintos datan de los siglos XII y XIII y fueron levantados en tapiería, es decir, tapial de barro. Sufrieron durante siglos ampliaciones e incorporaciones y llegaron a contar con numerosas puertas. Sin embargo, la falta de mantenimiento tras perder su función defensiva y los derribos del siglo XIX llevaron a su casi total desaparición y destrucción.

una de las torres albarranas cristianas en la muralla de la ciudad

En cuanto a las numerosas torres albarranas del siglo XIII, su característica construcción adosada al primer recinto amurallado hizo que Talavera fuera considerada una de las ciudades más seguras. Edificadas en mampostería con sillería en las esquinas y en sus elevadísimos arcos, estas enormes torres de planta rectangular dejaban discurrir debajo de ellas el foso, y sus frentes se enlazaban con otro recinto defensivo paralelo al principal, la barbacana. Debido a los ya citados ataques frecuentes de los benimerines, se decidió construir estas emblemáticas y magníficas torres albarranas para fortalecer los muros de la ciudad, además del levantamiento del segundo y tercer recinto. 

De hecho, existen diferentes aparejos de piedra que se observan en los lienzos, formando parte de numerosas reconstrucciones que los talaveranos se vieron obligados a hacer. El rey Alfonso VIII el Noble en su defensa contra los benimerines mejoró las fortificaciones del ya Alcázar Real y asentó sus tropas cerca del castillo de Bayuela en un paraje que, por esa circunstancia, hoy se llama El Real de San Vicente. Durante uno de esos asedios se destruyó la presa de los molinos de Abajo para que, al descender el nivel del río, fuera más fácil acceder al interior de la villa ya que las aguas lamían la muralla por su cara sur. 

Precisamente en esa zona sur se encontraba la llamada Torre de Nazar que se introducía en el cauce del Tajo. Puede que en ella se instalase en época andalusí una rueda como la albolafia de Córdoba en el río Guadalquivir, para subir así desde el río el agua al caserío. De hecho, se sabe de la instalación posterior de una rueda en esa torre que se aprovechaba para subir agua a un huerto de los Jerónimos. En este siglo XIII, consta que el cabildo catedralicio de Toledo contaba con rentas de los molinos talaveranos en el Tajo y a veces se los arrendaban a vecinos judíos de La Villa. Otros molinos llamados, desde el siglo XII, molinos de Avenceri fueron arrendados a un mozárabe rico en la ciudad llamado Esteban Habib. 

No sería el agua, de todas formas, un gran problema en los asedios debido a la existencia de pozos en casi todas las viviendas de Talavera, situados en el centro de los patios como evidente arquitectura de tradición musulmana. En cualquier caso, tras la conquista cristiana de Talavera del año 1083, el rey Alfonso VI el Bravo la repuebla con castellanos y francos, que en principio ocuparon los arrabales de la ciudad, aunque persistía numerosa población mozárabe asentada en La villa, dentro del caserío, tras dejarla vacía las clases dominantes de época andalusí.

tramo de muralla sur, paralela al transcurso del río Tajo por Talavera

También los moriscos constituyeron un núcleo de población importante, así como la aljama judía que fue de una importancia numérica media-alta entre las comunidades hebreas de Castilla. Más al oeste la repoblación leonesa fue más importante y ya desde la Campana de Oropesa hacia poniente se observan aspectos etnográficos y lingüísticos que así lo confirman. Antes de la conocida Batalla de Las Navas de Tolosa, el rey Alfonso VIII pasó por Talavera en demanda de tropas para su lucha contra los almohades y, por diferentes privilegios y cartas firmados en Talavera, se sabe que su décimo hijo y sucesor, el rey Enrique I de Castilla, estuvo en la ciudad en el año 1217. 

Pocos años después, el rey castellano Fernando III el Santo, que llegó a unificar los reinos de Castilla y de León, aumentó la extensión de los territorios talaveranos con la cesión para su repoblación de las llamadas Siete Heredades del Pedroso que desembocan en el río Tajo formando parte de La Jara y que actualmente se encuentran en Extremadura como también lo están las dehesas que más tarde serían de Guadalupe y del valle del río Ibor con sus respectivas poblaciones. A finales del siglo XIII, el nieto de Fernando III -que reinó como Sancho IV de Castilla-, destruiría los arrabales de la ciudad donde residían los caballeros castellanos que apoyaban a su padre, el rey Alfonso X el Sabio, en la guerra que ambos mantenían. 

Y es que en el año 1283 había muerto el sucesor y primogénito del rey Alfonso X (hijo de Fernando III), el infante Fernando. La ambición de su segundo hijo, el citado Sancho, había hecho que se levantara contra su padre para impedir que reinaran sus sobrinos, los hijos de Fernando. Sancho declaró la guerra a su padre -el rey de Castilla- con el apoyo de algunas potencias extranjeras, de los nobles e incluso de la reina Dª Violante. El rey Alfonso X quedó sólo, enfermo y sumido en la tristeza con el único apoyo de algunas ciudades como Sevilla, Murcia y Badajoz. Y Talavera no permaneció unida en aquel conflicto, ya que los caballeros castellanos de los arrabales se declararían partidarios del rey Alfonso X y los mozárabes se aliaron con su hijo rebelde, Sancho. 

El cabecilla de los nobles castellanos fieles al rey Alfonso era un tal Romero que, con cuatrocientos caballeros, se preparó para unirse a su rey, pero Sancho se encontraba en Olmedo y acudió rápidamente a Talavera con su ejército. Una vez en la ciudad castigó duramente a los nobles fieles a su padre, destruyendo sus casas, confiscando sus bienes y desterrando a los supervivientes, prohibiendo a los castellanos entrar en La Villa que estaba poblada por los mozárabes desde la conquista cristiana. Romero huyó con algunas de sus tropas y cruzó el Puente de Pinos, situado aguas arriba de Azután, destruyéndole a su paso y marchando a refugiarse a la inexpugnable fortaleza de Cabañas, en la sierra de Las Villuercas. 

arquitectura mudéjar en torre de la actual iglesia de Santiago el Nuevo 

Los más significativos nobles del arrabal fueron ejecutados y descuartizados, colgando sus cuartos de la puerta que, según la leyenda, llevaría desde entonces el nombre de Puerta de Cuartos en recuerdo de tan sangrientos sucesos. Sancho IV, una vez en el trono de Castilla, se reconciliaría con la ciudad de Talavera. Así, el rey Sancho anularía las medidas legales contra los moradores castellanos de la ciudad, aumentando considerablemente los territorios de las Tierras de Talavera y otorgando el privilegio para el establecimiento de mercados y ferias. 

Hacia el sur, las tierras se van repoblando hasta el río Guadiana debido a la seguridad militar que se produce en el territorio después del avance de las tropas cristianas tras haber ganado la Batalla de Las Navas de Tolosa en el año 1212. El señorío de La Puebla de Alcocer tendría entonces no pocos problemas fronterizos con Talavera, principalmente ocasionados por las disputas sobre los pastos y las barcas del río. Entre tanto, el hoy conocido como huerto de San Agustín -lugar de la antigua alcazaba construida por Abd Al-Rahmán III y que actualmente está siendo objeto de excavación arqueológica- pasó a convertirse en fortaleza-palacio de María de Portugal.

María, por su matrimonio con el rey Alfonso XI de Castilla en el año 1328, recibió del monarca el dominio de esta ciudad y por ello, desde entonces, la ciudad pasó a denominarse Talavera de la reina. Para María de Portugal fue un regalo de bodas por lo que, al ser señorío de realengo, Talavera mantenía cierta independencia relativa comparada con las poblaciones que sufrían un señorío feudal, siempre más presionadas desde el punto de vista impositivo y político. En las dependencias del palacio fue degollada en el año 1351 Leonor de Guzmán por su influencia y el haber sido favorita del citado Alfonso XI de Castilla. Leonor, a su vez, era la madre del que sería el futuro rey Enrique II.

El rey Enrique II, hijo de Leonor, pasó bastante tiempo en Talavera durante las guerras contra su hermanastro Pedro I el Cruel, hijo de la también citada María de Portugal. Y Pedro I también ocupó la ciudad en otros períodos de confrontación. Tal vez imitando a su padre, el rey Alfonso XI de Castilla, en un gesto simbólico de legitimar su reinado, también Enrique II regala esta villa a su esposa Juana Manuel de Villena. Aunque entre los años 1369-1371, Talavera pasó a pertenecer al arzobispado de Toledo ya que el citado rey Enrique entregó la ciudad al arzobispo Gómez Manrique a cambio de la posesión del alcázar. 

torre circular en el primer recinto amurallado de Talavera

El declive del alcázar comenzó cuando pasó a formar parte del obispado, sin duda. La estructura del alcázar musulmán y posterior palacio-fortaleza cristiano es de tipo simple con planta rectangular y está construido en mampostería, sillería y ladrillo. Entre sus elementos arquitectónicos destacarían lienzos de cortinas y torres en diferentes estados. Se conservan dos muros exteriores a soga y tizón, con material romano reutilizado, un postigo y varias torres macizas. En el interior, con varios metros de escombros, quedan aún restos por excavar y durante el siglo XX se localizaron muros que dibujan el trazado de la planta del antiguo edificio.

El hijo y sucesor del rey Enrique II y, por tanto, el segundo de la casa Trastámara, Juan I de Castilla permanece con su ejército en Talavera antes de iniciar la guerra con Portugal para conseguir el derecho de su esposa Beatriz al trono portugués por ser hija del fallecido monarca Fernando I. En el año 1385 pasa otras temporadas en el alcázar en compañía del talaverano arzobispo Tenorio y aquí tiene noticia de que Perafán de Rivera, luego señor de Valpedusa, dominaba el estuario del Tajo en Lisboa. En el año 1390 acuden a Talavera su mujer y sus hijos Enrique (el heredero, futuro Enrique III) y Fernando. Aquí reciben la noticia de la muerte del rey Juan I en un accidente con su caballo.

Durante el siglo XV, los reyes de Castilla siguieron visitando Talavera. Así, el rey Juan II de Castilla (nieto del citado Juan I de Castilla) y su valido Álvaro de Luna pasaron en esta ciudad los días de navidad del año 1420 rodeados de la corte que celebraba la victoria del rey contra su primo, el infante Enrique de Aragón, que le había tenido secuestrado. Para ello, a Talavera también acudió el rey Juan II de Aragón el Grande, quien también era rey de Navarra por matrimonio. El citado rey castellano regresó en otras ocasiones a esta ciudad, en un siglo pleno de luchas entre facciones de nobles y la realeza. 

De este modo, en el año 1442 se produjo en Talavera un enfrentamiento entre el rey Juan II de Castilla y su hijo Enrique. Así, Pero Suárez, hijo del señor de Oropesa, tomó la villa declarándose partidario del hijo del rey, es decir, de Enrique. Garciálvarez, el padre de Suárez, aunque seguía siendo fiel al rey Juan fue apresado por orden de éste por lo que, después de unos días, Pero Suárez abandonaba el sitio de la ciudad y el rey Juan II de Castilla perdonaba a los sublevados dejando marchar a su padre. En muchas de las luchas durante el reinado de Juan II, la Santa Hermandad de Talavera aportó fuerzas armadas a los bandos en contienda.

paseo actual bordeando tramo de la muralla en Talavera

Otra vinculación del rey Juan II de Castilla con esta ciudad es que Alonso Martínez de Toledo, el arcipreste de Talavera, tuvo entre otros cargos el de capellán del rey y muy posiblemente mientras desempeñó esas atribuciones escribió su obra El Corbacho o la Reprobación del amor mundano. Poco después, Talavera y su entorno volvieron a tener protagonismo durante el reinado del ya citado hijo de Juan II, coronado como Enrique IV. Este rey fue calificado por Marañón como "un eunucoide displásico", pero fue hombre misántropo y bondadoso a quien no se puede atribuir ninguna de las muertes que se produjeron durante las luchas nobiliarias a lo largo de su reinado. 

Está documentada su presencia en varias ocasiones en Talavera dada su afición a visitar Guadalupe, donde fue finalmente enterrado, al ser camino habitual hacia el monasterio de Las Villuercas en época de su mayor esplendor. En medio de la guerra que enfrentaba a diferentes facciones de la nobleza castellana, siendo unos partidarios de Enrique IV el Impotente y otros del hermano paterno de éste, Alfonso, se realizó un simulacro en Ávila vistiendo con los atributos del rey a un muñeco, quitándoselos después y derribándolo a patadas. 

Los nobles y prelados que apoyaban a Alfonso se reunieron en julio del año 1466 en Talavera, partidaria entonces de los rebeldes para decidir sobre la estrategia a seguir contra el rey Enrique. Más tarde, bajo el reinado de Isabel I de Castilla, hermana de Alfonso y hermana paterna del rey Enrique IV, ésta quiso que los fondos recaudados en las fiestas de Mondas en Talavera obtenidos en la ermita y en las corridas de toros pasasen a engrosar los destinados a la guerra de Granada, pero a ello se opuso fray Hernando de Talavera (quien sería confesor de la reina católica) aduciendo que esas cantidades estaban destinadas al culto de la virgen.

Los problemas sucesorios de los comienzos del reinado de la citada reina Isabel I hicieron que pasase hacia Cáceres en varias ocasiones para conocer la situación y establecer alianzas necesarias. Durante una de sus estancias en Talavera, ordenó que se embargaran las rentas del arzobispo de Toledo y un capitán de su confianza tomó Talavera por la noche, que estaba bajo el señorío de arzobispos toledanos, para evitar que se pasara al campo enemigo. En la primavera del año 1477 también pasó camino de Guadalupe y junto a su marido, Fernando II de Aragón, volvieron en 1482 a la ida y vuelta de otro viaje al monasterio extremeño. El cardenal Cisneros intentó rehabilitar el alcázar sin mucho éxito.

lateral de la actual iglesia de Santiago el Nuevo en Talavera

Ambos reyes católicos volvieron en la primavera de 1502 para recibir a su hija -y entonces heredera de Castilla- Juana junto a su marido Felipe I de Habsburgo el Hermoso con los que se encontraron en Cebolla. Felipe, entonces archiduque de Austria así como duque de Borgoña y conde de Flandes, durmió en Talavera ese mismo verano y el rey Fernando II de Aragón volvió a pasar por esta ciudad camino de Andalucía para supervisar la armada. El rey católico, ya viudo, volvió a pernoctar en Talavera de camino al sur para revisar la flota y, en su último viaje, en 1515 descansó aquí antes de viajar a Extremadura donde murió en Madrigalejo. 

Años después, el hijo mayor de la reina Juana I de Castilla la Loca, quien pasaría a la historia como el emperador Carlos V, pasó y pernoctó en varias ocasiones en esta ciudad, también yendo de camino al monasterio de Guadalupe, de donde una de las veces regresó atravesando La Jara ya que consta que estuvo en el pueblo jareño de Garvín donde fue huésped de la familia Duque de Estrada en la torre que allí poseían. El hijo y sucesor del emperador, el rey Felipe II el Prudente, cuando en distintas ocasiones pasó por Talavera, se hospedaba en el monasterio de los Jerónimos siendo su orden predilecta.

Como su padre y abuelos, recorría estas tierras de paso hacia Guadalupe donde en el año 1570 agradecería a la virgen de Las Villuercas su victoria sobre los moriscos sublevados en La Alpujarra. Seis años más tarde, se reúne también en el mismo monasterio con su sobrino e hijo de su hermana Juana, el rey de Portugal Sebastián I, quien intenta convencerle de que se una a su empresa en África en la que el rey portugués terminaría perdiendo la vida. También Felipe II viajó por Talavera hasta Portugal, para tomar posesión de dicho reino que le correspondía por herencia dinástica a la muerte de su citado sobrino.

El rey viajó junto a su cuarta esposa, Ana de Austria, pero la reina moriría en la ciudad de Badajoz y su cadáver volvería a pasar por Talavera camino de El Escorial en Madrid, como también sucedió con los restos de Leonor, quien fuese hija de la antes citada reina Juana I de Castilla y por lo tanto tía del rey Felipe II. Cabe señalar que Leonor fue reina consorte portuguesa al casarse con Manuel I de Portugal (viudo de dos de sus tías, Isabel y María) y después fue reina consorte francesa al estar casada con el rey Francisco I de Francia. Leonor, hermana del emperador Carlos V, murió en Talavera la Real. 

ábside mudéjar en la iglesia de El Salvador en Talavera

Los reyes solían dormir en sus estancias en Talavera en las casas y palacios de los nobles como las de los condes de la Oliva, los marqueses de Villatoya o en casas de Manuel Cerdán. Se les salía a recibir al paraje del Olivón, un gran árbol situado junto al arroyo Cordera y cuando venían desde Portugal o Extremadura se les recibía en el arroyo de Bárrago. Corridas de toros, arcos florales, trucos de tramoya, fuegos artificiales, cañas y torneos, danzas, misas solemnes y besamanos eran los actos más frecuentes que se realizaban en su honor. Esto suponía además otros gastos que debía hacer el concejo para arreglar los caminos y el puente del Alberche. 

Por su parte, realizando un recorrido por los diversos monumentos de época medieval presentes en La Villa de la ciudad de Talavera, encontraremos la iglesia de Santiago el Nuevo como una magnífica construcción de difícil datación (siglos XI-XIII) ya que, incluso para algunos, su origen arrancaría en tiempos visigodos si tenemos en cuenta la reutilización de columnas y otros elementos de mampostería visibles en la base de la torre del templo o también grandes lanchas y bloques graníticos que refuerzan el zócalo del muro occidental. 

En cualquier caso, este templo de Santiago el Nuevo presenta referencias en un documento del año 1154, indicando cómo deben las parroquias talaveranas contribuir a la construcción de la catedral de Toledo. No sería de extrañar la temprana existencia de esta iglesia pues, en los años inmediatos a la conquista cristiana, el barrio de los Arrabales Viejos era uno de los más poblados de la ciudad. En el año 1204 aparece de nuevo nombrada esta iglesia en un acuerdo entre las parroquias sobre los itinerarios de las procesiones que se llevaban a cabo en la ciudad. 

Se sabe, además, que en las inmediaciones de la parroquia existió desde tiempos medievales una alberguería, temprano precedente de hospedaje en la calle que más tarde se llamaría Mesones. Los testimonios de antigüedad de esta iglesia y su curiosa planta, sin ábside de ningún tipo, ha hecho que se especule con una primitiva utilización del edificio como mezquita, sinagoga o simplemente como construcción de utilidad civil. Destacan hoy en ella su decoración de ladrillo exterior, incluido su excelente rosetón. Sin duda, rodear este lugar dando un paseo alrededor del templo no tiene desperdicio e incluso podremos admirar dos ruedas de molino reutilizadas en sus muros.

vista nocturna del ábside de Santiago el Viejo o Santiaguito en Talavera

Por su parte, la iglesia de El Salvador de los Caballeros o simplemente El Salvador, situada en la antigua Corredera del Cristo, enclavada en lo que fueron los arrabales de la ciudad, es hoy un templo católico de estilo gótico-mudéjar construido a partir del siglo XIII. Se cataloga como gótico-mudéjar debido sobre todo a su impresionante ábside de ladrillos que forman arcos entrelazados en el tercero y segundo cuerpo y se ondulan en estrechos arcos lobulados. Se tiene constancia de su existencia en documentos del año 1204 y actualmente la iglesia está desacralizada, siendo un centro cultural y de exposiciones.

En cuanto a la iglesia de Santiago el Viejo, mayormente conocida como Santiaguito, según algunos autores se encuadra en lo que se denomina el románico en ladrillo, la forma más arcaica del mudéjar. El conde de Cedillo hizo una detallada descripción de este templo diciendo "Conserva al exterior con su propio carácter el elegante y poligonal ábside, que se adorna con dos órdenes sobrepuestos de arquillos ciegos, semicirculares en el inferior, y en el superior de ojiva túmida inscritos en lobulados y un arco reentrante. Arte mudéjar. siglo XIII". Estos dos órdenes o series de arcos se apoyan sobre una base de mampostería separada de ellos por verdugadas de ladrillo y el ábside poligonal tiene once lados.

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