Alhambra de Granada. Palacio de Comares. Patio de los Arrayanes.

el Patio de los Arrayanes en Alhambra

El Patio de los Arrayanes, dentro del conjunto monumental de Alhambra, es un hermoso patio de dimensiones considerables en torno al cual se construyó el Palacio de Comares y también es conocido como Patio de la Alberca y Patio del Estanque habiendo sido llamado de diversas formas a lo largo de su historia. Se trata de un patio clásico de tipo arábigo-andaluz del siglo XIV con dos pórticos, norte y sur, en sus lados menores y con una gran alberca de 34 m x 7,10 m que divide el patio longitudinalmente. 

La alberca del Patio de los Arrayanes está rodeada por macizos de arrayán que crecen a cada costado. El nombre de arrayán proviene del árabe "ar-Rayhan o Rihan", que puede traducirse como Aromático. El mirto o arrayán contiene, tanto en sus hojas como en sus frutos, una esencia aromática fuertemente antiséptica, el mirtol. En su origen, este patio estaba adornado también por naranjos silvestres​ de fruto amargo, según la descripción hecha por el embajador veneciano Andrea Navagiero que hizo una visita a la Alhambra en el siglo XVI.

Su actual denominación de Patio de los Arrayanes al igual que la de Patio de los Mirtos se debe, por lo tanto, a los macizos de arrayanes o mirtos cuyo color verde vivo contrasta con el piso de mármol blanco del patio y que rodean a la alberca central. Los arrayanes suelen ser ornamentales y el profeta Muhammad dijo a propósito de él "Aquel a quien se ofrezca arrayán, no lo rechace porque es ligero de llevar y perfumado". En general, el arrayán es una de las plantas emblemáticas de los jardines andalusíes y símbolo de amor y belleza.

vista de nave lateral desde un pórtico

También existe y se conoce su existencia en la Alhambra desde los siglos XVI y XVII una variedad de arrayán de hoja más grande, el llamado arrayán morisco y alguno de sus ejemplares son muy antiguos y llegan a una altura de unos 4 metros ramificados. Aparece el arrayán citado en casi todos los tratados agronómicos de la época y según el agrónomo y también poeta de Almería Ibn Luyun, en el siglo XIV, el arrayán simpatiza con el granado siendo conveniente plantarlos juntos. Con sus flores y agua de rosas se elaboraba un perfume muy apreciado en Al-Ándalus.

A ambos lados de este Patio de los Arrayanes se encuentran dos naves o plantas de aposentos y, en los lados menores, se levantan pórticos al norte y al sur sostenidos por columnas de capiteles cúbicos. La austeridad de las líneas del conjunto del palacio y el equilibrio de sus proporciones impregnan a este patio de tan serena majestuosidad que aún se respira en él la noble grandeza de los nazaríes que lo construyeron. De hecho, un enorme espejo de agua se encontraba el visitante al franquear la entrada por la puerta principal, en el que se reflejaba la mole blanca de la Torre de Comares

El Patio de los Arrayanes cuenta con dos pilas de mármol situadas en cada extremo que finalmente acaban vertiendo sus aguas en el estanque o alberca. Estas dos fuentes circulares representan el proceso vital de forma que el surtidor es el nacimiento que, al caer, va remansando en su ancho círculo, que es la continuación de la vida, para luego correr por el estrecho canal, que simboliza el ocaso, y terminar por fin derramándose en el gran estanque central: la eternidad. 

visión del pórtico sur desde el norte, Patio de los Arrayanes

Alrededor del estanque o alberca y de los mirtos así como por sus cuatro costados existe un gran espacio que constituye el patio propiamente dicho, cuyo suelo es también de mármol blanco. Como la inclinación de los suelos de mármol permitía que el agua de la alberca llegara hasta el arranque de las basas, las columnas del lado norte parecían apoyadas sobre el agua y toda la construcción de ese lado se convertía en un palacio flotante. Estos pórticos norte y sur son, en definitiva, como pantallas decorativas marcando la transición entre el ámbito abierto del patio y el interior de las salas, con un juego muy inteligente de la luz. 

Ambos pórticos cuentan con siete arcos semicirculares compuestos de paños de sebqa en yeso adornados con rombos calados e inscripciones de alabanzas al Dios creador. El material constructivo es pobre, pero se embellece con el empleo de yeso policromado con una estructura arquitectónica sencilla siendo el soporte material la argamasa. El sistema constructivo de las columnas es abovedado con arcos de medio punto con silueta de campana invertida recubriendo los dinteles. El arco central de ambos pórticos es mayor que los otros seis, indicando que alberga la estancia principal, y presenta enjutas macizas con decoración de ataurique y capiteles de mocárabes. 

Sobre el pórtico sur se elevan otras dos plantas; la primera posee siete ventanas con celosías de madera, siendo la central una ventana doble o ajimez, y la planta superior nos muestra una galería abierta sobre el patio. Esta galería o pórtico sur en su planta baja contiene en sus laterales alacenas con vasares de mocárabes y la siguiente leyenda «La ayuda y la protección de Dios y una victoria espléndida para nuestro señor Abu Abd' Allah, emir de los musulmanes». La inmensa mayoría de las inscripciones que aparecen en este patio son loas a Dios o al sultán, aunque en las yeserías y maderas del pórtico sur predominan las alabanzas a Dios. 

arcos, ventanas y corredor del pórtico sur

Las dependencias que existían en este pórtico sur fueron en su mayor parte demolidas, en el siglo XVI,  para construir el palacio del emperador Carlos V y la denominada cripta de dicho palacio se comunica con el pórtico sur de este patio a través de su arco central. En la planta segunda, sobre un corredor, encontramos la ya citada galería de seis arcos y dintel más elevado en el centro, con zapatas de madera, escalonadas y cubiertas de ataurique, con celosías de finales del siglo XIX. Tras las siete ventanas de la primera planta hay comunicación con la parte alta del Patio de los Leones y pudiera ser un discreto observatorio desde donde ver lo que ocurría en el patio sin ser vistos.

Por su parte, a través del pórtico norte de este Patio de los Arrayanes se tiene acceso a la llamada Sala de la Barca y, posteriormente, al Salón de Embajadores, ambos pertenecientes al conjunto del Palacio de Comares. Las alacenas o alhamíes que encontramos en los dos laterales de este pórtico norte fueron ampliadas en el siglo XVII para abrir en ellas sendas ventanas con rejas al patio, como puede verse en los grabados del siglo XIX y en fotografías antiguas, aunque a día de hoy es algo que está ya subsanado. 

En estas alacenas del pórtico norte se cree que dormían o descansaban las mujeres de la corte del sultán en las plácidas noches de verano y aún hoy tienen el privilegio de conservar en sus yeserías y mocárabes algunos trazos de pintura original, principalmente de color azul. Otros autores creen, sin embargo, que estos espacios servían para la tertulia mientras se esperaba la audiencia con el sultán. Estas alacenas están formadas por arcos, cúpulas y vasares de mocárabes sobre un zócalo de azulejos de finales del siglo XVI. 

visión del pórtico norte desde el sur, Patio de los Arrayanes

En estas alcobas o alacenas laterales del pórtico norte se encuentra un alicatado que evoca la superficie ondulante del agua a través del diseño de dichos alicatados, basado en la repetición de una figura conocida con el nombre de pajarita nazarí. Mediante la aplicación de giros y traslaciones, la pajarita puede ocupar la misma superficie que una red formada por triángulos equiláteros. Es decir, la rueda surge al girar la pajarita sobre uno de sus vértices cuya figura base se puede construir a partir de un triángulo equilátero y circunferencias de igual diámetro.

En el grosor del arco que da acceso a la ya citada Sala de la Barca, en este pórtico norte, se pueden admirar también nichos o tacas esculpidos en mármol y adornados con azulejos, donde muy probablemente se colocaban jarrones con flores o lámparas de aceite según la ocasión. Y, como ejemplos de epigrafía, comenzaremos diciendo que el zócalo en esta zona del Patio de los Arrayanes presenta una inscripción en su parte superior correspondiente a un poema de Ibn Zamrak, notable poeta y a su vez secretario privado, en honor del sultán Muhammad V tras la conquista de Algeciras.

alacena lateral con pajarita en pórtico norte

Esta conquista musulmana se llevó a cabo en el año 1368 y en este poema Ibn Zamrak le agradece "Has conquistado Algeciras con la fuerza de la espada, abriendo una puerta que se hallaba desconocida para nuestra victoria". Los ejércitos del sultán atacaron Córdoba, ciudad que estuvo a punto de caer en sus manos. Una vez muerto el rey castellano Pedro I el Cruel, Muhammad V continuó la guerra de conquista abiertamente, para apoderarse de los castillos de Rute y Cambil y, tras un prolongado asedio, de la importantísima plaza de Algeciras.

Curiosamente este poeta, posteriormente fue encarcelado durante dos años por el sultán Yusuf II y finalmente fue asesinado por orden del sultán Muhammad VII mientras leía el Corán en su casa. Por encima del zócalo del siglo XVI, por tanto, transcurre el mencionado poema de Ibn Zamrak y también sobre éste se puede admirar esculpido en yeso el llamado árbol de la vida, que corona la banda epigráfica del muro. Este árbol de la vida trata de una representación que combina elementos vegetales que se despliegan desde un vértice superior eludiendo el árbol invertido que soporta los astros del universo y hunde sus raíces en el paraíso.

Si nos seguimos fijando en el zócalo de este pórtico norte, bajo la epigrafía citada, vemos una composición de azulejos cuadrados de colores y piezas blancas alargadas que en los extremos alojan estrellas de ocho puntas. Por otro lado el patio, en toda edificación doméstica hispano-musulmana, es el elemento más importante siendo el centro de la vida familiar y en torno al cual se distribuyen las diferentes estancias. No es fácil distinguir el nivel económico de una familia por el exterior de la casa, ni siquiera en un palacio, lo que no ocurre con el patio. 

taca o nicho de mármol en pórtico norte

Otros ejemplos epigráficos encontramos en las tacas de mármol (a izquierda y derecha) bajo el arco que da acceso a la Sala de la Barca desde el pórtico norte del patio. Así, en la taca izquierda, el poeta Ibn Yahhab dice "Yo soy un mihrab de oración, que marca el rumbo a la felicidad. Piensa que el jarro musita sus plegarias de pie, dentro de él. Cada vez que las termina debe volver a empezarlas". Y en la taca derecha, también del mismo autor, "Yo soy esposa con las vestiduras nupciales, dotada de hermosura y perfección. Mira esta jarra de agua y comprenderás la abundancia de verdad que encierran mis palabras. Mira también mi corona, la encontrarás semejante a la luna nueva..."

Por otra parte, en el mismo pórtico norte, en la planta baja se abren distintas puertas que conducen a diversas dependencias, siendo estancias privadas del sultán y de su corte. Hay autores que dicen que las naves laterales eran utilizadas como residencia de mujeres y otra hipótesis diferente nos dice que quizá fuera una zona para los funcionarios ya que en esa época trabajaban sentados en el suelo sobre una tarima. Detrás de una de las puertas laterales se encuentra un lujoso hammam, un baño único que se conserva casi íntegramente pero que, por su delicadeza, no es visitable. 

Una habitación o aposento del lado este del patio nos comunica con el Palacio de los Leones, pero esta comunicación es moderna ya que antiguamente estos dos palacios no estaban comunicados directamente. En general, las estancias laterales fueron muy modificadas ya que a la suroeste se le abrió una puerta para acceder en línea recta al interior de los palacios, mientras que a la sureste se le suprimió el acceso a su parte superior para, de esta forma, unir el Palacio de Comares con el Palacio de los Leones. Los dos muros laterales cuentan con una iluminación a través de los balcones en ajimez en la parte superior. 

vista del techo de madera y detalle de arcos del pórtico norte

Washington Irving escribió en el año 1829 su obra Cuentos de la Alhambra y cuando entró por primera vez en este patio se quedó impresionado por su belleza; lo describió como un inmenso espacio y describió las galerías que se mostraban a ambos lados. Vio escudos en las cornisas y en otros lugares así como escritura árabe en relieves y en las aguas del estanque detalla una buena población de pececillos dorados. Lo bautizó con el nombre de Patio de la Alberca y el estanque en aquel momento estaba rodeado de rosales, que posteriormente fueron sustituidos por los tradicionales arrayanes.

La alberca juega un papel muy importante en la definición arquitectónica y estética del patio en Al-Ándalus pues, con su lámina de agua que actúa como un espejo como ya se ha dicho, refleja las estructuras más allá de su visión dándoles una proyección geométrica que rompe la excesiva horizontalidad del espacio. Aquí el agua se convierte en un espejo maravilloso donde todo toma una doble dimensión y todo ello se refleja en la alberca con precisión milimétrica, dando la sensación de eternidad, de infinito. 

Este Patio de los Arrayanes siempre estuvo pavimentado con grandes losas de mármol blanco, aunque a finales del siglo XVI consta que se amplió su solería por lo que originalmente pudo estar reducida a unos andenes. A este patio se accedía en recodo, donde se combinan agua, vegetación y cielo abierto introduciendo la naturaleza al interior del Palacio de Comares de una manera simbólica, contribuyendo a un sistema de microclima, humedad, ventilación y aromatización como si de un oasis se tratara, anticipo terrenal del paraíso islámico. 

zócalo y puerta bajo el pórtico sur

En este Patio de los Arrayanes, en definitiva, se conjuga la belleza arquitectónica con la armonía de la poesía y la música del agua. El agua de su alberca central, límpida, refleja aún hoy como entonces la impresionante y ya mencionada Torre de Comares situada tras el pórtico norte, en cuyo interior el sultán nazarí recibía a sus audiencias y visitantes, creando una ilusión óptica inmejorable en una perspectiva muy bien estudiada. Justo el interior de dicha Torre de Comares alberga el también ya mencionado e impresionante Salón de Embajadores.

Podría decirse que este Patio de los Arrayanes en época andalusí era el centro de la actividad diplomática y política de la ciudad de la Alhambra. También era el lugar donde se celebraban las grandes recepciones de embajadas y el sitio donde los personajes importantes de la época esperaban el momento de ser recibidos por el sultán. Este patio, en su origen, era una explanada abierta en tiempos del sultán Yusuf I a mediados del siglo XIV, siendo él mismo -como ya se dijo- quien ordenó la construcción de este patio.

Sería su hijo Muhammad V, el ya mencionado vencedor en Algeciras, quien ordenase la construcción de la galería que lo cierra por el lado sur, completando así un recinto que sintetiza magistralmente lo que fue el megaron griego y el atrio de época romana, siendo ambos evolucionados a través de los siglos hasta alcanzar esta sublime sencillez. La cornisa del Palacio de Carlos V rompería las líneas frágiles y flotantes del patio, superponiendo su mole pétrea y firme, al tratarse de dos maneras muy distintas de entender el espacio y las formas.

arcos de pórtico norte que dan acceso a la Sala de la Barca

La alberca, sin ninguna duda, forma parte del programa constructivo y estético del palacio. Su quieta superficie refleja la arquitectura circundante rompiendo también la horizontalidad del patio, en busca de profundidad y verticalidad. Al mismo tiempo, dota al espacio de luminosidad directa, que cambia a lo largo del día. Ubicados en los lados menores, ante el arco central de los respectivos pórticos, se puede apreciar toda esa simbiosis entre arquitectura y naturaleza, perseguida y conseguida en pocos lugares como en la Alhambra nazarí.

En primavera es bastante común observar el vuelo en círculos del vencejo. Esta especie protegida, regresa todos los años de su viaje migrante hasta Madagascar pasando por África. Estos pequeños comedores de insectos, que nunca se posan y que tienen sus nidos en zonas muy cercanas a los palacios, nos hacen disfrutar de sus acrobacias mañaneras en los diversos patios de los palacios nazaríes. El agua, la vegetación y el cielo introducen la naturaleza en el interior del palacio de una manera simbólica pero también física, provocando una composición estética que «es un recreo para los ojos» según dejó escrito el ya citado poeta Ibn Zamrak.

representación del árbol de la vida en pórtico norte

En cuanto a la construcción y sus dimensiones, las proporciones que presenta este Patio de los Arrayanes responden exactamente a la divina proporción o teoremas de Euclides, al igual que otras grandes construcciones como el Templo de Salomón y numerosas catedrales, así como varios trabajos de Leonardo da Vinci. De hecho, en la fachada del pórtico norte de este patio se encuentra lo que según algunos estudios es una replica del mismo Templo de Salomón. Por lo tanto, los arquitectos y constructores nazaríes de este conjunto tenían grandes –y secretos algunos- conocimientos en matemáticas y arquitectura. 

Resulta difícil hablar de una sala o patio del conjunto de la Alhambra independientemente de los demás, pues el edificio se configura como un laberinto diáfano y ordenado, donde lo estético y lo pragmático se unen en un todo que juega con avanzadas técnicas arquitectónicas como si se tratara de filigranas, de miniaturismo, de fina joyería. En este Patio de los Arrayanes o de la Alberca tanto el aire libre, como el agua y la materia, la naturaleza y la construcción humana, se unen en un todo líquido y lumínico, donde los juegos de claroscuro y los espacios frescos alternados con espacios de solana juegan en constante contraste manteniéndose, sin embargo, en armónica complementariedad.

visión nocturna de Torre de Comares y pórtico norte

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