Alhambra de Granada. Palacio de Comares. Baños Reales.

interior de los Baños Reales en el Palacio de Comares

Entre las singularidades de arquitectura islámica que se conservan en la Alhambra destaca especialmente el hammam, conocido como los Baños de Comares dentro del palacio nazarí del mismo nombre, siendo también llamados Baños Reales por haberlos reservado para su uso particular tanto los llamados reyes católicos como su nieto, el emperador Carlos V. Hoy sabemos que cada palacio de la Alhambra disponía de su propio hammam o baño y que también los había en la zona de la medina, pero éste es el único que se ha conservado íntegro siendo en origen de uso exclusivo del sultán, su familia y otros miembros de su corte. 

Su construcción se realiza durante el sultanato de Ismail I (años 1279-1325) y en época de Yusuf I se añadió una sala de reposo (años 1333-1354), entre otras reformas. La razón de que casi la totalidad de los baños de la Alhambra desaparecieran está en el hecho de que, tras la conquista cristiana, estos fueron prohibidos por cédula Real pues los cristianos los consideraron como algo malévolo y símbolo de prácticas religiosas musulmanas. En el siglo XVI se renovaron algunos zócalos cerámicos de las salas de estos baños, en alguno de los cuales se puede leer abreviado el “plus ultra” imperial. 

El hammam está ubicado entre el Palacio de Comares y el Palacio de los Leones, cerca de las habitaciones del palacio y estos Baños Reales, por lo tanto, además de su función habitual seguramente tenían otra muy específica directamente relacionada con la política y la diplomacia siendo un espacio propicio para abordar los asuntos oficiales en un ambiente distendido. Su ubicación, con la también proximidad al llamado Salón de Embajadores, nos indica que bien pudo ser un lugar confortable donde se cultivaba la gestión amistosa de los asuntos oficiales lejos de la estancia más solemne.

detalle de azulejos en el hammam del palacio de Comares

En la época nazarí se accedía a estos baños desde una de las puertas que hay junto a la Sala de la Barca, en el Patio de los Arrayanes. La entrada actual, por la planta inferior, es una reforma posterior de época cristiana. Este baño ha conservado bastante bien todos sus elementos, con las modificaciones estructurales propias de un cambio de uso y de un mantenimiento más testimonial que funcional. La entrada, al mismo nivel del citado Patio de los Arrayanes, conduce a un primer espacio vestibular donde desvestirse y descansar, con una alcoba para ello, y una letrina apartada y aireada. 

Desde ese primer espacio se desciende, mediante una pronunciada escalera, a la sala de reposo y masaje llamada bayt al-maslaj, que es, quizá, el lugar más destacado de estos Baños Reales. Esta sala es conocida como Sala de las Camas, por los dos amplios aposentos con alicatados de colores ligeramente elevados que flanquean la estancia principal. En el piso superior de esta Sala de las Camas podemos encontrar una salita con armadura de lazo de estilo mudéjar y sus arcos poseen inscripciones y adornos de mitad del siglo XV. 

Todo este espacio está aireado e iluminado cenitalmente por una linterna central, muy frecuente en la arquitectura nazarí. Este espacio de la Sala de las Camas con dos plantas de altura, por lo tanto, era el equivalente musulmán al apoditerium de las termas romanas, es decir, el lugar que hacía las funciones de vestuario y en el que los usuarios podían reposar antes o después de tomar un baño. Tanto el suelo como los muros de esta estancia están decorados con alicatados basados en distintos modelos geométricos como el avión nazarí que decora la base de las alcobas ubicadas en los laterales de la Sala de las Camas.

Sala de las Camas o bayt al-maslaj en los Baños de Comares

Los elementos decorativos de esta Sala de las Camas como son la fuente, los pavimentos, las columnas, los alicatados y las yeserías son en gran parte originales, aunque los techos y yeserías fueron reparados y repintados con vivos colores en la segunda mitad del siglo XIX. Las puertas que flanquean a las camas forman parte de la estructura original de estos Baños Reales. Además de la puerta de acceso, su paralela abre a un almacén de servicio; las fronteras conducen a una letrina emplazada tras la alcoba y a las cámaras de vapor del baño. A esta Sala de las Camas le sigue un espacio reducido y de paso llamado bayt al-barid o sala fría. 

Esta sala está dotada de una pila con agua fría y en época romana era conocida como frigidarium, una especie de vestíbulo que servía como sala de masaje y de aclimatación al entrar o salir del baño. Su pila servía también para abluciones ya que el sentido religioso del baño musulmán justificaba este ritual, aunque no era obligatorio. Además de las abluciones rituales, el baño forma parte importante de la vida de un musulmán ya que es costumbre lavarse antes y después de las comidas, cuando se toca un objeto sucio, después de una secreción corporal, etc. También antes de coger el Corán, como reza el libro "lavar los ojos hasta la frente, boca hasta el cuello, manos hasta los codos y pies hasta los tobillos"

La cerámica que encontramos en la pared de la pileta representa en abstracto un reflejo del agua con la figura geométrica conocida como pajarita nazarí. En estos Baños se pueden encontrar formas o figuras novedosas, como la de trébol, junto a otros patrones más habituales como la mencionada pajarita nazarí. En los muros de la sala fría, en resumen, se combinan los mosaicos de cuadrados y los de pajarita nazarí. La datación de estos elementos cerámicos es incierta. Para muchos su procedencia es indudablemente musulmana, mientras que otros expertos consideran que fueron elaborados por moriscos ya en época cristiana.

sala fría o bayt al-barid

Recordemos que la ciencia del Abjad, el complejo método de codificación numérico de milenaria antigüedad, nos permite transformar palabras o textos en valores matemáticos, habiendo sido durante siglos una práctica tradicional sufí para la obtención de significados cosmogónicos de contenido filosófico contemplativo. El Abjad nos lleva, por tanto, a la interpretación de una nueva dimensión simbólica de lo que parecen solo bellísimos y fascinantes juegos geométricos. Así, en este mosaico con la pajarita nazarí, es posible descodificar el verdadero simbolismo o mensaje de texto que guarda, a partir de los Wáfiq o cuadrados mágicos del método Abjad.

En el Wáfiq 9x9, el diagrama que aparece está basado en el triángulo equilátero, resultando 8 posibilidades a insertar en el Wáfiq, con un error ínfimo casi inapreciable formando dicho triángulo. Cada posición equivale a un significado, sumando las esquinas y cada uno de los cuadrados Wáfiq que atraviesa la figura, obteniendo 4 valores posibles siendo éstos 20, 22, 19 y 14. El valor 20 forma la palabra Wodood o Amado, como atributo de Allah. El 22 ofrece la palabra Habiid o Querido. El 19 corresponde a la palabra Wáhidaan, que también es un atributo de Allah como Único. Y el 14, la palabra Ahadan, que significa No equivalente o Sin comparación. Uniendo todas ellas obtenemos "Querido, amado, único, incomparable", por lo que la pajarita, en la sala de agua fría, alaba a Allah.

Siguiendo el recorrido, a continuación de esta zona de paso llamado bayt al-barid o sala fría, nos encontramos con la zona central de la sala templada o bayt al-wastani, que en época romana se conocía como tepidarium. Se trata de una estancia amplia y caldeada con un ámbito central flanqueado por sendas arquerías de triple arco de herradura ligeramente apuntada. Esta sala templada comunica con las otras salas mediante arcos escarzanos. Esta sala templada requería de más infraestructura y siempre debía permanecer cerrada.
 
sala templada o bayt al-wastani

De esta manera se aseguraba que no pasasen los humos de vapor a la sala fría anterior. Por la pequeña depresión central correría el agua, mientras el calor circulaba por canales subterráneos que partían del horno y terminaban en chimeneas embutidas en las paredes. Al contacto con el mármol calentado por el subsuelo, el agua produciría una gran cantidad de vapor. De ese modo, ablandaría la piel y abriría los poros, limpiándolos de toxinas y dejando así los cuerpos dispuestos para el lavado. 

Toda la zona de vapor del hammam de estos Baños Reales del Palacio de Comares está cubierta con bóvedas horadadas con multitud de tragaluces, en su geometría ligeramente cónicos, con formas lobulares o estrelladas de ocho puntas y periformes. Los tragaluces estaban dotados de cristales practicables o vidrieras en la cara exterior y eran los servidores del baño quienes las abrían o cerraban para regular el ambiente de vapor de las salas. 

Esta sala templada o bayt al-wastani es la pieza central y más importante de estos Baños Reales del Palacio de Comares, además de ser la sala más larga y amplia. Como se dijo anteriormente, las lucernas estrelladas de las bóvedas estaban cubiertas por vidrieras de colores. Los huéspedes, sentados o acostados en unos estrados de madera tras las columnas, eran frotados por los empleados que hasta entonces habían permanecido en la sala de los depósitos. 

bayt al-wastani en Baños Reales de Comares

Estos empleados tenían una importancia social y técnica solamente superada por el copero, que era una especie de efebo encargado de servir las bebidas. Los que tenían que circular por estas salas lo hacían provistos de unas sandalias con gruesas suelas de madera, siendo las adecuadas para transitar por estos espacios. Los grifos de esta sala eran de dos cabezas de león de oro macizo, que al parecer fueron retirados para servir de bañera al emperador Carlos V en época posterior cristiana.

Frente al vano de acceso, otro conduce a la última sala caldeada del baño, la sala caliente o bayt al-sajun, a cuyos extremos, bajo amplios iwanes (pabellones cerrados por tres lados y abiertos por uno a la sala), dos grandes pilas vertían a voluntad agua fría y caliente a través de sendos grifos. Se dice que se trataba de dos grifos de oro con cabezas de león talladas, aunque lo que sí se sabe que existió fue una caldera de cobre  que fue vendida en el siglo XVIII. Aún podemos encontrar en un nicho de azulejos, situado al fondo de la sala, el caño por el que salía el agua caliente. 

En el compartimento de la derecha está la pila conocida como el Baño de la Sultana. La pila del compartimento de la izquierda es más grande y se conoce como el Baño del Sultán. Sobre esta pila hay un nicho o taca en el que puede leerse un poema -dedicado al sultán Yusuf I- tallado en mármol con una bella caligrafía cursiva. Como en los poemas de Ibn Al-Yayyab de la Torre de la Cautiva y otros, presenta la conjunción del poder regio y lo edénico, aludiendo a la existencia en él de los dos surtidores mencionados, así como las dos virtudes regias por antonomasia: el valor y la magnanimidad, imagen que también aparece en la fuente del Patio los Leones.

baño del sultán en sala caliente o bayt al-sajun

El citado poema reza "Lo más maravilloso, ahora o en el pasado, es una guarida de leones en una morada del paraíso. Un león y, enfrente, otro semejante, sirven erguidos al señor. Ambos se reparten las dos cualidades de su grandeza: valor ardiente y universal generosidad. Y es que uno derrama agua fría, mientras que su contrario agua caliente vierte. ¡Cuán suprema maravilla honrada por la suerte de tener tan notable dignidad! ¡Quién como Abu Al-Hayyay, nuestro sultán, que en triunfo y grandiosa victoria permanezca!".

Bajo el suelo de esta sala caliente o caldarium romano está situado el hipocausto. Junto a él se emplazan, tras el arco cegado del fondo, el horno o al-furn y la caldera. En su proximidad, una leñera (conocida como Sala de los Secretos) para almacenar el material de combustión con la consiguiente puerta trasera de servicio. El horno, de ladrillo y alimentado por leña, comunicaba por canales las salas templada y caliente. La leña para estos Reales llegaba desde el bosque, a través del callejón de Leñadores, hasta la misma entrada del horno en lo que hoy en día es la galería oeste del Patio de Lindaraja. 

El subsuelo de la sala caliente estaba formado por muchos canales pequeños entrecruzados (canalizaciones de barro de diferentes tamaños y secciones) que recibían el calor del horno de madera casi directa, por lo que hay que imaginarse que la temperatura debería ser muy elevada en este lugar para así alcanzar también la humedad necesaria para el baño. La sala caliente colindaba el propio horno, por lo que alcanzaba mayores temperaturas y se cree que pudiera superar los cincuenta grados centígrados. Seguramente el agua se vertía sobre el pavimento para formar vapor.

baño de la sultana en bayt al-sajun

En el revestimiento cerámico de la sala caliente aparece un tipo de diseño geométrico también presente en la Sala de las Camas en el que, partiendo de un cuadrado y sus diagonales, se obtiene una composición de estrellas de ocho puntas. Los cuartos de estrella surgen después de generar un octógono en el interior de un cuadrado y trazar arcos que pasen por sus vértices. Su eje de simetría coincide con el de un cuadrado en el que se pueden inscribir cuatro octógonos. La composición geométrica que aparece en este alicatado se basa en una red formada por circunferencias inscritas en cuadrados.

Por último cabe señalar que, por su singularidad, estos Baños Reales del Palacio de Comares vienen siendo para visitantes y artistas uno de los principales lugares de fascinación de todo el conjunto de los Palacios Nazaríes en la monumental Alhambra. Desde el seducido Jerónimo Münzer en el año 1494 hasta el vanguardista Henry Matisse en el año 1910 quedaron cautivados por la atmósfera que se respira dentro de estos baños y por el misterio de su luz.

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