calleja de las Siete Cabezas en Córdoba |
Tras la llegada de los musulmanes a la península, a comienzos del siglo VIII, comenzó el primer momento de creación de ciudad en Al-Ándalus formando algunas ciudades de la nada, como Murcia, Úbeda, Badajoz o ciudad de Vascos, y en otros casos se utilizaron las estructuras existentes de la ciudad cristiana, como en el caso de Zaragoza, Toledo o Sevilla.
Existió un segundo momento de creación de ciudades en Al-Ándalus, cuando el califato estaba consolidado. La gran mayoría de ciudades de ese tiempo se levantaron desde cero y se crearon por tres motivos fundamentales: el aumento de la población, las amenazas militares de los reinos cristianos del norte -fortificando ciudades fronterizas como Talavera de la reina o Medinaceli- y el amor a la vida cultural y al lujo -creando la ciudad palatina de Madinat Al-Zahra.
Un buen ejemplo de la ciudad en Al-Ándalus fue la ciudad de Córdoba en esa época. Era una ciudad y capital que competía con las ciudades más grandes y bellas de su tiempo, con sus calles repletas de gente de todo el mundo conocido y mostrando una vida vibrante. En Córdoba se encontraban entonces los más nuevos y altos edificios por doquier y aparecieron también nuevos arrabales con mucha más gente viviendo en ellos.
calle en la ciudad monumental de Cáceres |
Se levantaron entonces edificios públicos como mezquitas, baños, mercados, madrazas y espacios de diversión y ocio. Incluso los viejos arrabales y murallas llegaron a ser parte del interior de la ciudad. Esto también ocurrió en ciudades como Málaga, Granada y Almería entre otras. Las cercanías de las puertas de la ciudad en Al-Ándalus albergaban los mercados, formando de este modo grandes plazas como punto de reunión donde la gente acudía a comprar, vender, charlar o negociar, siendo a su vez lugar de placeres y diversión en un frenético deambular.
El zoco o mercado era, por tanto, un lugar de encuentro en el que se sucedían las más diversas transacciones. Los puestos se extendían por áreas especializadas según las variadas mercancías, desde especias y perfumes hasta hortalizas y frutas, carne, tejidos, orfebrería o cerámica. Una estricta serie de normas regían la vida comercial, tal y como nos cuentan los completos tratados de Ibn Abdun o de Al-Saqati. La honradez, no siempre garantizada, era vigilaba por el sahib al-suq o inspector del zoco. Las compras se efectuaban con dinero que se acuñaba en la ceca de Córdoba, primero, y en otras ciudades posteriormente. Dinares, dirhams y feluses eran moneda de pago corriente.
Eran muy importantes también los espacios rurales dado que, en la Edad Media, incluso las ciudades más importantes estaban muy conectadas con el mundo rural. Las tierras de cultivo rodeaban las ciudades y una gran parte de la población se dedicaba a la agricultura, que tuvo durante esta época un gran desarrollo. Recordemos que los musulmanes introdujeron en la península nuevos cultivos como alcachofas, berenjenas, melón, naranja o arroz, y extendieron a su vez los cultivos de regadío. Para regar los campos se construyeron aljibes, norias y acequias por lo que la producción y la variedad aumentaron considerablemente.
muralla del Callejón del Agua en Sevilla |
En general, la intervención de los gobernantes en la planificación urbana se limitaba a la configuración de su trazado que incluía calles principales, mezquita, murallas y la alcazaba, donde residía el poder. A veces, se ha podido detectar también la planificación de la red de saneamiento. En la localidad de Cercadilla, en Córdoba, se han excavado unos extensos arrabales en los que se han descubierto numerosas viviendas alineadas en calles rectas y amplias, orientadas de norte a sur, para facilitar la evacuación de las aguas residuales que a ellas vertían las atarjeas de las casas.
En Al-Ándalus se forjó un nuevo tipo de sociedad urbana muy estructurada, a la vez que se revolucionó la forma de producción en el campo. Aparte de los aspectos que estaban en manos del gobernante, la formación de una ciudad dependía en gran medida de las decisiones y acciones de los que residían en los barrios, ya que cuando construían sus casas y otras estructuras se veían influidos por las propiedades adyacentes a las que tenían que ajustar sus propios diseños. Las alineaciones de las calles respondían a las estructuras que se creaban y a los cambios que ocurrían en ellas. El sistema era auto-regulador y adaptativo.
La idea de un trazado irregular de calles como característica de ciudad islámica ha sido abandonada por haberse demostrado que en ciudades fundadas por musulmanes hay una planificación regular de trazado y que el aspecto laberíntico lo produce en realidad una evolución histórica sumándose al hecho de que se trataba de una sociedad sin tráfico rodado. Igualmente, las calles estrechas y tortuosas tienen muchas cosas a su favor: siguen la disposición del suelo, en países calurosos proporcionan sombra, aminoran el viento, son ciudades fácilmente defendibles y permiten una densidad mayor de habitabilidad lo que, a su vez, hace que una ciudad grande sea accesible a los peatones, facilitando las relaciones sociales.
barrio militar en el interior de Alhambra de Granada |
Así, en Murcia -como ciudad levantada desde cero- había cuatro categorías de calles: las vías de comunicación principales, que ponen en relación el centro de la ciudad con las puertas; las calles que salen de estas vías principales para articular en su entorno a los sectores o calles principales de los barrios; las calles públicas secundarias que completan la red de las calles de un barrio; y los callejones que representan las últimas ramificaciones del sistema y que dan acceso a las viviendas.
Las calles de la ciudad solían adoptar el nombre de la comunidad o el oficio de quienes las habitaban. De este modo, podía encontrarse fácilmente la calle de los alfareros, la calle de la cerería, la calle pintores, tintoreros etc. Las ciudades contaban con alumbrado y con una red de alcantarillado, que se distribuía con un sistema perfectamente organizado, algo extraordinario en la Europa de esa época. También se mejoró la técnica de los injertos y se crearon jardines botánicos con fines medicinales cerca del edificio que hoy consideraríamos hospital.
Había, en general, un margen amplio para la iniciativa de los habitantes de la ciudad actuando (individualmente o como grupo) en pro de un bien común, en cuya creación y mantenimiento toman parte, sobre todo a nivel de barrio. Podría decirse que las calles de la península en época andalusí fueron únicas, vibrantes en vida y cultura donde, si bien su centro eran las mezquitas como símbolo de la religiosidad islámica, sus espacios fueron moldeados por deseos mucho más terrenales.
calle Alamillos del Tránsito en Toledo |
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