castillo de Cañamero

vista del cerro que alberga el castillo de Cañamero

El castillo de Cañamero está situado en la formación rocosa que preside el municipio del mismo nombre, al sureste de la provincia de Cáceres, en pleno corazón de la comarca de Las Villuercas. En lo alto del risco, mirando hacia el río Ruecas -afluente del Guadiana-, se localizan trazos de esta antigua construcción de carácter defensivo y en el tramo más extenso existe un sector, actualmente tapiado, que daba acceso a lo que se conoce como Cueva de la Mora.

Las tierras que rodean este castillo de Cañamero se reparten entre extensos pinares, robledales y zonas de pastos, destacando las zonas agrícolas dedicadas al cultivo de la vid, habiendo alcanzado sus caldos reconocida fama mundial. Toda la zona de Las Villuercas presenta unos grandes contrastes entre cumbres, encajados valles, bosques de alcornoques y encinas, robledales, tupidos sotos de alisos y fresnos, sombríos castañares y tierras cultivadas con importantes monumentos histórico-artísticos.

Charco de la Nutria en el río Ruecas, Cañamero

Concretamente, en Cañamero, la mayor parte del territorio que ocupa su término está cubierto por el bosque, destacando como especies predominantes el pino resinero y el piñonero. También destacan el alcornoque, el castaño y el roble. Las zonas más llanas están ocupadas por la encina, en grandes fincas adehesadas, que soportan la mayor parte de la cabaña ganadera y el fondo de los valles está cubierto de alisos, junto a un sotobosque de madroños, jaras, lentiscos, retamas y brezos.

En el año 713, tras conquistar Mérida, las tropas musulmanas se dirigen hacia Toledo y ocupan esta zona montañosa, en la que poco más tarde se asentarán algunos guerreros de las tribus bereberes de los Nafza, Miknasa y Hawara. Como en el resto de la península, la población indígena se islamiza y arabiza paulatinamente. En esta época se reconstruye este castillo de Cañamero, un lugar que con gran probabilidad había estado ocupado anteriormente por un castro levantado por los runcones, una tribu que se encontraba alrededor del río Ruecas. 

restos de muralla del Castillo de Cañamero

También en el mismo siglo VIII se levantaron varios asentamientos militares en los alrededores como el llamado poblado de los Castillejos, el del Cancho del Reloj, el de Terreros y el de Arbella, defendiendo todos ellos la frontera con el reino de Toledo. La ubicación del castillo de Cañamero, en el límite meridional de la frontera próxima de Al-Ándalus, posteriormente kura de Mérida, adquiere importante protagonismo con la frontera media (tagr alawsat) en un espacio montañoso que controlaba esta zona, al igual que su vecina Loqrushan y varias torres (husun y buruy) que conformaban los citados baluartes defensivos.

Desde este castillo de Cañamero se puede observar una amplísima panorámica de toda la zona, aunque actualmente queden de él tan solo algunos restos. Es probable que estos restos correspondan al denominado hisn o fortaleza de Al-Yanah o tal vez al hisn de la Peña de Abu Hasan, citados ambos por el geógrafo del siglo XV, Ibn Abd Al-Munim Al-Himyari, quien escribió recopilando según fuentes anteriores, situando ambos hisn en los alrededores de Logrosán o Luqrushan.

desfiladero del río Ruecas desde Cancho del Fresno

La conquista castellana en esta zona comenzó a producirse hacia el año 1133, cuando las tropas del rey castellano Alfonso VII pasaron por este lugar de regreso de una expedición a la ciudad almorávide de Sevilla. En cualquier caso, Cañamero seguirá siendo entonces un lugar fronterizo y, por lo tanto, testigo de sucesivas luchas entre andalusíes y castellanos.

En el año 1220, las tropas cristianas al mando del infante leonés Sancho, hijo del rey Fernando II de León y hermanastro de Alfonso IX de León, se apoderaron del castillo de Cañamero, que estaba controlado por la tribu bereber de Nafza, aunque la mayoría de sus acompañantes, desengañados por las promesas incumplidas que el infante les había hecho, le abandonaron. Según los Anales Toledanos, el infante Sancho de León reclutó en Toledo una hueste cristiana con el pretexto de combatir en Sevilla, dirigiéndose hacia el sur atravesando estas sierras y al encontrar este "castillo yermo" decidió poblarlo.

restos de torre en el Castillo de Cañamero

El infante Sancho murió en agosto de ese mismo año, a los treinta y cuatro años de edad y como consecuencia del ataque de un oso que el mismo infante salió a cazar en los alrededores. Tan sólo dos días después de la defunción del infante leonés, el entonces gobernador musulmán de Badajoz -durante los terceros reinos de taifas- se apoderó del castillo de Cañamero, tras una batalla sangrienta con los castellanos que quedaban, y los escasos moradores de esta zona continuaron cultivando lino y cáñamo, de donde proviene el nombre de esta población.

Dado el valor estratégico de Cañamero en la defensa de la frontera, comienzan a producirse los primeros asentamientos dispersos por parte de colonizadores cristianos y judíos procedentes del reino de Castilla. Los lugareños se reagrupan entonces debajo de su castillo y éste queda finalmente incluido dentro de la jurisdicción territorial de Trujillo en el año 1232, así como todo su término y la mayor parte de estas sierras excepto la zona oriental (Los Ibores y Alía) que quedaron bajo la del concejo de Talavera.

restos de construcción en ladrillo, Castillo de Cañamero

A pesar de ello, Fermín Mayorga en su trabajo Los herejes del Guadiana fronterizo, nos explica que "Cañamero fue un importante núcleo morisco, con mezquita aljama y alfaquíes propios". El mismo autor afirma que, a pesar de la aparente conversión, el pueblo siguió practicando la fe musulmana y por ello fue objetivo de la Inquisición que "en un solo auto de fe mató a sesenta vecinos".

Posteriormente, en el año 1461, el entonces rey Enrique IV de Castilla firmó la orden definitiva de derribo de este castillo de Cañamero al concejo de Trujillo y prohibió entonces que se construyera torre alguna o nuevo castillo en su lugar, ya que al parecer venía siendo utilizado como refugio para asaltar a los peregrinos y abastecedores del monasterio de Guadalupe.

interior de la Cueva de la Mora, ahora tapiada

Tras la citada destrucción de este castillo quedan pocos restos visibles del mismo, manteniéndose apenas los cimientos de las edificaciones. Las murallas también aparecen en ruinas, aunque algunos lienzos conservan tramos de mayor tamaño. También del aljibe que albergaba su interior quedan señales de su ubicación y formas, así como de una torre pequeña en el centro. Aparecen también visibles las pinturas rupestres de su base y la ubicación de la enigmática Cueva de la Mora, de unos 10 m de profundidad.

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