Granada

vista de Alhambra de Granada y Sierra Nevada

Como la ciudad de Roma en Italia o Ammán en Jordania, la ciudad de Granada se alza entre siete colinas  junto a los ríos Darro y Genil resguardada por la inmensa mole de la Sierra Nevada. El pico más alto de esta sierra tomó el nombre de Mulhacén haciendo referencia al que fuera penúltimo sultán nazarí de Granada, el padre de Boabdil, Muley Hacén. A una altura de 3.482 m sobre el nivel del mar, es la segunda cumbre más alta del país tras el Teide canario.

Al menos desde los tiempos de la creación del emirato de Córdoba y hasta la caída del califato cordobés, es decir, entre los siglos VIII y XI, la actual ciudad de Granada estuvo deshabitada, permaneciendo solamente los restos del oppidum ibérico, usado como fortaleza o hisn en los tiempos de la rebelión de los muladíes en el siglo IX. Se considera que pudo subsistir alguna alquería alrededor de Hisn Garnata, nombre con el que se conoció a la antigua Ilíberis. La presencia musulmana en Granada se produjo entre los años 711 y 712 y la llevó a cabo un hijo de Muza llamado Abd Al-Aziz que venía de conquistar Lorca, Baza y Guadix

Entonces se creó el distrito de Ilbira como circunscripción militar y administrativa. Por tanto, la ciudad importante entre los años 712 y 1012 fue la vecina Madinat Ilbira, a unos 10 km al oeste de Granada, que llegó a ser la capital de la qura y una de las ciudades más importantes de Al-Ándalus. Sus límites eran al norte la qura de Yayyan o Jaén, al este la qura de Tudmir o Murcia y el Mediterráneo, al sur también el mar y al oeste la qura de Rayya (Málaga) y Cabra. Incluía, por tanto, gran parte de las tierras que hoy son de Almería.

ubicación de Madinat Ilbira en las cercanías de Granada

Más adelante, en el año 755, la costa granadina recibió a Abd Al-Rahmán I, único superviviente de la dinastía de los omeyas, quien se asentó primero en Loja para luego ser nombrado emir de Archidona y posteriormente emir de Córdoba. Esta nueva autoridad con la implantación de la dinastía omeya en Al-Ándalus no fue unánimemente reconocida y en Madinat Ilbira estallaron rebeliones incitadas por los mozárabes a las que se unieron los muladíes (cristianos convertidos al islam) que se resolvieron por vía militar. 

Dos siglos después, una vez establecido Abd Al-Rahmán III como califa de Córdoba, se inicia en Al-Ándalus una larga época de estabilidad durante la cual la misma Córdoba alcanza su máximo esplendor y Granada se mantiene, hasta el año 1031, sumisa al califato. La transformación de la pequeña población de Garnata en una ciudad de cierta importancia ocurrió precisamente a principios del siglo XI, cuando la dinastía bereber de los ziríes formó un principado semi-independiente en época de los reinos de taifas. 

Los ziríes trasladaron la capital de Madinat Ilbira a Madinat Garnata en la colina del Albayzín. Cuatro miembros de la familia zirí ocuparon el trono. El primero de la dinastía, Zawi Ibn Zirí, fundó la nueva ciudad de Madinat Garnata en el año 1013, alrededor del castillo existente, abandonando entonces Madinat Ilbira, que quedó despoblada alrededor del año 1020 y arruinada. La etimología del topónimo Garnata es discutida y podría provenir tanto del árabe (Gar-anat o Colina de peregrinos) como del latín (granatum o granado). Al primer zirí lo sucedió su sobrino Habus Ibn Maksan, a éste su hijo Badis Ibn Habús, con el que el reino alcanzó su apogeo, siendo el último su nieto Abd Allah.

tramo de muralla de época zirí en Granada

Bajo los tres gobernantes ziríes Habús, Badis y Abd Allah (años 1025-1090) la ciudad aumentó en población. El reinado de Badis iba a estar marcado por su particular relación con la familia judía de los Banu Nagrella y los sucesos ocurridos con los judíos granadinos. Esta familia tuvo un importantísimo papel en la política y la economía del reino zirí, creando tensas situaciones que culminaron en el año 1066 con un levantamiento de todo el pueblo contra ellos y sus hermanos de religión, provocando una gran matanza. El propio visir, Yusuf Ibn Nagrela caería asesinado en el actual Palacio de Dar Al-Horra, antiguo Palacio Real zirí.

Los grandes edificios en la época del reino zirí de Granada estaban concentrados en la colina de la alcazaba y en su entorno inmediato. La zona que inicialmente se ocupó, de forma intensiva, es la situada en el centro del actual barrio del Albayzín, conocida como Al-Casba Cadima o Alcazaba Vieja. Para finales del siglo XI ya estaba urbanizada la mayor parte de esta colina, rodeada por una muralla que aún subsiste en buena medida embutida parcialmente en el caserío urbano. 

Esta Alcazaba Vieja estaba situada en lo más alto de la colina del Albayzín, donde se situaba el ya citado Palacio Real de los ziríes, reconstruido por el rey Badis y que continuó siendo residencia de los emires nazaríes hasta los primeros años del siglo XIV. Contenía dos barrios, Harat Al-Casba al norte y Rabad Al-Mufadar al sur, disponiendo de al menos cuatro puertas de acceso. La ciudad de Granada en la época zirí contenía unas 4.400 casas repartidas en la citada colina del Albayzín. 

muralla y torres de época zirí en la ciudad de Granada

La ciudad era entonces abastecida de agua mediante dos sistemas, la acequia de Aynadamar, construida en esa época, que llevaba el agua desde Alfacar para su almacenaje en aljibes urbanos, y la coracha del Darro, de la que aún quedan restos conocidos como Puente del Cadí y que debía situarse en una torre similar a la que aún subsiste en la margen derecha del río. También se construyó la Acequia Gorda, que recogía aguas del propio río Genil, aunque su uso en aquel entonces era para regadío y no para abastecimiento.

A finales del siglo XI, la presión de los reinos cristianos sobre los reinos de taifas musulmanes obligó a estos a pedir ayuda al otro lado del Estrecho de Gibraltar, en concreto a los almorávides de reciente aparición en el panorama político mediterráneo. Al integrarse en el imperio almorávide, Granada albergó a un gobernador del imperio y la ciudad tuvo un papel importante en las operaciones militares de la época. En época bereber, la estructura urbana de la ciudad de Granada se modificó escasamente en el largo periodo de dominación de los almorávides y los almohades (años 1090-1269). 

Del análisis que de las fuentes árabes han hecho diversos autores se desprende que en época almorávide se amplió el recinto amurallado, abriéndose puertas como el Arco/Puerta de las Pesas o Bab Al-Ziyad y la Bib Al-Bunaida o Puerta Monaita, ambas aún en pie. También corresponde a esta época la desaparecida Bib Al-Fajjarin o de los Alfareros cuyos restos se excavaron hace unos años en el barrio del Realejo, y el castillo hoy conocido como Torres Bermejas así como la apertura de la Bab Mauror junto a ellas.​ 

vista del conjunto de Torres Bermejas en la ciudad de Granada

A finales del siglo XI y comienzos del siglo XII, aún durante el imperio almorávide, se construyeron dos paseos extramuros para el ocio, que son citados también en diversos poemas y son conocidos como la Alameda de Mu'ammal, en la orilla derecha del río Genil, y la Nayd, cuyo emplazamiento ha sido discutido por diversos autores. Por otro lado, se podría considerar que desde el año 1147 todo Al-Ándalus estaba ocupado por los almohades, aunque Granada se mantuvo a favor de los almorávides hasta 1156, en que, viéndose ya aislada del imperio, se entregó.

En la época almohade apenas se modificó la estructura urbana, quedando solamente como testigos de su época algunos edificios de gran interés, como el Qasar Al-Sayyid o Alcázar Genil y el Palacio de Dar Al-Bayda que varios autores identifican con el actual Cuarto Real de Santo Domingo. También los almohades amurallaron los arrabales del este, donde hoy está el barrio del Realejo y en el siglo XIII se llevó a cabo la ampliación del cementerio situado junto a la Puerta de Elvira denominado Maqbarat al-Faqth Sa'ad Ibn Malik, así como la apertura de un nuevo cementerio en el Campo del Príncipe. 

Durante época almohade, Granada fue tomada siempre como base de operaciones norteafricanas en el dominio y control de la zona nordeste peninsular. Tras el fin del poder almohade siguió un breve período de lucha entre varios señores musulmanes por la hegemonía del territorio islámico. Uno de los personajes que más sobresalió fue Muhammad Ibn Nasr, sublevado en el año 1232 en Arjona. Tras un pacto de vasallaje con el rey cristiano Fernando III el Santo, se consolidó en el año 1237 como soberano y fundador de la dinastía nazarí de Granada con categoría de reino, cuando en el resto de Al-Ándalus se vivía la época de los llamados Terceros taifas.

vista del Alcázar Genil en Granada

La ciudad de Granada creció de forma sostenida durante el siglo XIII, con el advenimiento del citado reino nazarí, lo que obligó a la posterior ampliación de las cercas defensivas; la del Nayd, comenzada en período almohade, y la del gran Rabad Al-Bayyazin o Barrio del Albaycín al norte de la ciudad que se realizó en período ya tardío en el año 1327. El reino nazarí abarcaba las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería, además de algunas áreas de Cádiz y Jaén. Se calcula que el reino estaba habitado por unas 300 mil personas. Los grandes núcleos urbanos eran Málaga con 20 mil, Almería con 9 mil y Guadix con una población aproximada. Granada, como capital del reino, albergaba unas 50 mil.

Para la formación del conjunto monumental de Alhambra el acontecimiento más importante fue la orden de construcción por el visir de época zirí, el ya citado judío Yusuf Ibn Nagrella, de una fortaleza-palacio en la colina de la Sabika, uno de los puntos más elevados de una ciudad de Garnata en crecimiento. Se amurallaron los arrabales del Albayzín, como ya se dijo, por orden de Muhammad Ibn Nasr, más conocido como Muhammad I o Alhamar, primer emir nazarí de Granada, y se reconstruyó y amplió la fortaleza de la Sabika hasta entonces zirí, reforzándose sus muros y levantándose las principales torres. 

Su sucesor, Muhammad II, terminó las obras de construcción de la nueva alcazaba de la ciudad en la colina de la Sabika. Con toda probabilidad las murallas exteriores del recinto y el acueducto se completaron para el final del siglo XIII. La ciudad aparece ya plenamente conformada para esas fechas, con una estructura típicamente islámica. Tanto la medina como los arrabales se organizaban en barrios, de tamaño y población muy diversa. Cada uno de esos barrios tenía a su frente un cadí, encargado de mantener el orden, sobre todo en los mercados.

vista de Alhambra y Torre de Comares desde el Albayzín

Los jardines y pabellones del llamado Generalife datan al parecer del sultanato de Ismail I (años 1314-1325), pero los conjuntos más importantes de la Alhambra (el complejo del Patio de los Arrayanes y del Patio de los Leones) pertenecen a la época de Yusuf I (1333-1354) y su hijo Muhammad V, siendo este estilo granadino la culminación del arte árabe andalusí. El palacio del emperador Carlos V, que se construyó después de la toma de la ciudad Granada en 1492 por sus abuelos, los denominados reyes católicos, también está dentro de la medina.

Se disponía también de una ronda nocturna, ajustada al perímetro estricto de cada barrio, con la función de vigilar y abrir, en su caso, las puertas de las murallas, tanto las interiores como las principales puertas de la ciudad. Según el tamaño del barrio se disponía de servicios comunitarios como hammam, escuela, horno, mezquita, etc, o por el contrario, su núcleo se limitaba a un oratorio. La ocupación del terreno era muy densa, sin apenas espacio libre, al menos en las zonas de la medina y no tanto en los arrabales, con callejas sinuosas y estrechas, cortas y quebradas, aunque hubo excepciones como en el caso de la Alcaicería, con calles trazadas a cordel.

La ciudad de Granada, en su prolongada época musulmana, fue en definitiva capital del reino zirí de Granada, durante el siglo XI y también del reino nazarí entre los siglos siglo XIII y siglo XV. Tras cinco siglos de actividad quedan bien diferenciados los tres sectores en la ciudadela de altas murallas y torres defensivas en que se convirtió la Alhambra: la alcazaba (cuartel de la guardia real), el entramado urbano y el barrio castrense (casas de nobles y plebeyos) y los palacios y la medina (donde se encuentran los célebres palacios nazaríes).​

detalles en yeso en el Patio de los Leones

En el apogeo del reino nazarí, la ciudad estaba organizada en seis distritos, con sus barrios, así como dos arrabales extramuros. Esos seis grandes distritos estaban amurallados, separados entre ellos y del exterior por cercas defensivas, con puertas que se cerraban durante la noche y cada uno de ellos se organizaba en barrios o dicho en árabe, rabad. Los principales distritos podría decirse que fueron Al-Casba Cadima o Alcazaba Vieja que se detalló antes, Al-Casba y la llamada Ciudad Nueva. Fuera de las murallas existieron dos barrios o arrabales, el Rabad Arrambla o Arrabal de la Rambla y el Rabad El-Necued o Arrabal de la Loma.

El Rabad Al-Casba estaba situado inmediatamente al sur de Al-Casba Cadima, rodeándolo por oriente y occidente. Su único contacto con el anterior se hacía por su extremo noreste en el Rabad Cauracha. El recinto amurallado descendía hasta el río Darro conformando allí el Rabad Haxarris, cuyo hammam aún se conserva en buen estado y es conocido como El Bañuelo. Además, integraba intramuros el Rabad Aitunjar, uno de los barrios más poblados, el Rabad Badis, en el que encontramos el Palacio de Dar Al-Horra y el Rabad Al-Murabidin o de los Ermitaños. Se accedía a este distrito a través de seis puertas.

La llamada Ciudad Nueva está situada al sur de los barrios Al-Casba Cadima y Al-Casba, en ambas orillas del río Darro y en la cornisa suroeste de la colina del Albayzín. Estaba compuesto de un gran número de barrios y en ellos se situaban algunos de los edificios más importantes de la ciudad como la Jima El-Kebir o la Gran Mezquita ya desaparecida, Alhondaq Gidida o el Corral del Carbón aún en pie y Al-Madras o La Madraza que se conserva parcialmente, así como la Fondaq Alginuyin o Alhóndiga de los Genoveses, desaparecida, al igual que los baños de Abu Adal situados junto a ella.

vista externa de la Puerta de Elvira en la ciudad de Granada

Un recinto tan amplio, tenía forzosamente que disponer de un gran número de puertas de acceso y se recogieron por escrito un total de dieciséis. Cuatro de estas puertas conectaban con el recinto de Al-Casba y otra, hoy conocida como Puerta de las Armas, conectaba con la Alhambra. Tres puertas conectaban con los barrios orientales (Bib Handac, Bib Axauro y la Bib Al-Fajjarin ya citada) y las puertas restantes daban acceso desde el exterior conservándose aún la más occidental conocida hoy como Puerta de Elvira por ser la principal salida hacia la antigua capital de la qura califal.

Como ya se dijo anteriormente, fuera de las murallas de la ciudad existieron dos barrios de muy distinto carácter. Por un lado, Rabad Arrambla o Arrabal de la Rambla, que disponía de un amplio espacio usado como zoco, muy cerca de la Gran Mezquita. Este arrabal ocupaba la zona que hoy se conoce como Birrambla, en clara referencia a entonces. Se trataba de un barrio muy activo comercialmente, parcialmente amurallado en su lado sureste, en el que se abría la Puerta o Bib Rambla -hoy Arco de las Orejas- que daba acceso al río Darro y fue demolida en el siglo XIX y reconstruida después en los bosques de la Alhambra. 

El Arrabal de la Rambla disponía de mezquita propia, la Jima Haddion o de los Herreros y de una alhóndiga, Al-Fondaq Zaida. Por su parte, el otro arrabal o barrio extramuros, Rabad El-Necued o Arrabal de la Loma estaba situado en el extremo sureste de la muralla, junto a la puerta llamada Bib Neched y estaba rodeada de huertas sobre la orilla derecha del río Genil. Este arrabal estaba bordeado por la Ciquia Al-Quebira o Acequia Gorda.

la Bib Rambla en el bosque de la Alhambra

Desde los primeros años de existencia del reino nazarí hasta su desaparición, los períodos de paz alternaron con otros en los que las tensiones estuvieron presentes, formando parte de un cuadro de luchas internas y externas. En el exterior se hicieron y deshicieron alianzas con Castilla, Aragón y los benimerines del Magreb, buscando su supervivencia como reino. En el interior se vivieron graves situaciones provocadas por intrigas cortesanas, instigadas y mantenidas por las familias poderosas con los Abencerrajes, los Comixa, los Alamines y los Venegas como los más representativos que subían o arrojaban del trono a los soberanos según sus intereses.

Granada, que es ciudad para caminar, aún sigue conservando cierto embrujo entre sus callejuelas recorriendo los monumentos, los cármenes, sintiendo el ir y venir del agua en el río y el paso de la historia. Sus calles de trazado quebrado siguen permitiendo distinguir la antigua estructura e invitan a revivir sensaciones. La estructura urbana de la capital nazarí y el pasado esplendor andalusí es reconocible todavía hoy en muchas zonas de la ciudad actual, de hecho ninguna ciudad importante ha mantenido tan bien como Granada su carácter de urbe islámica. El barrio del Albayzín incluso, pese a la despoblación que debió sufrir, ha mantenido el trazado viario y su estructura.

Por otra parte, tanto el Darro como el río Genil bastaban por sí solos para abastecer la ciudad, pero el abastecimiento del alcázar en la Alhambra resultaba más complicado debido a la altura de la ubicación del mismo por lo que de ahí surgió esa parte de la muralla, permitiendo bajar a sus habitantes hasta el Darro sin quedar desprotegidos. El agua que baja de Sierra Nevada se derrama por toda la ciudad y por ello rodean las murallas amplios jardines y árboles frondosos. La red hidrográfica granadina la conforman, junto al río Genil, los ríos Darro, Beiro, Monachil y Dílar, entre otras. 

vista del puente sobre el Darro

Las principales acequias artificiales que se suman a este suministro de agua son las de Tarramonta, Arabuleila, Aynadamar, la Acequia Real de la Alhambra y la Acequia Gorda del Genil. El agua da incluso en la Alhambra el nombre a una de sus torres, la Torre del Agua y en los jardines altos del Generalife encontramos la Escalera del Agua. Desde la Alhambra, el barrio del Albayzín se nos presenta amontonado sobre otra colina, alzando sus torres y conservando su aire y gracia mudéjar. En esta ciudad de Granada quedaron definitivamente las últimas huellas del paso islámico por vergeles y palacios y es que fueron en total 23 los sultanes de Granada.

Granada fue la última capital de Al-Ándalus y a pesar de que en el año 1491 el poderoso ejército castellano, que ya había sojuzgado casi todo el territorio nazarí en los cuatro años anteriores, penetró en la vega de Granada y puso sitio a la ciudad, esta ciudad no cayó como consecuencia de un enfrentamiento entre ambos ejércitos, sino mediante un proceso de negociación que culminó en noviembre de ese mismo año, con la firma en Santa Fe de las correspondientes capitulaciones.

En estas capitulaciones se pactó un plazo de dos meses para la entrega de la ciudad, aunque finalmente ese plazo no se agotó y el encuentro se produjo el 2 de enero de 1492, cuando Boabdil el Desdichado entregó la imponente alcazaba de la Alhambra y, por ende, el poder de la ciudad a los después llamados reyes católicos, el rey Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla. La larga permanencia árabe en su suelo dotó a la ciudad islámica de todos los monumentos imaginables y la convirtió aún a día de hoy en un museo histórico y artístico en exposición permanente al aire libre.

vista nocturna y exterior de la Puerta del Vino

Las capitulaciones eran, en principio, muy generosas para los granadinos. Podían seguir practicando libre y públicamente su religión, se respetarían sus propiedades y se mantendría la vigencia del derecho islámico en litigios entre muslimes, creándose la figura de jueces mixtos cuando se tratase de litigios con cristianos. Se creó además una especie de ayuntamiento musulmán y se previeron franquicias fiscales por tres años. Además, los reyes cristianos nombraron primer arzobispo de Granada a Hernando de Talavera, confesor de la reina Isabel y hombre moderado y con alta estima de la calidad moral de los musulmanes.

Sin embargo, cuando en el año 1499 la corte cristiana se instala temporalmente en Granada, muchos se escandalizaron de la pervivencia del islam y de que la población asistiera masivamente a las mezquitas. El nuevo confesor de la reina y arzobispo de Toledo, fray Francisco Jiménez de Cisneros, inició una dura campaña de conversiones forzosas, con confiscación y quema de libros, encarcelamiento de alfaquíes y procesos inquisitoriales. Se realizaron conversiones masivas, aunque ello no disminuyó la presión sobre la población granadina, pues como informó Diego Hurtado de Mendoza en el siglo XVI "los cristianos nuevos, gente sin lengua y sin favor, encogida y mostrada a servir, veían condenarse, quitar o partir las haciendas que habían poseído, comprado o heredado de sus abuelos, sin ser oídos".​ 

Esta política generó graves revueltas en el barrio del Albayzín, especialmente tras la transformación por orden de Cisneros de mezquitas en iglesias. Sus órdenes se extendieron a otras zonas del reino y los musulmanes fueron gravemente reprimidos. Los reyes cristianos aprovecharon las revueltas para declarar nulas las capitulaciones y ordenaron una primera expulsión de moriscos así como la reclusión de los restantes en un gueto situado alrededor de la Bib Rambla.​ Para el año 1519, el conquistador y geógrafo Martín Fernández de Enciso comentaría que «Granada fue gran pueblo en tiempo de moros y agora no es tanto". Aún así, en el siglo XX, el poeta Antonio Machado diría "Todas las ciudades tienen su encanto y Granada tiene el suyo y el de todas las demás".

atardecer en Alhambra y ciudad de Granada

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