El arte almorávide (siglo XI y XII)

mezquita almorávide de Djama'a Al-Kebir en Argel

El arte almorávide (años 1091-1147) recibe muy claramente la influencia del arte en época de los reinos de taifas (1023-1091). Sin embargo, los almorávides en un primer momento bajo el mandato de Yusuf Ibn Tasufín desarrollan un arte y una arquitectura muy austera, como corresponde con sus criterios religiosos rigoristas y ascéticos. 

No obstante, a partir de los últimos años de vida de su imperio, ya en el siglo XII, tal sobriedad se pierde al mando de su hijo y sucesor Alí Ibn Yusuf y entonces se desencadena un mayor lujo en sus obras, deslumbrado por el refinado ambiente cortesano de los reinos de las taifas andalusíes, patrocinando diversas obras cuajadas de los más bellos elementos decorativos. 

Las principales características del arte almorávide son el predominio del ladrillo, yeso y madera, así como el abandono en gran medida de la columna en favor del pilar, reservando las columnas para lugares singulares. Los muros se animan con decoración de atauriques y mocárabes, mientras que en los vanos se ensalzan formas de gran fantasía e innovación con profusión de arcos complejos y variados como los mixtilíneos, túmidos, poli-lobulados, etc. 

alminar de la mezquita de Tremecén

A pesar de hallarse el foco originario de su arte en Al-Ándalus, las principales obras almorávides conservadas se hallan en el norte de África, en el actual Marruecos y en Argelia, siendo los edificios de carácter religioso los mejor representados como es el caso de la mezquita de Tremecén y la Djama'a Al-Kebir o الجامع الكبير en Argel, ambas en Argelia y construidas en el año 1082 y 1097 respectivamente. 

En ambas construcciones aparece un tipo de cúpula denominada de muqarnas, cuyo modelo más destacado se encuentra en la mezquita Qarawiyin (construida en el año 859) en la ciudad marroquí de Fez, siendo la primera vez que aparecen esas muqarnas -o estilo de mocárabe- en esta región del occidente islámico. 

También es habitual encontrarse con arcos almorávides de herradura apuntados, así como trebolados y de lambrequines, formados estos últimos por pequeñas curvas, ángulos rectos y claves pinjantes. Generalmente, los arcos aparecen entrecruzados y decorados a base de atauriques y muqarnas. Por otra parte, la mezquita aljama de Tremecén y la Djama'a Al-Kebir de Argel siguen el modelo habitual de naves perpendiculares al muro de la qibla.

mezquita almorávide de Tremecén en Argelia

En la citada mezquita aljama de Tremecén, erigida en el año 1082 bajo mandato de Yusuf Ibn Tasufin, podemos encontrar grandes inspiraciones de los alarifes hispano-musulmanes. Los motivos decorativos en ella adoptan una gran variedad de formas y están inspirados en el arte taifa andalusí. Estilizadas hojas, palmetas, tallos y flores siguen los modelos de los paneles de estuco del Palacio de la Aljafería de época taifa en Zaragoza, construido inmediatamente antes que esta mezquita por lo que su influencia es innegable. Para su construcción, se trasladaron hasta Tremecén talleres artísticos hispano-árabes. 

La Qubba Barudiyyin de Marrakech, capital del imperio almorávide, es uno de los más característicos ejemplos conservados de la época de sobriedad almorávide y esto se refleja sobre todo en su cúpula. Su construcción es del año 1120 y cobijaba la fuente para las abluciones de la mezquita de la época de Alí Ibn Yusuf. La magnífica bóveda es gallonada y octogonal y su peso se traslada a los muros rectangulares mediante un complejo sistema de arcos.

exterior de la Qubba Barudiyyin

En la misma Qubba Barudiyyin encontramos uno de los mejores ejemplos de influencias en el mimbar o púlpito desde donde el imam realiza el sermón. Este mimbar tiene acento e influencia cordobesa, no hay duda, pues una inscripción lo corrobora y posteriormente encontraremos también su influencia en la mezquita almohade Kutubiya de la ciudad de Marrakech. 

La Qubba Barudiyyin, localizada en un anexo de la mezquita como planta rectangular, alberga en sus cuatro muros vanos alternantes de arcos lobulados, de herradura y mixtilíneos. El recinto interior es independiente de la bóveda gallonada. La bóveda, en forma estrellada y dividida en ocho segmentos que se apoyan en una base octogonal de arcos poli-lobulados, sigue la tradición de la bóveda central de la macsura de la mezquita aljama de Córdoba. Aparece profusamente decorada con muqarnas y fue iluminada probablemente mediante ventanas vidriadas coloreadas fijadas en parrillas de estuco.

cúpula almorávide en la Qubba Barudiyyin de Marrakech

En la construcción de la mezquita Qarawiyin de Fez, durante el emirato omeya, se emplearon naves paralelas al muro de la qibla siguiendo el modelo de la mezquita de Damasco. En ambos casos, las naves extremas se prolongan formando las galerías que enmarcan el patio, de modo que este pasa a tener unas dimensiones más reducidas. Sin embargo, en la mezquita de Tremecén y en la Djama'a Al-Kebir de Argelia se construyeron las naves perpendiculares a la qibla, como ya se dijo.

El esquema general de las mezquitas durante la época almorávide sigue, por tanto, el de la mezquita de Córdoba, levantando una nave longitudinal con una o varias arquerías transversales que, a su vez, son referentes tomados de la mezquita omeya de Damasco. Los ejes del mihrab almorávide con destacados mediante cúpulas, contando los templos con una rica decoración vegetal, geométrica y epigráfica sobre estuco.

cúpula de muqarnas en la mezquita omeya Qarabiyin de Fez

En la península ibérica son escasos los vestigios conservados de arquitectura almorávide. De todos ellos, merece ser mencionado, sin duda, el conocido como Castillo de Monteagudo, una potentísima fortaleza que preside la llanura murciana. Este hisn o castillo consta de un doble recinto, uno inferior articulado mediante torres, y uno superior adaptado a la orografía del terreno y desde el cual se ejercía la defensa tanto de la ciudad de Murcia como de su fértil campiña.

Por otra parte, la influencia de Oriente en época almorávide se deja ver en los tejidos, concretamente en los llamados tiraz (literalmente bordados), que en este período muestran dobles círculos donde, en su interior, alojan figuras de animales reales y fantásticos tanto enfrentados como dándose la espalda. Almería sobre todo, pero también Málaga, Sevilla o Murcia fueron centros de producción de estos tiraz que siempre fueron muy valorados, así como reutilizados después por los cristianos.

arcos en Aljafería de Zaragoza de época taifa

La cerámica en época almorávide, por su parte, continuó desarrollando la técnica de cuerda seca parcial o total dependiendo de que la decoración cubriese toda la superficie o parte de ella. Junto a esta técnica, hacen su aparición dos nuevas técnicas aplicadas a la cerámica no vidriada, el esgrafiado y el estampillado, cuya utilización se generalizará posteriormente en la época almohade.

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