Geometría. Fachada del Palacio de Comares en Alhambra.

mediciones en la fachada del Palacio de Comares

La Fachada del Palacio de Comares, en la Alhambra de Granada, no solo es extraordinaria por su exquisita decoración, sino que también esconde una verdadera lección en la utilización de la proporción áurea. Recordemos que las bases de la proporción áurea las estableció Pitágoras, filósofo y matemático griego del siglo V a. C., siendo después utilizada tanto por matemáticos, como por escultores y arquitectos a lo largo de los siglos. En el arte, guardar la proporción áurea equivale a alcanzar el súmmum de la armonía y una simetría absoluta.

Se trata de un patrón basado en un rectángulo, el cual, circunscrito en sí mismo se repite con unas proporciones determinadas hasta el infinito. A su vez, uniendo los vértices opuestos del cuadrado resultante con el arco de 1/4 de círculo, el resultado obtenido es una espiral. Este patrón, por increíble que parezca, rige el modo en que se proporciona prácticamente cualquier estructura existente en el universo, desde la cadena de ADN hasta una galaxia.

Dicho de otro modo, la proporción áurea (número de oro o divina proporción, entre otras denominaciones) es una curiosa relación matemática que se encuentra presente en la naturaleza ya sea en las nervaduras de las hojas, en el grosor de las ramas, en el caparazón de los moluscos, en las semillas de los girasoles, en los cuernos de las cabras, incluso en el cuerpo humano. Esta fachada del Palacio de Comares presenta esta característica estando en armonía con todas sus partes, así como éstas entre sí. 

el Modulor de Le Corbusier en la fachada de Comares

Fue el arquitecto, pintor y escultor conocido como Le Corbusier quien comenzó en el año 1950 a establecer una relación entre las medidas del cuerpo humano y la arquitectura a través de su conocido Modulor. Si a través del Modulor comparásemos la figura humana con la fachada de Comares, nos encontraríamos que el ombligo del cuerpo (que lo divide en dos mitades) descansaría sobre la base de las ventanas, la cabeza a la altura de la zona donde comienza el alero de madera y los alicatados de azulejos de la parte superior de las puertas estarían a la altura de los genitales.

Cabe señalar que el Modulor de Le Corbusier siempre aparece con el brazo extendido que, en este caso, representaría la parte superior de madera de la fachada del palacio. Esta simetría aplicada nos ofrece una sensación placentera de belleza que todo visitante percibe al observar esta fachada del Palacio de Comares que, a su misma vez, ofrece una concepción arquitectónica excepcional al contar con una decoración integral única que marca probablemente el cénit del arte nazarí.

En cuanto a proporciones notables, el ancho del cuerpo central de la fachada es prácticamente igual a la altura de las puertas y al ancho de una puerta y un lateral. Así, se puede considerar una división tripartita de los huecos bajos de la fachada mediante tres cuadrados. Si añadimos los correspondientes rectángulos √2, alcanzamos la altura de las ventanas de manera que se formalizan tres rectángulos de plata. Cabe destacar también que se producen ciertas coincidencias en la llamada proporción cordobesa, como en la ventana central, en el ámbito del alfiz hasta el suelo y en el resto de altura con el ancho total.

proporción cordobesa en la fachada de Comares

En definitiva, la composición decorativa de esta fachada está basada en el sistema proporcional de su trazado, con la distribución tripartita del espacio combinando el rectángulo áureo con el cuadrado, lo cual supone la culminación de todo un proceso evolutivo del arte andalusí. Puede afirmarse que la compilación y síntesis de elementos decorativos geométricos, epigráficos y vegetales estilizados adquiere perfección proporcional en esta fachada.

Madinat Al-Zahra. Casa de Yafar.

fachada de la Casa de Yafar en Madinat Al-Zahra

La Casa de Yafar sigue siendo a día de hoy una de las restauraciones integrales más exitosas que se han hecho en el yacimiento arqueológico de Madinat Al-Zahra y está considerada, con el Salón rico y la Casa Real o Dar Al-Mulk, una de las viviendas más lujosas de la ciudad palaciega formando parte del sector privado del alcázar califal. Esta casa recibe su nombre por Ya´far Ibn Abd Al-Rahman, quien fue designado hayib en el año 961, falleciendo diez años después.

Conviene recordar que hayib era el oficial de más alto rango al servicio del califa cordobés, siendo quien controlaba el acceso a su persona. Se trataba de un visir con rango de primer ministro. En este caso, Yafar Ibn Abd Al-Rahman fue un esclavo eunuco al servicio del califa. Generalmente, este tipo de esclavos era de origen europeo (eslavos) que ocupaban las más altas posiciones en la jerarquía palatina. Llegó como esclavo procedente del este de Europa, al servicio de Abd Al-Rahman III. Con el tiempo, el califa Abd Al-Rahman le emancipó y le otorgó el rango de liberto.

Ya en libertad se le designó como fatá, siendo sus cargos el de Sahib Al-Jayl o Jefe de Caballerizas y el de Dar Al-Tiraz o Responsable de la fábrica de tejidos. Más tarde, Yafar cobraría especial relevancia en el terreno artístico pues, durante el califato de Abd Al-Rahman III, dirigió las obras del pabellón central de Madinat Al-Zahra. Dos días después del fallecimiento del califa, su hijo y sucesor Al-Hakén II hizo jurar fidelidad a los grandes oficiales eslavos, otorgándole a Yafar entonces el cargo de hayib así como el de Sayf Al-Dawla o Espada de la Dinastía, equivalente a Oficial Mayor del Gobierno.

parte del interior del edificio conocido como Casa de Yafar

Éste le correspondió regalando al estrenado califa cien esclavos militares francos que había comprado él mismo. A partir de entonces, estos serían conocidos como los yafaríes y tendrían una presencia destacada en los desfiles militares. Durante el califato de Al-Hakén II, Yafar llevó la dirección de las obras de ampliación de la mezquita aljama de Córdoba, en dirección sur hacia el río Guadalquivir. Inscripciones en la imposta del arco del mirhab hacen mención a dicho proyecto dirigido por Yafar y su nombre aparece escrito hasta en cuatro ocasiones.

Una de las inscripciones reza "Mandó el imán, Al-Muntansir billah, siervo de Allah, Al-Hakén, príncipe de los creyentes a su liberto y hayib, Yafar Ibn Abd Al-Rahman, Allah se apiade de él, la erección de esta construcción". La insistencia de su nombre es un halago al eunuco, aunque había fallecido poco antes y de ahí que figure "Allah se apiade de él". Al-Hakén II, tras la muerte de Yafar, no volvió a nombrar hayib y únicamente nombró a visires de menor rango. La coincidencia entre el ascenso al trono del califa Al-Hakén y la designación de Yafar como hayib permite situar el inicio de esta construcción en el año 961, a falta de otros testimonios documentales o epigráficos.

La estructura de este edificio es compleja pues se organiza espacial y funcionalmente en diversos ámbitos público-privados y articulados en torno a patios, aunque su espacio más importante sea el mexuar, destinado a la recepción. La organización del edificio se adaptó a un espacio delimitado de uso anterior en el que estaban presentes unas construcciones que o bien fueron transformadas o fueron condenadas para construir otras. Se considera que esta vivienda fue concebida como residencia de uso personal de Yafar, como alto personaje de la corte califal.

fachada de la Casa de Yafar vista desde el interior de la vivienda

En el edificio se articulan tres ámbitos espaciales, organizados en torno a sus correspondientes patios: uno público, uno íntimo y otro de servicio. Así, el espacio oficial de la Casa de Yafar lo constituye una edificación de planta asimilable a la basilical, con tres naves longitudinales que comunican entre sí mediante puertas con arcos de herradura, y una nave transversal abierta al patio, donde se interrumpe la correspondencia existente entre las naves longitudinales y la fachada, con el objeto de adaptar esta última al espacio creado por la construcción de un baño contiguo.

La entrada principal a esta Casa de Yafar se realizaba por la puerta oeste, que daba acceso a un gran patio y a la fachada principal. Esta fachada o portada se organiza mediante una triple arcada de arcos de herradura soportada por columnas con capiteles de avispero. En cuanto a la decoración del edificio, esta Casa de Yafar se pavimentó con gruesas losas de mármol blanco, excepto en la zona del patio donde se emplearon piedras de caliza violácea. Además, destaca en este lugar la decoración de ataurique de la fachada.

Esta rica decoración de ataurique realizado en piedra, mostrando una temática vegetal y geométrica, también está presente en el vano de comunicación de la nave transversal y la central, ostentando sendos tableros en los frentes y las jambas del vano. Esta riqueza decorativa, junto a una pavimentación de las estancias con gruesas losas de mármol blanco, nos indica que en esta vivienda habitó un alto personaje. En las fachadas aún podemos encontrar resto de la pigmentación original en rojo almagra. Este rojo, sacado de las arcillas ferrosas, se usaba para proteger las casas de humedad, bacterias y hongos producidos por el agua de las fuentes.

patio enlosado con pila de mármol en la Casa de Yafar

Por otra parte, esta zona pública u oficial era el lugar destinado al trabajo y tenía un uso representativo del cargo político que Yafar Ibn Abd Al-Rahman ocupaba. Al estar construida con planta basilical, a esta parte se accedía por una gran portada. Por otro lado están los espacios de la zona íntima y privada, ubicados al fondo de la casa y cuya parte principal es una gran alcoba con cuatro alacenas dentro. Para llegar hasta ella, hay que atravesar un patio enlosado con suelo de caliza y que presenta una pila de mármol en el centro en la que había un surtidor, probablemente con forma animal, que vertía agua.

En el lado oeste del patio, posiblemente se ubicaba una letrina. Cerca se encuentran las llamadas viviendas del servicio que, por su ubicación cerca de la zona de servicio de la Casa, debieron complementar la función de éstas. Se trata de dos estancias, oeste y este, que tienen la misma organización con las habitaciones y letrinas dispuestas alrededor de un patio central. La vivienda este, la habitación que hay junto a la letrina, es posible que fuera usada como almacén o sitio de trabajo y cuenta con una cocina para la preparación de alimentos de las altas personalidades que vivían en la zona residencial del sur.

Mientras, las dos estancias y la letrina del ala oeste pudieron pertenecer al funcionario que ordenaba las labores de esta Casa de Yafar. También se comunicaba esta zona con la planta superior del cuerpo de guardia. Las habitaciones que había al fondo del patio formaban una zona de vivienda unificada y en ella vivía el que haría la función de Jefe de Cocina. En cuanto al resto de espacios destaca el que albergaba el horno, una cúpula de ladrillo construida sobre una base cuadrada de sillares, así como una letrina doble que sugiere la idea de que el trabajo en esta vivienda lo hacían personas de ambos sexos.

interior del edificio conocido como Casa de Yafar

Dentro del plan de restauración en el yacimiento de Madinat Al-Zahra, se llevó a cabo la delimitación de esta vivienda después de hacer una exhaustiva investigación sobre el mármol, donde se recuperaron más de doscientas losas de su pavimento, así como pinturas murales, una pila y sobre todo, la portada monumental que se eleva en el lado oriental del patio que precede al ámbito oficial o de trabajo de la vivienda. 

Alhambra de Granada. Palacio de los Leones. Mirador de Lindaraja.

vista del mirador de Lindaraja

Para acceder a este llamado mirador de Lindaraja o Daraxa, se ha de atravesar un gran arco apuntado de mocárabes que la separa de la llamada Sala de los Ajimeces, siendo ésta continuación de la más principal Sala de Dos Hermanas, en el interior del Palacio de los Leones. Este mirador se encuentra, por tanto, en el flanco norte de la Sala de Dos Hermanas. El mirador cuenta con mocárabes en los arcos laterales y albanegas labradas en el arco central, tratándose en su conjunto de una espléndida salita de planta cuadrada.

Sobre el arco de entrada al mirador hay tres ventanas de celosía, pero la central es una ventana falsa y cuenta con dos escudos nazaríes lisos dispuestos verticalmente. El suelo, entre las dos jambas del arco de entrada, conserva aún bastante del alicatado original con un motivo geométrico diferente y de mayor escala. El magnífico zócalo de finísimo alicatado, casi en miniatura, se completa con dos de las pocas inscripciones realizadas con piezas de cerámica en la Alhambra.

Según se accede, a la derecha, una inscripción en cursiva nos dice "El auxilio divino, el dominio y la clara victoria sean para nuestro señor Abu 'Abd Allah, príncipe de los musulmanes". En cuanto a la inscripción que encontramos en la zona izquierda, aunque deteriorada en el tercio superior impidiendo la lectura completa, todo indica que la leyenda puede traducirse como "Gloria a nuestro señor el sultán Abu 'Abd Allah, hijo de nuestro señor el sultán Abu l-Hayyay" en referencia, primero a Mohammed V y, luego, a su padre Yusuf I.

detalle de mocárabes e inscripciones en el mirador

La estancia que conforma el mirador, que como ya se ha dicho es de planta cuadrada, se abre con ventanas gemelas en cada uno de sus tres lados exteriores y con el alfeizar o poyete inferior muy bajo porque los habitantes de la Alhambra solían sentarse en el ajimez, ocupando unas jamugas, junto con almohadones dispuestos en el suelo para divisar las magníficas vistas así como disfrutar de la luz natural procedente de las ventanas que refuerzan el ambiente relajado del mirador.

Se considera que este mirador funcionaba en origen como una tribuna con vistas a los jardines exteriores -que se extendían hasta la muralla que separaba la Alhambra del barranco labrado por el río Darro- y también con vistas hacia la ciudad de Granada, en concreto hacia el arrabal del Albayzín. Según la tradición, esta estancia era el lugar favorito de la mujer del sultán Muley Hacén y madre de Boabdil, la sultana Aixa, ya que ella ocupó las estancias de la Sala de Dos Hermanas al ser repudiada por el sultán.

También se considera que el nombre del mirador -Daraxa- procede de la corrupción fonética de las palabras Ayn Dar Aixa, expresión que puede traducirse como Ojos de la casa de Aixa, aunque no es constatable con la documentación nazarí conocida. Por su parte, Yusuf III menciona este mirador con la única denominación de bahw o pabellón o aposento, situándolo contiguo a la Cúpula Mayor haciendo referencia, sin duda, a la Sala de Dos Hermanas.

vista del Patio de Lindaraja desde el mirador

A través de las ventanas del mirador ya no tenemos una vista de la ciudad de Granada como en su día el sultán Muhammad V, sino que contemplamos los actuales Jardines de Daraxa construidos entre los años 1526 y 1538 y, por tanto, en época cristiana al tiempo que se construían las habitaciones del emperador Carlos V, sobre jardines que ya existían entre el alcázar y la muralla. En este jardín o Patio de Lindaraja podemos encontrarnos hoy con cipreses, acacias, naranjos y arbustos de boj, rodeando su gran fuente central de mármol.

El mirador de Lindaraja cuenta con un zócalo de azulejos de color negro, blanco y amarillo, bellísimo por su finura y destreza a la hora de realizar el complicado motivo que exhibe. En resumen, puede concretarse que estos zócalos de diminutos azulejos muestran una sencilla pero vistosa sucesión de ruedas de estrellas con lazo de ocho en doble trama y bello colorido ocre, negro, berenjena, celeste y verde, y las cintas de lazo en tono marfil rematados por inscripciones con caracteres recortados en piezas de cerámica negra sobre fondo blanco, dispuestas como un puzzle. 

También llama la atención la lacería de estrellas situada en una de las jambas del arco de acceso al mirador, siendo un alicatado que incluye piezas de poco más de 2 mm de anchura con la complejidad que ello conlleva y siendo, seguramente, el alicatado más exquisito. Puede decirse que este mirador, pese a sus dimensiones modestas, contiene en sus muros un gran número de detalles decorativos evidenciando la importancia que tuvo durante la época nazarí.

detalle de alicatado en mirador de Lindaraja

El suelo de este mirador de Lindaraja también está compuesto de azulejos, aunque se encuentra muy deteriorado y sobre el zócalo del propio mirador vemos una exuberante decoración en estuco, con variedad de formas decorativas como ataurique en las albanegas de los arcos, lacería sobre los arcos, cartuchos y polígonos con inscripciones, mocárabes, etc, culminando en una serie de arquillos ciegos, que soportan un friso con la omnipresente frase de la dinastía nazarí "Sólo Dios es vencedor" o bien "No hay vencedor sino Allah".

Puede decirse que el mirador de Lindaraja atesora una de las decoraciones más primorosas del Palacio de los Leones o al-Riyad al Said, con diversas composiciones geométricas y epigráficas y con unas delicadas yeserías que enmarcan la ventana frontal, bajo un arco ciego de mocárabes con forma de V invertida que se encuentra por encima de otro arco ficticio de medio punto y lobulado. El tímpano contiene una compleja composición caligráfico-lineal rellena de ataurique con una estrella de ocho puntas en la parte central formada por dos cuadrados superpuestos; sus lados llevan un pequeño semicírculo central y sus esquinas generan lazos.

En su interior puede leerse la inscripción árabe Allahu jayrun hifzan wa-Huwa arhamu al-rahimin Sadaqa Allahu al-'Azim que, traducido al castellano, nos indica que "Dios es quien cuida mejor y es la suma misericordia (Corán 12, 64) y Dios el Grandioso ha dicho la verdad". A ambos lados de esta estrella nos encontramos con círculos poli-lobulados con sendos escudos lisos rodeados de elementos vegetales. En su conjunto y estructura, estos arcos ciegos del mirador cuentan con una decoración extraordinaria y magnífica.

arcos ciegos con mocárabes en el mirador de Lindaraja

Siguiendo con las múltiples inscripciones que encontramos en este mirador, enmarcando las ventanas de la estancia, podemos leer "Yo soy de este jardín el ojo fresco" (...) en mí, a Granada ve, desde su trono" haciendo referencia a las vistas que contemplaba Muhammad V y sobre los ventanales se encuentran los ya mencionados arcos apuntados de mocárabes, en cuyos paños aparecen tanto las citadas inscripciones caligráficas de alabanza a Dios, como también al sultán y varias poesías.

Así, en la ventana izquierda puede leerse "Gloria a la honra de los siglos y conquistador de las ciudades, nuestro señor Abu 'Abd Allah, orgullo de los Banu Al-Ansar". Del mismo modo, en la ventana derecha encontramos otra alabanza al sultán que nos indica "Gloria a nuestro señor el sultán Abu 'Abd Allah al-Gani bi-Llah, sustente Dios su autoridad". Y a lo largo del marco de la ventana principal pueden leerse una serie de poemas que definen muy bien tanto la función del mirador como la posición del que mira. 

Entre el texto principal, extraemos "En este jardín yo soy el ojo lleno de gozo, y la pupila de este ojo es nuestro Señor Muhammad V, alabado por su valentía y generosidad, con notable fama y graciosa virtud. Él es la luna llena en los horizontes del imperio, sus signos son perennes y su luz es brillante. En su morada él no es otro que el sol, cuya sombra es beneficiosa. En mi él mira desde su trono califal hacia la capital y su reino entero".

techo de madera y cristal en el mirador de Lindaraja

El techo restaurado del mirador, por su parte, se presenta como una armadura de madera de pino en forma de artesa invertida, con cristales de variados colores, que proporciona iluminación cenital. Para realizar el vidrio que compone este techo se utilizó la técnica del "soplado en corona" que consiste en extraer la masa vítrea al rojo derretida desde el crisol mediante una vara y girarla hasta abrirla en un círculo, de ahí su nombre. Cuando se enfría se dibujan las piezas y luego se cortan. 

Posiblemente muchas de las ventanas de los distintos palacios nazaríes de la Alhambra disponían en su origen de celosías de estructura semejante al techo de este mirador, aunque no se han conservado hasta la actualidad. Según un texto del año 1362, existía en el Palacio del Mexuar un espectacular techo de cristal de este estilo, bajo el mandato de Muhammad V, que habría desaparecido con la conversión de la sala principal del Mexuar en época de los llamados reyes católicos. También hay diferentes crónicas de la existencia de bóvedas de linterna cenital en otros espacios, como en el Palacio de los Alijares. 

El techo, en definitiva, se trata de una verdadera joya conformando la parte superior de esta pequeña estancia o mirador y, muy probablemente, este lugar sea uno de los espacios con un carácter más áulico del conjunto que forma el Palacio de los Leones. Por su parte, Ibn Zamrak es el autor de los cuatro versos que aparecen inscritos en cada jamba y que se presentan en su Diwan como un mismo poema, el cual fue dividido al grabarse en la pared igual que sucediera en la entrada de la Sala de Dos Hermanas

reflejo del techo acristalado sobre las paredes del mirador

Su traducción nos dice "Todas la artes me han enriquecido con su especial belleza y dotado de su esplendor y perfecciones. Aquél que me ve juzgue por mí la hermosura de la esposa que se dirige a este vaso y le pide sus favores. Cuando el que me mira contempla atentamente mi hermosura, engaña a sus ojos con una apariencia pues al mirar en mi espléndido fondo cree que la luna llena tiene aquí fija su morada, habiendo abandonado sus mansiones por las mías. 

No estoy sola, pues desde aquí contemplo un jardín admirable; no vieron los ojos cosa semejante a él. Este es el palacio de cristal; sin embargo ha habido quien el verlo lo ha juzgado un océano proceloso y conmovido. Aquí esparce el aire fresco su aliento; la atmósfera es sana y el céfiro agradable. He llegado a reunir todas las bellezas, en términos que de ellas toman su luz los astros en alto firmamento. Ciertamente yo soy en este jardín un ojo lleno de alegría y la pupila de este ojo es en verdad mi señor."

En definitiva, el mirador de Lindaraja o de Daraxa es uno de los más bellos rincones de la Alhambra que se abría originariamente al paisaje y no a un jardín como actualmente, permitiendo la vista sobre un huerto-jardín bajo que se prolongaba hasta la muralla norte de la ciudad palatina. Debió construirse en la segunda mitad del siglo XIV bajo el gobierno de Muhammad V junto al resto del Palacio de los Leones. Sin ninguna duda, la vista desde aquí debía ser espectacular antes de construirse las habitaciones del palacio de Carlos V.

Guadix

paraje de Guadix y vista de su alcazaba

Guadix, localidad situada en el centro-norte de la provincia de Granada, se ubica en el declive norte de Sierra Nevada siendo el actual núcleo de población más importante de su comarca y destacando por albergar sus famosas casas-cueva, por la cercanía con la capital provincial de Granada y por su también proximidad a la zona histórica conocida como La Alpujarra. Se encuentra en una llanura natural, formada por las cuencas de los ríos Fardes y Guadix y puede decirse que se ubica en el camino de Granada hacia Almería y Murcia.

Históricamente, la zona sobre la que se asienta el municipio fue uno de los asentamientos humanos más antiguos de la península. Tras un primer contacto en época prehistórica y después de ser un asentamiento íbero, la ciudad fue fundada en su emplazamiento actual como colonia romana para los legionarios. Durante la ocupación romana fue conocida como Julia Gemella Acci y, tras la llegada musulmana a la península, esta ciudad se renombró como Wadi Ash, que puede traducirse como río-cauce Ash, siendo esta última palabra una arabización del viejo topónimo Acci.

Durante la época islámica, Guadix atravesó varios siglos de esplendor y de decadencia a partes iguales, debido a las epidemias, conflictos bélicos y sequías. La primera edificación militar realizada sería un castillo o hisn mandado levantar por Sawwar Ibn Hamdun, caudillo de la kura de Elvira, en el siglo IX, cuando concedió el control de la medina al clan yemení de los Banu Sami. Se trataría de una pequeña guarnición militar, mientras la población musulmana se establecía en los alrededores. Según las crónicas, esta ciudad fue en un principio díscola al mandato de los omeyas, participando incluso en las rebeliones y revueltas del muladí, reconvertido al cristianismo, Ibn Hafsún entre los siglos IX y X. 

almenas y paisaje desde el interior de la alcazaba de Guadix

Cabe destacar la importancia militar que le fue concedida por el emir Abd Al-Rahmán III en el año 913, cuando se llevó a cabo un campaña en la kura de Elvira para sofocar a estos muladíes. Tras el declive del califato de Córdoba, Guadix fue territorio limítrofe entre los ziríes granadinos y los Banu Jairán de Almería. En el año 1018 fue asesinado el pretendiente califa omeya, Abd Al-Rahmán IV, por parte de sus partidarios entre los que estaba el citado Jairán, tras ser derrotado su ejército por el de Zawi Ibn Zirí. La alcazaba de Guadix, de hecho, comenzó a construirse alrededor del siglo X bajo la dinastía zirí, durante la taifa en Granada, para proteger a la ciudad de invasores principalmente cristianos.

Poco después la ciudad de Guadix quedó integrada en el imperio almorávide entre los siglos XI y XII, tras las primeras taifas. En el declinar de este nuevo imperio y en medio de sus luchas contra los almohades por el control del Magreb y de Al-Ándalus, Ahmad Ibn Malham proclamó un señorío independiente en Guadix y Baza en el año 1145, si bien era aliado o vasallo de los almohades. Tras la conquista de los almohades del completo territorio de Al-Ándalus en el siglo XII, el citado Ibn Malham acabó sus días en la ciudad de Marrakech. La muralla de la ciudad marcó la organización urbana entre ambos siglos y ha seguido conservando un influencia hasta el día de hoy. 

vista parcial de la muralla en la alcazaba de Guadix

La construcción inicial de la muralla se llevó a cabo durante el siglo XI, al igual que la propia alcazaba, y con la misma técnica constructiva empleada como es el tapial de cal y canto. Posteriormente, durante el siglo XII sufrió una importante remodelación pues, entre otras cosas, incluiría la erección de una antemuralla a lo largo prácticamente de todo el perímetro de su recinto. Finalmente, la alcazaba terminaría dividiéndose en tres recintos amurallados de tapial formando un perímetro de 400 m. Sus alrededores, además, también se reforzarían en estas fechas mediante torres o la construcción del conocido como Torreón del Ferro, una de sus torres más famosas. 

Este llamado Torreón del Ferro está ubicado a la entrada de la actual calle de San Miguel y se trata de una de las numerosas torres que pertenecieron a la muralla medieval de Guadix y, sin duda, puede presumir de ser en la actualidad una de las mejor conservadas y visibles de la ciudad. Esta torre forma una estructura cuadrada con una estancia en la parte superior y estando coronada con almenas. Como curiosidad, los sillares o bloques que se pueden ver en su cuerpo inferior, pudieron ser extraídos y reutilizados por los árabes de los restos del teatro de época romana que se encuentra a sus pies.

vista del Torreón del Ferro en Guadix

De los tres recintos amurallados, uno es central y dos externos envuelven a éste. El segundo rodearía por tanto, en parte, al primero y cuenta con tres pequeñas torres defensivas. El interior de la torre mayor pudo tener varias plantas, aunque hoy está rellena de escombros, y en la parte superior presenta un receptáculo que podría ser un aljibe. El primer recinto, por su parte, con 4 torres forma el corazón de la alcazaba y en él se ubicaban, a modo de ciudadela, las habitaciones privadas de los alcaides y las del servicio, así como almacenes, cementerio, aljibes y otras estancias. Otras dos torres de este primer recinto, de planta rectangular, se unen a la muralla a través de un adarve almenado.

En el centro se encuentra la llamada Torre del Homenaje, de planta cuadrada, y formada por dos partes, siendo la superior de dimensiones más reducidas que la inferior y estando ambas coronadas por almenas rectangulares. La forma de la propia alcazaba también es ligeramente rectangular, redondeada en su ángulo sur y, al igual que en muchas construcciones de origen musulmán, el principal material empleado en la construcción de sus torres fue el tapial, dándole a la alcazaba un aspecto rojizo característico. El tercero de los espacios o tercer recinto carecía de bastiones al tratarse de un simple muro de separación entre la alcazaba y la medina.

vista de los recintos en la alcazaba de Guadix

Entre los siglos XI y XII, también las puertas de la ciudad de Guadix se construyeron o reforzaron con fines estratégicos o para mejorar el control económico. Buen ejemplo de ello es el conocido como Arco de la Imagen, situado en la parte morisca de Guadix, representando una de las antiguas puertas medievales de época andalusí. Este arco como puerta de acceso fue conocido como Bab Al-Tullir, y en documentos es nombrada como Puerta de Fiñana. Hoy en día, como se ha dicho, es conocido como Arco de la Imagen o Arco de Santa Ana, siendo un nombre ya propiamente cristiano.

Tras la caída del poder de los almohades en la península en el siglo XIII, Guadix se integraría en el emirato nazarí de Granada siendo entonces ampliada su alcazaba. En el año 1313, el cuarto y último emir granadino nazarí conocido como Nasr recupera las ciudades de Algeciras y Ronda al renunciar los benimerines a las mismas. Aún así, se vio pronto ensombrecido por la formación de un grupo de nobles contrarios a su gobierno, que en el año 1310 ya se había levantado en armas a favor del futuro Ismail I. La intervención del rey Fernando IV de Castilla el Emplazado impidió la toma del emirato de Granada, pero la caída de Alcaudete en manos cristianas alentó aún más la rebelión.

La sublevación encabezada por el cuñado de Nasr, a su vez emir de Málaga, vence entonces al ejército granadino de Nasr en Archidona en la conocida como Batalla de Archidona, marchando sobre la propia Granada, lo que provoca en 1314 la abdicación de Nasr en la persona de su primo, entronado como el sultán Ismaíl I, a cambio del gobierno de Guadix, donde el propio Nasr fallecería en 1322. Ibn Al-Jatib menciona Guadix en 1347 tras el viaje que realiza junto al sultán Yusuf I por la frontera oriental y en enero del año 1362 se libró la Batalla de Guadix en la que las tropas de la corona de Castilla fueron derrotadas por las nazaríes. Durante época nazarí, la fortaleza de Guadix fue cabecera de territorio y formaba parte de las propiedades del sultán.

Arco de la Imagen en Guadix

Las guerras civiles acaecidas en el sultanato nazarí de Granada en el siglo XV convirtieron a Guadix en la capital de un breve reino capitaneado por Abú Abd Allah Muhammad, más conocido como el Zagal siendo éste hermano del sultán Muley Hacén y, por tanto, tío paterno de Boabdil el Desdichado. El Zagal gobernó estas tierras aliándose alternativamente a sus correligionarios o a los castellanos, pero acabó siendo víctima del rencor y de la venganza, ya fueran propios o ajenos. En la alcazaba de Guadix también se entrevistó el ministro Alnayar con Boabdil para sugerirle que se entregara. La suma de todo esto posibilitó y facilitó la llegada de los castellanos a la ciudad con los reyes católicos y el cardenal Mendoza a la cabeza.

En noviembre de 1489 fue entregada la ciudad al reino de Castilla, aunque en septiembre de 1490 fue cuando se produjo la verdadera conquista y la transformación de la ciudad musulmana en cristiana. Tras la conquista de Guadix por Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón se readaptó el topónimo árabe del lugar hasta el actual nombre de Guadix y uno de sus alcaides a finales del siglo XV fue Fernando de Mendoza. En ese mismo año, se descubre un intento de asalto a la alcazaba por parte de musulmanes y judíos, lo que dio lugar a su expulsión y posterior emigración en torno al Arrabal del Tollir, conocido entonces como Arrabal de la Morería (actual barrio de Santa Ana), la Vega y el Sened. 

La mezquita aljama y las demás mezquitas se purifican y se bendicen convirtiéndose en iglesias y ermitas tales como las de San Miguel, Santiago, Santa Ana o la Magdalena, desapareciendo también muchas de ellas. Asimismo, se construyen en Guadix dos conventos. Por su parte, el maqaber deja de usarse como cementerio, pues se popularizan los enterramientos en las iglesias. La ciudad va configurando su urbanismo cristiano en torno a un plano medieval, con el consecuente ensanche de sus calles, la apertura de los adarves y la creación de plazas, como la Mayor, donde se levantaron la cárcel, la Casa de los Corregidores y la Casa de los Escribanos, entre otras.

esquina con muralla y torre almenada en la alcazaba de Guadix
 
La mezquita aljama comenzaría a demolerse en torno al año 1500 para la construcción de la catedral. La alcazaba de Guadix pierde entonces importancia, así como la muralla medieval, la cual se ve afectada por la construcción de las casas nobiliarias adosadas a ella. Las puertas y las fuentes se transforman y pierden su papel urbano. Además, el barrio de La Judería se incorpora al actual barrio Latino y desaparecen los patios y los corrales, así como el edificio de la antigua sinagoga, el cual será sustituido por el Hospital Real. Por su parte, el barrio de Santa Ana es el único que conserva hoy su estructura morisca, con callejuelas estrechas, placetas y adarves.

Se ha especulado mucho con que, durante la época del reinado de Juana I de Castilla la Loca, se destruyó gran parte de la primigenia alcazaba en Guadix para levantar construcciones particulares y religiosas, como el Palacio de los Pérez de Barradas (Palacio de Peñaflor) o el convento de San Agustín, que se encuentran próximos a la muralla. Sin embargo, los últimos estudios hacen pensar que estos derribos de la alcazaba nunca se realizaron. Sí que en el siglo XVI la alcazaba musulmana fue destruida parcialmente, perdiéndose gran parte de las estancias interiores de la misma, pero la alcazaba siempre mantuvo de forma más o menos continuada un uso militar de su interior.

Por otra parte, las frecuentes y abundantes guerras entre religiones y culturas producidas durante la conquista cristiana se extendieron prácticamente a lo largo de todo el siglo XVI. Ya en 1570, en tiempos del rey Felipe II el Prudente, nieto de la citada Juana I, se dio orden de evacuar expulsando a los moriscos vencidos hasta las zonas del Levante, la Mancha y Extremadura. Esta medida, en vistas a solucionar la llamada rebelión de Las Alpujarras, hizo desaparecer del entorno a gran parte de la población ancestralmente autóctona, deportando a una gran cantidad de personas. Esta expulsión tuvo grandes repercusiones en una de las industrias más fructíferas de la comarca, como fue la de la seda. 

vista de torre en la alcazaba de Guadix

Tras la expulsión del año 1570, parece ser que retornaron de manera clandestina y con carácter subversivo una pequeña parte de los exiliados quienes, situándose en el entorno de la ciudad, excavaron sus viviendas en la arcilla dando lugar al origen, según la teoría, de las conocidas y populares casas-cueva de Guadix. Estas cuevas se convirtieron en un hábitat comunitario y bien organizado. Después, durante la época napoleónica en el siglo XIX, la alcazaba de Guadix sufrió ciertas modificaciones realizadas por los franceses durante el asedio de la ciudad siendo posteriormente restaurada.

A pesar de los avatares de la historia, la alcazaba de Guadix aún conserva sus muros y silueta de atalaya que sirvieron como defensa. Aparece protegida por torres cuadradas, macizas y almenadas, teniendo algunas un amplio frente y unas escaleras que dan acceso a la parte alta. Habiendo sido construida en época de esplendor y riqueza en esta parte de Al-Ándalus, aunque la investigación arqueológica aún se encuentra en etapas iniciales, los restos más antiguos identificados hasta ahora son una puerta y una torre de la parte inferior del sitio, en la esquina suroeste. A lo largo de las últimas décadas se han llevado a cabo en la alcazaba trabajos arqueológicos resultando diversos hallazgos.

Llegaron a encontrarse dentro del recinto fortificado niveles pertenecientes a una vivienda datados en época almohade-nazarí por el tipo de fábrica, por el material constructivo utilizado, por la cota a la que aparecieron así como el material cerámico que apareció asociado al conjunto estructural. Fue también visible una pequeña alberca excavada en la roca rodeada de un andén con pavimento de ladrillo y arranque de los muros de las crujías situadas alrededor del patio. Desgraciadamente, se encuentran en un estado precario de conservación, no permitiendo una interpretación concreta de su funcionalidad.

vista parcial de la alcazaba y muralla almenada de Guadix

Gracias a estos trabajos arqueológicos se considera posible que la primera construcción se tratase de un recinto de grandes dimensiones realizado con numerosos quiebros para proteger mejor el interior y acompañado por torres de defensa repartidas en los puntos más vulnerables donde la muralla no era suficiente. El acceso al interior de la alcazaba se repartía en dos puertas colocadas prácticamente una frente a la otra. La puerta oriental, denominada torre-puerta, se caracterizaba por un acceso directo, custodiado por dos torres a cada lado, característico de los primeros siglos de época andalusí. Esa era la comunicación desde el exterior de la ciudad. 

La otra puerta, lugar donde se han concentrado las últimas excavaciones, estaba formada igualmente por dos torres, de mayores dimensiones y huecas. Ambas torres están construidas en tapial de cal y cantos. Las dos puertas fueron transformadas en épocas posteriores, no se sabe con seguridad si una de las primeras transformaciones se produjo en época almohade o ya en época nazarí. Dichas transformaciones se dedicaron a reforzar ambos accesos, acorde con los nuevos avances constructivos. En la puerta que da hacia la calle de la Muralla, al noroeste, se construye una tercera torre de grandes dimensiones forzando ahora un acceso en recodo a través de una rampa de ladrillo. 

En época castellana, la alcazaba siguió sirviendo de fortaleza realizándole pequeñas reformas y refuerzos, concentrados aparentemente en las puertas. Ya posteriormente, tras la expulsión de los moriscos, se considera que comenzó el verdadero proceso de abandono y deterioro de la alcazaba, cegándose sus fosos, y sus estructuras fueron aprovechadas por las casas que se adosaron a sus muros. Con la invasión napoleónica entre 1810 y 1812, volvió a tener una función militar y esto conllevó transformaciones importantes para adecuar la alcazaba a los nuevos modelos militares pasando a ser cuartel militar.

tramo de adarve de muralla y torre

Para su adecuación a cuartel militar, se cegaron las antiguas puertas y se levantó un nuevo muro en el lado oriental realizado en mampostería con hiladas de ladrillo, en el que se abrió la nueva puerta de acceso realizada en ladrillo con un arco escarzano y quedando custodiada por dos troneras. Además, se alinearon las fachadas externas de las torres para obtener un mayor espacio interior destruyéndose parte de las estructuras internas, incluida la parte de las torres de la puerta occidental, reutilizando los materiales para las numerosas reformas. Finalmente, se llevó a cabo el allanado del espacio interior del recinto.

Se identificaron también algunas estructuras interiores de esta época realizadas en mampostería dedicadas probablemente al acuartelamiento de las tropas. Después de la expulsión de los franceses, una parte se utilizó como cementerio y ya después de la guerra civil el recinto pasó a ser propiedad del Seminario Menor de Guadix. Fue en este momento cuando se dieron las últimas modificaciones y labores de restauración, destacando la reconstrucción de la Torre del Homenaje en el recinto superior.

castillo de Reina

vista aérea del castillo de Reina

El llamado castillo de Reina se encuentra situado en la comarca de la Campiña Sur, en el actual partido judicial de Llerena y a poco más de 120 km de la capital de su provincia, Badajoz. Se trata de una fortaleza defensiva de época almohade cuyos orígenes se remontan al último tercio del siglo XIII, edificándose en lo alto de una colina desde donde se abarca una gran extensión de terreno. De hecho, aunque maltrecha, la silueta de esta poderosa alcazaba se recorta sobre el horizonte evocando su pasada grandeza.

Reina cuenta con un dilatado poblamiento a lo largo de la historia que ha dejado su impronta en el lugar. Entre los abundantes restos arqueológicos de la zona destaca, sin duda, la alcazaba por su conservación, su importancia histórica, los tesoros artísticos que contiene y sus dimensiones. Aunque, también conviene señalar que a los pies del cerro se halla la ciudad romana de Regina, con su teatro romano, en buen estado de conservación ya que hoy día sigue albergando representaciones teatrales siendo una de las sedes permanentes del Festival de Teatro de Mérida

La ciudad romana y el castillo andalusí forman un enclave de singular belleza y especial consideración, aunque realmente el poblamiento del cerro del castillo fue muy temprano y se sitúa en la Edad del Bronce, entre el segundo y el tercer milenio a.C. En época túrdula y romana, su situación permitía la vigilancia de un territorio de gran riqueza agrícola y minera, con cercanos yacimientos de hierro y plomo. La atalaya del lugar permitía también el control de importantes vías de comunicación, como las que unían Mérida con Córdoba y con Sevilla a través de los pasos de Sierra Morena. 

vista primaveral del castillo de Reina desde la campiña

Los romanos reforzaron las defensas naturales del enclave con nuevas fortificaciones en época cesariana o augustea. El oppium de Regina ocupaba casi toda la parte alta del cerro. De esta época data también el excelente aljibe romano excavado en la piedra y situado en la cara este del cerro. A mediados del siglo I, el oppium se abandona y sus pobladores fundan en la llanura la ciudad de Regina convirtiéndose en una floreciente ciudad de tres o cuatro mil habitantes que aún conserva el teatro y parte del antiguo trazado urbano de la ciudad.

Esta ciudad romana de Regina disponía ya de agua potable que llegaba a través de un acueducto. Sus calles en aquella época eran amplias y porticadas, con alcantarillado subterráneo que desembocaba en los arroyos de San Blas y San Pedro. La ciudad de Regina también estuvo habitada en época posterior visigoda. Los pocos vestigios que se conservan de esos años son las columnas y capiteles visigodos que se utilizaron en la construcción del atrio y del coro de la ermita del castillo. Ya en el siglo VIII, la ciudad de Regina se abandona y sus pobladores vuelven a buscar la protección del cerro de las Nieves.

En tiempos del emirato y del califato cordobés se levantó una pequeña fortaleza que ocupaba la explanada central de la actual alcazaba. Esta primitiva fortaleza constituye el hoy llamado Castillo Viejo y en su interior se conserva uno de los aljibes del baluarte. Posteriormente, el segundo califa almohade Abu Yaqub Yusuf, tomó las riendas del destino de su imperio nombrando a Sevilla como capital de sus dominios. Durante este período almohade, el citado califa mandó fortificar todas las alcazabas al sur de la ciudad de Toledo

restos de torres almohades en el castillo de Reina

De esta forma, en Reina se construyó un impresionante conjunto que rodeaba a la población. La alcazaba, situada a 825 metros de altura, cuenta con quince torres rectangulares (una de ellas, la Torre del Homenaje) y unos muros de dos metros de espesor. Se adapta perfectamente a la topografía del terreno y tiene una planta trapezoidal. El recinto murado defendía a otro recinto interior del que sólo quedan escasos restos en la actualidad. Una de sus torres albarranas se denomina Torre de los Sillares, debido a que se aprecia en su base la existencia de sillares romanos reaprovechados de Regina.

Este castillo de Reina en época almohade formaba, junto a otras fortalezas como Montemolín, una barrera defensiva para impedir el paso de las fuerzas cristianas en la conquista del sur peninsular. Estas dos fortificaciones tenían unos de los emplazamientos más importantes de entre las que formaban la red de defensas almohades en Sierra Morena, siendo utilizadas para asegurar y proteger ciudades principales situadas más al sur, principalmente Córdoba y Sevilla, de los posibles ataques por parte de tropas cristianas. Reina dominaba la práctica totalidad de la Campiña Sur de un lado y de las estribaciones de Sierra Morena hacia el otro.

La construcción de este castillo de Reina está hecha de tapial modulado mediante una especie de encofrados con materiales tales como el adobe y el hormigón, típicos de arquitectura almohade. Posee a su vez varias torres de planta rectangular, torres albarranas y otras adosadas al muro perimetral. También este castillo presenta una torre cuya base es de sección cuadrada y que pasa a ser octogonal en la parte superior. Hoy son visibles los restos o ruinas de lo que fue una alcazaba, con rasgos típicos de las edificaciones durante la época almohade.

el castillo de Reina dominando la Campiña Sur de Badajoz

Entre dichos rasgos almohades destaca el muro exterior adaptándose a las curvas de nivel, cosa que aprovechaban aumentando su capacidad defensiva, y de la época almohade también encontramos el aljibe situado junto al flanco oriental. Tiene forma rectangular y cuenta con tres arcos de herradura que se apoyan en columnas y dos naves con bóvedas de cañón. En definitiva, en época almohade, este castillo formaba junto con Hornachos, Azuaga y Montemolín una línea defensiva que cerraba los pasos de Sierra Morena hacia el valle del Guadalquivir.

Se debe tener en cuenta que, hacia el año 1200, Badajoz continuaba siendo la ciudad más populosa de este lado de Al-Ándalus. Su protagonismo en la región, desde época califal y taifa, determinaría su concentración poblacional y la de los asentamientos que se encontraban bien conectados con ella. En ese contexto tomarían importancia medinas que comunicaban con Alcácer do Sal, puerto estratégico durante el reino aftasí y enclave principal islámico en el litoral una vez fue conquistada Lisboa y el resto del curso bajo del Tajo por los portugueses.

En la actual provincia de Badajoz, en aquella época, el poblamiento estaría bien extendido a juzgar por la cantidad de establecimientos musulmanes conocidos. La fertilidad de las tierras bañadas por el Guadiana, la lejanía de la frontera con los cristianos o las comunicaciones y mayor proximidad con las grandes ciudades andalusíes del Guadalquivir explicarían esta circunstancia y precisamente las proporciones de alcazabas como Jerez, Montemolín o Reina refrenda igualmente este hecho. En los itinerarios hacia Sevilla y Córdoba destacarían también las fortalezas de Alange, Hornachos, Azuaga, Magacela, Zalamea, Benquerencia de la Serena o Capilla, entre otras.

vista del castillo de Reina desde la campiña

El rey Alfonso IX de León aprovechó la incertidumbre islámica causada por la derrota almohade en Las Navas de Tolosa, en el año 1212, para adueñarse de Alcántara, Cáceres, Mérida y Badajoz entre los años 1213 y 1230. Las ciudades de Trujillo, Medellín, La Serena y el sur de la actual provincia de Badajoz cayeron entre los años 1233 y 1248, al mismo tiempo que las conquistas de Córdoba y Sevilla. Por los mismos años, Portugal se hacía con lo que restaba de El Algarve y El Alentejo. Esto conllevaría a la integración de los musulmanes andalusíes en distintos reinos cristianos.

Concretamente en el año 1246, poco tiempo antes de la conquista cristiana de la ciudad de Sevilla, el rey castellano Fernando III, el Santo, tomó este castillo de Reina sin lucha y mientras asediaba Sevilla. Seguidamente, el rey se lo entregó a la Orden de Santiago, la cual estableció una encomienda que abarcaba un territorio bastante amplio. Fue entonces cuando se llevaron a cabo numerosas construcciones, sobre todo a finales del siglo XV por orden del maestre de la Orden, Alonso Cárdenas, último gran maestre de la Orden de Santiago. 

En cuanto al sistema defensivo, se dotó de mayor altura a las murallas mediante mampostería, para su mejor defensa y durante el resto de la Edad Media el interior del castillo albergó la población de Reina. En el interior se construyeron viviendas que sirvieron de residencia al alcaide, a las que en su conjunto denominaban como El Palacio y que parece ser fueron levantadas en lugar del anterior alcázar musulmán a lo largo del siglo XVI. El conjunto de esta residencia del alcaide engloba las viviendas, un aljibe, caballerizas y una ermita de estilo gótico. 

últimos trabajos de excavación en el interior del castillo de Reina

Los repobladores cristianos escasearían en esta zona por resultar más atractivo el asentamiento en las tierras de El Algarve y en las grandes ciudades del río Guadalquivir. Estas circunstancias motivarían una política benefactora para con los musulmanes que continuaron habitando sus tierras, sobre todo por parte de las Órdenes Militares. La población andalusí de estas tierras pasaría a constituirse en población mudéjar de los reinos de Portugal, Castilla y León, organizándose a partir de entonces en aljamas de moros.

En el siglo XVI, el deterioro de la fortaleza y las dificultades de subida fueron haciendo que los vecinos abandonasen la alcazaba y se fuesen instalando de forma progresiva en la actual Reina. En el siglo XVII continuó el abandono de esta fortaleza y, con ello, su deterioro progresivo. En la actualidad, la localidad organiza cada año la llamada Fiesta de la Luna Llena de Reina, que combina la magia de la luna de agosto con actuaciones lúdicas y culturales que se celebran tanto en el pueblo como, más arriba, en el castillo que aún conserva muros, arcos, escaleras y empedrados que nos aproximan al esplendor que tuvo en su día.