Úbeda

tramo de muralla en la ciudad de Úbeda

Úbeda, ciudad andaluza de la provincia de Jaén, es también capital de la comarca de La Loma de Úbeda y se encuentra volcada hacia el valle del Guadalquivir, frente a la imponente Sierra Mágina y cerca del centro geográfico de la provincia. Su riqueza de hoy corresponde a su esplendor antiguo, centro neurálgico del olivar y de la producción aceitera, siendo uno de los mayores productores y envasadores de aceite de oliva de la provincia de Jaén, piedra angular de toda su economía. 

De hecho, la citada comarca de La Loma sigue siendo la mayor productora mundial. En las vegas del Guadalquivir y del Guadalimar aún predomina la agricultura intensiva de regadío, principalmente algodón, cebolla, tabaco y remolacha siendo cuatro ríos los que riegan las tierras de Úbeda, el Guadalquivir, el Guadalimar, el Guadiana Menor y el Jandulilla, aunque ninguno de ellos baña la propia ciudad. El topónimo de éste último, sin duda, recuerda a la expresión árabe Aláamdu lillâh que puede traducirse como Gracias a Dios o bien Alabado sea Allah.

Abd Al-Rahmán II, el cuarto emir omeya de Córdoba, refunda esta ciudad en el siglo IX con el nombre de Ubbada o Ubbadat Al-Arab, que puede traducirse como Úbeda de los árabes, con la intención de controlar desde aquí a los revueltos mozárabes de la vecina ciudad de Baeza. En el siglo XI, esta ciudad es objeto de disputa entre los reinos taifas de AlmeríaGranadaToledo y Sevilla, hasta su conquista por los almorávides. Como ciudad musulmana se rodeó de mejores murallas defensivas y se convirtió en una de las ciudades de mayor importancia de Al-Ándalus debido a su artesanía y comercio. Así llegó a convertirse en un rico e importante bastión que poseer.

torre defensiva en la muralla de Úbeda

Durante el año 1091 el rey de la taifa de Toledo, Al-Mamún, lucha contra la rebelión interna de los moros andalusíes siendo Úbeda rendida por la fuerza a manos del rey Alfonso VI de León el Bravo. A partir del siglo XII los reyes castellanos aumentan progresivamente la presión sobre el Alto Guadalquivir y Úbeda solo es mencionada en las fuentes escritas como escenario de episodios bélicos, por ejemplo cuando la región fue objeto de los ataques del rey Alfonso VII de León el Emperador, primero en el año 1137 y posteriormente en 1147, momento en el que las tropas de éste se apoderaron de Úbeda, Baeza y Almería. 

Durante diez años la ciudad permaneció en manos de los castellanos, hasta que la contraofensiva almohade les obligó a retirarse en el año 1157. Reconquistada y devastada por tropas del rey Alfonso VIII de Castilla el Noble tras la batalla de las Navas de Tolosa o Batalla de Úbeda, fue perdida por los cristianos al poco tiempo. Entretanto la ciudad es saqueada y arrasada en varias ocasiones más, siendo su población masacrada por los cruzados cristianos en la misma batalla del año 1212. Es más, la primera vez que se menciona la muralla o cerca de Úbeda en fuentes documentales fue con motivo de dicha batalla. 

En esa mención se hace constar que los moradores de la ciudad de Baeza, ante la cercanía de los ejércitos cristianos, se refugian en la mezquita de la ciudad de Úbeda al amparo de sus murallas. Fuera de las murallas, la ciudad se extendía a través de la Jerquía, análogamente a como en Córdoba conocen la ciudad baja o Axerquía. En el año 1233, Úbeda es definitivamente conquistada por el rey Fernando III de Castilla el Santo tras largo asedio, convirtiéndose en ciudad realenga y titular de un arciprestazgo.

vista exterior de una de las torres de la muralla de Úbeda

Como herencia hispano-musulmana (siglos IX-XIII) la ciudad acrópolis amplía el recinto amurallado con su respectivo alcázar en el reborde de la cornisa natural. De la alcazaba de la ciudad musulmana tan solo quedan importantes restos arqueológicos y prehistóricos en su solar, sobre el que hay un proyecto de puesta en valor de las ruinas para hacer este espacio visitable. La ciudad acrópolis se conformaba con dos recintos ya que el alcázar formaba un segundo recinto amurallado interior, siendo más bien una ciudadela, barrio aristocrático y militar, donde se albergaban los encargados de la defensa. 

De este modo, el primer recinto amurallado se limitaría al cerro del alcázar y en un segundo momento se fortificarían los arrabales surgidos en torno a este primer núcleo. Llegó a convertirse en una alcazaba muy valiosa dando cobijo entre sus fuertes muros a toda una ciudad interior. Su recinto noble acogía el denominado Palacio del Moro y posterior Casa Real, así como la mezquita aljama mayor donde hoy encontramos la actual iglesia de Santa María. A juzgar por los testimonios escritos, este alcázar era fortísimo ya que lo flanqueaban numerosas torres, a distancia de veinte pasos de una a otra, incluyendo la mítica Torre ciclópea de Ibiut, siendo la más elevada la Torre del Homenaje. 

La alcazaba fue el núcleo fundacional de la ciudad y fue con el tiempo, como se ha dicho, que nació un arrabal en los terrenos más llanos bajo el cerro de Ibiut y fuera del alcázar, que fue adquiriendo más importancia hasta el punto de que fue obligado el cercarlo y se construyó como resultado el actual recinto amurallado de Úbeda, y quedó así separada la ciudad nueva del alcázar. Fue en el año 852 cuando Haxen Ibn Abd Al-Aziz, ministro del emir de Córdoba, mandó fortificar las ciudades de Úbeda y Baeza. Por tanto, hasta ese momento, Úbeda era solo el alcázar.

Puerta del Losal en la ciudad de Úbeda

También Úbeda tuvo su importancia posterior ya como ciudad mudéjar (siglos XIII-XV) ya que no en vano formaba un territorio de frontera con el reino nazarí de Granada. Durante ese tiempo, la ciudad sigue siendo heredera, en sus líneas básicas, de la estructura islámica con refuerzo de su recinto amurallado y con el proceso de cristianización de las antiguas mezquitas. El más popular barrio ubetense en la actualidad es el barrio de San Millán o barrio de la Algarabía, el cual ha sido siempre un arrabal extramuros casi independiente, residencia de los núcleos mozárabes y posteriormente mudéjares.

Los muros de la ciudad, en manos cristianas, estaban siempre hermosamente almenados y desde ellos, los heraldos y vigías proclamaban a toque de timbales y clarines los acontecimientos más notables. Cada puerta y torre estaba amparada por un caballero y su noble estirpe. De la muralla de Úbeda, datada principalmente del siglo X, tras su olvido y desmantelamiento aún se conserva gran parte del segundo anillo defensivo aunque desmochado y parcialmente ocupado por el caserío, destacando tres de sus antiguas puertas y bastantes de sus torres. En total, la ciudad contaba con nueve puertas, trece si sumamos las puertas del alcázar.

Las puertas principales que se conservan en Úbeda son la Puerta del Losal o de Valencia, la cual cuenta con estilo mudéjar del siglo XIV, la Puerta de Santa Lucía que supuestamente es la Puerta de Ibiut y la Puerta de Granada. En los alrededores de esta última, la cual evidentemente daba acceso de salida al antiguo camino hacia la capital nazarí, también se encuentran restos de las curtidurías de la época islámica, la llamada Plaza de las Tenerías y, por detrás, restos de la barbacana. También cercano encontramos un pilar abrevadero desde época inmemorial. 

vista de la Puerta de Granada en la ciudad amurallada de Úbeda

Según dicta la tradición, la Puerta de Granada fue desde donde la reina Isabel I de Castilla la Católica se dirigió con tropas cristianas a la conquista del último territorio peninsular que se resistía al reino cristiano, a finales del siglo XV. Esta Puerta de Granada se enmarca en arco de medio punto y sigue la misma línea de muralla. Existe una leyenda que afirma que quien sea capaz, delante de esta puerta y sólo ayudado de la boca, de comer una granada sin dejar caer un solo grano hallará un tesoro a sus pies.

La Puerta del Losal o Puerta de Valencia, por su parte, se compone de un doble arco de herradura apuntado y un arco exterior de medio punto, sustentado por columnas octogonales. Su estilo mudéjar es un buen ejemplo de las técnicas de construcción musulmanas que se continuaron utilizando en este territorio tras la conquista cristiana. Pero la puerta más importante, con diferencia, por su monumentalidad y significancia era la desaparecida Puerta de Toledo, frente a la que se abrió el mercado y bajo la cual el emperador Carlos V, nieto de los llamados reyes Católicos, juró los fueros ubetenses en el siglo XVI. 

Esta Puerta de Toledo fue demolida incomprensiblemente a comienzos del siglo XIX. La Puerta de Santa Lucía o Puerta mudéjar de Quesada, la cual por cercanía pudo ser sustituta de la llamada Puerta de Ibiut, ha sido reconstruida posteriormente pero aún conserva el arranque de los arcos originales y de la cimentación. Da acceso al ya anteriormente citado barrio árabe y alfarero de San Millán y marca el inicio de la redonda de los Miradores, un notable mirador a los extensos campos que rodean a la ciudad de Úbeda. 

Puerta de Santa Lucía bajo una gran nevada

Se cree que aquella Puerta de Ibiut era la más impresionante del conjunto y aneja a la mítica Torre de Ibiut, origen de la propia Úbeda, así como al llamado en algunos escritos Arco de Viuz o también Puerta de Bahud o Abehud. Recientemente, la demolición de varias casas apoyadas en la muralla ha sacado a la luz en la cuesta Carvajal una parte de la puerta que daba acceso al barrio judío, los restos de la Puerta del Baño, con base de su torre del mismo nombre. Otras puertas importantes y desaparecidas fueron la Puerta de Jaén, Puerta de Calancha y la Puerta de Sabiote.

En cuanto a las torres del alcázar, hay que destacar la Torre de las Arcas, en la Corredera, siendo una torre albarrana de forma octogonal y la Torre del Reloj, en la actual Plaza de Andalucía, que cuenta con un bello templete superior de estilo renacimiento y que hoy contiene el cuerpo de las campanas. Su gigantesca campana de bronce es la más antigua de la ciudad, data del año 1574, pesando casi tonelada y media. Con posterioridad, cuando cada nuevo barrio o arrabal se amuralló, se fueron abriendo nuevas puertas y postigos anexos a la cerca principal.

En definitiva, propia de la importancia estratégico-defensiva que adquirió la ciudad jienense, su amurallamiento fue impresionante, como aún hoy se puede apreciar. En su Nobleza de Andalucía, Argote de Molina publicaba en el año 1586 "es la ciudad de Úbeda cercada de muralla muy fuerte y hermosamente torreada que le da mucha majestad y ornato". Poco después, en el año 1630, otro historiador como Pedro Méndez de Silva en su célebre Población de España nos dice "Con fuertes y torreados muros, hermoseada de vistoso alcázar se descubre en un cerro la ciudad de Úbeda".

vista interior de Puerta de Santa Lucía en la ciudad de Úbeda

Posteriormente, en el año 1700, los huecos existentes entre las torres de la muralla de la ciudad comienzan a ser ocupados por casas, aprisionando la muralla y dejándola a merced de los vecinos de esas casas, quienes para hacerlas más espaciosas, clandestinamente la van haciendo desaparecer. A partir del año 1821, la muralla de Úbeda empieza a ser totalmente abandonada. Hoy, la parte sur de la muralla constituye en gran parte un bello paseo, pues desde ella se contemplan las nevadas alturas de Sierra Mágina y la Sierra de Cazorla, además del típico paisaje de olivos sobre una infinidad de pequeñas colinas del amplio valle del Guadalquivir.

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