Alhambra de Granada. Palacio del Partal.

vista frontal de alberca y Palacio del Partal en Alhambra

El Palacio del Partal debe su nombre al árabe en cuyo idioma significa pórtico y hace referencia a los restos de la residencia del emir Muhammad III, quien ordenó su construcción a comienzos del siglo XIV, siendo el espacio conservado más antiguo de la Alhambra. Está situado en la zona norte del conjunto monumental, pisando la muralla y con unas inmejorables vistas sobre el valle del Darro. El palacio está orientado en torno a un gran patio rectangular del que cabe destacar su gran alberca y el pórtico que le da nombre.

Toda la medina en la Alhambra, especialmente su zona norte y exterior cercana a los actuales Palacios Nazaríes (Palacio de Comares, Palacio del Mexuar y Palacio de los Leones), contaba también con otros palacios, muchos de ellos excavados, de personajes cercanos a la familia nazarí. Al principio de la dinastía, en tiempos del ya citado emir Muhammad III (años 1302-1309), este Palacio fue la zona principal de todo el conjunto pero, tras la construcción del Palacio de Comares en el segundo tercio del siglo XIV, se convirtió en una zona casi marginal.

sala principal del palacio sobresaliendo en la muralla

El emirato del citado Muhammad III fue muy breve y de ahí que posteriormente fuese conocido con el sobrenombre de al-Makhlu o el Depuesto ya que finalmente en el año 1309 se vio obligado a abdicar en favor de su hermano Nasr, en una conspiración encabezada por éste. Aún así, Muhammad III tuvo un mandato intenso en el que continuó la misma política exterior de su padre y predecesor, Muhammad II, manteniendo las campañas militares con el reino de Castilla y también decidió renovar acuerdos con la otra potencia peninsular, el reino de Aragón. 

Sus relaciones amistosas con aragoneses y benimerines se vieron pronto enfriadas al decidir, en 1303, pactar una paz de tres años con el rey castellano Fernando IV el Emplazado, al que le rindió vasallaje, comprometiéndose al pago de un importante tributo anual. Este movimiento político, por miedo al posible expansionismo aragonés en Murcia, provocó la enemistad de la nobleza nazarí opuesta al acuerdo con Castilla ya que se había creado una alianza entre castellanos, aragoneses y benimerines contra Granada. El emir Muhammad III terminó abdicando y fue desterrado a Almuñecar.

cúpula central del alfarje en el pórtico del Partal

En el Palacio del Partal, visto desde el exterior, destaca la torre-mirador que sobresale en altura y contiene dos hermosas salas, conociéndose como Torre de las Damas. Del mismo modo sobresale en la muralla, hacia el bosque de la Alhambra y el valle del Darro, su sala principal de planta cuadrada, con tres balcones a cada lado y cinco ventanillas sobre ellos. En la vista lateral encontramos la llamada Casa de las Pinturas y otras pequeñas casas anexas a este Palacio y debajo de las estancias del Partal se ven las caballerizas unidas al camino de ronda de la Alhambra.

El Palacio del Partal original no tenía el aspecto que hoy vemos, con muros desnudos de revestimiento y decoración, sino que se revestía con estucos decorados con imitaciones de ladrillo rojo y una faja de inscripciones religiosas. Se sabe que fue ésta su decoración en origen por el tramo que se conserva gracias a la construcción posterior de la Casa de las Pinturas, que protegió el exterior de este palacio por uno de sus lados.

pórtico de entrada al Palacio del Partal

El arco central de su pórtico de entrada conserva aún decoradas sus albanegas con una red de rombos. Este pórtico presenta cinco arcos angrelados y lo cubre un alfarje de madera donde puede apreciarse y distinguirse la parte original y la parte reconstruida con madera más clara. Cabe señalar también los restos de yeserías geométricas en la pared del pórtico, en cuya parte superior aparece el siempre respetado lema nazarí "Sólo Allah es vencedor", tal como rezaba también el escudo de la dinastía.

El bello alfarje ataujerado se encuentra lleno de pequeñas cúpulas ricamente decoradas, con una gran labor de lacería y labradas con mocárabes en su interior. Las pequeñas cúpulas y delicados lazos juegan con la luz reflejada por el agua del estanque. Bajo el alfarje, una bella inscripción de yeserías ruega "¡Oh esperanza mía, oh confianza mía, tú eres mi esperanza, tú eres mi sostén. Oh, enviado y profeta mío, sella con el bien mis obras". La redonda cúpula central de este alfarje está bellamente labrada por los tallistas del reino de Granada y contiene aún restos de la policromía que tuvo el techo.

epigrafía en jamba oeste del arco de acceso al Palacio

Dejando atrás el pórtico merece la pena detenerse a admirar el arco de acceso a la sala principal. Contiene una bella decoración en el intradós con red de rombos así como unas magníficas jambas en ambos lados con decoración epigráfica, tanto cúfica como cursiva. La decoración epigráfica central es de tipo cúfico, es decir, con trazos rectos y ángulos quebrados y reza "No hay vencedor sino Allah". Justo encima de esta central aparece epigrafía cursiva, es decir, con trazos curvos y suaves y podemos leer "A nuestro señor profeta Muhammad y su familia se les dará de beber" como parte de un poema más extenso. 

En la parte superior de ambas caligrafías y entre el juego de mocárabes, de nuevo encontramos epigrafía tipo cúfica donde con cierta destreza podemos completar la frase "Dios provee en toda adversidad". También bajo el arco contemplamos dos bellas tacas o nichos, una en cada lateral. La albanega del arco está decorada con ataurique o decoración de hojas estilizadas y conserva algún resto del intenso color que presentaba en aquella época.

sala principal o qubba en el Palacio del Partal

Tras el destacable arco de acceso, pasamos al interior de la sala principal o qubba de palacio. Se trata de la sala más lujosa de este Palacio del Partal, contando con tres balcones abiertos en cada lado así como ricos azulejos -algunos únicos en el conjunto monumental-. También podemos admirar variados paños de yeserías originalmente decoradas hasta el arrocabe, así como bella lacería y una magnífica cubierta de madera labrada o ataujerada.

Los pequeños arcos de esta sala principal del Palacio del Partal, con extraordinarias vistas al valle del Darro, presentan una rica decoración de ataurique. Las celosías, hoy desaparecidas, aislaban y protegían hasta el nivel del suelo donde se sentaban. La óptica occidental tiende a visualizar todo horizontalmente, frente a la visión oriental que, desde las esquinas, admira la globalidad y en todas las direcciones.

zócalo de alicatados en la sala principal

Esta estancia principal presenta zócalos de azulejos con gamas frías (azul, blanco y verde) que son prueba de su antigüedad, así como restos decorativos de yeserías, destacando la originalidad de algunos temas y la fuerza expresiva del ataurique y letreros epigráficos. Variados son también los textos religiosos en honor al Palacio que cubren parte de sus paredes, convirtiendo a esta Torre de las Damas en otra hermosa página del libro más valioso y bello del mundo: la Alhambra de Granada.

En uno de estos textos se nos dice "Loado sea Dios por los favores que a hilo dispensa tarde y mañana. ¡Cuantos beneficios otorga su liberalidad y cuantas veces aproxima lo alejado! Espero que si antes me ha favorecido, acaso en el futuro lo hará también. Si no soy merecedor de lo que espero, Allah podrá consumar su merced". Y buscando encontramos otro texto "Salve, oh mansión ¡Que la alegría y la dicha te circunden, ayudados por el poder y la esperanza. Que tu dueño alcance en ti los deseos y que siempre lo acompañe cuanto espera. Que su noche en ti sea agradable, toda ella aurora y su día placentero por su continua sonrisa. Proteja siempre el reino y hágalo triunfar y que el poder, la suerte y los cambios de fortuna le sirvan!". 

lacería con ataurique en muros de planta superior

Las dos salas superiores de la torre-mirador o Torre de las Damas de este Palacio del Partal son una verdadera joya llena de sensualidad. Estas estancias pocas personas tienen la suerte de visitarlas, ya que se debe subir a ellas por una angosta escalera, como era habitual entre los musulmanes granadinos, no estando exenta de sobria belleza en los ángulos y bóvedas que encontramos en su recorrido. En esta planta alta, la decoración de yeserías es muy primitiva, pareciéndose a la del Generalife y los relieves son muy pequeños y delicados. 

El techo, en esta segunda planta, es una preciosa armadura en forma parecida a una cúpula. Se eleva sobre una cenefa de mocárabes de dieciséis paños completamente ataujerados con tablillas preciosamente labradas y es una copia exacta de la bóveda original de este mirador y que actualmente se encuentra en un museo de Berlín. La segunda sala de esta planta superior es algo más pequeña, pero igualmente rica en decoración. 

detalles en acceso a una minúscula estancia de la planta superior

En esta segunda sala encontramos bellas yeserías con una franja donde alterna la decoración epigráfica cúfica y cuadrados con ataurique, todo enmarcado con una delgada franja de epigrafía cursiva. Sobre ella una segunda franja muy ancha con una especie de red de rombos muy evolucionada. Encima, otra franja con decoración de lazo y hojas estilizadas y más arriba aún otra franja decorada con epigrafía cursiva, culminando por último con una fina cornisa de mocárabes. Esta segunda sala posee un techo de madera plano y ataujerado en su totalidad.

Por sus extraordinarias vistas y por la afición por la astronomía y la astrología de los sultanes nazaríes, se ha venido conociendo a este mirador de la planta superior del palacio como el observatorio, en cuyo interior se conserva la pequeña cúpula de mocárabes más antigua del conjunto monumental de la Alhambra. Este observatorio está abierto a los cuatro puntos cardinales y estaba reservado para la vida privada de los emires y sultanes nazaríes. Es curioso que el emir Muhammad III lo ordenase construir para observar las estrellas cuando terminó siendo ciego.

cúpula de mocárabes en el interior de la torre-mirador

Las fuentes medievales árabes dan cuenta de la existencia de estaciones de observación al aire libre, tanto en distintas residencias particulares, como en jardines de palacios o en lugares públicos. En el siglo IX existieron observatorios en la ciudad de Bagdad (al-Samasiyya) y también en Damasco (al-Qasiyun), pero estos observatorios eran una excepción y habría que esperar al siglo XIII cuando se creó el importante observatorio de Maraghe, en la antigua Persia, hoy Irán.

A dicho observatorio creado en Maraghe en el año 1259, en la provincia oriental de Azerbaiyán, siguieron los observatorios astrológicos de la mítica ciudad de Samarcanda, en la actual Uzbekistán, en el siglo XV y el de la actual ciudad de Estambul en el siglo XVI. No hay noticia de la existencia de observatorios en el occidente musulmán, más allá de alguna referencia al uso de torres como esta del Palacio del Partal para observar el firmamento.

vista del Palacio del Partal y su reflejo en el estanque

De este Palacio del Partal se dice que se fugó el conocido último sultán de Granada, Boabdil el Desdichado, para liderar la rebelión contra su padre, el entonces sultán Muley Hacén. También se plantea la posibilidad de que el sultán Muhammad V, bajo cuyo mandato se construyó el espléndido Palacio de los Leones, hubiera reservado estas dependencias para uso de su hermanastro Ismail, por lo que durante un tiempo se conoció a este lugar como el Palacio de Ismail y también como el Palacio del Príncipe. 

Posteriormente, también se llamó Casa del Príncipe por creerse que en él se alojó el que sería el rey castellano Fernando VI el Justo cuando era príncipe de Asturias en el siglo XVIII. En el siglo XIX, este Palacio del Partal fue vendido a particulares que hicieron graves transformaciones y destrucciones en él, pero afortunadamente en el año 1891 su nuevo propietario, de origen alemán, lo cedió de forma definitiva al Estado español. Poco después fue restaurado eliminando los añadidos que desvirtuaban el hermoso edificio, que también acoge como conjunto palaciego un hermoso oratorio nazarí que conserva su mihrab así como bellos jardines.

columna restaurada del pórtico de entrada

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