vista de la Torre de los Siete Suelos desde el exterior |
La conocida como Torre de los Siete Suelos está situada en el lienzo sur de la muralla de la alcazaba y fue la entrada más importante al recinto de la Alhambra al tener acceso por su puerta a la parte alta de la medina. Esta ubicación permitía a esta torre cerrar y proteger el conjunto, especialmente su medina donde habitaban los artesanos. Su puerta original conocida Bab al-Gudur se edificó probablemente hacia mediados del siglo XIV, bajo el mandato del sultán Yusuf I, sobre otra puerta anterior más pequeña.
Esta Torre de los Siete Suelos destaca por su monumentalidad, decoración y complejidad estructural, unidas a un marcado sentido simbólico con el que el sultán pretendía expresar su capacidad y grandeza. La disposición de su entrada está construida en recodo, elemento defensivo muy característico que la refuerza, ya que obligaba a los posibles atacantes a realizar uno o más quiebros antes de acceder al interior.
puerta de los Siete Suelos o Bab al-Gudur |
Posteriormente, a la puerta se le agregó la torre para favorecer su defensa y ya en época cristiana se construyó el baluarte defensivo. Su nombre actual de Torre de los Siete Suelos proviene de la creencia que existieron siete pisos subterráneos bajo el actual baluarte de época cristiana, aunque arqueológicamente sólo se conocen cuatro. Se cree también que, a través de su puerta, Boabdil, el último sultán nazarí de Granada, se marchó al exilio tras la conquista cristiana y que al hacerlo solicitó a los después llamados reyes católicos que dicha puerta nunca volviera a abrirse.
El complejo formado por la Puerta de los Siete Suelos y los dos torreones fortificados de 22 m de altura que la escoltan, realizados de masa de argamasa con reclazas de ladrillo y mampostería, fue reconstruido en la década de 1960 gracias a los grabados que se conservaban. Se realizó con una meritoria precisión en la reconstrucción de su forma original, si bien le faltan las inscripciones frontales en los muros de la puerta, que desaparecieron.
torre y baluarte delantero cristiano vistos desde el exterior |
El conjunto en general había sufrido grandes daños tras las voladuras de las tropas napoleónicas, principalmente la torre y la puerta quedándose en completo abandono durante años. Hubo que limpiar escombros y eliminar la vegetación salvaje de su alrededor e incluso se tuvieron que labrar algunas piezas de mármol para la decoración de la puerta. En el siglo XX también se completó la bóveda esquifada de su interior y la fachada norte o interior de la torre fue consolidada y reforzada con ladrillo visto.
Esta Torre de los Siete Suelos durante la época musulmana conservó su importancia de tráfico comercial, comunicando el interior del reino nazarí de Granada a través del camino de Guadix con la costa granadina. Su uso primigenio, además de servir de entrada y salida del recinto, parece haber sido también la celebración de diferentes ceremonias de la época, entre las que destacaban competiciones militares y desfiles.
vista de fachada y puerta interior de la Torre de los Siete Suelos |
Entre sus cuatro pisos subterráneos sólo son visitables los dos superiores. Aunque de forma habitual esta torre no es visitable, sí es posible conocer su subsuelo cuando el patronato de la Alhambra y el Generalife decide incluir visitas por tiempo limitado. Desde la actual terraza del baluarte se encuentran las entradas a estas dos plantas subterráneas. Estos pisos bajo tierra poseen bóvedas cilíndricas con claraboyas y troneras de artillería en sus muros.
A la primera planta se accede a través de unas cómodas escaleras que permiten realizar un recorrido circular en la linde del baluarte y donde se encuentran diferentes troneras que defendían las murallas a ambos lados, con sus aspilleras con distinto grado de conservación. Encima y en la bóveda que la cubre sobresalen las rendijas de ventilación que, además de airear la planta, permitían la salida de los humos provocados por la explosión de los cañones. Para acceder a la segunda planta bajo el suelo hay que descender por una empinada y estrecha escalera para realizar otro corto recorrido semicircular.
subterráneo en la Torre de los Siete Suelos |
La torre y puerta de los Siete Suelos también son objeto de numerosas leyendas y enigmas. Su nombre se cree que proviene de las historias que decían que debajo de la torre, en alguna de sus siete plantas, el último sultán de Granada había dejado un tesoro enterrado. Sobre todo, esta creencia en tesoros fue tratada en diversas obras literarias de escritores románticos. Este lugar aparece en la muy conocida El legado del moro, entre los Cuentos de la Alhambra del escritor norteamericano Washington Irving en el siglo XIX.
En otro de los relatos de este autor, Recuerdos de Boabdil, escribe que "me condujo después al indicado sitio de la referida famosa puerta, la cual se encuentra en el centro de la que fue en otro tiempo una inmensa torre llamada la torre de los Siete Suelos, sitio afamado de las historias supersticiosas de la vecindad, de extrañas apariciones y moriscos encantamientos". De otro cuento, en el que Irving trata del aguador Peregil, surgió el tema popular de las riquezas encantadas y sepultadas en varios sitios de la Alhambra y en concreto grandes tesoros escondidos bajo la Torre de los Siete Suelos.
vista frontal de la torre y puerta desde el baluarte cristiano |
El pobre y honrado aguador recibía compensación, en agradecimiento a su hospitalidad, de un moro moribundo que lo llevó hasta la torre. Desde ahí veía como el suelo se abría apareciendo ante él una inmensa cantidad de oro y joyas. Al final de la historia, los malos quedaron sepultados en esta gran torre y, añade Irving "cuando hagan falta en España barberos curiosos, alguaciles bribones y alcaldes corruptibles pueden ir a buscarlos a la torre, pero si tienen que aguardar su libertad se corre peligro de que el encantamiento dure hasta el día del juicio final".
También Pedro Antonio de Alarcón, en su famoso relato El Clavo del mismo siglo XIX, hace alusión a una fonda granadina conocida como la fonda de los Siete Suelos por encontrarse cercana a esta torre y a cuyo entorno este autor calificó como "edén de la naturaleza y templo del arte". En la obra Los tesoros de la Alhambra, de Serafín Estébanez ya no sólo es que el último sultán nazarí, Boabdil el Desdichado, escondiese sus tesoros en esta torre sino que un soldado fue empujado junto al oro, las joyas y los demás objetos de valor con la misión de protegerlos, condenado por tanto a permanecer allí prisionero.
Según ese relato, cerraron la puerta a su espalda y un mago de la corte nazarí realizó un poderoso encantamiento. Mediante el mismo, el contenido de la torre quedaba oculto para siempre a la rapiña de los cristianos. A Boabdil esto le pareció un castigo demasiado cruel para el soldado por lo que cada tres años éste podría salir durante breves instantes al exterior y, para ello, debía encontrar a alguien que pagase su rescate consistente en "tres monedas prestadas, pensadas y dobladas". De conseguirlas, tendría derecho a llevarse una pequeña parte del tesoro junto con su rescatador.
El autor Emilio Castelar escribió El suspiro del moro relativo a Boabdil y a su pérdida de Granada, describiendo esa escena en esta Torre de los Siete Suelos "Bajaba Boabdil en busca de los reyes, cuando encontró al cardenal Mendoza y, anheloso indudablemente de romper su pecho y desahogarlo, díjole al prelado -Vais a ocupar estos alcázares en que nací y en que debiera yo haber muerto, tomadlos a nombre de los esclarecidos reyes a quienes Aquél que todo lo puede ha querido entregarlos, parte por los merecimientos suyos y parte también por los pecados nuestros-".
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