Jaén. Baño del Niño.

Baño del Niño o Hammam al-walad en Jaén

Los baños árabes de Jaén son los más grandes que se conservan en Europa. Fueron construidos en época emiral -durante el mandato de Abd Al-Rahmán II- en el siglo IX, presentando un excelente estado de conservación. Estos baños se dividen en varias salas de gran belleza que representan una importante muestra del arte almorávide y almohade en la península. Se localizan bajo el actual palacio renacentista del conde de Villardompardo y estos baños son conocidos como Baño del Niño (en árabe, hamman Al-Walad).

Estos baños conservan aún tanto el vestíbulo como las salas de agua fría, templada y caliente. Fueron finalizados los trabajos en su interior en el siglo XI, concretamente en el año 1002, aprovechando los restos de una casa o baño romano con pórtico. Posteriormente, es muy posible que fuesen reformados durante el siglo XII, debido a la presencia de restos de decoración almohade que se conservan en algunas de sus salas. 

sala fría o al-bayt al barid

El vestíbulo (al-bayt al-maslaj) es la sala de acceso al complejo, se sitúa de modo transversal y presenta una longitud de 14 m y una anchura de 3,80 m. En ambos extremos de la sala existen dos alcobas separadas del resto por arcos de herradura sobre medias columnas, esquema que se irá repitiendo en todas las demás salas. A ambos lados de la entrada se ubican sendas tacas. La sala está cubierta por bóveda de medio cañón y cuenta con 18 luceras estrelladas. El suelo estuvo revestido de mármol blanco y las paredes enlucidas y pintadas con decoración de arquerías en color rojo sobre fondo blanco.

La sala fría (al-bayt al-barid) es contigua y similar a la anterior, aunque de menor tamaño (11,4 m x 3,50 m). Esta sala fría está cubierta, igualmente, por bóveda de medio cañón en la que se sitúan 12 luceras. La alcoba situada en el extremo derecho está cubierta con cúpula con 5 luceras. La sala templada (al-bayt al-wastaní), por su parte, consiste en un gran salón cuadrado de 11´30 m x 11´30 m que encierra otro cuadrado central, éste cubierto por una gran cúpula de casquete semiesférico sobre pechinas. La cúpula no descansa sobre muros macizos sino sobre arcos de herradura soportados por ocho columnas. 

sala templada o al-bayt al wastaní

En las cuatro esquinas de la gran sala templada o al-bayt al-wastaní quedan otras cuatro cúpulas menores, y los espacios restantes se cubren con cuatro bóvedas de medio cañón con 3 luceras en cada una de ellas. Esta gran sala da paso, mediante dos arcos de herradura, a otra sala de 11,30 m x 2,80 m que preside todo el conjunto y que está cubierta mediante bóveda de medio cañón; teniendo, sendas alcobas en los extremos cubiertas con cúpulas con luceras.

La sala caliente (al-bayt al-sajun), por su parte, presenta unas dimensiones de 15,90 m de longitud por 3,30 m de anchura, siendo similar a las salas anteriores. Esta sala caliente está cubierta con bóveda de medio cañón contando con 15 luceras y con sendas alcobas en los extremos, con 5 luceras cada una de ellas. Está situada junto a las calderas donde se calentaba el agua, de modo que sus muros están recorridos por chimeneas ocultas por las que circulaba el aire caliente. 

sala caliente o al-bayt al sajun

En el centro de esta sala caliente o al-bayt al-sajun, un gran arco abocinado la separa del lugar donde estaba la caldera. A ambos lado de este arco central, dos pequeñas estancias. Una de ellas contiene un baño cuadrado de asiento y la otra pequeña estancia, dos tinajas. Bajo su suelo de piedra, sustentado por pequeños pilares de ladrillo, se encuentra una cámara subterránea por la que circulaba el aire caliente calentando el suelo de la sala.

Tras la conquista de Jaén en el año 1246, por el rey Fernando III el Santo, se siguieron utilizando durante los primeros años. Entre los siglos XIV y XV desaparece su función como baño al establecer los cristianos en sus salas unas tenerías, cuyos restos permanecen aún en las salas templada y caliente. A finales del siglo XVI, el I conde de Villardompardo y VII virrey del Perú, edificó su palacio, quedando estos baños enterrados y ocultos entre los cimientos y el sótano durante los siglos XVIII y XIX, lo que resultó esencial para su conservación.

frescos de época almohade en el vestíbulo

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