Cáceres. Casa museo de Yusuf Al-Burch.



En pleno corazón de la zona monumental de Cáceres, en la zona baja de la ciudad vieja siendo el barrio de la plaza de la concatedral de Santa María, concretamente en la Cuesta del marqués, nº 4, junto a la Plaza de San Jorge, nos encontramos con esta casa-museo. Es una casa del siglo XII y perteneció a un mercader árabe. 

Durante mucho tiempo, este viejo caserón de dos plantas permaneció abandonado y parecía avocado a la ruina hasta que, en la década de 1960, José de la Torre Gentil y su familia la compraron pensando en arreglarla para alquilarla o venderla, pero al descubrir en su interior vestigios romanos y árabes decidieron restaurarla. 

Así, un tiempo después, la familia trasladó allí su residencia y empezó a trabajar en una rehabilitación que finalizó convirtiendo la casa en museo. José, un enamorado de la historia y la arqueología, comenzó a estudiar árabe y en la facultad de Derecho de Cáceres conoció a un profesor iraquí, Kais Bakir Camal Al-Deen, quien le ayudaría. La casa-museo fue fundada en 1976 y abierta al público por el mismo D. José de la Torre quien dio todo su tiempo y dedicación a esta preciosa casa.


Consta de dos plantas y varias salas, todas ellas visitables, dentro de una casa histórica acondicionada con rigor artístico y cultural en cada uno de sus rincones para su fin, que no es otro que mostrar al visitante cómo era la casa de un mercader del siglo XII en la capital extremeña. En su interior se pueden admirar las distintas estancias.

En el vestíbulo de acceso ya encontramos la cocina, con su aljibe y alacena, que era la estancia más pequeña y de uso exclusivo para la elaboración de los alimentos. Un arco mudéjar con arabescos que nos recuerdan los dinteles granadinos nos abre el paso a la sala del té, profusamente decorada con damasquinados, alfombras y libros religiosos. Era lugar de solaz del señor, de lecturas, juegos de mesa, de encuentro y trato con otros comerciantes o conocidos. 


En esta sala se expone una vitrina con réplicas de piezas del museo de Bagdad, algunas desaparecidas tras la guerra de Irak, y monedas del siglo XII, regalo de las autoridades iraquíes, además de obsequios y fotografías aportadas por diferentes personalidades. En la contigua sala de armas se exhiben piezas utilizadas en la época, como dagas y cimitarras; algunas de estas piezas fueron halladas en la casa y otras donadas, como las aportadas por el alcalde de Alhucemas. Este espacio era el utilizado como comedor, aunque en los días templados se solía hacer uso del patio para ese fin.

El patio en concreto lo ocupaba un espacio mayor que el actual, extendiéndose hasta la cercana muralla romana. Era huerto, cuadra y en la parte superior, que conforma la otra planta del edificio, de construcción ulterior, estaría el almacén, para guardar el grano. En una de las paredes del patio destacan dos pequeñas cabezas de león, en granito, que serían las embocaduras decorativas de la fuente existente en sus orígenes.


La casa tiene los cimientos y el baño de origen romanos, se cree fielmente que perteneció a algún mercader musulmán acomodado de la época, conservando vestigios árabes como las bóvedas de arista, de cañón, diversos arcos de herradura, de medio punto y lobulados, representando así un buen ejemplo de casa típica de esta cultura existente en la ciudad durante varios siglos. 

Al fondo del patio, en un nivel superior, la sala de baile, que refleja el alto estatus social del mercader, en la que se exhiben curiosos instrumentos musicales. A continuación se accede al Harén, contiguo al dormitorio del señor de la casa: alfombras, kilims, divanes, cojines extendidos, cortinajes que hacía de estas estancias espacios confortables.


En la bodega, despensa que utilizaban para guardar y conservar los alimentos, construida sobre la descarnada piedra granítica que cubre el aljibe, y que en los días de lluvia recogía el agua enfriando la zona que ocupaban los recipientes, se exponen las cerámicas y vasijas que aparecieron durante la reconstrucción del edificio, con otros utensilios de uso doméstico y herramientas hallados en la casa.

Del mismo modo, también se exponen restos óseos que se descubrieron en el interior de unos baúles, en su mayoría de animales, y que posiblemente se depositaron en estos arcones durante las reformas realizadas en el edificio. El agua del aljibe mantiene una temperatura constante de 14 grados durante todo el año.


Elemento singular es el baño o hamman. Esta cavidad obrada bajo el nivel del suelo, de techo abovedado con paredes de adobe y ladrillo, era utilizada para las abluciones, aprovechando el vapor de agua que emanaba de una caldera ubicada en una sala situada bajo el patio, y que los criados se ocupaban de calentar. El vapor se canalizaba bajo la casa hasta el baño, que retornaba licuado a la caldera por un canal paralelo, dispensando calor, principalmente a las habitaciones, por lo que los suelos de éstas, construidos con piezas cerámicas, para conservar la temperatura, estaban más elevados que el resto de las estancias.

Este sistema de calefacción, denominado gloria, se sigue utilizando en Castilla, y tiene sus orígenes en las termas romanas. Era un calor húmedo y relajante que se dispensaban los señores bajo una tenue luz y un aire cargado de esencias aromáticas. Los baños solían estar decorados, no así los denominados cuartos oscuros, utilizados para las necesidades fisiológicas, situados en el exterior de la casa.

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