Córdoba. Patios en primavera.

La primavera puede apreciarse en todo su esplendor en la ciudad de Córdoba. El llamado patio andaluz puede considerarse un ejemplo más de espacio común en la arquitectura popular de toda la cuenca del Mediterráneo. En Andalucía,​ la fusión arquitectónica del mundo romano y musulmán ha generado a través de los siglos una cultura particular de los patios que en muchas localidades se manifiesta cada primavera con fiestas y concursos para incentivar su cuidado y decoración. 

Son especialmente celebrados el concurso de Patios en la ciudad de Córdoba y las denominadas fiestas de la Cruz de Mayo, en la ciudad de Sevilla. En estos patios podemos encontrar todo tipo de decoración, pero lo más significativo son las plantas que se colocan alrededor de este y por todas sus paredes, creando un entorno que evoque al jardín idílico que aparece en el Génesis de las tres culturas: islámica, judaica y cristiana. 

Los denominados Patios de Córdoba se pueden encontrar principalmente en el barrio del Alcázar Viejo, aunque también merecen la pena visitar los que se ubican en los barrios de Santa Marina, San Lorenzo, la Magdalena y en el barrio de La Judería de la capital cordobesa. Además, en el recinto del conocido como Palacio de Viana se conservan doce patios visitables.

Era tal el amor que tenían los musulmanes a sus jardines y patios que en el siglo XI surgió un nuevo género literario que componía poesías en torno a ellos. Este género era conocido como rawdiyyat (de rawd, jardines en árabe) o nawriyyat, en el caso referente específicamente a las flores. El poeta más destacado en este género fue el valenciano Abu Ishaq Ibrahim Ibn Jafaya, de la localidad de Alzira (años 1058-1138), al que llamaban Al-Yannán (el jardinero o el amante de los jardines). 

Su obra se compone de cortas composiciones que hablan del jardín y de los sentimientos que le producen, muchas veces relacionándolo con el amor, lo cual es habitual en la lírica islámica. Entre algunos de sus poemas encontramos "¡Oh, habitantes del Al-Ándalus, qué felicidad la vuestra al tener aguas, sombras, ríos y árboles! No existe el jardín del paraíso sino en vuestras moradas, si yo tuviera que elegir, con éste me quedaría. No penséis que mañana entraréis en el infierno, ¡no se entra en el infierno después de haber vivido en el paraíso!".

A partir del citado siglo XI, el gusto por la ornamentación floral y por la naturaleza se extiende a todas las clases sociales y fue el momento en que las grandes casas se rodearon de jardines y las plantas fueron algo más que parte de un huerto para extraer alimento. La variedad de colorido y aromas aparece reflejado en los versos del citado Ibn Jafaya, quien también nos describe algunas de las flores y plantas que observa "Ráfagas de perfume atraviesan el jardín cubierto de rocío cuyos costados son el circo donde corre el viento (...) Yo enamoro a este jardín donde la margarita es la sonrisa; el mirto, los bucles, y la violeta el lunar".