Loja. Alcazaba, Jaufín y Arrabal.

vista de tramo de muralla en la alcazaba de Loja
 
La Alcazaba de la ciudad de Loja fue fundada en el año 893, quedando como gobernador del sitio un miembro de la familia de los Banu Jalid quienes, junto a la propia familia omeya, jugaron un papel esencial a nivel político. Tal como nos cuenta, entre otros, el historiador del siglo XI, Ibn Hayyan, "El infante Al-Mutarrif (el hijo del emir Abd Allah I) se dirigió con su ejército cordobés a Lawsa (Loja), edificó su hisn y lo perfeccionó, y dejó en ella a Idris b. Abd Allah como gobernador".

Poco después, en el año 894, la alcazaba de Loja vuelve a citarse en los escritos como punto de apoyo de las tropas emirales que participaron en acciones contra los rebeldes al poder omeya. A comienzos del siglo X, concretamente en el año 904, vuelve a citarse a Loja como punto de acogida de las tropas emirales, donde quedó acampado el también infante Aban, siendo hijo del antes citado emir Abd Allah I de Córdoba. Más adelante, el castillo o hisn inicial se transformó en ciudad, mencionándose este lugar como Madinat Lawša en el siglo XI.

La alcazaba de Loja, situada en la parte más alta de la población, estaba conectada con las torres vigías fronterizas del reino de Granada. La alcazaba fue construida sobre una elevación rocosa y visible, prácticamente completa, desde todos los puntos cardinales. Al recinto de esta Alcazaba de Loja se accedía desde la medina, a través de una gran puerta ubicada en el interior de la llamada Torre del Homenaje, siendo ésta de planta cuadricular y con una altura conservada de 9,70 m. 
 
puerta de entrada a la Alcazaba de Loja

Esta Torre del Homenaje, del Castillo o del Reloj (siglo IX), tuvo que ser levantada en varias ocasiones debido a las frecuentes invasiones. Hoy conserva en su entrada principal, orientada al este, zaguán con buharda sobre el arco de entrada -trampa desde donde se volcaba aceite hirviendo a los enemigos- y una inscripción religiosa con caracteres cúficos en la que puede leerse "Dios es único, no engendró ni fue engendrado, no tiene compañero". Sobre dicha inscripción pueden encontrarse una llave y una mano, símbolos nazaríes.

La Alcazaba era el eje central de la ciudad, donde residía el poder político y militar, presentando forma triangular, conservándose cinco torres de planta rectangular y tramos de muralla intermedios, construidos con mampostería y de gran altura, apoyados sobre la roca del cerro. También se conserva el Patio de Armas, desde donde se ve el camino de ronda, con una pequeña puerta en la muralla, además del aljibe nazarí, que es la obra mejor conservada de la Alcazaba. Con una capacidad de 286 m3 de volumen, este aljibe contaba con un sistema de claraboyas por el que se filtraba el agua de lluvia y se abastecía a la población.

El actualmente conocido como Caserón de los Alcaides fue mandado construir por Pedro de Tapia en el año 1616 como sede del poder político y administrativo, también conocido como Casa Cristina. Se trata de un gran edificio de dos plantas, aparejo mixto y estructura sencilla. Está adosado por su parte este a la Torre del Homenaje o Torre del Reloj, del siglo IX, probablemente único resto de lo que debió ser el edificio residencial de la medina Lawsa.

vista de la Torre del Homenaje en la alcazaba de Loja

La Puerta del Jaufín, por su parte, ha sido utilizada como patio de acceso a una vivienda particular. Se trata de una puerta con dos arcos de medio punto perpendiculares de la época almorávide (siglos XI-XII). En tiempos de la llamada reconquista cristiana era el único acceso que había desde el barrio del Jaufín al barrio del Arrabal. El último uso que recibió fue albergar en su planta principal el camarín de la ermita de la Caridad.

Sabemos que, tras la conquista de las tropas castellanas, en el sector de la Alcazaba se repartieron entre los nuevos pobladores cristianos 41 casas en el año 1489, si bien se mencionan la existencia de otras casas derribadas, lo que indica que era un espacio capaz de albergar aún más población. Aquí encontramos, entre otros elementos destacados, dos mezquitas de época andalusí (una en la que se erigió la iglesia de Santa Cruz) así como un horno.

En el barrio del Jaufín se repartieron 191 casas en ese año 1489. Aquí se mencionan las puertas del Jaufín, de la Alfaguara y de Granada. Se citan dos hornos y tres mezquitas (en dos de ellas se consagraron la iglesia de Santiago y la primera iglesia de San Gabriel), además de un molino de aceite, tratándose probablemente de un elemento periurbano que, posteriormente, quedó intramuros. Su nombre procede del árabe Yawfí, que significa "umbría" por localizarse al norte del cerro de la Alcazaba, en la pendiente que mira hacia el río Genil. El perímetro amurallado de este sector abarcaba aproximadamente 2,7 Has. 
 
arcos en el aljibe de la alcazaba de Loja

Por su parte, el Arrabal era el barrio más poblado, repartiéndose entonces 223 casas. En él se mencionan las puertas de Alhama, Archidona y Jaufín, así como un postigo. Aunque se cita la zerca del Arrabal, varias casas lindan con huertas extramuros, de lo que se deduce que las murallas estaban muy deterioradas, sin duda por el uso de la artillería durante la conquista cristiana de la ciudad. En este barrio se situaba la que fue mezquita aljama, sobre la que se erigió la iglesia mayor de Santa María de la Encarnación, cerca de la cual se localizan unos baños. También encontramos las tiendas del Concejo, probablemente en el espacio ocupado por el antiguo zoco.

Hasta el comienzo del siglo XXI hay conservados varios restos interesantes del aljibe del siglo XI, la anteriormente citada Torre del Homenaje o del Reloj así como un cinturón de murallas. Del mismo modo se conservan, en la línea del interior de la muralla, trece torres de planta cuadrada, cuatro semicirculares y una torre de forma octogonal que es conocida como la Torre Ochavada, en la cual se instaló un reloj en el año 1576..

Loja

vista de la alcazaba de Loja

Loja es una ciudad situada en la parte occidental de la comarca del mismo nombre, en la provincia de Granada. Por su término discurren los ríos Genil, Guadalhorce, Manzanil y Frío. El municipio lojeño es el más occidental de toda la provincia y se sitúa a 54 km de la capital provincial, a 131 km de Jaén y a 207 km de Almería. La orografía es bastante variada, compuesta de una mezcolanza de valles y sierras. Destaca la cuenca del río Genil, que divide al término municipal en dos quedando al norte de éste las sierras de la Subbética, con su imponente Monte Hacho; y el sistema Penibético, representado por la sierra de Loja, al sur.
 
La realidad arqueológica sitúa la primera ocupación de su solar hacia el siglo XI a. C. Los restos de estos pobladores prehistóricos de la Edad del Bronce reposan bajo la superficie del barrio de la Alcazaba, desde sus primeros años de presencia hasta bien entrado el siglo VII a. C., en el que las aportaciones del ámbito comercial y cultural fenicio suponen un primer florecimiento de tipo urbano para aquel poblado original, conocido como la mítica Tricolia.

La existencia de canteras de piedras o losas en la sierra de Loja, cerca de la población, explotadas posiblemente desde antiguo, explicaría y justificaría el nombre de la ciudad. Por otra parte, se puede asegurar que este nombre viene derivado del que tuvo durante la época musulmana, cuando la ciudad tomó su dimensión urbana actual e incluso una gran importancia, teniendo como hijo al afamado poeta Ibn al-Jatib, de gran influencia en la corte nazarí, o a la conocida como Morayma, la esposa del sultán Boabdil.
 
homenaje a Morayma en Loja, esposa del sultán Boabdil

Todo apunta, por tanto, a que Loja adquirió su verdadera dimensión con la llegada del islam, a partir del siglo IX. Si bien Loja no se menciona en fuentes escritas hasta el año 893, cuando se construye su castillo, su territorio aparece en cambio como escenario de la historia andalusí desde muy temprano. El hecho de que los reyes visigodos tuviesen propiedades en esta zona y, además, que un hijo del rey Witiza, que por su colaboración con los invasores había recibido parte de ese patrimonio, donara algunas de esas propiedades a dos miembros del ejército árabe hacia el año 750, hace que tengamos una información excepcional sobre este territorio y sobre distintos personajes vinculados a él. 

Uno de estos dos miembros de los ejércitos árabes fue el fundador del linaje de los Banu Jalid, asentados en Al-Funtin (El Frontil, Loja), de entre cuyos miembros los distintos emires cordobeses, sobre todo desde Abd Al-Rahman I (años 756-787) hasta Abd Allah I (años 888-912, siendo el séptimo emir omeya cordobés), nombraron a sus más altos funcionarios, con el título de visires (consejeros o ministros de Estado) y caídes (generales del ejército), pero también de este grupo salieron gobernadores de provincias o los más destacados cargos de la propia ciudad omeya de Córdoba.
 
Existen datos de cronistas árabes, en este sentido, en relación al recibimiento del futuro emir omeya de Ál-Andalus, el antes mencionado Abd Al-Rahman I, en la costa de Ilbira en el año 755. Según cuenta Ibn al-Qutiyya, cronista sevillano del siglo X que escribió el Ta'rīj iftitāh al-Andalus  o Historia de la Conquista de Al-Ándalus “Allí salieron a rebibirle Abu Utman y Abd Allah b. Jalid, llevándoselo primero a la residencia (manzil) de Abd Allah b. Jalid en Al-Funtin, que les venía al paso, e inmediatamente después a Turrus, de la kura de Ilbira, residencia (manzil) de Abu Utman”
 
escultura en homenaje a Aliatar en Loja
 
Aún a fines del siglo IX, en concreto respecto a un suceso del año 888, se alude a este lugar de Al-Funtin como el hisn de los Banu Jalid. Cabe señalar también que, al fundarse la alcazaba de Loja en el año 893, quedó como gobernador del sitio un miembro de esta familia de los Banu Jalid. Tal como nos cuenta, entre otros, el historiador del siglo XI, Ibn Hayyan, «El infante Al-Mutarrif (hijo del emir Abd Allah I) se dirigió con su ejército cordobés a Loja (Lawsa), edificó su hisn y lo perfeccionó, y dejó en ella a Idris b. Abd Allah como gobernador».
 
En fechas posteriores, la alcazaba de Loja vuelve a citarse como punto de apoyo de las tropas emirales que participan en acciones contra los rebeldes al poder omeya. Así, en el año 894, el historiador antes citado, Ibn Hayyan, en su obra Al-Muqtabis III, nos dice que el ejército emiral, tras atacar Turrus, se retiró pasando por Loja y Frontil «cuyos habitantes permanecían en la obediencia y no fueron molestados». En el año 904, al narrar una expedición contra las fortalezas de Turrus, Al-Ruyul y Al-Jusan, se cita a Loja como punto de acogida de las tropas, donde quedó acampado el infante Aban, hijo del emir Abd Allah I.
 
Más adelante, el castillo inicial se transformó en una ciudad, mencionándose este lugar como Madinat Lawša ya en el siglo XI, en que la ciudad ya se muestra como un destacado reducto de marcado valor estratégico en el papel de custodia de la vega de Granada, concentrando probablemente la población existente en otros núcleos rurales de su entorno, como debió ser el caso de Al-Funtin, del cual permanece aún el nombre, ligeramente transformado, en referencia a un importante nacimiento de agua, el manantial de El Frontil. 

vistas de torres y tramo de muralla en la Alcazaba de Loja

No hay que olvidar que Loja era una de las ciudades más importantes pertenecientes a la qura de Ilbira, cuya cabeza era la ciudad de Granada. Por entonces, el paisaje agrario de la ciudad de Loja era peculiar, en el sentido de que -junto al caso de Alhama- al estar situadas en los bordes de la vega granadina, contaban en sus campos con algún que otro regadío y, lo que es más importante, contaban con abundantes tierras de pan llevar.
 
Cuando el historiador andalusí Al-Razi (años 888-955) habla de la ciudad de Loja, ya en época de gobierno de Abd Al-Rahman III, nos dice, según se conserva a través de la versión romanceada de su obra, que «Loxa naçe contra el poniente de Eliberan e contra el poniente de meridion de Cordova, es muy natural tierra de muy buenos lugares, de muy buenas frutas e huertas, e yaze sobre el rrio de Xenil». Aun siendo así, la familia que dominaba estas tierras, los Banu Jalid, no resistieron la caída de la dinastía omeya en Ál-Andalus, por lo que ni en Córdoba ni en el territorio de Loja volvemos a encontrar referencias a estos personajes después de comienzos del siglo XI.
 
En concreto en Loja, aunque no sabemos con certeza en qué lugar, un tesorillo fue enterrado poco después del año 1009-1010, correspondiente al año 400 de la hégira, por lo que el ocultamiento se hizo en los momentos convulsos del final del califato omeya en la península. El tesoro consistía en un collar de oro, una pulsera de plata y otras pequeñas joyas, así como seis monedas de plata (dirham/s), una norteafricana y las demás andalusíes, la más tardía fechada en el citado año.
 
escultura de Morayma en la ciudad de Loja
 
Como ciudad fronteriza, se vio envuelta en numerosos avatares militares, incluido su ataque y destrucción por parte de las tropas del rey castellano Fernando III el Santo en el año 1225, mismo año en que dicho rey decidió sitiar la ciudad fronteriza de Jaén, aunque tardó 20 años en caer en manos castellanas. El imperio almohade se desintegraba tras la derrota de las Navas de Tolosa en 1212 y, aún más, tras la muerte del emir, Abu Yaqub Yusuf, en el año 1224.
 
A comienzos del siglo XIV nació en la ciudad de Loja el antes citado Ibn-Al-Jatib que, con el paso del tiempo, llegaría a convertirse en un influyente personaje del reino nazarí durante los gobiernos de Yusuf I y su hijo y sucesor Muhammad V, aunque las intrigas palaciegas finalmente lo obligaron a vivir la última etapa de su vida perseguido y condenado por herejía. Aún así, hoy en día está considerado, con sus luces y sus sombras, como la figura intelectual más relevante del reino nazarí de Granada

En el mismo siglo XIV, concretamente en el año 1467, nació en Loja la hija del famoso general Aliatar o Alí Al-Attar, traducido como Alí el perfumista o el especiero. La chica, a los 15 de años de edad (en el año 1482) se unió en matrimonio con el conocido como Boabdil, quien terminaría siendo el último sultán del reino de Granada. Se sabe que el padre de Morayma, el general Aliatar, invertía toda su fortuna en la resistencia nazarí frente al avance de las tropas cristianas, por lo que Morayma se casó con joyas y ropas prestadas.
 
pintura en homenaje a Ibn Al-Jatib en Loja
 
Con la conquista por parte de los castellanos de la plaza de Alhama en ese mismo año 1482, se procedió a ocupar la ciudad de Loja, si bien solo después de dos intentonas fallidos, en los años 1482 y 1485, se pudo tomar esta ciudad el 29 de mayo de 1486, cayendo el sultán nazarí herido y prisionero. Como antesala de la capital del reino nazarí de Granada, el mismo sultán Boabdil entregó esta ciudad al rey aragonés Fernando II el Católico, tras el penoso asedio sufrido que duró varios días. Para esas fechas, la urbe ya poseía sus rasgos constructivos y podía contar entre 6 mil y 10 mil habitantes.
 
Los musulmanes salieron de la ciudad libres y escoltados hacia Granada, dándose a partir de ese momento el asentamiento de nuevos pobladores cristianos, ordenando los reyes católicos el repartimiento de casas, bienes y heredades entre los quinientos nuevos vecinos con que mandaban poblar la ciudad, según consta en el Fuero de Córdoba. En el sector de la Alcazaba se repartieron 41 casas en el año 1489, en el barrio del Jaufín se repartieron 191 casas y en el Arrabal, que era el barrio más poblado, se repartieron 223 casas en ese mismo año.
 
A partir de este momento, Medina Lawsa fue perdiendo características propias de la ciudad hispanomusulmana y transformándose en un núcleo adaptado al concepto de ciudad castellano-cristiana. La estructura básica de la ciudad en época nazarí (Alcazaba, Jaufín y Arrabal) se mantuvo, pero se redefinieron aquellos espacios organizándose en torno a parroquias, a la vez que nuevos hitos arquitectónicos, espaciales y simbólicos se desplegaban y las mezquitas se consagraron como iglesias.

Granada. Ibn Al-Jatib.

escultura de bronce en homenaje a Ibn Al-Jatib

Lisan al-Din ibn al-Jatib, en árabe لسان الدين بن الخطيب‎, nació, según el calendario islámico, el 25 del mes de rayab del año 713 de la hégira, es decir, el 16 de noviembre de 1313. También se le conoció con el nombre de Lisaneddín o "lengua de la religión", sin duda debido a su mucha elocuencia o elegancia de estilo. El linaje principal de su familia pertenecía a una estirpe de árabes sirios llamada los Banu Wazir, que después cambiaron su nombre en el de Banu Jatib o "descendientes del Predicador" y que, habiendo pasado a Al-Ándalus, se establecieron en la ciudad de Loja, donde nació Ibn Al-Jatib.

Desde Loja se trasladaron a Córdoba, después a Toledo, y por último su padre se instaló en la ciudad de Granada. La casa de los Banu Jatib alcanzó éxitos sociales, riquezas y grandes propiedades. Su abuelo Saíd fue caíd, general de caballería, y su padre Abdallah, literato y gobernador en la ciudad de Granada. Ibn Al-Jatib fue un joven aventajado y su educación fue dirigida por los doctores más sabios de su tiempo en teología y derecho, filosofía, matemáticas y medicina, sobresaliendo principalmente en los estudios históricos y en los políticos. 

Desde su primera juventud, probó graves contratiempos por haber caído su padre Abdallah en desgracia con el sultán de Granada, Muhammad IV, antecesor de su hermano menor, Yusuf I. En la batalla del Salado, en el año 1340, las tropas del ya sultán Yusuf I sufrieron una gran derrota y allí fallecieron el padre y el hermano mayor de Al-Jatib. Durante el gobierno de Yusuf I (años 1333-1354) pasó de aprendiz de la cancillería a secretario particular, acompañando al sultán en su viaje por territorios orientales como Almería, donde escribió la obra Aparición de la imagen soñada, viaje de invierno y de verano.

pintura en recuerdo de Ibn Al-Jatib en Loja

Como sabemos, el sultán nazarí era el legítimo representante de la hacienda pública en aquella época. A título privado, el sultán de Granada contaba con su propio patrimonio particular denominado mustajlas siendo las mujeres nazaríes las principales transmisoras de bienes al mustajlas. Cabe destacar que, aparte de las alquerías, existían también grandes propiedades, muchas de las cuales pertenecían también al mustajlas. Al-Jatib, en varias de sus obras, da cuenta de algunas de las propiedades pertenecientes al mustajlas del sultán y emite valoraciones de conjunto tan jugosas y excepcionales como las que siguen.

"Rodean la muralla de la ciudad vastos jardines y espesos bosques pertenecientes al mustajlas, de manera que, detrás de esa verde barrera, las blancas almenas brillan como las estrellas en medio de un cielo oscuro. No hay parte alguna de la muralla sin huertas, viñedos ni jardines. En la parte norte de la llanura hay unas almunias de majestuoso tamaño y extremado valor, que no pueden ser costeadas salvo por gente relacionada con el poder real, dado lo excesivo de su precio. Algunas de ellas producen unas cosechas al año por valor de quinientos dinares de oro, a pesar del bajo coste de las verduras en esta ciudad".

"Treinta de estas almunias pertenecen al mustajlas. Las ciñen y se unen con sus extremos unas magníficas fincas, nunca esquilmadas, siempre fecundas, cuyas rentas alcanzan en nuestro tiempo los veinticinco dinares de oro. La hacienda pública es incapaz de saber el valor que pueden alcanzar estas fincas, debido a su extensión, el lugar envidiable donde se encuentran y la disposición de la que gozan. Todas ellas tienen casas magníficas, torres elevadas, eras amplias, palomares y gallineros bien acondicionados".

pintura dedicada a Ibn Al-Jatib en Loja

"En los alrededores de la ciudad, bordeando la muralla, se encuentra más de una veintena de fincas del mustajlas. En estas fincas vive un gran número de hombres y sementales de buena raza que se emplean para arar la tierra, para la agricultura; en muchas de ellas hay fortificaciones, molinos y mezquitas. En esta fértil posesión, que es el alma del campo y lo más selecto de este buen país, se entremezclan alquerías y poblados que están en manos de propietarios particulares".

Por otra parte, durante una epidemia de peste que azotó a la península en el año 1348, enunció por primera vez la noción de contagio y recomendó aislar a los enfermos y destruir sus sábanas. El fallecimiento de su maestro Ibn al-Yayyab, en el año 1349, cuando esta epidemia de peste negra estaba en pleno apogeo y la caída en desgracia del primer ministro Ridwan hicieron que ascendiera en el escalafón político. Según el propio Al-Jatib, "cuando murió mi maestro, Yusuf I me ciñó con el cargo de visir, me dobló el sueldo, y me adjuntó también el desempeño de la jefatura general del ejército"

En 1354, Yusuf I fue asesinado y, aunque el poderoso Ridwan fue restaurado como primer ministro, Al-Jatib se mantuvo en todos sus cargos tras la proclamación de Muhammad V. En la Alhambra se conservan inscripciones de poemas de su autoría, realizados durante el mandato de ambos sultanes, algo que comparte con Ibn al-Zayab e Ibn Zamrak. A pesar de que amasó una gran fortuna por todos sus cargos, en el año 1359 se produjo un golpe de Estado por parte de Ismaíl II, tío del sultán, por lo que éste huyó a Guadix, siendo Al-Jatib encarcelado, confiscándosele todos sus bienes. Gracias a las gestiones de un amigo, secretario del sultán meriní, fue liberado y, en vez de compartir destierro con el depuesto sultán, se instaló en Salé.
 
pintura dedicada a la figura de Ibn Al-Jatib

Muhammad V consiguió recuperar el trono granadino en 1362 y, a pesar de los recelos entre el sultán y Al-Jatib por su regreso del exilio, decidió seguir confiando en él por sus grandes habilidades como político y diplomático. Sin ir más lejos, cuando el rey castellano Pedro I el Cruel triunfó de nuevo en la segunda batalla de Nájera, en el año 1367, y restableció su autoridad sobre la mayor parte del reino castellano, Ibn Al-Jatib tuvo el genio y la fortuna de lograr para Granada la benevolencia del vencedor y su alianza gracias a una embajada famosa en los anales de la diplomacia nazarí.
 
Poco después, cansado de las intrigas palaciegas e incluso de las acusaciones de traición hacia su persona, incluso por su propio alumno Ibn Zamrak, Al-Jatib decidió abandonar el reino nazarí con la excusa de vigilar la frontera occidental y cruzó hacia el Magreb. Al-Jatib mandó una misiva al sultán Muhammad V explicándole los motivos por los que huía de Granada, algo que enfureció al sultán. Finalmente, debido a las cortes tanto granadina como meriní, Al-Jatib fue arrestado y encarcelado en una prisión de la ciudad de Fez.
 
En esta ciudad Ibn Al-Jatib fue torturado y asesinado, siendo finalmente estrangulado en otoño del año 1374 cuando tenía 61 años. Su fiel amigo Ibn Jaldún relata que, tras su asesinato, fue enterrado en el cementerio de la puerta del Quemado y, al día siguiente, había sido exhumado y su cadáver quemado, donde se expuso durante dos días hasta que volvió a ser inhumado. Por esta horrible muerte a Ibn Al-Jatib se le conoció también como du al-mitatayn, "el de las dos muertes".

En resumen, Ibn Al-Jatib fue, sobre todo, un historiador, aunque trató igualmente sobre lexicografía y gramática, ciencias jurídico-religiosas, matemáticas, filosofía y medicina. De las más de 60 obras que se le suponen sólo una veintena ha llegado hasta hoy, y las 3 más importantes son tratados históricos y descriptivos, propios del género llamado adab, uno referente al Oriente islámico, al Magreb y a Al-Ándalus hasta el siglo XIV, y otros dos al emirato granadino hasta la época de Muhammad V: Lamha al-badriya fi l-dawla al-nasriyya y, especialmente, su obra capital Ihata fi ta`rih Garnata.

Tordesillas. Palacio mudéjar. Baños árabes.

vista de los Baños en el Palacio mudéjar de Tordesillas

El edificio de los Baños, pertenecientes al Palacio mudéjar de Pedro I de Castilla en la localidad de Tordesillas, responde a la tipología de otros baños nazaríes de la misma época como los de Granada, Ronda o Gibraltar (siendo los dos últimos obra de los meriníes, al serles cedidos dichos territorios por los nazaríes), siguiendo esquemas de una gran similitud arquitectónica y utilizando la medida del conocido como "codo mameluco", de 54 cm, procedente de El Cairo, que fue exportado al Magreb por los mamelucos, haciéndola suya los alarifes meriníes y pasando al reino nazarí de Granada en el siglo XIV, donde fue profusamente utilizada.

Sólo se registran otros ejemplos en la península cristiana, como en el Palacio de Astudillo, en la sinagoga de Samuel-ha Leví, en el Palacio de Téllez Girón y en el taller del Moro (los tres últimos ejemplos en la ciudad de Toledo), siendo obras todas ellas contemporáneas al rey Pedro I de Castilla, el Cruel, y en algún modo quedando vinculadas a este monarca castellano. Además, al igual que ocurre en los Baños Reales del Palacio de Comares, en el interior de la Alhambra de Granada, estos Baños también se sitúan frente a la salida del sol.

El edificio de los Baños fue construido en tapial y ladrillo, constando de un vestíbulo abierto en el lado de poniente, por cuyo hueco se comunicaba antiguamente con el propio Palacio. En este vestíbulo y en su lado izquierdo, según se entra al mismo, se abren dos habitaciones, posiblemente vestuarios en otro tiempo por sus reducidas dimensiones (1,10 m x 1,25 m), cubiertas con bóvedas de cañón e iluminadas por sendos tragaluces centrales, cuadrados. Y una tercera camarilla se abre frente al hueco de ingreso, igualmente de reducidas dimensiones (0,90 m x 2,20 m) e igualmente con tragaluz abierto en el centro de la bóveda.

La bóveda del cuarto de ingreso está cubierta por un dibujo de lazos de a ocho formando polígonos estrellados, cuyo rígido trazado geométrico animan pequeños rombos intermedios en cuyo centro se dibujó un león rampante y calderas en sus ángulos. El motivo heráldico del león se atribuye a las armas de Leonor de Guzmán, señalando la existencia de dicho símbolo heráldico en los sinos de arrocabes del Palacio de Pedro I de Castilla y María de Padilla en Astudillo, aunque es muy posible que sea ajeno a las familias Guzmán y Padilla ya que el león es muy común en heráldica.

vista de tragaluces y el león heráldico

Una red continua de rombos, con decoración vegetal esquemática, adorna las bóvedas de las dos pequeñas alcobas abiertas en el muro de la izquierda de ese cuarto, destinadas probablemente a guardarropa. Aunque muy borrosos, aún se distinguen en los tímpanos, bajo la curvatura de la bóveda que cubre este cuarto de ingreso a los Baños, sendos escudos, en cuyo interior se repite el león rampante, tal vez coronados en ambos con orlas de calderos. 

Completa la decoración del tímpano que está sobre la puerta de entrada un dibujo de dos circunferencias concéntricas tratadas a compás, repetidas formando cuadrícula, unidas por otras más pequeñas tangentes a las mayores, con tallos y hojas intermedios en disposición cruciforme. En torno al blasón del tímpano frontero, la decoración pintada consiste en medallones de cuatro lóbulos enlazados también por pequeños círculos tangentes y con un elemento floral intermedio.

A continuación, a través de un hueco abierto en el muro de la derecha de este vestíbulo, se accede a una sala cuadrada (de 6,5 m de lado) y dividida en cinco espacios cuadrados, uno central más grande, cuatro menores en las esquinas y cuatro rectangulares mediante la disposición de cuatro columnas que componen el tramo central cuadrado, separadas entre sí 2,70 m. La decoración de los baños, al menos la conservada, es de una gran pobreza de medios, contrariamente a la de otros baños contemporáneos en Al-Ándalus, pero similar a las pinturas hispanomusulmanas en la decoración de zócalos desde la época almorávide y que perduró hasta el siglo XV tanto en el reino nazarí como en construcciones mudéjares.

En los zócalos de la sala intermedia y más amplia se pintaron paños de polígonos estrellados separados por fajas verticales con dibujos de flora de tradición almohade. Finalmente, en las jambas del arco de paso de ese cuarto de paso intermedio a la sala caliente se conserva un resto de la decoración pintada que los cubría. Se trata de un medallón lobulado con una figurita femenina desnuda en su interior, no mal dibujada, que se encuentra con los brazos extendidos separados del tronco.

vista de sala templada en los Baños árabes del Palacio de Tordesillas

Los arcos de herradura de la sala (con el arco central rebajado) reciben las cargas transmitidas por las bóvedas de arista, realizadas en ladrillo, que cubren los tramos en que las columnas dividen el espacio. Cabe destacar que las columnas de estos Baños del Palacio de Tordesillas, las cuales apean dichos arcos de herradura, son de fuste liso, de color gris, de tipo califal y contando con capiteles de influjo claramente nazarí, habiendo sido posiblemente reutilizadas aunque se ignora su procedencia.

En el centro de cada una de las bóvedas de esta sala hay un tragaluz o clave, en forma de ocho puntas, que era utilizado para ventilar la estancia. Hoy en día, los días de lluvia y posteriores no se permite la visita a este espacio debido al agua que accede a través de ellos, algo que los conservadores deben solucionar. Según Torres Balbás "los tres tramos del fondo tuvieron hipocausto, prolongación del de la siguiente sala, visible por la destrucción del pavimento" lo que los transforma en la sala templada del conjunto.

Para el mismo Torres Balbás, la siguiente cámara es el cuarto caliente y está cubierto por una bóveda de cañón, igual que el vestíbulo, dispuesto su eje perpendicularmente al eje del edificio, con tragaluces o respiraderos de sección cuadrada, uno y otros de planta estrellada. En los extremos de dicha bóveda se disponían unas camarillas cubiertas con bóveda de cañón, de eje perpendicular a la anterior y comunicada con ésta por huecos formados por arcos geminados con columna central, hoy desaparecida, así como el arranque de los citados arcos. Los fondos orientales de esas cámaras forman unos nichos cubiertos igualmente con bóveda de cañón y destinados a contener pilas de agua caliente y fría.

Se cree que una caldera de cobre calentaría el agua necesaria para la práctica del baño y que se encontraría entre la anterior sala y la contigua, por la existencia de conductos verticales practicados en el grueso del muro, a ambos lados del hueco de comunicación abierto entre estas estancias y otra (de 7,7 m de longitud x 3 m de ancho), en 1,5 m de nivel inferior a las salas anteriores, quedando cubierta con bóveda de cañón peraltada y que serviría presumiblemente como leñero y para manipular el fuego bajo la caldera, con comunicación al exterior a través de un hueco practicado en el muro norte.

Alhambra de Granada. Geometría fractal.

ejemplo de geometría fractal en yesería de la Alhambra

La civilización hispanomusulmana integró perfectamente, en su concepción de la vida, tres dominios fundamentales como son la ciencia, la filosofía y el arte. Portadores y continuadores de la ciencia helenística, supieron conjugarla con su visión de la creación basada en el corán, cuya creencia era extrapolada a todos los ámbitos de la vida, siendo el centro neurálgico desde el que se organiza toda la concepción islámica, basada fundamentalmente en que en la aparente multiplicidad de lo creado late la realidad única del creador.

Los constructores de la Alhambra si no tenían el conocimiento certero de la geometría fractal, podríamos decir que lo intuían o que estaba presente en sus conocimientos sin estar desarrollada y estudiada tal y como hoy la conocemos. Así, veremos preceptos fundamentales en la filosofía y religión del corán, como son la relación de las partes con el todo, la presencia de lo idéntico en lo diverso, la relación microcosmos-macrocosmos, etc. En general, su visión abstracta de lo natural adquirida a través de las matemáticas, la geometría, son conceptos que participan activamente en las pautas de la actual geometría fractal.

Al estudiar la morfología del arte y sobre todo la decoración en el arte musulmán, encontramos una geometría de líneas curvas (tauriq) con la que se expresa el mundo de la creación, la exuberante naturaleza, así como de una geometría de líneas rectas (tastir). Existe otro concepto importante que es el alif que alude a la línea recta e infinita que es Allah mismo, la voluntad creadora, la unidad en la multiplicidad, el infinito en el uno.

ejemplo de geometría fractal en alicatados de la Alhambra

Vemos de este modo, que el universo de las formas puras es el reflejo visual y conceptual en este mundo, de los atributos y cualidades universales reflejadas en la creación. Si observamos algunos ejemplos de tastir comprobamos que su construcción se desarrolla de afuera hacia dentro buscando un centro inalcanzable, puesto que toda línea material tiene grosor y el punto no tiene dimensión alguna. En esta afirmación y explicación tan gráfica del tastir podemos observar que en ella subyace el concepto de dimensión quebrada característica de los fractales.

Se podría decir que esa línea con grosor del tastir, estaría entre la dimensión uno y dos, longitud y superficie. El artista explicita el grosor de la línea, para enfatizar el hecho de que se trata ya de una geometría materializada, devuelta por el intelecto al mundo sensible. Por ello, puede contener color, limitar zonas de color o inducir a otras percepciones. Se trata de una forma repetida hasta el infinito, sin asomo de cese, de anécdota, de articulación diferente a ella misma, como si fuese una letanía visual que alcanzara su identidad en la repetición.

Podríamos decir también que el tastir es un objeto de dimensión topológica quebrada que se repite hasta el infinito. Podríamos entonces concluir que, tras la sensual y profusa decoración de la Alhambra, se muestra subyacente una estructura ordenada, una ley escondida tras lo aparente. Esta intuición o deseo de encontrar orden en el caos quizás fuese el impulso decisivo para llegar a la geometría fractal.

ejemplo geométrico en alicatado del Salón de Embajadores

Si analizamos la ornamentación de la Alhambra, concretamente uno de los alicatados que decoran las paredes del Salón de Embajadores, en el interior del Palacio de Comares, encontramos ciertas construcciones geométricas u objetos matemáticos llamados rosáceas, cuya característica principal es que poseen un grupo de simetría donde uno de los puntos permanece fijo. Si estudiamos su forma de construcción geométrica, observamos que resultan rectángulos de proporción áurea.

Si tenemos en cuenta que la construcción de la proporción áurea consiste básicamente en dividir un segmento en dos partes, de manera que la parte menor se relacione con la mayor, del mismo modo que la mayor se relaciona con el segmento completo y que esto se puede repetir indefinidamente, podemos ver que responde a las características de los fractales.

Lacerías. La construcción de las lacerías se desarrolla mediante una línea de grosor, o lazo, que a través de un profuso recorrido, tiende a cubrir toda una superficie o paño, de tal modo que en esta línea con grosor estaría presente el concepto de dimensión quebrada, concretamente entre la dimensión 1 y 2, entre la línea y la recta, una forma repetida hasta el infinito. Este tratamiento de la superficie, podemos compararlo con la curva de Giuseppe Peano (1858-1932), advirtiendo que la lacería hispano-musulmana podría tratarse de una variante de la primera.

ejemplo de simetría en lacerías de la Alhambra de Granada

Según la explicación de Pla (1994), "existe una línea que llena el cuadrado. Es decir, existe una curva que no se rompe -de trazo continuo- que pasa por todos y cada uno de los puntos del cuadrado". En este caso, la línea de la lacería, tal y como se dispone en su recorrido por los alicatados, si observamos las intersecciones de unas con otras, están dispuestas de modo que aparentemente no son continuas, se cortan en los bordes en determinados momentos, sin embargo, su construcción, es la misma que la de Giuseppe Peano, siguiendo la teoría de conjuntos, y llenando el cuadrado.

Mocárabes. Esta superficie porosa, que se repliega sobre sí misma, dando lugar a numerosísimas concavidades y convexidades, daría lugar a pensar en cierta tridimensionalidad de estas complejas superficies (teniendo en cuenta, claro está, sólo la superficie que se descubre a los ojos del espectador, y no como ensamblado de piezas volumétricas). A este respecto, podríamos relacionarlos con los fractales de la pirámide de Sierpinsky y los polvos de Cantor.

Pues bien, en las cúpulas de mocárabes podríamos decir que destaca la idea de volumen unitario que se divide en un número virtualmente ilimitado de fragmentos. Esta fragmentación del espacio presenta analogías con las teorías atomistas profesadas por la mayoría de los filósofos y teólogos del islam. El universo para ellos, así como la materia, el tiempo y el espacio es un ensamblado de átomos sometido en cada objeto y en cada momento a la voluntad divina de Allah.

    
geometría fractal en la cúpula de la Sala de las Dos Hermanas

Así, podemos percibir esta fragmentación de volúmenes en las cúpulas de la Sala de las Dos Hermanas, en el Palacio de los Leones, y en la del Salón de Embajadores, en el Palacio de Comares, (aunque en esta última no sean los mocárabes los elementos ensamblados), como la manifestación arquitectónica de una concepción del universo. Los trazados de ambas cúpulas muestran la rigurosa estructura que rige esta imagen del mundo, del mismo modo que las leyes de la astronomía rigen el aparente caos del movimiento de los cuerpos celestes.