vista exterior de la Torre de la Prisión en la Alhambra |
La llamada Torre de la Prisión se encuentra en la muralla meridional de la Alhambra, en el lienzo sur, entre dos de las más importantes puertas del recinto amurallado, la Puerta de la Justicia y la de los Siete Suelos. Puede decirse que es la torre más importante de este sector por su flanco. Su nombre, conservado durante siglos, obedece a su función, tanto en la época islámica como en la cristiana: servir de prisión del tribunal criminal y civil de la ciudad nazarí de la Alhambra.
Esta Torre de la Prisión está cubierta por el baluarte denominado Baluarte del Olivo o de la Torre de las Cabezas. Este baluarte, construido con posterioridad a la torre ya en época posterior cristiana, ha provocado que se le considere, erróneamente, como un elemento unitario y que adoptase el nombre de la Torre de las Cabezas debido a las gárgolas talladas en piedra con formas antropomorfas (dos de ellas barbadas) situadas en las aristas de la parte superior para evacuar el agua de lluvia evitando que se acumulase sobre la plataforma.
Se trata de un conjunto formado por la torre nazarí de planta rectangular, que está unida en uno de sus lados cortos con el adarve del lienzo sur de la muralla y frente a la torre se añadió posteriormente el mencionado Baluarte de forma pentagonal. Se diferencia del resto en su planta pentagonal y que, al ser más ancho que la torre nazarí, la envuelve en su parte occidental enrasándose a ella en la parte oriental. En los peldaños de las escaleras de acceso al Baluarte se reutilizaron lápidas funerarias conocidas como macabrillas.
muralla de defensa que acompaña a la Torre de la Prisión |
El Baluarte sobresale de la línea de muralla nazarí casi veintiocho metros. El grosor de sus muros de hormigón de cal con guijarros, enfoscados y encalados al exterior, es considerable midiendo dos metros y medio en su parte más alta y tres en la base. La altura de su escarpa es de diez metros y medio, adaptándose a las formas modernas de lucha artillera, protegiendo la base de la torre nazarí. El acceso al interior de este Baluarte estaba cerca de la muralla, protegido por ella y consiste en una prolongada escalera, transformada posteriormente en el siglo XVI por el gran número de macabrillas del que dispone.
La prisión, distribuida en el interior de varias plantas, disponía de celdas separadas por género para hombres y mujeres y, dependiendo de la categoría social de los reclusos, establecía diferentes calidades en sus calabozos. Además de pequeñas dependencias para el personal de custodia, hubo al parecer una sala de tortura en la que eran sometidos los presos para sonsacar información o declaraciones de culpabilidad. En cualquier proceso de tortura era imprescindible la presencia del alguacil mayor de la Alhambra, y a veces se exigía la asistencia de autoridades mayores.
interior del Baluarte del Olivo en la Torre de la Prisión, Alhambra |
En la prisión no había desahogo ninguno: camas, colchones, ropa, e incluso alimentos, debían ser suministrados por los familiares o amigos de los reclusos. Quienes eran alimentados por la propia administración de justicia tenían que saldar la deuda que se generaba por dicha manutención, lo cual provocaba, en muchos casos, que se alargase la estancia en prisión. El cumplimiento de la condena, con la consecuente liquidación de las deudas contraídas era la forma más común de abandonar la prisión.
Si la capacidad económica del preso lo permitía, se podía sobornar al carcelero, quien también podía chantajear al preso o permitirle salidas breves del presidio para dormir o asearse. Se permitía, en algunos casos, que personas de la misma condición social pudieran encargarse de la vigilancia externa del preso, actuando como sus fiadores o avalistas. En el archivo de la Alhambra se conservan abundantes descripciones de las desventuras pasadas por los presos en ella, de la arbitrariedad de sus vigilantes y de la insalubridad de sus dependencias.
Los cautivos procedían de lugares diversos y con el paso de los siglos presentaban diferentes circunstancias. Si durante el reinado nazarí era habitual que hubiese presos que habían cometido algún delito (asesinato, robo, deserción, impago de impuestos, etc) con la llegada de los cristianos, el número de moriscos tuvo cada vez más presencia en la cárcel. Muchos motivos justificaban su ingreso. Si intentaban pasarse a Barbería, si no pagaban los impuestos, si tenían relación con los monfíes, hasta acusaciones peregrinas como la recolección de hierbas silvestres.
interior de la Torre de la Prisión en Alhambra |
No debió tratarse de una prisión muy segura, pues a menudo los encarcelados hallaban el apoyo de otros moriscos para evadirse. Hubo incluso náufragos turcos de las cercanas costas mediterráneas que conocieron esta prisión de la Alhambra. A partir del siglo XVI, marqueses, condes, caballeros y clérigos también conocieron aquí el encierro, aunque se procuraba situarlos en zonas más altas, menos insalubres y pestilentes debido a una mejor ventilación.
Actualmente la torre se encuentra macizada hasta la azotea, seguramente debido al peligro de derrumbe tras las voladuras por las tropas de Napoleón a principios del siglo XIX. Las últimas referencias documentales a esta Torre de la Prisión datan precisamente de mediados del siglo XIX, fecha en que seguramente debió dejar de usarse como tal. Fue finalmente reparada y consolidada su estructura en la segunda mitad del pasado siglo.
ascenso a primera planta en la Torre de la Prisión |
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