Andújar

torreón y tramo de muralla en la calle de la Silera de Andújar

Andújar, municipio de la provincia de Jaén, se encuentra situada a 45 km de su capital y es cabecera de la actual comarca Campiña de Jaén. Posee la mayor extensión de toda la provincia y su término está dividido por el río Guadalquivir, contando con dos zonas bien diferenciadas. Al norte, el actual Parque Natural de la sierra de Andújar perteneciente a Sierra Morena, y al sur la vega y la campiña. Al encontrarse bien comunicada, hoy es la tercera ciudad más poblada de la provincia. 

Según recientes estudios arqueológicos, el primer asentamiento de una forma notoria en la zona fue de los oretanos, pueblo íbero, fundando la antigua Isturgi, en el lugar que hoy ocupa la pedanía de Los Villares de Andújar. Todo indica que fue una ciudad floreciente al abrigo de la producción y comercio de la cerámica romana alto-imperial, siglos I y II, actividad ayudada por su espléndida situación junto a la primera vía fluvial en importancia de la provincia, el río Betis. Dicha ciudad aparece mencionada entre otras del reino visigodo como Sturgi. 

Con la llegada del islam, la población que allí aún vivía posiblemente se trasladó hasta la cercana y actual Andújar, donde ya con anterioridad existió probablemente un pequeño asentamiento rural íbero-romano. Tras la Batalla de Guadalete llevada a cabo en el año 711, la población fue definitivamente trasladada desde Los Villares de Andújar el año siguiente, cuando se produjo la conquista del lugar por Tarik, quien camino de Toledo tomó la zona integrándose el lugar poco después en la kura de Jaén. 

El nombre árabe de Anduxar surgió por primera vez durante el emirato omeya cordobés de Muhammad I en el año 853 y posiblemente proviene del topónimo ibérico que significa Abundancia de agua, derivando después en Andújar. En ese año, dicho emir envió contra el valle del Jándula a Qasim Ibn Al-Abbás y a Tammán Ibn Abi Attaf, jefe de la caballería, y junto a ellos a los hasans. Al parecer, al hacer alto en Anduxar salieron contra ellos los emboscados toledanos, trabándose el combate y creciéndose la matanza. Qasim y Tammán fueron derrotados y entonces se saqueó cuanto había en el campamento. 

restos de muralla almohade en la ciudad de Andújar

En el año 888, el emir cordobés Abd Allah I ordenó al entonces gobernador de la kura de Jaén, Ubayd Allah Ibn Muhammad Ibn Al-Gumar, el refuerzo de las murallas de varias poblaciones, entre ellas las de Anduxar que posiblemente había sido levantada en época romana. El emir disponía también que se concentrase la población dentro de ella, como consecuencia de los ataques que sufrían los campesinos de la campiña por parte de la nobleza hispano-árabe levantisca. Con la construcción del hisn, Andújar se convertía en uno de los principales centros defensivos de la región, cuando hasta entonces había sido una más de las numerosas aldeas campesinas que salpicaban las tierras del Guadalquivir.

Estando lejos de la frontera con los cristianos del norte y cerca de la capital emiral, Córdoba, la ciudad de Andújar se consolidó como un importante núcleo de población. Las actividades agropecuarias fueron entonces mejor aprovechadas, la fertilidad del suelo se incrementó con la introducción del regadío y la miel y la seda fueron dos importantes productos. En el plano artesanal, será la alfarería su industria más prolífica. A medida que la frontera se movía hacia el sur, la situación militar y estratégica de la zona fue creciendo en importancia en ambos bandos y esta ciudad era la llave para la conquista del valle del Guadalquivir.

Andújar fue conquistada por las tropas cristianas del rey Alfonso VII de León en el año 1147, aunque a su muerte -una década después- la recuperaron los musulmanes por lo que estuvo en manos cristianas de forma efímera. Aún así, este aviso cristiano tendría gran importancia, pues alertados los almohades con su casi reciente poder fortificarían la ciudad magníficamente, obedeciendo a un plan verdaderamente serio en cuanto a ingeniería. Utilizando el cal y canto como material de construcción rearmaron las defensas de las que aún quedan algunos vestigios en la ciudad.

De este modo, la ciudad de Andújar pasó a tener entonces un perímetro aproximado de 1750 m, contando con cuarenta y ocho torreones, cuatro grandes torres ochavadas en las esquinas, siete puertas de acceso que terminaron por ampliarse a doce, una torre albarrana en el lado noreste, antemuro en el lado suroeste, terraplén y fosos de forma que hacían al recinto inexpugnable. En el lado norte destacaba la figura del castillo y este contorno amurallado encerró lo que hoy en día es el casco antiguo de la ciudad.

torreón almohade y Fuente Sorda en Andújar

Tan sólo cinco son los torreones almohades que han llegado hasta nuestros días. Así encontramos el torreón de Tavira, en el actual paseo de la Feria, el torreón de la Fuente Sorda, en el paseo de Colón, estando estos dos torreones recubiertos de piedra desde el siglo XIII y XV respectivamente. Otros dos torreones con lienzo de muralla en la actual calle de la Silera y el otro torreón restante se encuentra en la calle del Hoyo, estando estos últimos visibles en su material primitivo de cal y canto.

En el invierno del año 1170, el fuerte terremoto en Constantinopla afectó a algunas zonas peninsulares dejándose sentir con graves efectos en Andújar. Fue narrado por el iraquí Ibn Sahib Al-Sala "duró en la ciudad de Anduxar por espacio de días, hasta que casi desapareció y se la tragó la tierra". En efecto, esta ciudad sufrió durante algunos días movimientos de tierra, lo que dejó la muralla gravemente destruida y los almohades la reconstruyeron posteriormente. De hecho, la muralla de Andújar puede catalogarse sin duda dentro de la arquitectura defensiva almohade, siendo muy similar a la muralla sevillana o la muralla cacereña.

En el siglo XIII, durante las llamadas terceras taifas, el autoproclamado emir de la ciudad de Baeza, Abd Allah Al-Bayyasi, es decir, El Baezano, llegó a controlar gran parte de las actuales provincias de Jaén, de Córdoba, así como la zona fronteriza del sur de Badajoz y Ciudad Real. Al-Bayyasi, que se había declarado vasallo del rey castellano y leonés Fernando III el Santo apoyando a éste en diversas campañas contra otros emires musulmanes, en el año 1225 entregó al citado rey cristiano, entre otros, los castillos de Andújar y de Martos.

Algunos autores sostienen que esa entrega de estos castillos fue realizada en otro momento pero en cualquier caso, a continuación de tener lugar dicha entrega, el rey de Castilla y León encomendó la tenencia de las fortalezas de Andújar y Martos, cuyas rentas ascendían a cincuenta mil maravedíes alfonsíes, a Álvarez Pérez de Castro el Castellano, señor de la casa de Castro. Al mismo tiempo, en la zona se asentaban tropas cristianas de la Orden de Santiago y la Orden de Calatrava, siendo la ciudad organizada como Concejo.

plano de murallas de Andújar confeccionado en el siglo XVII

Desde que fue entregada al rey Fernando III, la localidad de Andújar se convirtió en el punto de reunión de los ejércitos cristianos que combatían al sur de Sierra Morena custodiando desde ella la entrada al sur peninsular por Puertollano y el río Jándula. El citado Álvarez Pérez de Castro desempeñó la tenencia de las fortalezas de Martos y Andújar entre septiembre del año 1225 y enero de 1227, fecha en que deja de aparecer como poseedor de dichas fortalezas en los documentos regios. Desde que tomó posesión de ellas, comenzó a realizar incursiones de devastación y saqueo en las tierras que rodeaban sus castillos y que permanecían leales al gobernador almohade de Sevilla.

Álvarez Pérez de Castro, como jefe militar de todas las fuerzas de la frontera, recibió del entonces gobernador sevillano, Abu Al Ulá Idris (futuro último califa almohade conocido como Al-Mamún), la oferta de 300.000 maravedís de oro, a cambio de que respetara sus tierras por un año. De este modo, el rey Fernando III aceptó la oferta y gracias a ello pudo talar impunemente las tierras de Jaén, repartiendo las mismas entre sus nobles. El gobernador sevillano, mientras, reunió un ejército con tropas reclutadas en Córdoba, Sevilla, Jerez de la frontera y Tejada pero fue derrotado por Pérez de Castro en una batalla campal en la que los almohades sufrieron graves pérdidas.

De esta forma, la mayoría de las villas situadas entre Sevilla y Córdoba, a fin de evitar los ataques cristianos, reconocieron a Al-Bayyasi o El Baezano como su señor, pues era aliado del rey cristiano. La población musulmana de Andújar, junto con la de Martos y Baeza, abandonó estas ciudades a finales del año 1226 coincidiendo con la muerte por traición de Al-Bayyasi. En el siguiente año, el rey Fernando III el Santo nombró a López Díaz de Haro como tenente de Baeza y los primeros pobladores cristianos comenzaron a llegar a Andújar y al resto de localidades de la zona alrededor del año 1228.

En el mismo siglo XIII en Andújar, la iglesia actual de Santa Marina fue consagrada al cristianismo, emplazándose sobre el solar de la que había sido la antigua mezquita de la ciudad andalusí, en el actual centro histórico urbano de la ciudad y, por tanto, en el interior del recinto amurallado. Construida originalmente en estilo gótico, sufrió importantes transformaciones en el posterior siglo XVII dando como resultado un armonioso conjunto de volúmenes interiores y un aspecto exterior de tintes mudéjares.

restos del torreón de Tavira en Andújar

En el interior de la iglesia, la nave central se cubre mediante una bóveda de cañón con lunetos dividida en cinco tramos mediante arcos fajones y decorada por unas finas cenefas de yesería de color ocre que recorren las aristas de los lunetos, los arcos y la línea de impostas. En las claves de los lunetos se integran estrellas de ocho puntas y rombos en los tímpanos. Las naves laterales, de menores dimensiones, se separan de la central mediante arcos formeros de medio punto apeados sobre pilares cuadrados de aristas planas.

En el año 1389, el rey Juan I de Castilla y León (nieto por parte paterna del también rey Alfonso XI de Castilla y su amante, Leonor de Guzmán) cedió la ciudad de Andújar al rey León V de Armenia mientras viviera, sin derecho a sucesión. Los mamelucos habían hecho preso a éste en El Cairo y, gracias a las gestiones de un franciscano secretario suyo, el rey castellano Juan I medió por su liberación y en Castilla le agasajó con todo tipo de honores. Asistió a la solemne boda del rey con doña Beatriz en la catedral de Badajoz, participando como testigo, y el rey de Castilla le concedió el señorío de Madrid, Andújar, Guadalajara y Ciudad Real junto a una renta de 150.000 maravedíes.

En la guerra civil organizada entre el rey Enrique IV de Castilla y su hermanastro Alfonso, siendo éste hermano de la futura reina Isabel I de Castilla, la ciudad de Andújar permaneció fiel al entonces legítimo rey Enrique y en agradecimiento a dicha fidelidad en el año 1466 éste añadió a Andújar el título de muy noble y muy leal al que ya tenía de ciudad otorgado por su padre el también rey Juan II de Castilla. Con la citada reina Isabel la Católica llegarán a Andújar los corregidores, siendo en 1478 nombrado Francisco de Bobadilla, el mismo que mandaría derribar las fortificaciones y cumplir el mandato real. 

El crecimiento de la ciudad de Andújar en la Edad Media, sin duda, superó a sus murallas. Se construyeron calles a lo largo de las mismas y ciertas casas se apoyaron en las propias murallas para levantarse. Por otra parte, la agrupación andalusí en gremios de obreros por calles es un fenómeno que hoy aún queda patente en el ensanche correspondiente a Puerta del Sol, donde encontramos calle Ballesteros, Notarios, Maestras, Mesones, etc y en el ensanche de San Bartolomé, donde encontramos otros oficios como calle Meloneras, Vendederas, Astilleros, etc.

placa cerámica representando la muralla andalusí de Andújar

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