castillo de Burgalimar

vista aérea del castillo de Burgalimar dominando hoy campos de olivos

El llamado castillo de Burgalimar, situado en la localidad de Baños de la Encina, al norte de la provincia de Jaén en Sierra Morena, es el castillo conservado más antiguo de la península, ya que data del año 968, y el segundo más antiguo de la Unión Europea solo por detrás del castillo de Gormaz en la provincia de Soria. A pesar de su antigüedad, hoy en día sigue siendo una de las fortalezas musulmanas mejor conservadas. Su nombre procede del árabe Bury Al-Hammam, por lo que es traducido como Castillo de Los Baños.

Se trata de una fortaleza de época omeya, construida en el siglo X califal sobre el pequeño Cerro del Cueto que domina la localidad ya mencionada de Baños de la Encina y, por ende, todo el paisaje que le rodea así como el río Guarromán. Está flanqueado por una robusta y almenada muralla con catorce torres, más una decimoquinta Torre del Homenaje de factura cristiana. La fortaleza se encuentra, a su vez, acogida por otros importantes emplazamientos históricos, como así lo son las ruinas de la ciudad romana de Cástulo.

Excavaciones arqueológicas realizadas en el interior del castillo también han puesto al descubierto restos de recintos amurallados que evidencian la existencia bajo la fortaleza de un asentamiento de la edad del Bronce. Durante las mismas excavaciones se han descubierto además un oppidum del siglo IV, un mausoleo de época romana y después una fase medieval. Este castillo de Burgalimar apenas ha sufrido daños, ya sean causados por el tiempo o la acción humana, por lo que representa un ejemplo perfecto de fortaleza musulmana del siglo X. 

vista del castillo de Burgalimar desde su lienzo sureste

Constituye, de este modo, el conjunto fortificado mejor preservado de la época del califato de Córdoba, contando con un inestimable valor histórico y artístico. Fue levantado en una región importante y estratégica, justo en la entrada del valle del Guadalquivir y, por lo tanto, de la actual Andalucía. Fue el califa cordobés Al-Hakén II, hijo y sucesor del califa Abd Al-Rahmán III, a quien se le atribuyó la orden de su construcción a raíz de la transcripción de una lápida fundacional depositada hoy en el museo arqueológico nacional. Finalmente, esa lápida resultó ser originaria del castillo de Talavera.

Según la teoría tradicional omeya, los trabajos en este castillo de Burgalimar se iniciaron en el año 968, correspondiendo al año 357 de la Hégira, como lo demuestra la inscripción grabada en la puerta y sería contemporánea a la edificación de fortalezas similares en la región tales como el castillo de El Vacar, en la provincia de Córdoba, peor conservado. Según las crónicas de la época, el califa cordobés ordenó levantar varios recintos fortificados de idénticas características a lo largo del camino que conducía de Sierra Morena hacia Córdoba.

Estas fortificaciones servían para alojar a las tropas califales, esencialmente compuestas por mercenarios magrebíes, que se dirigían hacia la cabecera del río Duero en el castillo de Gormaz, en la provincia de Soria, al norte de los territorios de Al-Ándalus, ya que dicho castillo soriano se utilizaba para llevar a cabo las razzias contra los reinos cristianos del norte, siendo expediciones de saqueo casi anuales en especial bajo el mando de Almanzor. No obstante, esta línea de fortificaciones construidas en esta época califal no iban dirigidas a objetivos defensivos, pues la península entonces atravesaba por un largo período de paz.

torres del castillo y transcurso del río Guarromán

Sin embargo, los estudios arqueológicos realizados recientemente en este lugar datan la mayor parte de la construcción de este castillo durante el siglo XI, concretamente tras el hundimiento y la separación del califato de Córdoba en múltiples reinos de taifas, considerándose restaurado en época almohade. Reforzaron las defensas levantando un doble cerco de murallas para resistir el acoso cristiano. En esta época, este castillo de Burgalimar atraviesa períodos difíciles y se convierte en objeto de continuas y feroces luchas entre musulmanes y cristianos, viendo estos últimos en él una pieza clave para acceder al sur peninsular. 

En cualquier caso, el rey Alfonso VII de León el Emperador se lo arrebata a las tropas musulmanas en el año 1147 pero, después de su muerte acaecida en 1157, la fortaleza de Burgalimar vuelve de nuevo a manos islámicas. El rey Alfonso VIII de Castilla y el rey Alfonso IX de León llegan a recuperar el castillo posteriormente en el año 1189, sin ser éste un éxito definitivo. También lo conquistaron los reyes Alfonso VIII de León, Pedro II de Aragón y Sancho VII el Fuerte de Navarra, pero tan sólo tres días después de la cercana batalla que tuvo lugar en Las Navas de Tolosa en el año 1212, que acababa de enfrentar a tropas cristianas contra tropas almohades, la fortaleza volvió a ser de dominio musulmán. 

Posteriormente, el rey castellano Fernando III el Santo da un impulso decisivo a su ataque esperando reconquistar el sur de la península de forma que este castillo pasa definitivamente, en el año 1225, al dominio y control cristiano. Según la tradición, en el año 1189 este futuro rey de Castilla había nacido entre sus muros. Bajo su reinado, lo cede al entonces arzobispo de Toledo y su defensa y guardia se confiaría a la Orden de Santiago, muy implicada en operaciones militares del sur peninsular. Poco tiempo después, el mismo rey Fernando III integra el pueblo de Baños de la Encina en la jurisdicción de la ciudad de Baeza.

la llamada Plaza de Armas en el interior del castillo de Burgalimar

En junio del año 1246 se le otorga término propio, siéndole concedidos diversos privilegios que fueron confirmados por los reyes cristianos posteriores. La localidad, y por lo tanto su castillo de Burgalimar, dependerían de la citada ciudad de Baeza hasta el año 1626, fecha en la que Baños de la Encina obtiene la condición de villa. Aún siendo así, el castillo cambiaría de manos entre la entrega del rey castellano en el siglo XIII hasta el siglo XVII. De hecho, durante el siglo XIV, habría sido reorganizado el espacio interior del castillo con la edificación de un pequeño fortín sobre la Plaza de Armas, protegido éste por una muralla interior.

Cabe detallar que, durante el siglo XV, tanto la villa como este castillo de Burgalimar tuvieron gran importancia durante los duros enfrentamientos entre partidarios del rey Enrique IV de Castilla, comandados por el citado Miguel Lucas de Iranzo, y partidarios de su hermano paterno el príncipe Alfonso, siendo los maestres de Calatrava y Santiago representados por el marqués de Villena junto al hermano de éste, Pedro Girón, quien ostentaba los títulos de primer señor de Utrera y Osuna. Éste último pretendía casarse con la hermana del príncipe y del propio rey, quien sería más tarde coronada como reina de Castilla y conocida como Isabel I de Castilla, la Católica.

Concretamente, en el año 1458, en pleno período de dichas disputas nobiliarias en la corte del reino castellano, el rey Enrique IV de Castilla cede esta fortaleza junto con Linares a su condestable Miguel Lucas de Iranzo, pero la decisión provocó rechazo y malestar en la población que se negaba a cambiar de jurisdicción. Poco después, en el año 1466, el entonces regidor de Baeza toma este castillo de Burgalimar y lo devuelve a los partidarios del rey. Es en aquella época, con la construcción de la Torre del Homenaje alrededor de uno de los bastiones originales musulmanes, cuando se modifica la fisonomía de la fortaleza. 

pequeño fortín en la Plaza de Armas y vista interior de Torre del Homenaje

Durante siglos, este castillo ha estado emplazado en el antiguo camino del Puerto del Muradal, que se utilizaba antes de que Despeñaperros se convirtiera en el paso desde La Mancha a Andalucía a finales del siglo XVIII. Con la invasión napoleónica, las tropas francesas se apropiaron del lugar sufriendo las consecuencias y desde entonces, hasta el año 1828, su patio serviría de cementerio parroquial. Más recientemente se emprenderían labores de restauración, siempre bajo tutela de la dirección de Bellas Artes. Actualmente, el castillo de Burgalimar pertenece al ayuntamiento de Baños de la Encina. 

De apariencia sobria, esta fortaleza se presenta bajo la forma de un perímetro con forma elíptica, contando con 100 metros en su eje mayor y 46 metros en su eje menor, estando punteado de catorce torres cuadrangulares de estilo califal y de igual altura sobrepasando apenas la silueta de la muralla. También encontramos una torre pentagonal que adopta esta forma por la necesidad de adecuarse al quiebro que realiza la muralla en esa zona. El conjunto de estas catorce torres, severas y próximas entre sí, le confieren el carácter defensivo. 

Tanto las murallas como las torres de este castillo están coronadas de almenas o merlones y perforadas por aspilleras. Las torres disponen todas ellas de tres pisos e incluso de cuatro si éstas se sitúan en un terreno más bajo. También cabe señalar que las torres en este castillo son muy salientes para cubrir lateralmente a los atacantes, siendo esto ejemplo de arquitectura militar y una novedad del siglo X. Están cubiertas con bóveda de cañón y su primer piso se sitúa a la altura del Patio de Armas y el más elevado a la altura del adarve, con el otro piso intermedio. 

vista exterior de torres del castillo de Burgalimar

Las torres de este castillo en su interior están huecas, aunque en su forma original eran torres macizas, siendo en época cristiana cuando se le abrieron huecos. Cada planta de la torre tiene su puerta independiente y desde la planta superior se podía subir a la terraza mediante una escalera interior. El suelo de cada piso debía ser de madera apoyada en vigas, como se deduce de las hendiduras visibles donde descansaban. En cada planta se abren las saeteras, faltando a veces éstas en la planta baja así como debajo de los merlones. 

Por su parte, la torre adicional, la ya mencionada Torre del Homenaje también llamada Almena Gorda, sería edificada en el siglo XV siendo una modificación cristiana de una torre original y es que, de hecho, los castillos musulmanes no disponen de esta clase de torres. Esta torre, imponente, resalta sobre el resto de las torres del castillo por sus dimensiones y representa el poder de su ocupante. Es más, su propia posición lo demuestra, pues no se dirige hacia el paisaje de la campiña sino hacia el pueblo, para su control, revelando su utilización simbólica fiel a la costumbre feudal de la época. 

Las murallas presentan dos entradas con acceso a su interior. La primera se compone de una puerta soberbia situada en el costado meridional, hacia el sureste, entre las dos torres más apretadas y presenta dos grandes arcos de herradura a modo de hornacina, sobre los cuales se dispone un matacán que la reforma ha ocultado. Enfrente se encuentran los restos de una más que posible torre barbacana posiblemente también de época califal. Hasta hace poco se venía repitiendo que esta estructura de entrada resultaba excepcional, dado que permitiría un acceso directo, no teniendo el característico recodo defensivo tan propio de la arquitectura musulmana.

puerta principal del castillo hacia el sureste

Sin embargo, las excavaciones arqueológicas han permitido conocer la existencia de la edificación justo enfrente de esta primera entrada y que, sin duda, obligaría a girar en ángulo recto a los posibles atacantes. El segundo acceso, más modesto, está situado sobre el costado norte de la muralla y se trata de un postigo de poca altura sólo para el paso de personas. Seguramente contaba con puerta de madera y se trataba de un vano adintelado. Las murallas rodean el Patio de Armas, en el que se halla también un aljibe cubierto por un bóveda de medio cañón y que está dividido en dos naves separadas por pilares. A este gran patio se accede por la puerta que mira al este, es decir, por la primera entrada mencionada.

Además de la Torre del Homenaje en el extremo nororiental de la muralla, también se observa otra modificación de la época cristiana y que ya fue anteriormente mencionada. Se trata de vestigios de un pequeño fortín dentro del recinto. Existía un alcazarejo circular o torreón imponente rodeado mediante la creación de una muralla interior, unida al recinto exterior por dos lienzos de pared. De esta obra, que dividía en dos partes la Plaza de Armas, sólo subsisten la base del fortín y fragmentos de dos lienzos que unían ésta con los muros laterales. Por otra parte, los materiales de construcción que se usaron son bastante elementales. 

La materia prima es una mezcla denominada tapial, similar al adobe, que está hecha a base de arcilla, arena, cal y piedra cruda, con la que se confeccionaron los ladrillos que finalmente irán superpuestos unos sobre otros. La cal garantiza la robustez del edificio y esta técnica responde a la necesidad básica de levantar con rapidez las fortificaciones, explicando el color específico del recinto que oscila entre el pardo y el rojo. Podría decirse que fue construido en tabiyya o tapial rojizo, material típicamente árabe, mucho más rápido y barato que las cuidadas obras de mampostería o sillares.

vista de torres y puerta principal de acceso al castillo de Burgalimar

El conjunto estaba enlucido con mortero de arena y cal sobre el que se grabaron pinturas que recubrían los muros, imitando fuertes sillares de piedra con el fin de ocultar su pobre material e impresionar al enemigo. Sólo la Torre del Homenaje, más tardía, se levantó con otros métodos siendo edificada en mampostería irregular con un estilo semejante al de las fortificaciones góticas. Tiene forma semicilíndrica al exterior y está estructurada en dos cuerpos cubiertos por bóveda de cañón apuntada y esquinas exteriores redondeadas para eludir los efectos de la artillería. 

Cabe señalar que a este castillo de Burgalimar también se le conoce como la fortaleza de los siete reyes ya que en él estuvieron Alfonso VII, Alfonso VIII y Alfonso IX como reyes de León, Pedro II de Aragón, Sancho VII de Navarra, Fernando III de Castilla y Fernando II de Aragón. Por otra parte, desde el año 1969 tiene el privilegio de hondear en su Torre del Homenaje la bandera azul coronada de estrellas del Consejo de Europa, privilegio que le otorgó la Comunidad Europea con motivo del milenio de la construcción del castillo, algo que sólo sucede en este lugar y en el castillo de Florencia, en Nápoles.

Hoy este castillo se emplaza en la llamada Ruta de los Nazaríes, siendo una ruta turística que une Navas de Tolosa con Granada. La ruta recorre la mayor parte de las tierras fronterizas, entre las provincias de Jaén y Granada, que formaban la línea defensiva musulmana del reino nazarí de Granada y la línea cristiana de la corona de Castilla, durante los siglos XIII y XIV. Esta ruta está caracterizada por el belicismo, recogiendo la mayor concentración de fortificaciones militares existente en Europa presentando numerosas atalayas, fortificaciones y castillos que fueron escenario de lucha territorial.

vista nocturna del imponente castillo de Burgalimar en Baños de la Encina

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