castillo de Gormaz

vista del castillo de Gormaz durante la primavera en Soria

El castillo de Gormaz, fortaleza musulmana situada junto al municipio del mismo nombre, en la actual provincia de Soria, comenzó a construirse en el siglo IX durante el califato de Córdoba y su levantamiento se produjo sobre los restos de un asentamiento anterior. Está ubicada a 64 km de la capital de provincia, Soria, y llegó a ser la fortaleza europea más grande de su época, con un perímetro amurallado de mil doscientos metros, 446 m de largo, 28 torres y una forma muy alargada en dirección este-oeste.

Las primeras manifestaciones de la ocupación del cerro de Gormaz se dieron en la Edad de Bronce, por parte de pequeños grupos ganaderos. El nombre de Gormaz proviene de Vormatio/Bormatiu, procedente del dios Borbo-Bormanus, divinidad de las fuentes y manantiales termales. Cerca del cerro, de hecho, se encuentra el paraje de Fuentes Grandes, siendo el acuífero de Gormaz el más importante de toda la provincia de Soria. Cerca del castillo, el puente que cruza el río Duero -con dieciocho ojos- es de origen romano, aunque fue reconstruido por los musulmanes. 

vista del castillo de Gormaz desde la ribera del río Duero

El castillo queda enclavado a escasa distancia de la margen derecha del río. Gormaz, su entorno, el conjunto que congrega y su fortaleza califal que señorea el territorio, constituyen sin duda el paisaje histórico medieval más relevante de Castilla. Esta fortaleza, no en vano, es calificada por los historiadores como la mayor construcción defensiva de la Baja Edad Media en Europa. Probablemente, el origen del primer asentamiento en este lugar tenga relación con la existencia de un vado, un paso natural sobre el Duero, y posteriormente el río fue frontera entre los reinos peninsulares. 

Desde lo alto del cerro donde se encuentra, en la primitiva fortaleza, la vigilancia sobre dicho vado y el territorio garantizaba el control de toda la zona. La construcción primitiva de este castillo comenzó en el lado noroeste del cerro cretácico, donde primeramente se levantó una pequeña fortaleza. Esta fortaleza fue conquistada por los cristianos en el año 912 y volvió a manos musulmanas durante el califato de Al-Hakén II, segundo califa cordobés, quien ordenó a su general Gálib la ampliación de este castillo, tarea que se emprendió entre los años 955 y 956. 

vista aérea del castillo de Gormaz en la provincia de Soria

La situación de este castillo y sus excelentes condiciones de visibilidad, como se ha dicho, permitían controlar una de las rutas de acceso hacia el norte y el río Duero, siendo una de las posiciones estratégicas más codiciadas tanto por musulmanes como por cristianos durante los siglos IX y X. El castillo se convirtió entonces en pieza clave de la defensa musulmana así como de las razzías contra los reinos cristianos del norte y contribuyó a mantener a los cristianos alejados de Medinaceli, que fue bastión de la Marca Media desde el año 946. 

En el año 974 comenzó una campaña que encaja con la ruptura de la tregua entre cristianos y musulmanes, propiciada por el conde de Castilla, García Fernández, y demás mandatarios cristianos. Es posible que dicha campaña fuese provocada por la marcha del general Gálib a territorios del Magreb, donde fue enviado por el califa cordobés Al-Hakén II para calmar las rebeliones que venían sucediéndose. Aprovechando esta circunstancia, en el año 975, el citado conde García Fernández decidió el asedio a Gormaz.

vista de la fortaleza de Gormaz durante el invierno

Así, el conde castellano, aliado con el rey Sancho II de Pamplona, de la dinastía Jiménez, y con el rey Ramiro II de León (apodado por los musulmanes el Diablo, por su ferocidad y energía), asedia este castillo pero, mientras lo hace, es atacado por un ejército de rescate al mando de Gálib, quien repentinamente regresaba al norte de Al-Ándalus tras haber asegurado las plazas de Ceuta y Tánger, situadas al norte del extenso califato fatimí del Magreb. Ante el ataque por sorpresa del conde castellano García Fernández a Deza, el califa devolvió a Gálib a Medinaceli para dirigir las represalias en verano del año 975.

Cercado el castillo de Gormaz, Gálib acudió acompañado de los gobernadores andalusíes de Zaragoza y Lérida en auxilio de la plaza, que resistía los asaltos de castellanos, leoneses y navarros. Tras pasar por Barahona y Berlanga de Duero, derrotó a los sitiadores y volvió a vencerlos cerca de Tudela, en Estercuel, por tanto, el ejército cristiano sufrió una humillante derrota siendo todos ellos replegados hasta Langa de Duero. En julio de ese mismo año, el general informó a Córdoba de estas victorias sobre los cristianos y es que Gálib libró diversos combates contra los cristianos y le fueron generalmente todos favorables.

vista de ladera y lienzo norte de la muralla del castillo de Gormaz

Cabe señalar que Gálib, exitoso jefe militar del califato cordobés, era de origen eslavo y sirvió a los tres primeros califas de Córdoba (Abd Al-Rahmán III, Al-Hakén II e Hisham II) al haber ser liberado de la esclavitud por el primero de ellos. Gálib ya en el año 956 había inflingido una dura derrota a la flota cristiana, pero llegó a su máximo prestigio con Al-Hakén II y es citado como general en los Anales del Califato, donde se le alaba como hombre de acción, temeroso de Allah, fiel a su señor el califa y respetuoso con los vencidos, mostrando hacia ellos lo que en la época -y en la cristiandad- se denomina actitud de caballero.

El conde vuelve a intentar de nuevo la conquista de este castillo de Gormaz en el año 978, esta vez con éxito, y lo mantiene en su poder hasta el año 983, cuando lo toman las tropas al mando del afamado Almanzor, el hayib del joven califa Hisham II, quien antes había vencido al conde de Castilla y al rey Sancho II de Pamplona en Rueda. Permaneció entonces en poder de los musulmanes hasta su conquista definitiva en el año 1060 por parte del rey Fernando I de León el Grande, merced a una serie de acuerdos con los ya debilitados reyes de taifas. 

vista de puerta principal de acceso en el lienzo sur del castillo de Gormaz

El conocido Rodrigo Díaz de Vivar, llamado el Cid o Señor en árabe, fue precisamente el señor de Gormaz, equivalente a su alcaide, desde el año 1087. Históricamente, Gormaz parece haber jugado un papel importante en la vida de el Cid. En la primavera del año 1081, el rey Alfonso VI de León el Bravo entró en las tierras de la taifa de Toledo con el fin de restaurar al frente a su rey depuesto, Al-Qadir. El Cid no acompañó entonces a su rey, quedándose en Castilla al encontrarse enfermo. Por entonces se tuvo noticia de un duro ataque islámico a la población cristiana de Gormaz, asentada a las faldas del castillo.

Entonces el Cid organizó un ataque durísimo de represalia sobre las tierras vecinas, en lo que hoy es la provincia de Guadalajara y que por entonces pertenecía a la taifa islámica de Toledo, que estaba bajo la protección del ya citado rey Alfonso VI. Años después, tras sufrir su primer destierro, el Cid obtuvo el perdón del rey y volvió a Castilla a principios del año 1087, tras cinco años al servicio de los reyes musulmanes de la taifa de Zaragoza. El rey Alfonso, como signo de conciliación le entregó entonces diversas tenencias, entre las que estaban Berlanga y Langa de Duero y también Gormaz, con todos sus alfoces y habitantes, motivo por el cual fue señor o cid de Gormaz.

campos de Soria desde la Puerta Califal del castillo

Sería en esta época cuando se fundase como tal el pueblo de Gormaz, a los pies del castillo, aunque con posterioridad a la citada conquista cristiana la importancia estratégica de este lugar fue disminuyendo. Resulta curioso que esta estratégica fortaleza nunca fuese conquistada por las armas. Aún así, en el siglo XIV, con motivo de las guerras del rey Pedro I el Cruel, esta fortaleza fue objeto de importantes obras de reparación y reconstrucción. El castillo fue usado posteriormente como prisión, en el siglo XV, por orden de los llamados reyes católicos. Recientemente fue restaurado, quedando abierto al público.

El castillo de Gormaz se adapta perfectamente al perfil de la cumbre donde se asienta y se fabricó en sillería, constando de dos partes diferenciadas (el alcázar y el recinto amurallado) y separadas por un foso, hoy cubierto. Al este se encuentra el alcázar, protegido por recios muros y torreones, con amplios restos arquitectónicos inferiores. En él vemos la Torre del Homenaje señalando la preeminencia de este espacio, la llamada Torre de Almanzor del siglo X, la Sala de Armas, el aljibe y los aposentos califales. En total el alcázar cuenta con siete torres. 

recinto interior del alcázar en el castillo de Gormaz

El alcázar contenía la zona noble de la fortaleza albergando lo que parece que fue un palacio califal. En él se encontraba la residencia del gobernador militar, personal de rango y el personal administrativo. La Torre del Homenaje que hoy vemos es una reconstrucción mudéjar de ladrillo del siglo XIV. Tiene tres alturas y una entrada en forma de codo, facilitando de esa manera el ataque a un posible enemigo que quisiese acceder al alcázar. En la parte superior hay tres ménsulas dobles islámicas reutilizadas y rematadas en modillones de rollos, para defender la puerta. 

Esta torre se comunica con la Torre de Almanzor por un muro que cerraba el alcázar con una galería. En el interior del alcázar también encontramos una poterna califal hacia el norte y los restos de lo que en su día fue un aljibe con bóveda de cañón, gracias al cual los musulmanes resistieron más de un asedio. Este aljibe califal es de planta cuadrangular y su sillería está recubierta de hormigón de cal hidráulica para su estanqueidad. En ocasiones estas paredes se trataban con óxidos de hierro o arcillas para evitar la putrefacción del agua. 

vista de la Torre del Homenaje desde el interior del castillo

En la parte oeste, ocupando más de mil metros de longitud y con lienzos de más de diez metros de altura conforman el sitio que ocupaba la tropa y los animales de carga y cabalgadura de la mesnada, así como el almacenaje de aperos y artes de guerra. También encontramos aquí una alberca o depósito abierto, de planta cuadrada y excavada en la roca, que acumulaba y surtía de agua a moradores y huéspedes, sirviendo también para dar de beber a los animales. 

Veintiocho torres en total refuerzan la defensa de la fortaleza construidas con el mismo aparejo que los paños entre torres, a soga y tizón. Estas torres, casi en su totalidad macizas hasta el primer piso y con terraza superior, presentan muy poco saliente respecto a los lienzos, como suele ser habitual en las fortificaciones primitivas islámicas de la península. Cuenta la fortaleza con varias puertas, entre las que destaca por su estructura y composición que denota su indudable origen islámico, la llamada Puerta Califal.

Puerta Califal en el lienzo sur de la muralla

Esta Puerta Califal cuenta con un arco de herradura que abre el vano de acceso enmarcado por un alfiz. El acceso principal al castillo siempre se hizo por este frente sur, pues aparte de que la ladera es más suave por ese lado y el soleamiento mayor, evitando hielos en el camino de subida, el puente que con él comunica se encuentra en ese lado. Se ha venido aceptando la existencia de, al menos, dos puertas principales aunque incluso se ha apuntado la existencia de una tercera. 

Existen, además de las principales, varias poternas o puertas menores abiertas hacia el lado norte, una prácticamente enfrente de uno de los accesos principales y la otra dentro del propio alcázar. Estas eran utilizadas para salidas más discretas de la fortaleza. La puerta principal del castillo se abre, como se ha dicho, en el lado sur en un frente de muralla de 16 m y en un cuerpo formado por dos torres unidas. Esta fue una construcción realizada en piedra labrada sin refinamiento, dejando gruesas juntas que se rellenan con mortero de cal. 

recinto del lado oeste para el acuartelamiento de tropas

Detrás de la Puerta Califal queda un hueco o espacio que permitía a los defensores hostigar a quien se arrimara a ella sin poder ser batidos por los atacantes a cierta distancia. Este dispositivo se conoce como buhera o buhedera y era muy utilizado en estrategia militar tanto por musulmanes como por cristianos en aquella época. Lo más llamativo de la Puerta Califal es el arco exterior, presentando forma de herradura con un trazado típico de los arcos de su época, todo un símbolo inequívoco de adscripción cultural. 

En la cara oeste de la muralla, el recinto termina en forma de punta siguiendo el contorno del cerro, y en la torre trapezoidal que forma el espolón de poniente encontramos en la parte exterior tres estelas, una de origen romano y otra islámica, colocadas allí supuestamente como símbolo mágico para ahuyentar los malos espíritus de la noche una vez que se pone el Sol, precisamente por ese lado de la fortaleza. El castillo, desarrollado en dirección este-oeste, cuenta con más de 380 m de frente, mientras que su dimensión máxima norte-sur no sobrepasa los 63 m en el punto de mayor anchura llegando a tan sólo 17 en el lugar más estrecho.

vista de zona este donde se enclava el alcázar dentro del castillo de Gormaz

Aunque las vistas desde abajo hacia esta fortaleza de Gormaz son muy impactantes, dependiendo de la hora del día, las vistas desde arriba con el río Duero serpenteante entre los campos de cultivo, son sencillamente magníficas en cualquier estación del año y muy especialmente al atardecer, cuando la luz subraya las formas y colores del paisaje soriano. Gormaz, en la actualidad, está englobado en el corazón del llamado Camino del Cid, con motivo de todo lo anteriormente descrito.

En la cercana ermita de San Miguel, posiblemente del siglo VII, se encontró una lápida conmemorativa de la construcción de la fortaleza que nos dice "En el nombre de Allah, el clemente, el misericordioso. Allah bendiga a Muhammad, el sello de los profetas. Mandó el siervo de Allah, Al-Hakén, Al-Mustansir Bi-Llah, príncipe de los creyentes, Allah alargue su permanencia". Sin duda, una edificación de estas características, único en el siglo X, puede ser comparable en estilo y grandeza a la mezquita aljama de Córdoba.

vista de restos de torres desde el adarve de la muralla del castillo

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